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Complicidad entre primos 15

en Amor filial

Tras un rato de disfrute, donde cada vez conocían mejor el cuerpo y los puntos más placenteros de ambas, Marta sonrió dulcemente después de lamer los pechos a su hija, mientras con sus dedos exploraba su vagina.

-         Papá no tardará en venir y aún no he recogido la cocina.

-         Te ayudo mamá.

-         Pero antes nos vestimos, que si no seguiremos ahí.

-         Jiji.

A media tarde llegó Antonio a casa.

-         Ya estoy en casa, ¿qué tal mis dos mujercitas?

-         Muy bien papá. – Dándole un beso en la mejilla.

-         Me alegra, y tú cariño, ¿también has estado bien?

-         Estupendamente. ¿Cómo te ha ido a ti?

-         Bien. Tenemos casi cerrado el acuerdo como proveedor.

-         Pensaba que viajabas para cerrarlo.

-         Y yo, pero quieren una última reunión con su jefazo, que estaba de viaje este fin de semana. Así que tendré que volver la semana que viene.

De manera automática las dos mujeres se miraron y sonrieron casi imperceptiblemente.

-         Pues a ver si lo cerráis esta vez.

-         Sí, es importante. Lo tendré que hablar en la empresa. No me gusta dejaros solas tantos días de fiesta, no poder veros.

-         Oh, estamos bien las dos. ¿No es así hija?

-         Sí, salimos juntas de compras, hablamos de cosas de mujeres…

-         ¿Y estarás todo el fin de semana fuera, cariño?

-         Igual que este.

Marta se había vuelto a duchar para borrar cualquier resto de la fiesta del domingo. Esa noche su marido la volvió a follar. Como era habitual de manera mecánica, casi para cumplir el expediente. Cuando volvía de viaje estaba especialmente decaído.

-         Marta, ¿sabes? No me gusta no poder aprovechar mejor los fines de semana, como cuando éramos más jóvenes. – Mientras la besaba el cuello.

-         No te preocupes cariño, entiendo tus obligaciones.

Después de follar con Manuel, Marta notaba la diferencia, tanto de intensidad como de tamaño de polla. Procuraba que no la notara desinteresada. Aún así, por experiencia, sabía cómo hacerle llegar al orgasmo. Alicia al otro lado los podía oír a los dos y sonreía. Le había acabado por volver a excitarla. Se acarició una teta y bajó rápidamente al coño, se bajó el pantalón corto del pijama y se acarició el clítoris. Se levantó, dejando en el suelo el pantalón, y cogió del cajón del armario donde guardaba la ropa interior el consolador. Se tumbó de nuevo en la cama, cerró los ojos  y empezó a penetrarse con el consolador por la vagina. Recordando lo vivido el fin de semana. Los gritos al otro lado cesaron, poco después ella alcanzaba su orgasmo, reprimió un gritito, y lamió del aparato sus propios jugos. Lo guardó de nuevo, se puso el pantalón y volvió a la cama.

Alicia y Marta sabían lo que iban a planear. Pero esperaron prudentemente a que Antonio fuera a trabajar de tarde para estar solas. Además de que Marta también trabajaba de mañana. Alicia apareció desnuda y radiante por el salón. Ante la mirada de sorpresa y agrado de su madre.

-         Qué bien mamá. – Mientras le daba un abrazo y un beso en los labios.

-         ¿Cómo vas así?

-         He pensado que cuando no esté papá iré así a ratos.

-         Cuida no venga o venga una visita.

-         No pasa nada, además siendo verano voy cómoda así y me puedo vestir rápidamente.

-         Desde luego que vas cómoda.

-         Mírate mamá jiji.

-         Yo no voy desnuda hija.

Marta llevaba un top y un pantalón corto. Un conjunto sexy para andar por casa.

-         ¡Qué pronto volveremos a ver a Manuel! ¿eh mamá?

-         Sí. Ahora le llamaremos, pero siéntate cariño.

-         Dime mamá.

-         Todo esto es divertido, gozamos y estamos viviendo la vida. Sobre todo tú que eres más joven.

-         Sí, es verdad, lo que me quieres decir.

-         Nada, que estés preparada el día que esto se acabe.

-         Lo sé.

-         ¿Qué tal con tu nuevo amigo, Luis?

-         Bien, es encantador, ya te he dicho.

-         No te quiero forzar nada, decides tú hija.

-         Sí mamá, gracias. – Dándole un beso en la mejilla.

-         Y ahora ve y llama a tu primo.

Alicia se levantó sonriente y se dirigió a su cuarto. Marta observó cómo se bamboleaba su culo al caminar y sonrió.

-         Hey Ali ¿Qué tal?

-         Muy bien primito y tú también te vas a alegrar.

-         ¿Y eso?

-         Adivina jiji.

-         ¿Cuándo venís?

-         El próximo viernes.

-         Estupendo, ¿cómo así?

-         Mi papá va a cerrar un trato, ese que le tuvo ocupado este finde.

-         Ah.

-         Pues os esperaré en casa.

-         ¿Sabes que ahora mismo voy desnuda?

-         Genial, Marta lo estará disfrutando.

-         ¿Tu polla?

-         Se ha puesto morcillona al oír que veniáis.

-         ¿Y que voy desnuda?

-         Sigue creciendo. A lo mejor me hago una paja ahora para celebrarlo.

-         Jiji guarrete.

-         Si eres tú quién me pone cachondo.

-         Jiji así espero que estés el viernes.

-         Por cierto, he pensado darle un desquite a Leo.

-         Jajaja pobre chaval, aún me acuerdo de su cara.

-         Le llamaré para quedar mañana y el jueves, con Luis.

-         No paras Ali.

-         Jijiji

-         Disfrútalo.

-         Un besito.

-         Lo mismo. Adiós.

A continuación marcó el número de Leo. Pero su madre apareció por su habitación.

-         ¿Qué? ¿Ya le has llamado?

-         Sí. Nos esperará el viernes.

-         Bien.

-         Iba a llamar a Leo. ¿Te acuerdas de él?

-         Sí, aquel chico guapo pero con problemas de erección jeje.

-         Sí jiji, me da cosa que eso sea lo último que recuerde de él, le daré otra oportunidad para tener un bonito recuerdo.

-         Como veas.

-         Quedaré para mañana en su casa.

-         Te dejo sola.

Alicia se quedó esperando que respondiera.

-         Hola Alicia. – La voz sonaba entre titubeante y sorprendida.

-         Eh, qué pasa.

-         Nada.

-         ¿Te sorprende que te llame?

-         No, no, me alegra. – La voz recuperaba cierta vivacidad.

-         Pensabas que después de lo del otro día me olvidaría de ti ¿eh? Jiji

-         No, pero me dio más vergüenza al estar tu amigo.

-         Ya, no te preocupes. Y por tocarle la polla tampoco jiji.

-         Me dejé llevar.

-         Si no te digo nada. Si te gusta es cosa solo de ti.

-         Ya te dije que era la primera vez…

-         Bueno, yo te llamaba por otra cosa.

-         Dime.

-         Mañana te doy otra oportunidad, en tu casa por la tarde.

-         Esto… bien, ¿a las siete?

-         Ahí estaré. ¿Sabes una cosa?

-         ¿Cuál?

-         Hace tanto calor que cuando estoy sola en casa voy desnuda.

-         Ah, eh, irás fresca.

-         Sí, jiji. Te veo mañana.

-         Vale, hasta mañana.

Alicia se dirigió riendo al salón.

-         ¿Sabes mamá? A Leo aún le dura el corte por la bajada del otro día.

-         Hombre, es normal, compréndele… no debe ser fácil.

-         Encima que le llamo para follar mañana.

-         Tienes razón, debería estarte agradecido. – Dijo sonriendo.

-         Si hasta se ha quedado parado cuando le he dicho cómo iba por casa.

-         Entonces se le seguirá sin levantar… jeje.

-         Espero que mañana esté mejor jijiji.

Al día siguiente por la tarde Leo estaba ya algo nervioso. Era la primera vez que le pasaba antes de una cita con una chica. Habitualmente se sentía seguro y llevaba él la iniciativa. Su gatillazo le había dejado dudas y no esperaba una llamada de Alicia tan pronto. Eran las seis y hacía una tarde calurosa y pesada. Decidió darse una ducha. La tarde anterior se hizo una paja pensando en Alicia después de su llamada. Un poco para probarse, quedando satisfecho.

Alicia cogió un autobús para ir a casa de Leo. Llevaba un pantalón corto y una blusa blanca ligera de manga corta. El chofer le sonrió al verla y desvió su mirada al escote. Un hombre algo mayor la recorrió de arriba abajo con la vista al pasar a su lado y Alicia se sentó algo alejada. Cuando se bajó antes que ella aún le hizo una última mirada. Dos quinceañeros también la miraron y les vio cuchichear algo sin llegar a entenderles, se rieron por lo bajo y la siguieron con la mirada cuando esta bajó. Llegó a casa de Leo y llamó para que le abriera. Subió sola en el ascensor.

-         Hola Ali, hace calor ¿eh?

-         Sí, y además a algunos les calienta más, no veas qué miradas en el autobús jijiji.

-         Lo siento.

-         Bah, no es nada, pobrecillos, estoy acostumbrada.

-         ¿Quieres tomar algo?

-         Un zumo.

-         Toma. – Cuando volvió de la cocina.

-         Gracias. – Dijo sonriendo Alicia.

-         De nada. Estás muy guapa cuando sonríes. – Alicia alargó la sonrisa.

-         No hace falta que me digas nada del otro día, yo lo entiendo, a veces pasa.

No le quiso comentar nada de cuando le cogió la polla a Manuel. Porque lo veía incómodo para Leo y porque pensó que le podría llevar a contarle sus experiencias con Carla y Marta. Sobre todo esta segunda.

-         Bueno, yo lo siento, veníais a por algo y fallé sobre todo a ti.

-         No pasa nada, estuve luego bien servida, no te ofendas.

Dedicándole una gran sonrisa. Por supuesto no le dijo nada de que ya había venido servida de por la tarde.

-         No, no.

-         Decías que hace calor y es verdad jiji, me voy a poner más fresca.

Mirando a Leo con picardía. Sin decir más se quitó la blusa por encima de la cabeza y se atusó el pelo a la vez que bamboleaba sus tetas, metidas en un sujetador amarillo claro. Leo se acercó a acariciarlas pero Alicia le frenó sonriente.

-         Si quieres tocar, quítate algo.

Leo se quitó rápidamente la camiseta.

-         Así sí, así las tocarás mejor.

Se quitó el sujetador y lo dejó en el sofá. Leo acariciaba sus tetas, las lamía y las besaba, especialmente los pezones que adquirieron dureza. Mientras también le acariciaba los muslos.

-         Quiero ver cómo se te ha puesto la polla. Desnúdate del todo.

Leo lo hizo rápidamente y mostró una polla tiesa. Alicia se levantó y sonrió complacida.

-         Así me gusta.

Se puso de rodillas y empezó a mamarle la polla. Alternaba lametones por el tronco hasta el glande con metérsela entera en la boca. Tras unos momentos se levantó y se quitó el pantalón corto.

-         ¿Te gusta el color de mis braguitas? Jiji

-         Sí, te queda muy bien.

-         Ven a por ellas.

Leo se levantó y se quedó de rodillas frente a Alicia, disfrutando el momento le bajó las bragas hasta los tobillos y empezó a lamerle el coño e introducirle un par de dedos. Se levantó y llevó a Alicia a su cuarto.

-         Aquí follaremos mejor. – Le indicó Leo.

Alicia sonrió y se tumbó en la cama, abriendo las piernas esperando recibir la penetración. Apuntó y le metió con decisión la polla hasta el fondo con una expresión de satisfacción en su rostro.

-         Tenías ganas de follarme ¿eh?

-         Muchas Ali. – Sin dejar de moverse.

-         Yo a ti también. – Dijo Alicia tras unos momentos. – Ponte abajo guapo.

Alicia se introdujo la polla y pasó ella a controlar la follada. Con movimientos circulares y secos.

-         Me encanta cómo se mueven tus tetas.

-         A todos os gusta.

-         ¿Te follas a muchos?

-         Solo a los que yo quiero jiji.

-         ¿Puedes ponerte a cuatro patas? Así te agarro las tetas mejor mientras te follo.

Alicia se colocó y expuso sus dos agujeros. Mientras Leo amasaba su culo. Dirigió su lengua al ano de Alicia que no dijo nada. Le masturbaba la vagina con dos dedos. Hasta que sintió un dedo merodeando por su ano.

-         Puedes follarme a cuatro patas por mi chocho pero no por mi culo. Debes hacer más méritos y no te he dicho nada.

-         Lo siento.

-         No pasa nada. Pero yo te diré cuándo puedes.

Volvió a ser penetrada por la vagina mientras le agarraba unas tetas que se le escapaban de las manos con el bamboleo. Ambos sudaban.

-         Túmbate Ali que me vengo.

Alicia se colocó y abrió la boca. Recibió una abundante corrida por las tetas y la boca, que parte se quedó fuera, en la barbilla y las comisuras. Alicia se tragó la corrida y se relamió lo de fuera. Mientras Leo le extendía el semen por las tetas. Con un gesto de Alicia con la mano le metió la polla en la boca.

-         Me gusta limpiar la polla si me ha gustado cómo se ha portado.

-         Ha estado muy bien Ali. El baño está a la derecha si quieres limpiarte.

-         ¿Puedo ducharme?

-         Por supuesto.

-         Bueno, ya he acabado, gracias por todo.

-         A ti, ¿nos veremos pronto? – Dándole un beso en los labios.

-         No te impacientes. – Respondió Alicia sonriente con algo de malicia.

Cuando volvió a casa, ya había vuelto su padre. Estaba sentado en el sofá viendo la tele, con una cerveza, con su madre preparando la cena.

-         Hola, hija ¿qué tal?

-         Bien papá. – Se acercó a darle un beso.

-         Ya me ha dicho tu madre que has estado con unas amigas.

-         Sí.

Alicia se fue a la cocina. Marta le miró sonriendo expectante y arqueando las cejas. Alicia asintió con la cabeza y sonrió.

-         Te lo cuento mañana. – Le dijo al oído.

-         Sí, mejor.

-         Otra vez avísame de que le dices a papá.

-         Vale hija, se me olvidó decirte.

-         Gracias. – Le dio un beso en la mejilla. – Está bien que me ayudes.

Al día siguiente por la tarde, con las dos mujeres solas en casa, Alicia apareció en ropa interior por el salón. Su madre veía sin interés la televisión y la apagó cuando la vio venir.

-         Qué fresca vas hija.

-         Otros días lo voy más jiji.

-         Sí – Sonriendo - ¿Me cuentas algo de ayer?

-         Ayer sí respondió y eso que le vi algo nervioso, sobre todo al principio.

-         Normal, tras la última vez.

-         Cuando le saqué la polla para chuparla ya estaba bastante gorda. Me había estado sobando las tetas antes jijiji.

-         Ah, normal. – Acariciándole una teta.

-         Follamos bien aunque se ocupó poco de mí, no me gustó alguna cosa.

-         ¿Cuáles?

-         Tenía el chocho mojado pero le dedicó poco tiempo a darme placer antes de meterme su polla.

-         A veces los hombres, o algunos, son un poco egoístas, pero bien que les gusta que les chupemos la polla.

-         Eso es mamá.

-         Aparte que me gusta cambiar de postura, me puse arriba y pronto me dijo que me pusiera a cuatro patas.

-         Para darte por el culo.

-         Sí, no le dejé, por supuesto, y ya es la segunda vez que se lo digo.

-         Um.

-         Entre esto, Manu y Luis no sé si volver a quedar con él.

-         Tú verás hija.

Esa noche a Luis le costó conciliar el sueño pensando en que había quedado con Alicia por la mañana. Se había masturbado, por supuesto pensando en ella, después de comer y no quería volver a eyacular sino era follando con Alicia. Volvió a recordar su encuentro en el baño, y con qué dulzura le chupó la polla y la suavidad de sus tetas. Su mirada entre pícara y dulce con aquella sonrisa. Volvió a imaginarse a Alicia desnuda y cómo sería su encuentro del día siguiente. Y aquella relación cuánto duraría.

Luis llegó diez minutos antes de las 12 al portal de Alicia. Como su costumbre, había sido puntual. Llamó al interfono y una voz alegre le respondió y le abrió. Llegó al piso y vio la puerta entornada con una ligera rendija.

-         Pasa Luis antes de que venga alguien y cierra la puerta. – Dijo Alicia desde dentro.

-         Voy.

Cuando oyó el ruido de la puerta al cerrar, Alicia apareció por la puerta del salón, con su mejor sonrisa y completamente desnuda. Luis se quedó boquiabierto y sintió que su pene adquiría dureza rápidamente.

-         Quería darte una sorpresa y con este calor… estoy más cómoda así.

-         Eres muy guapa y que cuerpo tienes.

-         Otro día te puedo hacer un streaptease o que me desnudes tú, como quieras jiji.

-         Eres genial Alicia.

-         Puedes tocarme ¿eh? Jiji

-         Sí, sí.

-         Pero antes ponte cómodo como yo.

Luis le entendió y se quedó en calzoncillos.

-         Quieto, eso quiero quitártelo yo. Vamos a mi cuarto.

Por el camino Luis fue amasándole el culo. Se puso de rodillas y le palpó el bulto que sobresalía.

-         Parece que está a punto. – Dijo sonriendo.

-         Compruébalo.

Besó por encima del calzoncillo y lentamente se lo quitó. Dejando salir una polla enhiesta que le dio en la cara provocando la risa de ambos. Le besó el capullo y le dio unos lametones al tronco antes de introducírselo enteramente. Tras unos momentos lo sacó y le sopló suavemente, provocando una mueca en Luis. Volvió a meterse la polla entera. Luego se tumbó en la cama ofreciendo su coño. Sonriendo le guiñó un ojo y le dijo.

-         A ver qué sabes hacer, te toca a ti.

Luis le abrió con delicadeza los labios vaginales y con pausa empezó a lamer el interior. Se centró luego en el clítoris y le introdujo un dedo.

-         Así me gusta, que penséis en nosotras y nos deis placer. Exhalando un suspiro.

-         Me gusta mucho tu coño.

-         Penétralo.

Luis recordó la de veces que había pensado en ese momento. Le apuntó y con cuidado le introdujo la polla hasta el fondo. Sonrió y miró a Alicia. Se besaron. Le besó el cuello y fue bajando a sus tetas, las acarició y chupó. Empezó a bombear con suavidad, disfrutando de la calidez de la cueva donde introducía su polla.

-         Déjame a mí ahora.

Alicia se colocó encima de Luis y se metió con decisión la polla para cabalgar. Follaba más duro de lo que lo hacía Luis.

-         También me puedes follar así así

Paraba alguna vez y acercaba las tetas a Luis, que las disfrutaba.

-         Me voy a correr.

Alicia siguió como si no le hubiera escuchado, y se echó para atrás cuando sintió la corrida de Luis en su interior. Un líquido caliente le llenó la vagina. Se quedó quieta unos momentos y se sacó la polla, el semen chorreaba por sus muslos y parte caía al estómago de Luis.

-         No te muevas. – Le dijo.

Fue al baño a limpiarse y refrescarse. Volvió sonriente.

-         Ya estoy otra vez. ¿Te ha gustado?

-         Mucho.

-         A mí también. Cuando eso pasa le limpio la polla.

-         Ah. Muy bien.

Alicia inició su tarea recogiendo el semen caído en el estómago. Continuando con una polla a media erección.

-         Ya está. Mejor así. Puedes ir al baño a refrescarte si quieres. ¿Traigo algo de beber?

-         Si tienes zumo.

-         Sí. Ve al baño y ahora vuelvo.

Luis fue detrás de ella y observó las oscilaciones de sus curvas. De vuelta estuvieron tumbados un rato hablando de cosas del curso. Tras unos minutos Alicia extendió su mano y empezó a acariciar la polla de Luis, que respondió a las caricias. Pasó a masturbarle con más intensidad. Ya con la polla dura volvió a chupársela.

-         Me encanta tu polla y qué bien se recupera. – Volvió a metérsela – Con esto puedes hacer feliz a las chicas que quieras. Depende de ti.

-         A la que más quiero hacer feliz es a ti.

-         Gracias, jiji.

Se ensartó de nuevo la polla en la vagina y volvió a follar.

-         Um um aaah.

-         Me gustan tus gritos. ¿Y los vecinos?

-         No pasa nada. Siempre grito igual. Prueba así.

Alicia se colocó a cuatro patas. Luis se deleitó besando, acariciando y lamiendo el culo de Alicia. Colocó su polla a la entrada del coño y empujó. Cada vez más rápido.

-         Aprendes rápido, me gusta también que me follen duro. Aaaah.

-         Toma, toma.

Sacó su polla y derramó el semen por el culo de Alicia. Sin decir nada le acercó la polla a la boca de Alicia que procedió a limpiarla. Luego volvió otra vez al baño a limpiar el semen de su culo. Estuvieron otra vez tumbados. Luis le acariciaba la teta más cercana.

-         Gracias Alicia, ha sido estupendo.

-         Lo mismo digo.

-         ¿Podremos vernos el fin de semana?

-         Te veo más lanzado, me gustas más así. No, no puedo, estaré fuera. No te preocupes que nos veremos más.

-         Bien.

-         ¿Prefieres hablar conmigo o follar? Jiji.

-         Follar. Pero también hablar contigo.

-         Es una broma. A mí también me gusta hablar contigo.

En ese momento se oyó la cerradura de la puerta.

-         Uy, debe ser mi madre. Ha venido antes hoy. Vístete y yo le entretengo.

-         ¿Y si me ve salir?

-         No te preocupes.

Alicia se puso una bata de verano y cerró la puerta que estaba abierta cuando entró su madre en casa.

-         Hola mamá, qué pronto vienes.

-         Hola Alicia, hoy había poco trabajo y me he venido antes. – Se le acercó al oído - ¿Qué tal con Luis o es otro? – Dijo con sorna.

-         No, es Luis.

-         Entre tú que me sales en bata, sin nada debajo, - abriéndole la bata sonriendo – y la ropa del chico por ahí tirada –señalándola divertida.

-         Ni me acordaba. Uy, si el pobre debe estar buscándola. Jiji.

-         Anda, llévasela.

Alicia se abrochó la bata y fue a su cuarto con la ropa de Luis. Entró sonriendo.

-         ¿Buscabas esto?

-         Sí, qué vergüenza, ¿tu madre la ha visto?

-         Sí, pero no te preocupes. No se ha enfadado. Puedo traer chicos a casa. Solo ha sido un despiste y que ha llegado antes de lo que esperaba.

-         ¿De verdad?

-         Que sí. Salúdala cuando salgas, ya verás.

-         Eso de todas todas, estoy en su casa.

Alicia se quitó la bata y empezó a vestirse con la ropa de casa.

-         Y otra cosita Luis, para la próxima vez.

-         ¿Cuál?

-         Tu polla me gusta pero no tu pelambrera. Se me olvidó decírtelo cuando quedamos.

-         Bueno…

-         Lo puedo hacer yo misma si quieres la próxima vez o depilarte tú mismo esa zona, como mejor lo veas. Pelajos de los huevos incluídos.

-         Si te gusta así.

-         Me gusta más así y es más agradable para chupar una polla. ¿No te gusta mi conejito así? ¿O lo prefieres todo pelo cuando metes la lengua?

-         Mejor así.

-         Pues ya sabes. – Guiñándole un ojo con su sonrisa más encantadora.

Luis respiró hondo y salió fuera, para llevarse la segunda sorpresa de la mañana viendo la belleza de la madre de Alicia.

-         Hola, soy Luis.

-         ¿Qué tal? Soy Marta, la madre de Alicia, me ha hablado de ti. – Plantándole dos besos en las mejillas.

Viendo aquella naturalidad, Luis se preguntó qué cosas le habría comentado Alicia sobre él. No pudo evitar en el momento de verla alguna mirada al escote, y a un vestido ajustado donde creyó ver los pezones marcados por el calor. Lo bien que le marcaba el culo y unas piernas torneadas. Marta siguió hablando.

-         ¿Quieres tomar algo? ¿Te ha ofrecido algo Alicia?

-         No, gracias, ya me tengo que ir. – Para sí pensó lo que ya le había ofrecido Alicia.

-         Ah, encantada de conocerte, puedes venir cuando quieras.

-         Gracias mamá. –Dijo Alicia.

-         Bueno, yo me voy, adiós.

-         Adiós. – Las dos a coro.

Tras cerrar la puerta dijo Alicia.

-         ¿A qué es encantador?

-         Sí, se le ve más tímido que tú.

-         En la cama a veces he de tirar de él para que le dé más duro. Es raro en un chico, suele ser al revés.

-         Sí, eso es que te aprecia de verdad. Cuéntame mientras me ayudas con la comida.

-         Después de mamarle la polla me he abierto de piernas y él ha ido a hacerme sexo oral. No ha ido a follarme sin más.

-         Distinto del tal Leo, por lo que me contabas.

-         Esos detalles se agradecen.

-         Sí.

-         Es cariñoso en la cama.

-         Con lo que te va la marcha a ti.

-         Luego me pongo a cuatro patas, con el culo abierto y no ha hecho ni intención de encularme, me folló el coño por detrás.

-         Seguro que quiere pero no se atreve aún a pedírtelo.

-         Creo que sí y más con la conversación que tuvimos aquel día cuando le chupé la polla en el baño de la universidad. Y le encanta sobarme el culo.

-         Y seguro que las tetas.

-         Como todos. Tú incluida jiji.

Marta le dio un remeneo a las tetas de su hija. Alicia siguió.

-         Creo que le has gustado a Luis. He visto cómo te miraba con disimulo. Les gustas a todos mamá.

-         Una que trata de estar guapa.

-         Lo eres. Y Luis no mira así a cualquiera. A mí me mira así ahora.

-         A ti ya será más descarado. No me he dado cuenta. Con el meneo que le habrás dado…

Luis llegó a casa y se pasó el resto del día recordando la sesión con Alicia. Repasando las curvas de su cuerpo, la finura y tersura de su piel. El momento de penetrarla. La cara con la que le miraba Alicia. Incluso la esbelta figura y la belleza de Marta, no la imaginaba así a su madre. Hizo que siguiera con una polla morcillona todo el día. Hasta que antes de ir a dormir, se hizo una paja en el baño recordando la mañana.