miprimita.com

Complicidad entre primos 6.

en Amor filial

Manuel recapituló en casa sobre lo sucedido. Estaba satisfecho porque las cosas habían salido mejor de lo esperado. Incluso parecía tener en Marta una aliada en su relación con Alicia. Ya tenía ganas de aquella conversación a la que le emplazó Marta. Alicia ignoraba esa breve pero sustancial conversación a la puerta del baño. Pero pronto se lo diría su madre.

Al día siguiente en el trabajo Marta estaba pensando en ello también. La conversación con su hija le había ayudado en aquella determinación. Querer a su marido no significaba renunciar al placer sexual. Había estado los últimos años sacrificándose. Se sentía afortunada de tener aquella disponibilidad de discreción y con alguien que la apreciaba como algo más que para un rato de sexo. Manuel era su sobrino preferido. Pensó que dentro de unos años podría arrepentirse de no haber aprovechado más su atractivo. Eso mismo le había aconsejado a su hija. Pero antes quería asegurarse y conversar con los dos. Al llegar a casa se cambió de ropa, se sacó una foto en sujetador y se la envió a Manuel.

Ten confianza en mí. Un anticipo.

Manuel casi se atraganta con el vaso de agua que estaba bebiendo al recibirla. Sintió una erección y que debía devolverle la cortesía. Se sacó una foto en calzoncillos donde se le marcaba un buen bulto y se la envió.

Te esperaré. Mi respuesta.

Al ver que era Manuel, esperó a estar sola y sonrió al verla. Recordaba haberle visto desnudo cuando era pequeño. Sentía curiosidad por ver cómo se había desarrollado. La foto dejaba lugar a imaginar algo grande. Estaba casi segura de que podía preguntárselo a su hija. El viernes decidió tomarse el día libre, aún le quedaban pendientes. Quería hablar con su hija a solas y esa semana su marido no estaba de viaje. Pero sabía que el viernes tenía una reunión con un cliente que venía de fuera.  Aprovechó también que su hija, ya de exámenes, estaría en casa. Eran las cuatro de la tarde. Marta se fue al cuarto de Alicia.

-         ¿Puedo pasar cariño?

-         Sí mamá.

La persiana estaba casi bajada y daba una agradable sensación de frescor. La tenue luz casi invitaba al tipo de conversación íntima.

-         Empieza a hacer calor y así está mejor. – Dijo Alicia.

-         Claro que sí, hija. ¿Hoy no estudias?

-         Luego un rato.

-         Antes de salir.

-         No sé si saldré.

-         Como mejor lo veas. Ya eres responsable.

-         Hasta el miércoles no tengo examen.

-         Bien. Sabes, en el cumpleaños de tu primo hablé con tu otro primo, ya sabes cuál.

-         Ah, Manu. – Dijo sonriendo.

-         Cómo te delata la sonrisa. – Sonriendo también.

-         Vamos a sentarnos juntas en el borde la cama, estaremos mejor.

-         Gracias hija.

-         ¿Y qué te dijo? – Su madre le puso la mano en la rodilla.

-         Bueno, cuando volviste me di cuenta de cómo hablabas de él, cómo te brillaban los ojos y sonreías. Eso una mujer lo ve. Después me di cuenta en la conversación en el bar que teníais algo entre manos. Hasta me tocó el culo.

-         Oh, jijiji.

-         Aunque no apretó vi que no era casual. Entonces me hice la despistada.

-         Cómo eres mamá.

-         Conmigo ya te dije que puedes tener toda la confianza. Y ningún secreto como le dije luego a Manu.

-         Sigue mamá.

-         En casa de tu tío me siguió al baño. Primero me hice un poco la tonta. Pero después le dije que me imaginaba que tenía algo contigo. Que no hace falta que os ocultéis. Al menos de mí.

-         Algo hay.

-         Sois jóvenes y guapos. Es normal la atracción y que en un momento dado pueden pasar cosas. Pero debéis orientar vuestra vida con otras personas.

-         Te entiendo mamá. Podemos estar con quien queramos. Lo acordamos así.

-         Eso está bien. Yo misma le di un beso, con lengua digo. Y no me importaría tener algo con él jeje.

-         Aaaah mamá, sabes elegir bien. Será nuestro secreto. ¿Se sorprendió mucho?

-         No demasiado.

-         A estas alturas te puedo decir que el fin de semana lo pasamos bien, follando, jijiji.

-         Si disfrutasteis eso que ganáis. ¿Cómo tiene la polla? Se la vi cuando era pequeño pero le habrá crecido.

-         Un poco sí, jijiji.

-         Cuánto.

-         Así, es un platanito. – Marcando la longitud con los dedos índice.

-         Calculo que veinte centímetros, um.

-         La próxima vez  se la mediré.

-         O yo misma.

-         Me cupo hasta en el culete.

-         A tu padre no le dejé hace unos años y luego no me la ha vuelto a pedir.

-         Cuesta un poquito de inicio pero se goza mucho luego. Con esa polla ya se puede.

-         ¿Y cómo surgió?

-         Nada, yendo de paseo, nos paramos a descansar. Vi cómo me miraba el culo y las tetas y aproveché.

-         Los hombres se creen que llevan la iniciativa y a veces no se dan cuenta que la marcamos nosotras.

-         Sí mamá. No veas cómo le gustan mis tetas jiji.

-         Son muy bonitas hija.

-         Puedes tocarlas.

-         ¿De verdad hija?

-         Claro, además nos hemos visto desnudas alguna vez, cambiándonos de ropa o en la ducha.

Marta las palpó encima de la camiseta. Luego se animó a hacerlo por debajo.

-         Son muy suaves y firmes. Normal que le gusten.

-         También quiere follarte a ti.

-         Me lo suponía.

-         Ya te dije que eras muy atractiva.

-         Tengo menos pecho que tu jeje.

-         Pero mejor tipo y más guapa.

-         Cómo me quieres hija.

-         Además se te mantienen firmes las tetas. Seguro que también le gustan mucho.

Le metió la mano bajo la blusa y las palpó.

-         Um, hija, que cosquilleo me das.

-         Las mujeres somos más finas y sabemos lo que nos gusta.

-         Vas a tener razón.

-         Como estamos así… Te quería decir que hicimos un trío y estuve con otra chica.

-         Ah, ¿y qué tal?

-         Me sorprendió para bien.

-         Por eso me has dicho eso de las mujeres.

-         Pensé que esto quizá te costaría más.

-         No. Es bueno experimentar. A veces pienso que lo podía haber hecho. Con tu padre he estado muy bien pero me impidió otras cosas.

En ese momento Alicia la besó con suavidad en la boca, bajó la mano y le acarició el pecho bajo la blusa. Tras la sorpresa inicial la lengua de Marta se entrelazó con la de su hija.

-         ¿A que está bien mamá?

-         Eh, sí hija, sí. Me has sorprendido.

Se miraron sonriendo. Marta se quitó la blusa y el sujetador.

-         Hija, deja que tu madre disfrute tus tetas.

-         Claro mamá.

Su madre se las palpó como si las pesara. Acariciaba sus formas. Alicia se recostó para facilitar su labor. Sintió la humedad y el frío que dejaba la lengua recorriendo sus pechos. Sintió que se le endurecían los pezones. Volvieron a besarse y sus pechos se rozaron.

-         Mamá déjame a mí ahora. Tienes unas tetas muy bonitas.

Se intercambiaron la posición y Marta se relajó. Las lamió y besó con dulzura, provocando alguna exhalación.

-         Vale por hoy hija. Son muchas experiencias y confesiones. Gracias por hacerme disfrutar.

-         De nada mamá, siempre que quieras, yo también me lo he pasado muy bien. Si nos viera papá jijiji.

Esa tarde Alicia ya no pudo estudiar. Tenía demasiados pensamientos en la cabeza. Después llamó a Manuel y le contó todo. Este sintió que la polla se le endurecía. Nada más colgar fue a masturbarse pensando en un trío con su prima y tía. Salió esa noche pero no encontró a nadie con quién desfogarse.

Alicia tuvo más suerte. Salió con la idea de despejarse. Entró al bar y localizó a las dos amigas con quienes había quedado, que le hacían señas sonrientes. Más tarde entraron dos chicos bien parecidos. Uno de ellos enseguida sonrió al ver a Alicia. Ambos entraron a las tres chicas, manteniendo una conversación divertida a la par que insustancial. El chico que se fijó en Alicia se llamaba Leo. Era de estatura media, pelo castaño claro, barba de tres días y sonrisa encantadora. Tenía 25 años. Procuró toda la noche estar al lado de Alicia y darle conversación. A Alicia no le desagradaba en absoluto aquel chico. Le sonreía y le incitaba a que continuara el cortejo. Pasaron por un parque y se animó a decirle.

-         ¿Te gustaría que nos quedáramos un rato mirando las estrellas?

-         Sí que me gustaría. – Alicia sonrió.

Las estrellas apenas se veían por el reflejo de las luces de la ciudad, pero había captado el sentido.

-         Eres muy guapa ¿sabes? Seguro que lo sabes

-         Gracias jiji, tú tampoco estás mal.

-         ¿Y no tienes pareja?

-         No.

-         Será porque no quieres.

-         A lo mejor.

Se quedaron mirando el uno al otro y juntaron sus labios. Leo aprovechó para acariciar una teta.

-         ¿Te ha gustado?

-         Sí, y que me hayas tocado la teta también.

-         Podemos continuar en la casa que comparto con mi amigo. Si quieres.

-         Vamos.

-         Está a cinco minutos, llegamos enseguida. Mi amigo no nos molestará no te preocupes. Y más si se trae a una de tus amigas.

Llegaron a su piso, que presentaba un cierto desorden.

-         Disculpa que esté así, no hemos tenido tiempo hoy de limpiar.

-         Jijiji, no pasa nada. No hemos venido a limpiar.

-         Es verdad.

La besó y entre besos y caricias llegaron a su dormitorio, con la cama sin hacer.

-         Sí que eres desordenado.

-         Deja la ropa por ahí que no pasa nada.

Ya desnudos, Leo sacó un preservativo.

-         Siempre tengo uno a mano.

-         Deben de haber pasado muchas chicas por aquí…

-         Alguna. ¿Puedes chuparme un poco la polla antes de ponérmelo?

-         Un poco jijiji.

Agarró una polla de unos 17 centímetros, comparada con la de su primo algo más ancha. No estaba mal pero prefería la de Manuel pensó Alicia. Leo le acompasaba la mamada con una mano en su cabeza.

-         Umm, que bien la chupas.

-         Luego te tocará a ti corresponder.

-         Ya es suficiente no me quiero correr ya. – Dijo Leo tras unos momentos. – Túmbate en la cama.

Alicia se puso con su cara más angelical. Se colocó el condón y se dispuso a penetrarla.

-         Chiist, no, no, para. Antes has de devolverme la mamada.

-         ¿Cómo?

-         ¿No te gustaría comerme el chochito? Lo tengo con jugos para ti.

-         Perdona, tu mamada me ha puesto a cien.

-         No pasa nada.

-         Um, es verdad que debía hacerlo, me gusta mucho tus jugos.

-         Aaahm, ahora sí puedes meterme la polla, mi coño te lo pide.

-         Pues allá va.

Un poco impetuoso le metió la polla de un empujón. Se la sacaba casi por entero y se la volvía a clavar.

-         Um, um, que fuerza tienes Leo.

-         Me gustan mucho tus tetas. – Mientras las besaba.

-         A todos les gustan. Sigue. Aaaah.

-         Eres un poco gritona jeje.

-         Con una buena polla sí.

-         Cambio de postura, ponte a cuatro patas.

Se la metió por detrás e intentó meterle un dedo en el ano.

-         Ese agujerito déjalo para otra noche.

Por el momento quería que Manuel fuera el único que le había perforado analmente. Y tampoco quería en la primera noche complacerle en todo. Minutos después Leo se corría mientras le palmeaba el culo.

-         Me ha gustado mucho Alicia.

-         A mí también. Ahora me tengo que ir.

-         Puedes quedarte, no hay problema.

-         Mejor me voy.

-         Te acompaño.

-         No hace falta, vivo cerca, gracias.

Le sonrió y se acabó de vestir. Leo le acompañó desnudo hasta la puerta. Alicia le sonrió y le acarició la polla.

-         Hasta otro día.

-         Hasta pronto Alicia.

Alicia llegó a casa y se metió en la cama. Aún tardó algo en dormirse mientras pensaba. Lo había disfrutado y respondía al chico que buscaba. Mientras durara la relación con su primo no quería compromiso. Además era guapo y agradable. Al día siguiente se lo contaría a Manuel.

También Marta estaba pensando aquella noche. Le gustaba la confianza con su hija y le excitaba el secreto que mantenían las tres. Recordaba la dulzura con que le había tocado los pechos y las sensaciones de placer que le habían provocado. Pensó que ya había hecho bastantes sacrificios y que ahora le tocaba explorar nuevas experiencias. Por la mañana esperó sonriente a su hija en la cocina. Le dio un cariñoso beso en la mejilla.

-         Hala, que son casi las 12.

-         Ah.

-         Tu padre ha salido a por la prensa y a dar un paseo.

-         Tenía sueño.

-         ¿Qué tal anoche?

-         Bien, estuve con un chico. Lo pasamos bien, estuve en su casa un rato.

-         No paras. – Guiñándole un ojo.

Alicia estaba sentada desayunando. Su madre se colocó detrás de ella, le puso las manos en los hombros y luego las bajó a sus pechos por debajo del pijama. Le susurró al oído.

-         A mí también me gustan. Voy a vestirme. – Se marchó sonriendo.

Dejó a Alicia sonriente a la par que un poco pensativa. No se esperaba esa reacción de su madre.

A media tarde recibió una llamada de Manuel.

-         Hola Ali, ¿cómo andas?

-         Bien, ¿y tú?

-         Bien, pero te echo de menos, así al menos oigo tu voz y tu risa.

-         Y mis tetas también las echas en falta jijiji.

-         Cierto.

-         A mi madre también le gustan. Ayer nos besamos y nos quedamos en tetas.

-         Joder, qué rápidas vais.

-         Tenemos plena confianza. Y está deseando follar contigo, hasta me preguntó por tu polla y cuánto medía.

-         Dile que 21 centímetros.

-         Se hizo una idea con la medida a ojo que le hice y explicándole que es un platanito.

-         Muy bien.

-         Anoche vi otra polla, menos linda que la tuya pero que no estaba mal.

-         Gracias por el halago.

-         Yo me desfogué con Carla, después de verte por la webcam y cómo me dejaste. También te echa en falta. No sé qué das a hombres y mujeres.

-         Bien lo sabes tú.

-         Jajaja

-         Cualquier día arreglo cualquier excusa para que te vengas a mi casa.

-         Muy bien.

-         Oye que mi culito sigue siendo sólo tuyo.

-         Se agradece.

-         A un chico no le puedes dar todo la primera vez.

-         Jajaja qué lista eres.

-         Y consejo de madre, dicho con otras palabras.

-         Mándale un cariñoso saludo a Marta.

-         Lo haré. Sus tetas seguro que te gustan.

-         No tengo duda. Pero casi seguro que no tanto como las tuyas.

-         Jijiji

-         Bueno Ali, hasta pronto.

-         Un beso.

Decidió no salir ese sábado. Tampoco llamaría a Leo, aunque pensaba hacerlo más adelante. Sin embargo fue él quien lo hizo.

-         Hey Alicia, ¿vas a salir hoy?

-         Hoy no, tengo que estudiar y si salgo no puedo al día siguiente.

-         ¿Ni en plan tranquilo?

-         Te acabas liando.

-         Bueno, pues para otro día.

-         Sí.

-         Lo de anoche me gustaría repetirlo.

-         Todo a su tiempo.

-         Suerte en los exámenes.

-         Gracias. Un beso.

-         Lo mismo, chao.

Pensó que era un buen candidato. Manuel había hecho un trío con ella y Carla y pensaba que estaba en deuda con ella a pesar de que había disfrutado de los dos. Debía calibrarlo una segunda vez. Manuel seguro que no se negaría. Sonrió solo de pensarlo.

Manuel había quedado con Carla, que nunca le fallaba. Además quería comentarle los avances con su tía Marta. Dieron un paseo junto al río y se sentaron a hablar en un banco.

-         Lo de Marta va viento en popa. Nos besamos hace poco y sospechaba lo de Alicia. Ahora colabora con nosotros.

-         Enhorabuena.

-         Va por lo que te decía. Quiere tener más sexo mientras pueda.

-         Es lógico.

-         Y espera.

-         ¿Qué?

-         Alicia ya le ha catado las tetas. ¡Antes que yo!

-         Jajaja es bárbara tu prima, va a poder con todos.

-         Ya te digo. Sus tetas nos hipnotizan a todos.

-         Están muy ricas.

-         Ya está preparando que vaya para allá.

-         Y haz que se venga aquí otra vez, que yo también quiero.

-         Sí. Vamos a tomar algo.

Tras el recorrido por los bares de costumbre acabaron en casa de Manuel. Carla agarró con fruición la polla, la masturbó y empezó a chuparla con fuerza. Acompañando Manuel el movimiento de cadera.

-         Um, Carla cómo sabes ponerme.

-         Es que me encanta tu polla.

La hizo levantar y la empujó a la cama. Carla siguió el juego y se abrió de piernas metiéndose un dedo en el coño que rápidamente fue sustituido por la polla de Manuel que entraba y salía con fuerza y velocidad.

-         Cómo te pones de bruto después de hablar de tu prima. Aaaah

-         Y ahora con mi tía también más.

-         A ver cuando te las follas.

-         Mientras te follo a ti.

-         Y bien que me follas.

-         Media vuelta. Hoy toca culo.

Cogió la vaselina de la mesilla y Carla se abrió el ano con las manos. Tras unos empujones la polla entraba y salía con facilidad.

-         Brrr, anda que si no me tuvieras.

-         Es verdad. Pero tú también la disfrutas. Me vooooy. Aaah.

-         Menudo polvazo, espero que te hayas relajado.

Todavía con un cuerpo encima de otro hizo otro empujón después de haberse corrido. Sacó su polla y se la limpió en el baño. Carla hizo lo mismo con su ano y durmieron juntos.