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Complicidad entre primos 25

en Amor filial

Luis se despertó con el recuerdo del sueño erótico de la noche anterior. Sonrió recordando la morbosidad y se acarició levemente la polla.

Alicia se levantó y miró por la puerta del balcón, vio que la playa estaba encharcada. Le daba cierta morbosidad mirar así y que alguien la viera desnuda desde la calle. Sonrió y se fue a ducharse, su madre apareció cuando se estaba secando y le informó de que ese día aprovecharían para conocer mejor el pueblo y los alrededores. El día estaba nublado y fresco, así que salieron más recatadas que de costumbre. Marta llevaba pantalón largo, blusa y chaqueta fina y Alicia igual pero con una camiseta. Aún así iban sexys y provocaban miradas. Tras un paseo turístico por el pueblo, comieron en un restaurante de otro sitio y visitaron esa zona. La presencia de sus padres dificultó los planes de Alicia que de buena gana hubiera cazado a alguno de los chicos que vio y más tras el pequeño fiasco de la noche anterior. Decidió dar una vuelta esa noche.

-         ¿No estás cansada? – Le preguntó su padre.

-         No, ayer casi no hice nada.

Decidió ir al bar del primer día, estaba el mismo camarero que le saludó efusivamente.

-         No te preocupes que te llamaré, ahora estás trabajando.

Vio a una pandilla de cuatro chicos y que el que parecía más decidido avanzar a su mesa. Los demás observaban con poco disimulo y comentaban entre ellos.

-         Hola, me llamo Juan.

-         Hola, yo Alicia.

-         He visto que estabas sola y te puedo acompañar.

-         ¿Y tus amigos no vienen?

-         Cuando yo les diga.

-         Pues díselo.

-         Prefiero estar a solas contigo.

-         Ah.

Juan se arrimó en el banco y le puso una mano en el muslo, Alicia le puso la mano encima pero no se la apartó, Juan sonrió y le dijo al oído.

-         Eres muy guapa. – Subiendo la mano.

-         Tú no estás mal.

Era un chico moreno, de pelo negro rizado y buena complexión.

-         Cuando acabes podemos dar un paseo y luego volveremos aquí, seguro que nos esperan.

Alicia vio que era el macho de la pandilla y que le encantaba presumir de conquistas ante sus amigos. Le valía para un rollo de una noche y físicamente le gustaba. Juan le pagó la consumición y la llevó a la zona alta del pueblo, donde había un parque, esa misma mañana había estado con sus padres en ese mirador. Vio que era un buen sitio para un picadero, se veían algunos coches y alguna pareja buscando un sitio discreto.

Se sentaron detrás de un seto y Juan empezó a besarla y meterle mano, en especial a las tetas. La recostó y le levantó la camiseta, puso cara de vicioso y empezó a lamérselas deslizándole el sujetador.

-         Qué buenas tetas tienes que ricas.

Alicia se desabrochó el botón del pantalón y se lo bajó a media muslera, Juan sonrió y le palpó el chocho por encima del tanga y luego se lo corrió para sobárselo directamente. Para gusto de ella se lo bajó y empezó a comerle el chocho a lametones y succiones, se le veía mayor experiencia en ese asunto que al de la noche anterior, se lo estaba trabajando bien. Sacó una polla de 17 centímetros algo curvada hacia arriba, Alicia la agarró y succionó. Rápidamente se vio penetrada vaginalmente con un ritmo acompasado.

-         Quiero verte mejor el culo.

Le colocó a cuatro patas sobre el césped y le palmeó y sobó el culo. Prosiguió el polvo y acabó derramando su semen en el césped. Alicia gustosa le limpió la polla y se colocó bien la ropa. Follar en un lugar público con la ropa bajada le había hecho disfrutar por morbosidad. Ni siquiera se había preocupado de la posibilidad de haber sido descubiertos.

-         A mis amigos les gustaría conocerte mejor, si tú quieres.

-         Que después de ti les ofreces que me follen, ¿no? Jiji

-         Bueno, sí. Son buenos chicos.

-         A uno me lo puedo follar esta noche, a los otros dos mañana.

-         De acuerdo. Sabía cuando te vi que nos entenderíamos.

-         ¿Por qué?

-         Por la forma en que nos mirabas, se te veía muy segura.

-         ¿Y no te asusta eso para entrar a una chica?

-         No, me motiva. Las prefiero así a las que te dicen a todo que sí sin más.

Caminando volvieron a llegar al bar y como dijo Juan ahí seguían. Alicia se fue a los baños y Juan les explicó la situación y lo echaron a suertes. Alicia esperaba al afortunado en la puerta del baño de mujeres. Era un chaval pecoso y de pelo castaño, con cara un poco de susto. El baño era un poco pequeño pero daba para echar el polvo. El chico pecoso se bajó los pantalones y los calzoncillos y sacó una polla de 14 centímetros con el  glande ancho y corto. A Alicia le gustaba calibrar y examinar la polla de cada amante con la vista.

Se sentó en la taza y empezó a chuparla ante la cara de satisfacción del chico pecoso. Le hizo un gesto con la mano para que parara, sonrió divertida y se quitó la camiseta que dejó en la taza, el chico pecoso abrió más los ojos al ver in situ aquellas tetas que pugnaban por salirse del sujetador, se acercó a tocarlas y Alicia le facilitó la labor desabrochándose el sujetador. Mientras le mamaba las tetas y las acariciaba embelesado, ella misma se bajo el pantalón, le levantó la cabeza de sus tetas y sonrió señalándole con la mirada a su vagina. El chico pecoso le bajó el tanga de un tirón y le miró el chocho, follado hacia poco rato por el líder de la pandilla. Con rapidez le introdujo su polla y empezó a embestirla mientras Alicia trataba de seguir su ritmo moviendo las caderas, previó acertadamente que no tardaría mucho en correrse, el chico pecoso cogió un trozo de papel higiénico y eyaculó ahí con la mirada perdida. Alicia dudó pero decidió limpiarle la polla de un par de lengüetazos. Se vistieron en silencio y Alicia le detuvo cuando iba a salir. Le miró fija a los ojos y le espetó en voz baja.

-         Podías haberme lamido el chocho, ¿conoces el cunnilingus? Tu jefe no se ha corrido dentro y si sabe algo a su polla no deja de ser la de tu colega. A una chica hay que saber tratarla correctamente.

El chico pecoso se puso rojo.

-         Um, eh, no sabía que… lo siento, habérmelo dicho.

-         Eso no hace falta. Un chochito como el mío no vas a verlo todos los días. Hala ya podemos salir.

Había una mujer esperando a entrar y Alicia le puso una cara tipo que estás mirando.  Alicia se marchó directamente al hotel.

-         ¿Qué tal te ha ido?

-         Habrás disfrutado con sus tetazas.

-         Sí, sí, eh no le ha gustado que no le comiera el coño, ya sabéis para mañana.

-         Jajaja.

-         No pensarías que me iba a correr dentro.

-         No quería chupar donde había estado tu polla. – Dijo uno de los que no había mojado.

-         Jajaja.

Al día siguiente en la playa Alicia decidió no buscar rollo, ya tenía cita apalabrada y decidió llamar al camarero para el día siguiente. Aún así le gustaba dejarse ver paseando, con ese bikini a rayas horizontales blancas y amarillas, que se confundía con la blancura de su piel. Notaba como al salir del agua se le marcaban los pezones y los labios vaginales, que provocaba miradas furtivas y disimuladas, y algunas veces más descaradas. Su madre se daba cuenta y le sonreía cómplice cuando no le veía Antonio. Ella también era objeto de miradas diarias. Las dos cuchicheaban divertidas confidencias al oído.

-         ¿Has visto cómo te miraba ese?

-         Sí.

-         No está mal ¿eh?

-         No, nada mal.

A la hora de la siesta Alicia decidió llamar al camarero.

-         ¿Si?

-         Hola, ¿sabes quién soy? Jiji.

-         Um, espera, por la voz y la risa la chica del bar, la rubia.

-         La que le mirabas mucho las tetas.

-         Eh… sí.

-         ¿Cómo te llamabas?

-         Andrés.

-         Alicia. Me dijiste que entrabas a las siete.

-         Así es. ¿Quieres quedar?

-         Para eso te llamo, te lo prometí.

-         Te puedo recoger a las cinco.

-         Hoy no, mañana.

-         Vale, ¿sabes la plaza?

-         Sí.

-         Pues quedamos así.

-         Chao.

-         Hasta luego.

Esa noche fue al bar irlandés, sus padres habían ido precisamente a la plaza, donde había varios bares con terraza. La pandilla le esperaba y al verla entrar se levantaron para irse.

-         ¿Qué prisa hay? Quiero tomar algo.

Uno de los que la iba a follar pagó las consumiciones. En tono confidencial les dijo en la mesa, embutida en un banco entre los dos folladores que aprovechaban para meterle mano por la falda disimuladamente.

-         No empecéis antes de tiempo. – Las manos se recogieron. – Aquí no puede ser, ayer había una mujer esperando y con dos será más tiempo.

-         Te los vas a follar seguidos. – Dijo Juan.

-         Claro, más cómodo.

-         Podemos hacer un trío. – Dijo uno de ellos.

-         Ni lo soñéis. – En su caso no era por miedo sino porque no quería.

-         Podemos coger mi coche, a condición de que yo repita. – Propuso Juan.

-         Repetirás mañana. – Respondió Alicia.

-         Está bien.

-         Pues vamos.

Se montaron los cinco en el coche, con Alicia otra vez en medio de aquellos dos que le metían mano de nuevo y con más descaro, ya no se limitaban abajo sino que buscaban sus tetas y sus labios.

-         Conozco un sitio mejor que el picadero del mirador.

Salió del pueblo y se metió en una zona de prados hasta llegar a un monte con eucaliptos. Allí metió el coche por una pista forestal, apagó las luces y quedó solo la interior. La luna llena brillaba y daba claridad a la noche. Se bajaron del coche y dejaron una puerta lateral abierta. Alicia se bajó y se quitó la camiseta negra, que dejó dentro del coche, se desabrochó la falda blanca y quedó en ropa interior negra. Las caras que le rodeaban eran de deseo y admiración ante el cuerpo que veían.

-         Venga acaba de desnudarte monada. – Dijo el primer follador.

Alicia sonrió y se quitó el sujetador, provocando leves aplausos y luego las bragas, se dio una vuelta para que la admiraran mejor y se recostó mirándolos de frente en el asiento trasero, esperando al primero. El que había hablado se puso en cuclillas y avisado empezó a comerle el coño.

-         Eso eso, no te olvides de comerle el coño. – Dijo Juan riendo.

Luego la besó y bajó a jugar con sus tetas. Se bajó los pantalones y sacó una polla tiesa de tamaño medio, hizo incorporar a Alicia y que le mamara la polla, la volvió a recostar y se la folló con ganas, haciéndole bambolear las tetas. A la hora de correrse lo hizo en el suelo.

Los dos que no follaban se masturbaban contemplando el espectáculo y se corrieron con el segundo turno. Parecía nervioso y excitado. Por cumplir le dio unos lametones al chocho, que provocó las risas de sus compañeros.

-         Ahí acaba de estar mi polla chupa chupa.

Se centró más en sus tetas y dijo.

-         Te quiero follar por detrás.

Alicia cumplió su deseo y puso el culo tan respingón como pudo. Recibió varias palmadas suaves y una polla media le volvió a penetrar la vagina. Le agarraba de las tetas y trató de ralentizar sus movimientos, pero le pudo más el calentón que llevaba del deseo de follarla y ver la escena anterior y duró bastante menos que su compañero, provocando de nuevo la risa de sus amigos.

-         Pronto te corres jaja.

Esta vez no le limpió la polla a ninguno, todos se subieron los calzones nada más correrse. Juan se contuvo las ganas y cumplió lo pactado de no follarla esa noche, aunque de buena gana lo hubiera hecho. Se aguantó el deseo de llevarle la polla a la boca mientras la follaban para la menos una mamada. Al llegar fueron a otro bar para evitar suspicacias y se quedó por cortesía a que le invitaran. La despidieron uno a uno con muestras de cariño y se fue al hotel.

-         Ya podíamos tener más chicas así aquí.

-         Desde luego.

-         Tan buenorras y que se dejen.

-         Las de aquí algunas parece que tengan un candado en el chocho.

Alicia se duchó y pensó que con esos dos había sido más follar por compromiso, ni fu ni fa le habían dejado. A la mañana siguiente su madre volvió a fruncir el ceño mientras se lo contaba.

-         Hija, te vuelvo a decir que vayas con cuidado, no es prudente meterte en un coche con cuatro desconocidos y más para ir a follar. Podían haberte hecho daño.

-         Ya mamá, era morboso, que te follen dos y dos mirando, pero voy con cuidado. Lo que más siento es que no me follaron bien. Pollas normalitas, todo muy anodino.

-         Ese es su problema. – Dijo Marta recuperando su dulce sonrisa.

-         ¿Y tú?

-         Nada hija, desde el primer día, solo me ha vuelto a follar el lunes.

-         Estando de vacaciones debería follarte todos los días. Varios hombres de la playa lo harían gustosos jiji.

-         Calla hija.

-         Esta tarde he quedado pero pon una excusa y ven después de comer.

Nuevamente Alicia tenía ya planes por lo que no buscó nada especialmente en la playa. Provocó alegría al ir al chiringuito nada más salir del agua, marcando con el bikini, disfrutaba con los calentones que sabía que provocaba.

Después de la comida apareció su madre por su habitación. Estaba especialmente guapa con aquel vestido estampado, pero Alicia se lo deslizó con suavidad al suelo. Antes ella se había despojado de la camiseta y pantalón.  La besó dulcemente y se tumbaron a magrearse en la cama. Las dos se acabaron de desnudar mutuamente y se pusieron a practicar un 69, hecho que les encantaba.

-         Ay mamá, nadie me come el coño como tú.

-         Para algo soy tu madre, lo hago con dulzura y amor.

-         Y yo. – Alicia se volvió a poner de cara frente a Marta. – Te dije algo la última vez. – Sonriendo picarona.

-         Ya, ya. – Dijo casi resignada.

-         Si te gusta.

-         Claro que me gusta, es que me encanta tu naturalidad.

-         Luis alucina con ella.

-         Imagino.

Marta se recostó boca arriba, con las piernas semidobladas y abiertas y muy relajada. Lucía un chochito impoluto y reluciente y se adivinaba un orificio anal sugerente. Su hija empezó a recorrer con su lengua del chocho al ano y jugar con sus dedos, que sacaba mojados de la vagina, mientras Marta emitía leves gemidos entrecortados. Alicia colocó su coño delante de la boca de su madre, que se lanzó a saborearlo. Rápidamente sonrió y se deslizó hacia los pies de la cama, donde blandió el consolador. Marta sonrió y se relajó para disfrutar, suspiró e incitó con la mirada a Alicia. Con decisión introdujo el consolador en el ano de su madre, que miraba al techo, mientras sus dedos de la otra mano jugaban con la vagina de Marta. Tras un intenso metesaca se lo sacó y miró divertida la dilatación anal que le había hecho. Se puso el consolador como si fuera un pene y se folló a su madre hasta que alcanzó otro orgasmo.

-         Ahora sí estás bien follada, como te mereces mamá, te quiero.

-         Y yo a ti hija.

Alicia estaba encima de su madre, sintiendo ambas la suavidad de la piel de la otra, se acariciaban suavemente y se besaban. Marta logró voltear a su hija quedando encima y prosiguieron. Finalmente Marta se levantó para vestirse y Alicia hizo lo propio, le quedaba no mucho tiempo para su cita.

-         He quedado a las cinco y luego a la noche jiji.

-         No paras hija.

Alicia guiñó un ojo a uno de los recepcionistas que se había follado, gesto que le alegró al chico toda la tarde, tanto que al llegar a su casa se hizo una paja pensando en ella. Sonriente solo por hacer feliz a su madre llegó a la plaza, Andrés le dio dos besos con educación.

-         Hola, qué guapa vienes sonriendo.

-         Hola, estoy feliz.

Andrés no sospechaba ni remotamente la razón de esa sonrisa y pensó que debía ser por él y estar de vacaciones, así que su ego creció.

-         Vamos, te llevaré a un lugar tranquilo.

Alicia pensó que ya conocía varios sitios adecuados en el pueblo para follar, si le llevaría a uno de ellos u otro distinto. Subieron a un coche de nuevo y circularon brevemente por la carretera pegada a la costa. Aprovechó para acariciarle el muslo subiéndole la falda. Aparcó el coche junto a una pequeña cala y Andrés sonrió al ver que no había nadie.

-         Ya hemos llegado, es un lugar precioso y muy tranquilo, lo conoce poca gente.

-         Mejor, así no nos molestarán jiji.

-         En esas rocas y esa pequeña cueva estaremos bien.

Alicia vio que más que una cueva era una oquedad por la erosión del oleaje.

-         Seguro que has traído a alguna chica.

-         Sí, a alguna.

-         ¿Y no sería morboso que nos pillaran?

-         Nunca me ha pasado y menos quisiera con alguien conocido.

-         Vergonzoso jiji.

La tarde era soleada y muy agradable. A la cala se bajaba por una senda entre matorrales y hierba.

-         Voy a mear.

Alicia se arremangó la falda y se bajó el tanga, tras colocarse guarnecida tras un arbusto, observó que Andrés se giró para darle la espalda, lo que hizo reír con ganas a Alicia mientras soltaba un chorro de orina. Inmediatamente se acordó de la costumbre de su primo pero se la guardó para ella.

-         Jijiji, ¿me vas a follar y te giras cuando meo?

-         Eh, bueno, no sé.

-         ¿Sabes o no sabes?

-         Sí.

-         Puedes mirar sin pudor, si me vas a ver desnuda enseguida y follando.

Andrés se giró al final sin decir nada más. Alicia se limpiaba con un pañuelo de papel y le sonreía.

-         Hay que estar bien limpia.

 A Andrés le empezaba a volver loco esa sonrisa y pensó en tirarla al suelo y follarla ahí mismo pero se contuvo por miedo a su reacción. Le observó la vagina y el escote de la camiseta visto desde arriba, desde donde se adivinaba bastante la forma redondeada de sus tetas y el color amarillo pálido del sujetador. Llegaron a la pequeña playa y Alicia se estiró contemplando el mar.

-         Qué buena tarde hace. – Observó.

Se empezó a desnudar con rapidez ante la sorpresa de Andrés.

-         ¿Qué haces?

-         Voy a darme un baño, ¿me acompañas?

No había acabado de decir la frase y el agua ya mojaba sus pies, le miró divertida y se metió en el agua. Andrés se quedó dudando y se giró por si venía alguien. Decidió observar el baño de Alicia. Disfrutó viendo cómo se le subían y bajaban las tetas por las olas.

-         Está muy buena el agua, tú te lo pierdes.

Tras unos minutos Alicia salió esplendorosa del agua dejando boquiabierto a Andrés. El pelo mojado le caía lacio y la piel mojada la hacía aún más atractiva. Se le acercó insinuante con sus curvas bamboleándose.

-         Aún no te has desnudado.

-         Esperaba a que salieras.

-         Ponte en pelotas que voy a andar un poco para secarme.

Le acarició la barbilla y se puso a caminar, Andrés la miraba embobado mientras se desnudaba, colocó cuidadosamente la ropa sobre una roca y puso al lado la de Alicia.

-         Ah gracias por recogerme la ropa, mira que se pierdo algo. – Dijo con aire ingenuo fingido.

-         De nada.

Alicia se sintió decepcionada al ver la polla que le iba a follar, apenas 12 centímetros y ya estaba despegada, pensó que con una mamada crecería, pero notó que ya estaba dura. Se congratuló de tener ya un plan para la noche y con una buena polla que ya conocía, sonrió pensando que tampoco le hubiera costado mucho encontrar un chico. Andrés estaba con cara de satisfacción con Alicia hincada de rodillas, pero algo inquieto porque le parecía que estaban demasiado visibles, mientras Alicia disfrutaba interiormente del morbo de poder ser vistos por un voyeur o simplemente alguien que pasara. Esperaba que al menos Andrés supiera manejar bien su instrumento y la lengua.

Este le hizo un gesto para que pasaran a un lugar más discreto en la oquedad, donde había que estar agachados para no darse con el techo. Alicia se tumbó y se abrió de piernas, Andrés empezó a recorrerle su vagina con la lengua mientras ésta jugaba con sus piernas a cerrarlas y atraparle la cabeza. Decidió que era el momento de penetrar a Alicia, que acostumbrada a más tamaño no acababa de disfrutar el polvo a diferencia de Andrés. Con resignación le dejó hacer hasta  que le sacó la polla y Alicia abrió la boca invitándole a derramar su semen ahí. La cara de Andrés era de plena satisfacción y se dejó limpiar la polla por Alicia. Se tumbó a su lado mientras le acariciaba una teta.

-         Se está bien aquí.

-         Sí. – Respondió Alicia.

-         Te voy a comer las tetas.

Se reclinó un poco encima de ella dándose gusto en palpar y chupar ese par de tetas. Alicia pensó que tampoco se había ganado mucho el disfrutar de su cuerpo. Dudaba entre marcharse o hacer otro intento. Su culo no se lo abría a cualquiera pero pensó que podía compensarle algo a pesar de que ya no lo tenía tan cerrado.

-         ¿Por qué no me acaricias el culo?

-         Como quieras.

Alicia se giró y Andrés le quitó la arena, empezaba a disfrutar amasando ese culo contundente, a dos manos y besándolo.

-         ¿Has visto que agujerito tengo?

-         Sí.

-         Puedes abrirlo, míralo. Sepárame los cachetes, sin miedo. Muy bien. ¿Te gustaría penetrarlo?

-         Sí. – Andrés empezaba a excitarse con la idea.

-         Sólo tienes que hacer una cosa jiji.

-         ¿Cuál?

-         Una penetración por el culete puede ser dolorosa para una chica, ¿sabes? Solo tienes que lamerme el ano y echarme saliva, para que sea más suave la penetración, yo ensalivaré tu polla.

Alicia quería poner a prueba a Andrés porque con su experiencia no necesitaba eso y menos con ese tamaño de polla. Hacerle una pequeña penitencia aún sin tener culpa de tenerla pequeña, como amante era vulgar y poco apasionado, Alicia se movía ya en otro nivel de exigencia, no la follaban tan mal desde su primer novio. Sonrió acordándose de que venía de satisfacer sexualmente a su madre. Andrés dudaba nuevamente, quería follarse ese culo, pero nunca había lamido un ano. Recordó que hacía ya un tiempo que no taladraba un culo, que tenía dificultades para encontrar chicas dispuestas y que aquel era un culo estupendo.

Le abrió las nalgas y empezó a lamer y besar las proximidades del ano, Alicia sonreía divertida y le encantaba tener esa capacidad de influencia en los chicos, mezcla de descaro y físico. Sintió un beso en el ojete y luego tímidos lametones que se hicieron más profundos. Se sorprendió agradablemente de que le introdujera dos dedos en la vagina. Luego sintió como un dedo pretendía introducirse en su ano y se giró rápidamente, le hizo callar con el dedo en la boca y lo volteó al suelo, le agarró la polla y rápidamente se la chupó y escupió en ella extendiendo la saliva con la mano. Se puso de espaldas a él y se insertó con facilidad ese pene, quería dirigir ella la acción, sentía palmadas en el culo y follaba con fuerza. Le pareció mejor polvo que el anterior sin llegar a ser de los mejores y sintió deslizarse el semen por su esfínter. Se quedó así unos momentos y le sonrió girándose.

-         Voy a lavarme un poco.

Decidió de todas formas no cumplir con sus costumbre de limpiar con su boca la polla de su amante. Se metió en el agua hasta la cintura y se limpió el culo con la mano. Luego volvió a caminar para secarse mientras Andrés ya se había vestido, pensaba en llegar rápido a casa y ducharse antes de ir a trabajar.