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Complicidad entre primos 10

en Amor filial

Cuando llegó a la estación su madre le estaba esperando, como la vez anterior. La vio sonriente.

-         Hola hija, ya me contarás algo por el camino.

-         Hola mamá, en el coche.

-         Claro.

La tarde se había vuelto plomiza y amenazaba con llover. Ya en el coche cayeron unos gruesos gotarrones.

-         Cuenta hija cuenta.

-         Cómo te gusta saber mamá. El próximo finde no hará falta que te cuente nada.

-         Sí, podré sentir esa misma polla que se folla a mi hijita.

-         Esta vez han sido dos.

-         ¿Cómo?

-         La vez anterior hubo dos mujeres y ahora dos hombres, para compensar.

-         Muy bien, ¿y qué tal?

-         Te dejan un poco cansada pero es brutal. Cuando te embisten dos buenas pollas.

-         ¿Y no te parten?

-         A veces parece que sí pero da mucho placer.

-         ¿Otra polla como la de Manuel?

-         Era distinta, más corta y gruesa. De inicio te abría mucho.

-         Buf hija. Acostumbrada a tu padre.

-         No te preocupes mamá. Contigo sólo estaremos Manu y yo.

-         Ya.

-         ¿Cómo es la polla de papá? Jiji

-         Uy hija, pues normal. Está bien sin pasarse. Así y así. – Haciendo la medida con los dedos de una mano mientras sujetaba el volante con la otra, eran 16 centímetros y grosor normal.

-         No está tan mal. Pollas como la de Manu no hay tantas. ¿Y como un platanito de forma?

-         Sí.

-         Son las que me gustan más.

-         Ayer follamos. Demasiado soso, es como si hiciera un trámite de la oficina.

-         Pues tu sobrino aún tuvo tiempo de follarse a otra amiga esa noche.

-         ¿Cómo?

-         Ya sabes qué relación hay. Le pilló ella en el baño y con la excusa de que hacía tiempo que no se veían.

-         Vaya. ¿La de la otra vez?

-         Otra distinta. Para compensar me folló el domingo con mucho cariño.

-         Ya hemos llegado.

La semana trascurrió sin demasiada historia. Con los ya acostumbrados flirteos de Marta y Alicia cuando podían. El miércoles por la tarde llamó a Luís.

-         ¿Luís?

-         Sí soy yo.

-         Hola soy Alicia.

-         Hola ya me parecías por la voz. – Con tono de sorpresa y agrado.

-         ¿Te acuerdas que te dije que te llamaría?

-         Sí.

-         Si quieres mañana podemos quedar a las once para ver la nota del examen.

-         Encantado. ¿Cómo estás?

-         Yo bien, ¿y tú?

-         Bien, también. – Luis se lamentó interiormente de no salirle nada de qué hablar.

-         ¿No me dices nada?

-         Eh… pasando tranquilo el verano, esperando a ver esa nota.

-         Muy bien. Espero que te lo pases bien. Eres un compañero muy majo.

-         Tu también. ¿Te gustaría tomar algo después o dar un paseo? Si te apetece…

-         Sí, sí que me gustaría. A ver si estás más hablador.

-         Esto yo… seguro que sí. Nos vemos mañana.

-         Un besito adiós.

-         Adiós.

Alicia se sonrió. Le encantaba el contraste entre lo directo que era su primo y la timidez encantadora de Luis. Le había puesto nervioso solo de llamarle para quedar a ver una nota. El jueves madrugó algo más y cogió el autobús a la facultad. El chofer le miró con poco reparo las tetas al pasar la tarjeta de abono.  Y un hombre de mediana edad giró la cabeza y siguió su trayectoria hasta el asiento para mirarle el culo. Ya estaba acostumbrada aunque le desagradaba la poca finura y tacto. Llevaba un pantalón corto blanco y una camiseta negra. Cuando llegó al vestíbulo de la facultad ya  le estaba esperando Luis. Estaba de pie y parecía no querer perderse esa cita por nada del mundo y menos por llegar más tarde.

-         Hola Alicia. – Con una tímida sonrisa.

-         Hola Luis – Con una amplia sonrisa y dándole dos besos.

-         ¿Qué tal?

-         Bien, vamos a ver la nota ¿te parece?

-         Sí.

Luis había pasado la noche anterior pensando en qué decirle. Le costó conciliar el sueño. Luego empezó a imaginarla desnuda, que se le aparecía insinuante en su cuarto y le empezaba a hacer una felación y que le acababa montando la polla. Se acabó haciendo una paja y se limpió con un pañuelo de papel. Ya dormido soñó que se veía en clase y a Alicia delante de todos. Mostraba las tetas y sus compañeros gritaban y se acercaban a tocarlas. El despertador sonó entonces entre el juramento interior de Luis.

Llegaron al expositor y vieron con alegría que habían aprobado holgadamente. Alicia con un siete y Luis con un ocho.

-         Felicidades Alicia.

-         Felicidades a ti, que me has sacado mejor nota que yo.

-         Bueno…

-         Ahora sí que sí vamos a tomar algo para celebrarlo. Le tenía miedo a esta asignatura.

-         Sí, está bien. ¿Dónde quieres ir?

-         Podemos coger algo de la máquina y salir afuera que hace buen día.

-         Estupendo, te invito yo.

-         Lo haré yo por los apuntes que dejaste cuando estuve mala.

-         Gracias.

-         A ti. Estaban muy bien. – Con su sonrisa más encantadora. – Espera un momento que voy al baño.

Alicia salió al medio minuto tras inspeccionar que no había nadie más. Salió con una sonrisa pícara haciéndole un gesto con el dedo índice para que entrara.

-         Qué rápido has acabado Alicia.

-         Entra y calla. – Cogiéndole del brazo.

-         ¿Qué?

Siguió tirándole del brazo y se metió en un baño con puerta. Miró fijamente a un desconcertado Luis y se agarró las tetas.

-         ¿Te gustan mis tetas?

-         ¿Cómo?

-         Que si te gustan mis tetas. No te cortes. Somos amigos ¿no?

-         Esto, sí, pero me da vergüenza y no quiero que te enfades.

-         Puedes tocarlas, mira. – Acariciándose ella misma una por debajo de la camiseta. – Eres el único que me mira sin decirme con la mirada que quiere follarme. Que me respetas como compañera.

-         Yo… Alicia, te aprecio como compañera, sí.

-         Venga que tu también me las miras pero sin ser grosero. Vamos. – Agitándose las tetas con las manos.

-         Gracias Alicia.

-         A ti por ser buen compañero. Así, quiero que disfrutes.

Por fin Luis se atrevía a palpar las tetas por encima de la camiseta. En movimientos circulares y apretando un poco.

-         Así lo harás mejor.

Alicia se quitó la camiseta y el sujetador. Ante la cara de asombro de Luis, al que le parecía estar en uno de sus sueños con ella de protagonista. Donde ahí sí era menos vergonzoso y se la había follado por el coño. Recordaba un sueño erótico en que la había forzado y le había parecido particularmente excitante. Se había pajeado varias veces recordándolo. Recordó cuando le sujetaba la cabeza para recibir una mamada y a la vez le desabrochaba la camisa. Entre los forcejeos y quejas de ella, que acababa tumbada y penetrada por el coño. Pero era la realidad y ahí tenía a sus disposición ese par de tetas tan deseadas.

-         ¿Puedo chuparlas?

-         Claro.

Se las chupó con suavidad, disfrutando el momento. Besando sus pezones. Alicia se puso de rodillas y le palpó el pantalón a la altura de la bragueta, donde notó una polla dura. Le desabrochó el pantalón.

-         Yo ahora te chuparé otra cosa. Quiero ver cómo es.

Por el calzoncillo pugnaba por salir un gran bulto. Alicia no se esperaba una polla así y se vio gratamente sorprendida. Le liberó la polla y se encontró un platanito de 19 centímetros.

-         Qué polla tan bonita tienes. Con esto tienes una buena herramienta para darnos placer.

Se introdujo lentamente la polla en la boca. Luis ya estaba con la mirada perdida. Besó el glande y la lamió y siguió chupándola a la vez que le pajeaba cuando se la sacaba.

-         ¿Te gusta?

-         Sí, sí, ufff.

-         A ver esto.

Le puso la polla entre sus tetas y las estrujo. Masajeándole la polla con sus tetas. Luego volvió a mamarla. Luis miró hacia el techo.

-         Me voy a correr.

Alicia solo sonrió y recogió en su boca una abundante corrida. Parte se la tragó y la otra abrió la boca y se la mostró sonriendo a Luis. Y se la tragó.

-         Ven que te limpio los restos de semen.

-         No sé qué decir Alicia, ni cómo darte las gracias.

-         Sigue portándote así y no digas nada. – Mientras se volvía a vestir de cintura para arriba. – Espera para salir que miro que no hay nadie. Vamos. Aún podemos tomar algo afuera.

-         Pero te invito yo.

-         ¿De verdad?

-         Sí.

Afuera hacía una mañana soleada y buscaron un banco a la sombra, junto a un paseo.

-         Alicia, estoy muy a gusto contigo, me gustaría quedar otra vez cuando quieras. Como amigos. Pero no por lo que hemos hecho hoy.

-         Claro que sí. No creas que lo de hoy se lo hago a cualquiera. Solo a amigos y porque quiero yo. Yo creo que te ha gustado mucho ¿no?

-         Em, sí.

-         Pues alguna vez repetiremos jiji. Y te enseñaré otras cositas que no has visto hoy. Conmigo puedes hablar sin vergüenza.

-         Sí. Pero pensaba que tenías novio.

-         Oh, de eso no te preocupes. Ahora te haré una pregunta.

-         Dime.

-         Está claro que te gusto físicamente. Estoy segura que he inspirado más de una paja tuya. Es natural

-         Me gustas físicamente pero también cómo eres. Te portas muy bien conmigo en clase. Y sí me he pajeado pensando en ti.

-         ¿Y mis tetas son cómo imaginabas?

-         Sí, incluso mejor.

-         ¿Y desnuda? No te pongas rojo ahora.

-         También.

-         Ya me verás. Antes de lo que crees. Pero soy una chica que no da todo la primera vez. Tu sí que lo vas a entender. A menudo si lo haces los chicos piensan que mandan en ti y que solo estás para tener sexo y de eso nada.

-         Sí, claro, te entiendo. Además a ti te miran muchos chicos.

-         De ti me gusta que me miras a los ojos más que a las tetas, al contrario que los demás.

-         Son muy bonitos.

-         Y ¿solo desnuda me veías? Querrías disfrutar de mi cuerpo.

-         Sí. O me  imagino que te follo y me corro dentro o en tu cara.

-         Es normal tener fantasías. Y que aparezcan en sueños. Yo los tengo. Sobre todo cuando llevo un tiempo sin follar.

-         Y yo. Los que más me gustan es cuando apareces tu.

-         ¿Hay más chicas de clase?

-         María y Sandra.

-         Um, son guapas sí. ¿Y cómo aparezco yo?

-         Anoche mismo fue como premonitorio. Estabas en clase enseñando las tetas y todos iban a tocarlas.

-         Jijiji ¿y tú no?

-         Sonó el despertador.

-         Jijiji, ya las has tocado hoy. ¿Y qué más?

-         En algún otro sueño me la has chupado como hoy y te follaba.

-         ¿Y estaba así de complaciente? ¿Sabes? Me excita saber que aparezco en tus sueños.

-         Te dejabas hacer. Una vez estabas toda desnuda en el pasillo de la facultad y te follaba en el suelo.

-         ¿Y la otra también?

-         Si no te enfadas…

-         ¿Por qué iba a hacerlo?

-         Te obligaba a chuparme la polla, no querías, te acababa tumbando desnuda y te follaba mientras te quejabas. – Se puso todo rojo.

-         Es sólo una fantasía, un sueño, no te preocupes.

-         No quiero que pienses que te veo solo como un objeto sexual. Yo… te aprecio. En los sueños a veces hacemos cosas que nunca haríamos en la realidad.

-         Lo sé. A veces las mujeres tenemos fantasías de dominación. Es sólo eso.

-         Bueno.

-         Me alegra poder hablar así y con franqueza con un chico. Yo ahora me tengo que ir. Ya te llamaré.

-         Cuando quieras. Te acompaño a la parada.

-         Gracias.

Alicia se despidió sonriendo desde la ventanilla. Luis se quedó quieto de pie un par de minutos. Con la mirada fija por donde se había ido el autobús. La experiencia de esa mañana le había superado y ahora se sentía como en un espacio irreal. Aparte de la felicidad de poder tener una relación con Alicia a ese nivel de confianza. Alicia llegó a casa y todavía no habían vuelto sus padres. Se sentía contenta de corresponder al interés de Luis. Decidió llamar a Leo.

-         Hola Leo, soy Ali.

-         Ah, Ali, ¿qué tal?

-         Bien, ya te dije que te llamaría. Además he aprobado todo, hoy he visto la última nota.

-         Me alegra.

-         Te cito para mañana por la noche, en tu casa, con una condición.

-         Tú dirás.

-         Haremos un trío con un chico de mi confianza.

-         ¿Eh? ¿Cómo dices?

-         Él está de acuerdo y tú ahora no me vas a venir con pegas. Si te digo que es con una chica estarías saltando de alegría.

-         Bueno está bien. Pero es que ni le conozco.

-         Confía en mí. Si quieres follar conmigo el viernes es así. El finde pasado me llamaste para eso.

-         Vale vale.

-         Y con menos pelambrera que la otra vez.

-         ¿Cómo?

-         Que si te depilas el pecho, te depilas la polla y los huevos.

-         ¿Algo más?

-         No. Te avisaré de la hora que vamos. Chao.

-         Chao.

Sonrió. Justo en ese momento entraba Marta. Alicia salió corriendo, la abrazó, le dio la noticia del aprobado y la besó en los labios.

-         Qué efusiva hija. Me alegra mucho.

-         Mañana he quedado con un chico, como Manuel hará un trío con nosotras, mañana haremos otro él, ese chico y yo.

-         Cómo te lo montas hija, te cobras todo. Y haces bien. En tu cuerpo mandas tú.

-         Ya verás qué bien lo pasamos las tres el sábado. Cuando venga el viernes dejaré que te reconozca.

-         Uy hija, estás en todo. Voy a cambiarme.

-         Te acompaño, me gusta verte.

Después de comer su padre se despidió.

-         Tengo que irme ahora para no llegar de noche. Pasadlo bien mis dos mujercitas.

-         Sí cariño. – Respondió Marta y miró sonriendo a Alicia.

-         Hija, estoy orgulloso de ti.

-         Buen viaje papá.

Nada más cerrar la puerta las dos mujeres sonrieron y se abrazaron, para darse un beso en los labios, entremezclando sus lenguas.

-         ¿Cuándo llega Manu?

-         Me dijo que a las siete.

-         Mientras vamos a pasar el tiempo.

-         ¿Qué quieres hacer mamá?

-         Algo juntas. Vamos a mi dormitorio.

-         Como quieras mamá. ¿Traigo el consolador?

-         No, prefiero que me abra la vagina una polla. No quiero perderme esa sensación por que esté ya abierta.

-         Tienes razón mamá, ya verás que bien.

-         Si has quedado luego tampoco lo vamos a exprimir todo hoy.

-         Jiji, gracias mamá. Así será luego todo el finde para nosotras.

Marta sonrió y acarició los pechos de su hija y le quitó la camiseta. Alicia se quitó el sujetador.

-         Qué agradables son al tacto hija.

-         Eres la segunda persona que me los soba hoy.

-         ¿Cómo?

-         Me las he lavado al llegar a casa, he pensado que a lo mejor querías calentar motores conmigo. Luego te cuento.

-         Vaya hija. Cómo aprovechas el tiempo.

Marta se desnudó también de cintura para arriba. Su hija se las acarició y besó.

-         Qué bonitas son mamá. Vamos a acabar de desnudarnos y estaremos más cómodas.

Tras desnudarse las dos mujeres se abrazaron y besaron, acariciando sus cuerpos. Sintiendo en sus tetas el roce de las de su amante.

-         Qué gusto mamá cuando se rozan nuestras tetas.

-         Sí hija. Me gusta mucho la suavidad al besarte. Túmbate. Voy a explorar tu chochito.

Le empezó por besar la cara interior de los muslos y debajo del ombligo. Le introdujo el dedo índice y le abrió levemente los labios vaginales. Alicia suspiró y pasó su lengua suavemente por el interior de la vagina, buscando el clítoris y ayudándose del dedo. Pronto sintió mojado su dedo, se lo ofreció a Alicia que lo aceptó sin dudar y acabó recogiendo los jugos que salían. Se guardó unos pocos y besó a su hija.

-         Ay, qué placer mamá, qué relajada.

-         ¿Te han gustado tus juguitos?

-         Sobre todos mezclados con tu saliva. Mmm. Ahora te lo devuelvo.

-         No hay prisa hija. – Lamiendo sus tetas.

-         Os encantan a todos mis tetas.

-         Qué se va a hacer.

-         Voy mamá, tu chochito de niña.

-         El tuyo es muy bonito, tan fino.

Alicia repitió una tarea similar a la ejercida por su madre con ella. Obteniendo rápidamente los mismos resultados e intercambiando fluidos en sus bocas. Se quedaron tumbadas juntas boca arriba. Acariciándose con dulzura.

-         Ay hija qué gusto.

-         Para mí también.

-         Cuéntame que has hecho esta mañana.

-         Jijiji, ha sido muy bonito de verdad, era tan tímido que provocaba cariño.

-         Desde el principio.

-         Nada, quedé con un compañero de clase, ese que te dije que me dejó los apuntes cuando estuve mala.

-         Ya me acuerdo. Y también que te vi el culo por la inyección que te pusieron jeje.

-         Jiji. Pues le llamé ayer y quedamos, no veas los nervios que le puse con la llamada. Es encantador, me mira a los ojos y todo, es educado…

-         ¿Dónde te miran los demás?- Sonriendo con picardía.

-         Qué cosas mamá. A ti te miran sobre todo el culo y a mí las tetas.

-         Ya lo sé hija. – Dándole una sacudida a una teta. – Sigue.

-         Hemos visto la nota y luego le he hecho pasar al baño.

-         Uy. ¿Y no te había invitado a quedar durante el curso?

-         Es tan tímido que no se atrevió.

-         Vaya. ¿Es guapo?

-         Sí, no está mal.

-         ¿Y qué le has hecho en el baño?

-         Le he enseñado las tetas, casi le tengo que obligar a que las tocara, aunque luego las ha cogido con gusto.

-         Claro.

-         Ahí ya se le notaba dura la polla y le he hecho una mamada.

-         ¿Cómo era la polla? Me estás haciendo humedecer el coño otra vez, mira. – Y se introdujo un dedo que sacó mojado.

-         Gracias mamá. – Tras volver a chuparle el dedo.- No veas que cara tenía, como ido. Para mí que era la primera chica que se la chupaba.

-         Es posible. No me extraña que pusiera esa cara.

-         La polla era otro platanito, como esto más corta que la de Manu. – Ejemplificando con los dedos.

-         Buena polla entonces. ¿Te has desnudado del todo?

-         No mamá, ya sabes que nunca doy todo la primera vez. Le dije que para la siguiente vez, cuando nos tomamos algo fuera en el paseo.

-         Bien hecho

-         Se corrió en mi boca y se la limpié.

-         ¿Te lo tragaste?

-         Sí, no estaba mal.

-         Tu padre me lo pide y me costó algo al principio.

-         ¿El sabor?

-         No, que se empeña en correrse con la polla dentro y los chorros van directos a la garganta. Me gustaría ver cómo reaccionaría él de ser al revés.

-         Jiji. Sí mamá.

-         ¿Y afuera de qué habéis hablado?

-         Después del rato del baño me ha sido fácil quitarle la vergüenza para hablar.

-         Nunca falla.

-         Me ha confesado lo que esperaba, que le gusto y se pajea pensando en mí.

-         ¿Y a ti te gusta él?

-         Ya te he dicho como es antes jiji.

-         Entonces es que sí, te conozco.

-         Puede ser.

-         Eso te gustará ser atractiva a otros chicos.

-         Oh mamá seguro que hay hombres que se pajean pensando en ti.

-         Hay algunas miradas…

-         Es tan majo que hasta me confesó algún sueño erótico conmigo. Esa misma noche le aparecí en tetas.

-         Jajaja uy hija, qué les das.

-         Que en sueños había follado conmigo y que hasta me violó una vez. Me pidió casi perdón.

-         Bueno. Si es sólo una fantasía.

-         Desde luego. Ya te he dicho lo que me costó que entrara ofreciéndole mis tetas.

-         Me voy a duchar.

-         Lo hacemos juntas. Ah, ponte esos mechones enmarcándote la cara, le gustan mucho a Manu.

Mientras Luis había llegado a su casa y dada la buena noticia de la nota.

-         Se te ve muy contento hijo.

-         Sí mamá.

Evidentemente no les dijo la otra razón de su alegría que era todavía mayor que la de la nota. Después de comer se reposó en su cama, con la persiana bajada para evitar el sol. Cerró los ojos y volvió a revivir ese momento por la mañana, recreándose en cada detalle. Empezó a acariciarse la polla bajo el calzoncillo, que fue adquiriendo mayor dureza. Pensó en echar el pestillo. Pero siempre llamaban a la puerta. Estaba muy a gusto así. Se sacó por entero la polla y se pajeó a mayor velocidad. Recordó el sueño en que la forzaba y luego se imaginó que la penetraba analmente. Algo que lamentaba que no hubiese aparecido en ningún sueño. Se sacó el pañuelo de papel que llevaba en el bolsillo y recogió la corrida. Se volvió a meter la polla dentro y se quedó relajado. Deseando recibir rápidamente la llamada de Alicia. No quería precipitarse llamando él.

-         ¿Os ducháis siempre juntos tu primo y tú?

-         Casi siempre mamá, es muy divertido.

-         Qué guarrillos sois.

-         Jiji. Ahí es la única vez que le veo la polla pequeña.

-         Sí, el agua.

-         No sé si quedarme ya desnuda, en su casa lo estoy. Quiero que esté contigo primero y si me ve así…

-         Ábrele tú la puerta, vestida, y yo le esperaré con ropa interior de encaje y de estreno.

-         Qué bien mamá. Le encantará.

-         Tú además te lo follarás después con ese chico. No quiero cansarle mucho.

-         Eres genial mamá.