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Todo mundo no tiene nada que esconder...

en Hetero: Primera vez

-TODO MUNDO NO TIENE NADA QUE ESCONDER EXCEPTO YO Y VERÓNICA-

 

Verónica, la chica más deseada de todos los tiempos, entra a nuestra escuela. Quiere un amigo, ¡muchos! Kite se ofrece a mostrarle la escuela. Verónica se deja seducir por este ya erótico personaje. Y su misión es saber que nadie sepa lo que hicieron, mientras todos creían, que ellos hacían, lo que ellos no debieron hacer.

 

-Ella es la nueva alumna, su nombre es Verónica Odisea, démosle la bienvenida. –dijo la vieja odiosa de Historia.

Verónica había llegado a nuestro salón. Era hermosa.. Todos los varones nos quedamos asombrados.

Su cabello rubio dorado resaltaba cuando el sol la iluminaba. Sus ojos azules eran enormes y preciosos, una nariz fina y una delgada boca la hacían lucir una diva. Su cuerpo era hermoso. Poseía grandes y puntiagudos senos. Su culo era enorme, que se daba a notar, por supuesto, detrás de esa falda blanca. Ella se sentó junto a mí.

-¡Hola! –me dijo. Yo, como un estúpido, estaba sin habla.

-Señor Kite, ¿nos haría el favor de presentarle la escuela a la nueva alumna Odisea? –dijo la vejeta.

-¡Claro! Lo haré..

Verónica me miró y sonrió.

-Que lindo eres…

Salí de el salón acompañado de ella. Había una bulla detrás de mí y muchos me gritaban cosas como:

-¡Pinche suertudo! -¡Sancho! -¡me platicas al rato! Y demás vulgaridades.

Le mostré casi media escuela a Verónica. Paramos en la cafetería, le dije que si le podía invitar algo, y me dijo que sí. Nos sentamos en una mesa y desayunamos. Yo de mustio no comí nada. La admiraba y la contemplaba como comía. Me estaba enamorando de su belleza.

-¿Por qué me ves aspa Kite?

-Me tienes perplejo, Verónica. Eres preciosa. Me gustas mucho.. –Ella se mordió un labio.

-¿En serio, te parezco atractiva? –me dijo ella sonriéndome, con un popote en la boca, sorbiendo de su soda.

-Caro. –me incliné hacia atrás con mi silla –No me digas que soy el primero en decírtelo… -Me sonrió.

-Que lindo eres. No, no te lo voy a negar, pero, si eres el más caballeroso conmigo. Te comportas como un hombre de verdad, sin vulgaridades. –Ella me tomó de la mano –Me dio gusto que tu me hayas presentado la escuela.

Yo me estremecí. Jamás había recibido coqueteos de una mujer tan hermosa. ¿Qué coqueteos? ¿cómo puedes preguntar algo así? Se dotaban en su forma de ser conmigo, en su forma de verme, de sonreírme, hasta en sus movimientos. Me traía loco.

Acabó de desayunar y nos dirigimos al salón. Nos sentamos hasta lo último de la horrible aula para poderla halagar y ella coquetearme sin que nadie nos fastidiara. Nos gustábamos mutuamente, nos atraíamos.

A finales de clases ella me pidió que la acompañara a la su casa. Y así lo hice. La acompañe hasta su casa, nos fuimos caminando, pues no quería que nos molestaran en el mentado camión.

Ella como que se incomodó y se puso nerviosa en la entrada de tu casa.

-¿Qué te pasa, Verónica?

-No es que. No debí traerte. Mi papá si te descubre aquí, ¡nos puede matar!

-No me importaría si muero a tu lado… -le dije sonriendo, tomándola de la mano.

Ella me sonrió y se puso roja como un tomate. Se rió.

-Eres muy lindo Kite. Me pones nerviosa ¡condenado! Te quiero…

Estas palabras entraron por mis oídos y recorrieron todo mi cuerpo dejándome la piel <chinita>. Yo me estremecí. Me le acerqué y la besé. Ella me sonrió y me devolvió el beso, y nos quedamos plasmados en un beso largo y pasional.

Nos despedimos y yo seguí con mi camino hacia mi casa, que de seguro, quedaría muy lejos de donde yo estaba………

 

Pasaron semanas y así seguimos. Yo la halagaba en la escuela, la halagaba en su casa, la besaba en su portal, en fin.. Parecía que en nuestro mundo sólo vivíamos nosotros dos.. ¡esto es amor señores!.

Pero, hubo un día….

Mientras nos besábamos en su portal ella me dijo, de costumbre.

-Te amo Kite.

-Yo más, preciosa. –la besé de nuevo.

-Quiero que vengas a mi casa.

-¿Para qué?

Yo reflexioné y entendí.

-Está bien.. ¿no habrá problemas con tu papá?

-No. Él no estará.

La tomé de su linda cintura y la jalé hacia mí.

-Te amo.

-Yo también –su sonrisa desapareció a una facción que nunca había visto y cachonda. –Y por eso quiero entregarte mi amor, Kite.

-Ya lo tengo. No necesito de eso, chiquita. –la besé en la frente.

-Sí pero. –su cara cambió a una más seria – Yo quiero.

-Está bien.

Me despedí y llegué a mi casa. Era un viernes. El sábado por la tarde me llamó.

-Buenas tardes ¿podría hablar con Kite por favor?

-¿Qué Kite? –dije yo

-Pues.. Kite!

-¿El muchacho más feliz de el mundo y enamorado de Verónica, el ángel que le envió Dios desde el Reino de los Cielos?

Ella se rió.

-¡Sí, ese!

-Hola Verónica.¿Me extrañaste tanto?

-Que lindo eres Kite. –yo le mandé un beso por el auricular.

-¿Quieres que vaya hoy?

Ella tardó en contestar.

-Sí. Ven hoy. Como a las 7:00 de la noche. Te voy a esperar.

-Está bien iré.

-Adiós.

-Adiós. Te quiero.

-Yo también…

Y colgamos.

Me duché, me puse guapo y partí al destino que me esperaba..

Llegué a su casa y ella estaba en su cuarto, con un mini-shorsito que no dejaba nada la imaginación. Tenía una blusa rosa pegadita que la hacía lucir aún más hermosa con su cabello rubio. Estaba recién bañadita. Cerré la puerta de su habitación y la besé apasionadamente, y la recosté en la cama. La besé hasta las sombras, su boca, su hermosa cara, su cuello, sus senos. Los dos estábamos muy excitados, jadeábamos como animales mientras nos besábamos. Me quité la camisa y me le lancé. Mientras la besaba, le quitaba su shorsito.. Pero..

Alguien entraba por su casa y nos separamos muy rápido. Yo me vestí y ella se acomodó todo. Su padre de un patadón abrió la puerta.

-¡Verónica! –vociferó su padre.

-¡Papá!

Con decir que el Señor me corrió y yo a lo lejos escuchaba el llanto de Verónica. Me sentía culpable, me sentía una basura. Por su culpa la habían golpeado, por su culpa la habían castigado.

Me fui a mi casa y me recosté en mi cama. Lloré por mi amada, por mi novia, por mi media naranja. Yo y mis estupideces de hacerlo por primera vez….

En la escuela, el Lunes, estábamos en la clase de español y Verónica aún no llegaba. ¡Mierda! Exclamé.

Por fin vino. Se sentó junto a mi, ocultándose algo en la cara con su hermoso cabello.

-Hola, mi amor. –dije yo titubeando un poco.

-Hola Kite.

-¿Qué te pasa?

-Kite, perdóname por el incidente de el Sábado.

-Oh, no importa. Sería esclavo de tu padre por una eternidad a cambio de tenerte cerca. –le dije con una sonrisa.

-Que lindo eres mi amor.. –ella se inclinó y me besó y me abrazó. Yo noté algo en su rostro.

-¿Qué te pasó?

-Oh, es que, mi padre… -dijo ella cubriéndose con la mano el moretón de su pómulo. –Supongo que ya no me querrás, por deforme.

-No digas tonterías mi amor. Yo te quiero así, de preciosa y linda que eres..

Nos besamos un largo rato y la maestra nos llamó la atención.

-¡KITE, ODISEA! ¿quieren dejar de besarse?

-Lo sentimos…

La Maestra sacó un papel y no los leyó.

-Por cierto, hay algo para ustedes que les llegó de el concurso de cuento…..

Verónica y yo habíamos participado en un concurso de cuento escolar, y si ganábamos, nos llevarían a otra escuela a participar como pareja representativa de nuestra escuela.

Los alumnos Verónica Odisea y Kite fueron seleccionados para participar en el vigésimo cuarto concurso de Cuento zona escolar. Deberán presentarse el Miércoles de este semana en la Escuela Secundaría Técnica Número 1, ahí será cede el concurso.

Atte:

La dirección de la Escuela.

Instituto Carmín, a 16 de Abril del presente año.

-¡Wow! Kite, ¡quedamos en el concurso!

-Sí, sí. –le dije con una sonrisa, -sí , si…

 

El Miércoles en la mañana yo estaba en la mencionada escuelita esperando a Verónica, pero ya se había tardado. Temí que hubiera tenido otro enfrentamiento con su padre. Pero, al fin llegó. Nos abrazamos y nos repartimos cuanta caricia y beso pusimos

-Odisea, Kite, pasen por aquí. –nos dijo uno de el concurso.

Yo y Verónica lo seguimos, pero ella me metió en un salón y lo cerró con llave. Me empezó a besar y desnudarme.

-¡Verónica! ¿qué demonios te pasa?

-¿No lo ves Kite? ¡es nuestra oportunidad! La oportunidad de unirnos… de saciar este deseo que tengo hacia a ti.

Yo la miraba perplejo.

-Quiero que me hagas tuya, Kite.

Se me lanzó y me besó. La recosté en el piso y jadeando nuevamente como animales la despojé de sus ropas. La besaba con lujuria. Ella se incorporó y me plasmó sobre el pizarrón. Me desnudó por completo y se hincó ante mí. Se metió en su boquita mi miembro, pero, estaba temerosa.

-Te quiero hacer gozar, Kite, pero, no se como…

-No te preocupes, mi amor. Como tu lo hagas me va a gustar le dije mirándola allá abajo.

Se la volvió a meter y según ella la empezó a mamar y a succionar. Yo ya estaba a mil, y sentía como sus finos labios y su delicada lengua recorrían todo mi miembro. No estaba tan mal para ser la primera vez…

Yo estaba a punto que me venía, y se lo di a entender por la manera de cómo la jalaba de los pelos. Ella se la sacó y nos besamos apasionadamente, ahí, desnudos parados. Yo me cambié de lugar y la plasmé en la pared. La penetré de pie, suave, dulce y tiernamente. Ella me decía a que velocidad quería que la penetrara…

-Me duele, Kite, pero dame más.. oh.. oh…

Jadeábamos y gemíamos de el placer. Yo la penetraba con más fuerza, pero sin perder la suavidad y gentileza de mis embestidas. Ella tuvo su primer orgasmo y me excito más verla y sentirla dentro de mi moverse violentamente..

-Oh, oh, oh, oh, oh, oh, ¡Kiteee!.. oh ohhh., ohhh, ohhh, KITEEE!!! OHH!!

Ella mientras se veía me dijo al oído:

-Por detrás chiquito, por detrás mi amor.

Yo me separé de ella y me puse por su detrás. Ella se inclinó reposando sus manos en el escritorio, inclinando su enorme culo y separándolo. Yo me le acerqué.

-¿Segura? –le dije en un susurró.

-Sí. Anda…

Yo se la metí de un jalón y empecé a bombear. Ella se hacía hacia atrás para que la penetrara profundamente. Yo la tomé de sus muslos y caderas y la jalaba hacia mí. Yo casi me venía, así que me separé de ella ante su sorpresa. La recosté en el escritorio y me le lancé. Le mamé sus tetas con lujuria, como queriendo su leche. Estaba hambriento. Ella respiraba entre cortadamente y con intensidad debido al gozo. Yo la penetré nuevamente en su vagina, sentimos tan hermoso al estar unidos. Yo la penetraba con más dulzura que la primera vez hasta que descargué todo mi semen dentro de ella. Nos desplomamos en el suelo, exhaustos. Habíamos tenido la primera vez. Nos abrazamos y le besé la frente.

-Me encantas… -le dije..

-No me arrepiento mi amor.

Y nos dimos un largo beso, ahí, tirados en el suelo, desnudos y sudando.

Fue cuando me di cuenta que nadie en este mundo tenía algo que esconder como lo que habíamos echo yo y Verónica.

 

 

 

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