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Complicidad entre primos 7

en Amor filial

Marta se estaba vistiendo cuando Alicia entró a su cuarto. La sonrisa mutua demostró que no les importaba la una a la otra la libertad de entrar sin llamar.

-         Me voy al examen mamá.

-         Suerte hija.

-         Gracias. Qué firme tienes el culo. – Mientras se lo palpaba y le daba un beso en la mejilla.

-         Venga, que llegarás tarde.

Por la tarde estaba contenta porque le había salido bien el examen. Su madre le comentó.

-         Más contenta vas a estar. Pasado mañana ya acabas y he pensado que visites a Manuel.

-         Me encantará.

-         Muy bien, con la condición de que te devuelva visita la siguiente semana.

-         Mejor aún.

-         Ya sabes qué tienes que decirle.

-         No hará falta convencerle jijiji.

-         Oye, ¿de verdad te ha parecido firme mi culo?

-         Claro mamá. Siempre te digo que estás estupenda.

Marta estaba de pie enfrente de ella, se bajó el pantalón y las bragas, ante la cada vez menos sorpresa de su hija.

-         Compruébalo con calma, no quiero que Manuel se decepcione.

-         Si ya te lo tocó jiji, sí, está firme y suave.

-         Muy bien hija. ¿Y el coñito?

-         Uy, si parece el de una niña todo rasurado, que bien te cuidas. Le encantará. ¿Sabes que le depilé los huevos?

-         Jajaja qué bien hija, piensas en todo.

-         A ver mamá ese coñito.

Le introdujo un dedo en el coño algo humedecido.

-         Uy hija.

-         Está algo húmedo, te excita todo esto. Muy bien. Mira esto.

Le introdujo su lengua y suavemente recorrió el interior de su coño, centrándose en el clítoris y acariciando su culo a la vez.

-         Um, um, hija que bien lo haces.

-         Me alegra.

-         Cada vez algo nuevo contigo. Aaaaahmm. Gracias hija, me toca a mí.

Sin decirle nada más se cambiaron de posición, su madre aún desnuda de cintura para abajo.

-         ¿Lo hago bien hija? Es la primera vez.

-         Muy bien mamá, de verdad.

-         Uy, te estás corriendo hija. – Pasados unos breves minutos. – Eh, vamos a vestirnos que tu padre no tardará en volver.

-         Jijiji si nos pillara así.

Se vistieron, se miraron sonrientes y se besaron suavemente. Un rato después llegó Antonio.

-         ¿Qué tal mis dos mujeres?

-         Estupendamente papá, el examen me ha ido bien.

-         Muy bien hija, sigue así. – Dándole un beso en la frente - ¿Y mi otra mujer?

-         Bien, hemos estado tranquilas en casa hasta que has llegado.

 Esto provocó una sonrisa casi imperceptible en Alicia y que mirara a otro lado.

-         Me alegra que estéis bien.

-         Y a mí también papá.

-         Últimamente estamos más unidas. – Aseveró Marta.

-         Sí mamá.

-         Cariño, te veo hoy más contento después del trabajo.

-         Casi tenemos cerrado a un nuevo cliente, importante.

-         Ah, eso que me decías los últimos días. Muy bien. – Marta se acercó y le dio un beso en la mejilla.

Desde aquel acercamiento a su madre, Alicia la miraba también de otra manera. Se fijaba en lo atractivo que le resultaba el pelo que le enmarcaba cara, la firmeza madura de sus encantos femeninos, como seguía marcando culo con el pantalón o el vuelo de una falda. Más su siempre sugerente escote. Algo recíproco le ocurría a Marta. Admiraba la tórrida redondez de las formas de su hija, la sonrisa entre angelical y picarona, la blancura de su piel que se combinaba con el rubio cabello. Y aquellos pechos donde perderse. En varias ocasiones se cruzaban sus miradas y sonreían con complicidad o su madre le guiñaba un ojo. Las caricias furtivas se sucedían cuando tenían ocasión. Ante aquello y para contarle los planes de fin de semana, decidió llamar a Manuel.

-         Hola primo ¿cómo andas?

-         Bien, mejor estaría contigo pero no me quejo.

-         Tienes a Carla.

-         Ya, por eso no me quejo.

-         Tengo buenas noticias.

-         Di.

-         Este finde te haré una visita.

-         De puta madre.

-         Tendrás que esperar dos días. Llegaré en tren sobre las 8 de la tarde.

-         Te estaré esperando.

-         Y el próximo vendrás tu aquí, ya te contaré.

-         Muy bien. Así veré a Marta.

-         Respecto a mi madre…

-         ¿Qué?

-         Nada, te gustará su chochito.

-         ¿Se lo has visto?

-         Claro que sí. Hemos hecho sexo oral.

-         Se me pone dura sólo de oírlo.

-         Jijiji.

-         Es verdad. No sé si podré aguantar hasta el viernes.

-         Para eso conéctate esta noche a las 11 a la webcam.

-         Estuvo muy bien la vez anterior.

-         Sí. Además mi madre y yo estamos muy a gusto. Creo que me gusta tanto como a ti.

-         Jejeje, puedes con todas Ali.

-         Tiene un cuerpazo, tal como te lo imaginas, es. Y de cara es muy guapa.

-         La has descrito bien. Ya tengo ganas de comprobar de verdad todo lo que dices. O de catarlo mejor dicho.

-         Ha sido ella la que me ha dicho de ir y que vengas.

-         Organiza bien. ¿Y tu padre?

-         No sospecha nada, está muy liado con su trabajo.

-         ¿Y no te da algo de pena?

-         Le quiero pero esto es sexo, es distinto, a vosotros os quiero y además tenemos esta relación especial.

-         Follamos jejeje.

-         Pues sí jijiji. Ah, va siendo hora de que me devuelvas el trío con Carla.

-         ¿Qué quieres?

-         Que serán dos, porque querrás otro con mi mamá ¿verdad?

-         Qué bien me conoces, sí claro.

-         Pues eso, quiero para mí uno allá y otro aquí.

-         ¿Este finde?

-         Sí.

-         ¿Y conoces a alguien aquí?

-         Sí, al chico de la barra.

-         A Toni, si ya vi cómo le pusiste las tetas delante de los ojos y cómo te las miraba. Fíjate que me ha preguntado por ti.

-         Jijiji, perfecto entonces, no dirá que no.

-         Desde luego. Pero tu culo sigue siendo mío.

-         Que sí tontorrón.

-         ¿Algo más?

-         Nada, ya te diré el viernes.

-         Hasta esta noche.

-         Chao.

Unos momentos después oyó que llamaban a su cuarto.

-         Cariño, a cenar.

-         Sí mamá pasa.

Marta entró sonriendo.

-         Vuelve la puerta mamá.

-         He hablado con Manuel.

-         Ah, tu padre está en el salón, tranquila.

-         Me has hecho casi reír con lo de unidas.

-         Jejeje, es así ¿no?

-         ¿No sientes nada haciendo esto con nosotros?

-         A tu padre lo quiero, ya te dije, pero no me da ciertas cosas. ¿Recuerdas lo que hablamos?

-         Sí claro, yo pienso igual, sólo que me lo ha preguntado Manuel.

-         Qué majo, se preocupa por todo.

-         Creo que le he dado envidia diciéndole las cosas que hacemos. Ahora me gustas igual que él a ti.

-         Y tu hija, también. – Con una gran sonrisa.

-         Es fantástico tener esta libertad ¿verdad?

-         Claro que sí. Venga que se extrañará tu padre que no vayamos.

Alicia se incorporó, se abrazaron y se dieron un pico. Llegaron sonrientes a la mesa.

A las once ambos estaban conectados a la webcam.

-         Hey, no hables muy alto que mis padres duermen al lado.

-         No te preocupes, ya hemos hablado antes.

-         Más que dormir, creo que están follando jijiji, se les oye algo.

-         Eso  me pone más bruto.

-         Y a mí.

-         Mira.

Sin esperar más se bajó el calzoncillo y liberó una polla erecta.

-         Ya veo. Me encanta tu polla.

-         Quiero verte desnuda.

Alicia sonrió y lentamente se quitó el camisón. Manuel seguía la operación acariciándose la polla.

-         Si me pajeo me corro ya.

-         Tengo algo para cuando no me follas. Algo de ese tamaño.

Con cara de picardía, sacó un consolador del tamaño aproximado de la polla de su primo.

-         Jejeje, pero no es lo mismo.

-         Tú me follas así.

Abrió sus labios vaginales y lentamente se introdujo el aparato. Simulando suaves embestidas.

-         Me estás poniendo mucho, Ali.

-         Ummmm

En el momento que vio salir el semen, imaginó que volvía a inundar su coño y alcanzó el orgasmo, que reprimió mordiéndose el labio.

-         Espectacular Ali.

-         Hora de dormir que mañana tengo que estudiar.

-         Y yo trabajar.

-         Hasta pronto. – Lanzándole un beso.

-         Buenas noches. – Agitando su polla ya algo flácida.

Al día siguiente por la tarde, Alicia se sentó en el sofá junto a Marta, que llevaba una falda por la rodilla.

-         Hola mamá, creo que aún no te he dicho que dentro del tipazo que gastas, tienes unas piernas muy bonitas. – Aprovechando para acariciarle el muslo.

-         Uy hija, como me quieres.

-         Es la verdad mamá, las mías son más gordas, no tan finas.

-         Pero tu piel es más fina y tersa.

-         Casi no se nota.

-         Apetece mucho acariciarlas y besarlas.

-         Hazlo.

-         Gracias hija.

Alicia se levantó, se bajó el pantalón hasta los tobillos y se puso frente a su madre, que se puso a acariciar y besar sus muslos. Alicia la miraba complaciente y sonreía.

-         Jijiji, no lo hagas tan arriba…

-         Ayer después de estar contigo me dejaste cachonda, anoche follé con tu padre como hacía un tiempo que no lo hacíamos.

-         Os escuché algo.

-         Oh.

-         A mí me dicen que soy algo escandalosa.

-         Bueno, súbete los pantalones.

-         Anoche estuve con Manuel en la webcam.

-         Cuenta hija cuenta.

-         Ver su polla me animó, me masturbé con el consolador y él también se corrió.

-         ¿Te has comprado un consolador?

-         El otro día. ¿Quieres verlo?

-         Sí.

-         Mira. – Tras volver de su cuarto.

-         Oh, ¿así es la polla de mi sobrino?

-         Más o menos.

-         No me extraña que te lo folles.

-         Jijiji, ¿quieres probarlo?

-         Mejor otro día.

-         Como desees mamá.

-         Ya puedes subirte el pantalón, hija. – Dijo Marta dándole una palmada cariñosa en el trasero.

-         Oh, ¿sabes mamá? Cuando estoy en casa de Manuel suelo estar desnuda, no sabes lo que le gusta, jiji.

-         Jajaja, no me extraña.

-         Si quieres puedo hacer lo mismo en casa, cuando no esté papá. – Dijo Alicia con sonrisa picarona y agarrándose las tetas.

-         Cuando esté de viaje, puede volver en cualquier momento, hija, imagina qué cara pondría.

-         Jijiji, y si viera lo que hacemos…

-         Eso mismo, ¿no tienes que estudiar?

-         Si mamá.

-         Venga, procura concentrarte estos dos días que luego tienes todo el verano libre si lo haces bien.

-         Sí mamá, no te preocupes – subiéndose el pantalón – pero estos momentos contigo me relajan mucho y me ayudan luego a estudiar.

Aquella ayuda de su madre y el estudio, habían conseguido que Alicia aprobara todas las asignaturas, como pudo saber unos días después. Confirmando las buenas sensaciones tras los exámenes. Así llegó el viernes. Marta la había deseado buena suerte con la mejor de sus sonrisas y un tierno beso con lengua. Tuvo que hacer un esfuerzo en el examen para concentrarse, pues por la tarde cogía el tren para ir a visitar a su primo.  Y aguantar miradas fijas a sus mulos y tetas por parte de algún compañero, que se agachaban cuando ella se giraba. Ya estaba acostumbrada. Acabó y entregó el examen. Al salir se encontró con Luis, un compañero algo tímido pero que había captado que en ocasiones le miraba.

-         Hola Alicia.

-         Hola Luis, ¿cómo te ha ido?

-         Uf, espero aprobar, jeje.

-         Suerte.

-         ¿Tienes algo que hacer? Podemos tomar algo en la cafetería o donde quieras.

-         Lo siento, tengo prisa. Me voy de fin de semana.

-         Ah, pues nada, otro día si quieres.

-         Es ya el último día que nos vemos, salvo si coincidimos a ver las notas.

-         Esto, pues te dejo mi móvil, ¿te parece bien?

-         Perfecto, ya te llamo yo.

-         Gracias, mi móvil es…

-         Pues nada, pasa buen verano.

-         Lo mismo Alicia.

Le dio un par de besos en la mejilla y salió a paso ligero no porque le desagradara Luis, un chico agradable y educado, sino porque no quería perder el autobús a casa. Luis le había dejado además unos apuntes cuando estuvo enferma un par de días. Ni siquiera entonces le pidió salir, demasiado tímido, había esperado al último día.

-         Hola hija, ¿cómo te ha ido?

-         Creo que bien.

-         Estupendo.

-         Voy a prepararme parte de la maleta antes de comer.

-         Luego si quieres te echas a descansar que ya te avisaré a la hora.

-         Gracias mamá.

Un rato después llegó Antonio.

-         Hola mujercitas.

-         Hola cariño ¿cómo te ha ido?

-         Bien, bien, el fin de semana que viene tendré que ir de viaje para acabar de concretar el contrato con ese cliente que te dije.

-         Estupendo.

-         Ha costado pero nos va a venir de cine.

-         ¿Tu examen Alicia? Perdona

-         Creo que bien papá.

-         Esa es mi hija, estoy orgulloso. Buf, tengo que ir a mear desde que he subido al coche.

Marta se giró a Alicia en cuanto desapareció su marido y le guiñó un ojo con la mejor de sus sonrisas. Devuelta por otra sonrisa no menos esplendorosa. Se le acercó y le susurró.

-         Sabía de ese viaje y por eso planeé para nosotras ese finde. – Dándole un beso en la mejilla.

-         Qué estupenda eres mamá, me imaginaba que papá estaría fuera.- Devolviéndole el beso.

Marta se giró y dijo.

-         La comida está lista.

Luis llegó a casa. Durante el trayecto había vuelto a maldecir su timidez. Tenía miedo a ser rechazado o a intentar un beso en un momento inoportuno que echara por traste seguir viéndose.

-         Hola, hijo, ¿cómo te ha ido?

-         Creo que bien mamá.

-         Tu padre y yo estamos orgullosos de ti.

-         Aún hay que confirmar la nota.

-         Pero estás llevando muy bien la carrera. Estás muy centrado.

-         Quiero aprovechar el poder estudiar, vosotros no pudisteis ir a la universidad.

-         Tu sí hijo, no nos importa.

-         Tengo que ir a mear.

Entró al baño y se sacó una polla en estado semierecto. Cogió papel higiénico y se recostó en la puerta asegurándose de que el pestillo estaba echado. Pensando en sus fantasías con Alicia y acariciándosela rápidamente adquirió dureza. Aumentó el ritmo del rozamiento con sus dedos a la altura del frenillo, contrajo la respiración y el esperma cayó sobre el papel. Suspiró, imaginando que en vez del papel era la cara de Alicia la que recibía la descarga, apuró la salida de semen, se limpió, tiró de la cadena y se lavó las manos.

-         ¿Estás bien hijo?

-         Sí mamá.

-         Venga que ya han acabado los exámenes y ahora descansarás.

Se fue a su cuarto, pero a pesar de la paja seguía pensando en Alicia y lo largo que se le iban a hacer los días sin verla en clase. Ansiaba que cumpliera su promesa de llamarle. 

La tarde anterior Manuel fue a tomar un café, pero no estaba Toni. Estaba un camarero de físico y comportamiento anodinos.

-         Hola, un café, por favor.

-         Enseguida.

-         Tú eres Enrique ¿verdad?

-         Sí.

-         Yo Manuel.

-         Sí, ya te he visto por aquí, ¿qué tal?

-         Bien, ¿viene Toni esta tarde?

-         El café, a partir de las ocho. ¿Quieres que le diga algo?

-         No, es algo sin importancia, ya le veré gracias.

La casualidad hizo que le viera por la calle con unas bolsas de la compra en la mano. Naturalmente obviaría el trío anterior con Carla, no le interesaba y no iba más que aumentarle todavía más la morbosidad a Toni.

-         Eh, Toni, qué cargado vas.

-         Ya ves vida de soltero, mocetón, ahora hay poca gente y luego curro, quiero descansar antes un poco.

-         Quería verte.

-         Ah, ¿y eso?

-         Vamos a sentarnos a la sombra.

-         Buf sí, entre el peso y el calor ya estoy sudando.

-         Verás es algo que requiere discreción. – La cara de Toni mostraba un interrogante. – La chica con la que estuve el otro día quiere probar cosas nuevas. – La cara empezó a cambiar y a sonreír expectante.

-         Sí, me acuerdo de ella, muy guapa, me sonrió y todo.

-         Yo también me acuerdo no te preocupes. Le gustaría probar un trío y ha pensado en ti como el adecuado.

-         Ah, me sorprende… por mí cuando queráis… y discreción claro. De mi boca no va a salir nada.

-         Muy bien. Ya te llamaré para confirmarte, será este fin de semana, dame tu número que no lo tengo.

-         Sí es el….

-         Gracias.

-         Buf tú ahora le podrás pedir uno con otra tía para compensar jeje, qué suerte eh tío.

-         Es verdad, ya llegará a su tiempo.

-         A disfrutar mientras se pueda.

-         También.

-         Venga, pues espero que me llames.

-         De acuerdo, hasta luego.

Al llegar a casa envió un sms a Alicia confirmándole la aceptación de Toni, que naturalmente estaba entusiasmado, y no porque le faltaran chicas. Pero Alicia tenía ese don de atracción.

Marta entró silenciosa y despertó suavemente a Alicia, acariciándole un pecho y besándola tiernamente en la boca.

-         Alicia, ya es la hora.

-         Um, hola mamá, gracias por despertarme así.

-         Es que estás muy guapa dormida… y despierta. – Alicia sonrió.

-         Manuel opina igual. Arriba.

-         Mantenme informada.

-         Sí mamá, ¿sabes? Cuando me llamabas coincidía que tenía la polla de Manu en la boca, le tenía que dejar la mamada a medias.

-         Jajaja, qué cosas hija, procuraré que no sea así.

-         Sí nos daba mucho morbo y además el cabroncete me restregaba la polla por la cara.

-         Sois unos guarretes.

-         Yo me vengué continuándole la mamada cuando hablaba contigo.

-         Jajaja, ya le noté que me hablaba algo entrecortado.

-         Jijiji.

-         Ya tengo ganas de verle por aquí.

-         La semana que viene, ¿y papá?

-         Se marchó a arreglar unos papeles. No ha querido despertarte.

Unos minutos después ya se había arreglado. Llevaba el pelo recogido y con dos mechones enmarcándole la cara. Una camiseta blanca y un pantalón vaquero corto de tela fina.

-         Estás muy guapa hija, le vas a encantar.

-         Eso espero jiji. Aunque acabaré sin ropa.

-         Venga hija no llegues tarde.

-         Adiós mamá. – Dándole un leve beso en los labios.

-         Pasadlo bien.

La tarde noche de junio era cálida y a esa hora apenas refrescaba el calor pasado durante el día. Manuel esperaba a la sombra en el andén. Finalmente vio aparecer el tren por la recta y sonrió. Unos pocos pasajeros se apearon y vio a Alicia que destacaba entre ellos. Permaneció quieto y cuando Alicia se encaminó sonriente al verlo inició el paso. Se abrazaron y se dieron un beso casi recatado.

-         Ya tenía ganas de verte primita.

-         Y yo.

-         ¿Vamos a casa o tomamos algo?

-         Tengo sed.

-         Pues vamos a una terraza.

En el paseo a la estación había algunos cafés y se sentaron en uno de ellos.

-         Buf vaya día de calor hemos tenido aquí. ¿Tus exámenes?

-         Pienso que bien.

-         Si tú lo crees seguro que estás aprobada.

-         Jiji, no sé.

-         No sabes. – Alicia se encogió de hombros con cara encantadora.

-         De verdad.

-         Pues nada, te diré que estás muy guapa, pero eso tampoco lo sabes.

-         Jijiji, eso sí lo sé.

-         Presumida. Además hoy llevas el pelo como tu madre.

-         Pensé que te gustaría, jiji. – Poniendo cara picarona.

-         Más bajo que estamos en la calle. – Le dijo acercándole la cara.

-         Es verdad.

-         Cuando acabes nos vamos a casa. – Apurando su cerveza.

-         A ver si vemos a esos vecinos tuyos jijiji.

-         José y Elvira, vaya pareja, bueno, son buenos vecinos.

-         Ya he acabado, vamos.

Alicia se levantó y el grupo de quinceañeros que estaban al otro lado de la calle, le siguieron con la mirada. Alicia sonrió.

-         ¿Te has fijado en esos chavales?

-         Sí, luego se pajearán pensando en ti.

-         Pero tú me follarás. – Acercándose a su oído.

-         Jeje, eso sí. Te queda muy bien la ropa de hoy, te realza.

-         ¿Veremos a Toni ahora?

-         No, mejor luego, de noche.

-         Se pondría contento ¿no?

-         No veas. Le gustas desde aquella noche que le pusiste las tetas en la barra.

-         Jijiji, una que puede.

-         Mira, por ahí van tus vecinos, un poco más y les vemos. ¿Nos damos una carrera para saludarles?

-         Jijiji, no, déjales que sigan adelante.