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Complicidad entre primos 5

en Amor filial

La semana pasó de manera monótona para Manuel. Echaba en falta la alegría de su prima. Verla desnuda por el piso con sus curvas bamboleándose. Podérsela follar cuando quisiera. Era algo distinto a otras chicas con las que había estado y con las que no había establecido ese vínculo de afinidad y cariño. Se había masturbado no solo recordando los buenos momentos con Alicia, sino que había retomado como musa a Marta y al final se había imaginado un trío. Así que cuando llegó el sábado tenía ganas de salir y despejarse un poco. Llamó a Carla y quedaron en un local con mesas.

-         Hola majetón, ¿cómo ha ido la semana?

-         Hola, bien, aunque me cuesta algo no ver a Alicia. Más de lo que pensaba

-         Es normal, yo también me acuerdo de la noche que estuvimos juntas, um.

-         Es más que el sexo, es muy cariñosa y agradable conmigo. No es la tía que te follas un día sin más.

-         Ya. Una cosa es que lo paséis bien juntos y retocéis y otra es que te enamores. Ten cuidado.

-         No, si no es eso, me es difícil explicarlo.

-         Pues entonces no hay problema. Es una prima a la que quieres como prima y que os lleváis bien. Con derecho a roce y a follar cuando queráis. Tienes suerte.

-         Más o menos es como dices.

-         No confundas el que eches en falta follártela con que estés enamorado. Si fuera así yo también estaría enamorada de ella.

-         Jejeje. Joder, siempre sabes comprenderme. Contigo sí tengo suerte.

-         Entre amigos no es nada. Y si necesitas desfogarte siempre tengo sitio para un chico guapo.

-         Gracias pero no. Solo era hablar y tener alguien con quien hacerlo.

-         Para otro día entonces.

-         Además a Alicia le dije que si quería follar con alguien, sin ningún problema.

-         Actuaste bien y lo has entendido el tipo de relación que debes tener. Me da que solo te dura el calentón.

-         Hasta me he pajeado pensando en ella.

-         ¿Ves?

Tomaron unas copas juntos, siguiendo la conversación por temas más banales. Luego Carla vio a un amigo y se marchó con él, después de despedirse cariñosamente de Manuel.

-         Yo si tengo necesidad de compartir cama con alguien.- Le susurró al oído sonriendo.

Manuel se marchó para casa. Tumbado en la cama reflexionó un poco. La conversación le había ayudado a aclarar sus ideas. No había querido comentarle lo de Marta, a pesar de la enorme confianza que había entre ambos. En alguna otra ocasión sí le había hablado de una tía que estaba muy buena. Sin ir más allá. Pensó que se lo diría la siguiente vez que la viera. Casi maquinalmente se llevó la mano al pene y empezó a pensar en la silueta de Marta. El pene se endureció y siguió frotándolo lentamente queriendo alargar el cosquilleo que ya sentía. Con la otra mano agarró un pañuelo de papel en la mesilla y depositó en él la descarga. Se limpió la punta del pene y más relajado se durmió. Entre pensamientos con su tía.

Alicia también había salido. Lo hizo con sus amigas. Le preguntaron por el fin de semana pasado y les contestó que había salido con su primo y que se lo había pasado bien. Por alcahueteo le preguntaron si algo más y fingió ruborizarse y que qué se pensaban. Que simplemente se llevaban bien como si fueran amigos. Conocieron a algunos chicos y recordó lo que le dijo su primo. Pero consideró que no eran merecedores de verla desnuda y menos aún de follar con ella. Declinó las insinuaciones con una sonrisa. Estar con su primo y la mala experiencia de su novio le habían hecho más exigente. Aunque solo fuera para pasar una noche sin compromiso.

El domingo sus padres salieron a comer fuera. Ella dijo que se quedaba, así estarían más a gusto. Además pensó que tranquilamente podría conectar la webcam y charlar con su primo. Sin temor a una visita inoportuna a su cuarto. Después de comer mandó un sms a su primo.

Tengo una sorpresa para ti en la webcam.

Se quedó en ropa interior, un conjunto de color fucsia, y cuando vio que se conectaba puso la más sugerente de sus sonrisas, echándose el pelo suelto para atrás.

-         Hola Manu, te he echado de menos esta semana.

-         Yo también a ti, qué guapa estas.

-         ¿Tu crees? – Mientras se sostenía una teta con la mano.

-         Claro, ya sabes que nadie me la pone tan dura como tu.

-         Quiero verlo a ver si es verdad.

-         Mira. – Mostrando el bulto bajo el calzoncillo.

-         Uy.

-         Si quieras verla quítate el sujetador.

Se lo desabrochó y antes de dejarlo caer se lo sostuvo con las dos manos en los pechos, removiéndolos.

-         Te toca.

Se bajó el calzoncillo y liberó un pene totalmente erecto. Lo acercó a la webcam y lo palmeó de arriba abajo.

-         Ahí lo tienes ¿te gusta?

-         Mucho. ¿Y mis tetas?

-         Como a ti mi polla o más.

-         Jijiji

-         ¿Tus padres?

-         Se han ido a comer fuera, tranquilo. Mi madre estaba muy guapa hoy.

-         Qué mala eres.

-         Jijiji

-         ¿Más guapa que tú?

-         Umm, déjame pensar, no.

-         No la he visto desnuda para ver qué opina mi polla.

-         Más dura que conmigo no puede ser, que la he tenido dentro.

-         Es posible.

-         ¿Carla?

-         Muy bien, también se acuerda de ti.

-         Dale recuerdos.

-         Lo haré. Oye te falta quitarte algo.

-         Uy, es verdad. – Fingiendo sorpresa.

-         Pajéate ante mi y me la quito.

Sonrió al ver obedecida su petición. Se puso de espaldas y despacio se la bajó, dejando ver su culo y su coño. Se introdujo un dedo en la vagina, se puso sentada de frente y lo chupó.

-         Estoy mojada, jiji.

-         Aaaaaaaah

Aquella visión había excitado a Manuel, que había incrementado el ritmo de las sacudidas. Tenía el semen en la mano y lo mostró a la cámara.

-         Qué rápido te has corrido jiji

-         Tenía ganas de ti.

-         Y yo.

-         Espera que vuelvo.

Se limpió en el baño y volvió con el bóxer puesto.

-         ¿Y eso? ¿No quieres que te vea la polla cuando está floja?

-         Estoy más cómodo así.

-         Sí, sí.

-         ¿Por qué no te masturbas como he hecho yo antes delante de ti?

-         Si eso te la pone dura de nuevo, vamos.

Se recostó en el asiento y abrió bien las piernas para facilitar la visión. Cerró los ojos y se relajó. Se introdujo dos dedos y empezó a hacer círculos y a masajearse el clítoris, para continuar con penetraciones más profundas, entre una respiración entrecortada.

-         Mira.

Manuel se bajó de nuevo el bóxer y mostró el pene tieso de nuevo.

-         Muy bien, primito. Te gusta verme, ¿verdad?

-         Mucho.

-         Ooooh. Has hecho que me acabe de correr.

-         Muy bien. ¿Has disfrutado?

-         Sí. Bueno, te tengo que dejar, que mis padres volverán pronto.

-         ¿No puedes quedarte un poco más?

-         Mejor no. Prometo no hacerte esperar una semana.

-         Como quieras encanto.

-         Así me quedo con la imagen de tu polla dura.

-         Pillina.

-         Sí, jijiji.

-         Cómo te gusta dejarme a medias.

-         Eres libre para hacer lo que quieras.

-         Un beso muy grande.

-         Lo mismo. – Lanzándole un beso con la mano y despidiéndose.

Pues si ha dicho que haga lo que quiera, pensó Manuel, voy a llamar a Carla. Hoy sí que me desfogo. A lo mejor le cuento y todo lo de Marta. Carla apareció por su casa veinte minutos más tarde. Como recibimiento tuvo un morreo y le sobó el culo.

-         Jeje, ¡qué recibimiento! ¿Te quedaste anoche con ganas?

-         Anoche, no, esta tarde.

-         ¿Y eso?

-         Sesión de webcam con mi prima.

-         Buff, no me extraña.

-         Me he pajeado, me la ha vuelto a poner dura y se ha despedido.

-         Qué cosas. – Dijo mientras empezaba a desnudarse camino del dormitorio.

-         ¿Qué tal anoche con tu amigo?

-         Muy bien. Buff, sí que te ha calentado, la tienes a reventar. – Dijo tras verle desnudo.

-         Ya sabes lo que me pasa con ella.

-         Hay que bajar esa calentura.

Se metió el pene en la boca y comenzó a ensalivarlo y succionarlo.

-         ¿Ya se te baja?

-         Sigue con el tratamiento. Me da que sigue subiendo en vez de bajar.

Se puso con precipitación un preservativo. Y la penetró con cierta rudeza, iniciando fuertes acometidas.

-         Voy a probar aquí.

-         Con cuidado, que ayer tuvo otro inquilino.

-         Perdona

-         No pasa nada.

Rebajó el ritmo y exploró los pechos de Carla.

-         ¿Te he dicho alguna vez las tetas tan preciosas que tienes?

-         Alguna vez sí. Me gusta que te gusten.

Unos minutos después estaba en el baño más tranquilo. Volvió a la cama y se tumbó junto a Carla bajo las sábanas.

-         ¿Te he ayudado? – Preguntó Carla.

-         Mucho, como siempre. Gracias.

-         De nada.

-         ¿Tan gorda tenía la polla el de ayer?

-         Sí, algo gruesa, pero más corta que la tuya.

-         Ahm.

-         La tuya me gusta más.

-         Gracias por el cumplido.

-         Es la verdad.

-         Me gustaría decirte algo

-         Dime.

-         Ahora que me he follado a Alicia, y que lo hemos disfrutado. Vamos, que no tenemos problema en ello. ¿Te acuerdas de mi tía Marta?

-         Um, sí, no me digas que es su madre.

-         Sí.

-         Joder que morboso andas hecho. Me está dando a mí también.

-         No sé si tendría oportunidad de hacer lo mismo que con Alicia. Pero me gustaría.

-         ¿Lo sabe Alicia?

-         Sí.

-         ¿Y qué le parece?

-         De inicio se cortó un poco, luego no se lo tomó a mal.

-         Um. ¿Y has visto alguna disposición a creer a que accederá Marta?

-         Todavía no, pero después de lo de Alicia estoy seguro que si la hay saldrá de manera natural, como con ésta.

-         Puede. No sé qué decirte. No la conozco. ¿Su marido?

-         Bien. Pero viaja mucho. Quizá eche en falta más actividad.

-         Si fuera parecida a mí seguro jajaja.

-         Espera un momento. – Volvió con una foto hecha en una comunión de un primo suyo. – Mira, es ésta.

-         Um, es muy guapa, tienes buen gusto.

-         Ahora tiene 40 y esta foto es de hace tres años.

-         Aparenta menos. Bueno, te diré que tengas suerte.

-         Gracias.

-         Es el momento de aprovechar. Luego te haces mayor.

La oportunidad se presentó con ocasión del cumpleaños del niño de la comunión de la foto. Era hijo de su tío Alberto, el tercero de los hermanos. Manuel pensaba intentar un sondeo ese día si había ocasión. La cita era el domingo a mediodía para comer en casa de su tío. Estaba casado con Carmen. Una mujer de agradable carácter y físico anodino.

Estaban solas en el salón de casa Marta, que trabajaba de mañana, y Alicia que no tenía ese día clase de tarde. Marta intentó abordar una conversación que hacía un tiempo le rondaba.

-         Hija, me gustaría decirte algo. Más como mujer que como madre. No quiero que lo interpretes de que me meto en tu vida.

-         Dime mamá hay confianza.

-         Oh, gracias hija, así me es más fácil. Eres una chica guapa y sobre todo cuando hemos salido juntas me he dado cuenta que atraes las miradas de los chicos. Eso nos gusta a las mujeres pero debemos tener cuidado.

-         Cuando voy contigo también se fijan en ti.

-         Oh, gracias por el cumplido, pero a ti por la edad te miran más y a esa edad hay chicos demasiado… impetuosos.

-         Lo sé mamá, procuro despacharles sin que se enfaden.

-         Eso es hija, hay que ser agradable pero firme. Hay hombres que creen ver lo que tu no les has dicho y se pueden poner agresivos. A mí por suerte no me pasó, porque desde joven estuve con tu padre y eso me hacía sentir segura.

-         Gracias mamá.

-         Me alegra que podamos hablar con naturalidad. Es normal que a tu edad tengas relaciones con chicos y hay que saber un poco con quién estás.

-         ¿Sólo tuviste de novio a papá? ¿Puedo preguntártelo?

-         Oh, claro que puedes. Novio serio sí. Antes en el instituto tuve algún rollete. Me casé joven pero enamorada y tú fuiste una hija deseada. No creas que porque te tuve más joven de lo que tú eres ahora fue un accidente. Tu padre era un hombre con mucha energía y decisión. Eso me enamoró de él.

-         ¿Y por qué no tuvisteis más hijos? Por edad…

-         Bueno, te cuidé, luego empecé a trabajar y no nos planteamos el tema.

-         ¿Tú hubieras querido?

-         A mí me hacía ilusión tener dos, pero luego ya lo dejé pasar. Cosas que pasan.

-         Um.

Alicia vio la ocasión y la experiencia con su primo le había aumentado la morbosidad. Incluso empezaba a desear que su primo pudiera follarse a su madre. Le parecía morboso.

-         ¿Querías decirme algo hija? Conozco esa expresión.

-         Sí mamá. A veces nos confunden como hermanas. Me gusta lo bien que estás con 40 años. Me gustaría llegar así a mí.

-         Oh, me enrojeces hija.

-         Es verdad mamá. Seguro que te has dado cuenta de cómo te miran los hombres cuando salen a la calle. Querrían acostarse contigo. Es como lo que me decías de los chicos, que quieren acostarse conmigo.

-         Bueno, hija, me gusta cuidarme y sentirme atractiva.

-         Está muy bien. Si no quieres contestarme lo entiendo…

-         Adelante hija

-         Que esa vitalidad de papá aún sigue. Si estás satisfecha con tu actividad sexual, tu eres más joven y estás muy guapa…

-         Tu padre ya sabes que viaja mucho, a veces, sí, me gustaría que hiciéramos el amor, pero o está demasiado cansado del trabajo o estoy sola en la cama porque está de viaje. A veces recurro a alguna fantasía…

-         Te entiendo lo que me dices, jiji. Es normal en una mujer.

-         Tu padre está en una edad que a veces hay que trabajarle para que la herramienta esté en marcha.

-         Jijiji

-         Todo esto que te digo no quiere decir que haya dejado de quererle. Cuando me casé con él sabía de su trabajo. Simplemente pensé que no le absorbería tanto. Y a veces una mujer tiene sus necesidades.

-         Claro.

-         Mi consejo es que aproveches tu belleza y que luego no te lamentes.

-         Me gustaría que fuera igual para ti.

-         Dame un abrazo hija.

-         Eres una mamá estupenda.

Fue a su cuarto con la excusa de estudiar. Necesitaba procesar la conversación. Después de su experiencia con Carla, Alicia apreciaba aún más lo guapa que estaba su madre. Entendía el deseo que despertaba. Y no tanto que su padre estuviera a veces tan cansado como para no saber apreciar lo que tenía al lado de la cama. Desde luego que no le importaría iniciarla con otra mujer. Había tenido ocasión alguna vez de haberla visto semidesnuda, bien saliendo de la ducha o cambiándose de ropa. Recordaba las formas de su cuerpo. Y un coño totalmente depilado. Y su madre a ella. Quizá por eso había hecho hincapié de a quién le abría su cuerpo. Porque lo había visto y sabía de su atractivo. Decidió mandar un sms a Manuel. Seguro que le interesaba aquella información.

Tienes vía despejada a Marta. Hazlo con cuidado.

Manuel lo leyó y sonrió satisfecho. Luego le podría preguntar los detalles y cómo había sacado esa información. La llamó después de cenar porque le picaba la curiosidad. Alicia le contó la conversación y de que la idea le daba morbo. El domingo tendrían más difícil tener intimidad para una conversación semejante.

Llegó el domingo. Cuando se saludaron los primos se lo dijeron con la mirada, sin que nadie se diera cuenta. Al besar a Marta disfrutó de su roce y sintió un cosquilleo en el glande. Su marido andaba por ahí, hablando de negocios. En el vermut antes de la comida, Manuel habló con Marta con Alicia como testigo.

-         Estás tan guapa como siempre tía.

-         Gracias sobrino. Tu ya estás hecho todo un hombre, ya no te puedo decir mi mocito. ¿Te acuerdas cuando te lo decía?

-         Sí, cuando era pequeño.

-         Ya no es tan pequeño mamá.

-         Seguro que más de una chica anda detrás de ti.

-         Algo me dijo cuando estuve con él, pero es callado para eso.

-         Es que es un caballero.

-         Será eso, jeje. Alicia tampoco me dijo gran cosa de sus novios.

-         Precisamente le dije el otro día que tuviera cuidado con algunos. No todos son como tú.

-         Desde luego que no. – Dijo Alicia sonriendo a su primo.

-         Es que es una chica muy guapa mi prima. Ha salido a la madre.

-         Dicen que me parezco más a mi padre.

-         En lo guapa digo.

-         Ya le dije a Alicia que puedes venir a nuestra casa siempre que quieras. Te agradecemos que te portes tan bien con ella.

-         Oh, no es nada, solo mi prima preferida.

El siguiente bar estaba más lleno. Al salir Manuel se puso detrás de su tía, desde donde tenía una buena vista del escote del vestido. Con disimulo y como si fuera por la aglomeración posó levemente su mano en el culo. En la comida se sentó junto a Alicia y cuando podía le acariciaba el muslo bajo el mantel. Podía sentirlo bajo la fina tela del vestido. En la sobremesa Marta fue al baño y Manuel se hizo el despistado un minuto después como si no lo hubiera visto. Esperó a que saliera.

-         Ah, eras tú quien estaba en el baño, no me había dado cuenta.

-         Ya puedes pasar mocito. – Dijo sonriendo.

-         Um, antes en el bar sin querer le he tocado el culo, me han empujado con tanta gente. Quería disculparme.

-         Oh, no te preocupes, me he dado cuenta y no pasa nada. Incluso si no te hubieran empujado.

-         Me descoloca un poco tía. – Mintió Manuel.

-         No es nada grave que una mujer atraiga a un hombre. Además entre tú y yo siempre ha habido una relación especial, al ser yo la más joven. Ahora no nos sacamos tanta edad.

-         Claro tía.

-         Y le tengo que sacar a Alicia que hicisteis realmente el fin de semana. No me lo quiso contar el otro día y mira que le di pie a ello. He visto cómo os mirabais.

-         Antes le he mentido dos veces. Le toqué el culo a posta y no me descolocó, solo le tanteaba.

-         Ya me había dado cuenta, jeje. Entre tú, mi hija y yo que no haya secretos. Un día hemos de tener una conversación.

Manuel miró que no había nadie en el pasillo. Le hizo entrar al baño poniéndole la mano en el culo y se dieron dentro un beso con lengua. Se sonrieron y Marta salió fuera. Con su mejor sonrisa le dijo.

-         Ibas a entrar al baño ¿no?

En ese momento apareció al fondo Alberto que iba también al baño. Las cervezas en el bar, el vino de la comida y el cava de la sobremesa le habían producido ganas de mear.