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Helter - Skelter

en Grandes Relatos

« HELTER – SKELTER »

La última parte de esta serie de la Guerra Escolar culmina en el placer simultáneo, volviendo a la historia de la Guerra Escolar en un clásico thriller erótico.

----Sin duda soldado Kite, es usted una vergüenza nacional. Se le acusa de conspiración en contra de los sindicatos de escuelas aliadas, de tener relaciones de todo tipo con la genocida más buscada, así también como tener una aventura que avergüenza tenerlo como un soldado. Escogió la vía más fácil y carnal al involucrarse con una mujerzuela y sobre todo, ¡cooperar con ellos! Y nosotros, que hemos servido de todo. Me da usted asco.

Skelter era la mujer de un gesto tan pacífico que me extrañaba la tunda que me impartía. A pesar de su belleza, en esos momentos era la irónica endemoniada que hacía mirarse unos a los otros a los soldados de la eti 1. Yo, encadenado hasta el tope y con una mascarilla y una centena de multitudes que me miraban y ovacionaban como el traidor más grande del mundo, miraba a los ojos azules de Skelter, hermosa adolescente que con su uniforme azul me miraba con desosiego, este personaje soso, pensó. Nuestras miradas se inmutaron por un tiempo, limitándonos a viajar a nuestros pensamientos mientras nos mirábamos, un gesto que se convirtió incómodo al prolongarse un tiempo. Skelter bajó del estrado e hizo una reverencia a sus soldados que la escoltaban y se me acercó tanto que pude respirar su aliento.

----Ahora no se pregunte que le harán, si no que no le harán. Tiene suerte de estar vivo. Esa flota aérea de la eti 26 tuvo la mala suerte para ellos y la buena para nosotros de ser encontrada x nuestras tropas. Soldado Kite, usted hubiera sido un gran orgullo para nosotros, si no se hubiera convertido en lo que se convirtió.

----¿Dónde está Helter? ---pregunté como si Skelter, aquella esbelta y hermosa mujer de cabellera rubia no hubiera formulado ninguna pregunta.

----Llévenselo.

Parte del problema ahora para Kite era la comunicación. Esta era terriblemente limitada. Un cuarto mohoso de 2 x 2 daban cabida a su vida o mejor dicho sentencia hasta que las autoridades escolares ordenaran qué hacer. Para la comunidad, era un soldado más que había desertado. Para los probablemente futuros ganadores de la guerra, la escoria más grande de la historia. Desnudo, con su escuálido cuerpo y su clásica alborotada cabellera negra, lacia y su piel morena, en posición fetal, serio y reflexivo. Cada semana una bandeja de metal oxidada con una sopa agria y un diminuto filete de carne de la más mala que pudieron encontrar se deslizaba por debajo de una pequeña rendija. El hambriento Kite gateaba hasta la puerta y regresaba apenas y tratando de matar el hambre que lo agobiaba. Era, en pocas palabras, un soldado de guerra, de su propia guerra. ¿Dónde estaría Helter? Recordó con una sonrisa los momentos tan excitantes y agradables por los que habían pasado.

Una sinfonía de recuerdos invadió su mente, evocando escenas de su vida que lo revolucionaron. Y no todo cesó antes de esta, maldita guerra. Recordó cuando perdió su virginidad con la bella y erótica Eliana, una ninfómana que empezaba su camino seduciendo a chicos de la secundaria. Recordó a su novia Josselin, una diosa en la cama, por la cual dejó para enamorarse de Lizeth, una hermosa universitaria que se dejó llevar por las caricias y las maniobras que la hacían gozar a cada encuentro. O como olvidar la maravillosa lengua de Emi, aquella que lo hizo ver las nubes por primera vez experimentando las maravillas que podría ofrecer el sexo oral. Y también aquellos bellos recuerdos que no sólo se basaban en el sexo: sería una injusticia no mencionar a la tierna y sensible Verónica, aquella hermosa niña que lo hizo experimentar por primera vez el amor a secretos, una parodia interesante y excitante. Y sus cualidades de conquistador que creía no tener se habían notado cuando logró, ante su sorpresa, conquistar a la bella colegiala Melisa, aquella con la que permaneció eróticos momentos bajo las tibias sábanas en los inviernos del erotismo. Recordó con una sonrisa aquellos compañeros de trabajo, escuela y parrandas. ¿Y cómo olvidar a esas almas de la desfachatez? Moonwalk y Moonligth, aquellos personajes de toda la vida, los mejores compañeros que hubiese podido tener.

Habían compartido de todos, hasta las mujeres. A su mente vino momentos memorables recordando aquella sed de deseo que despertó la bella Lluvia, una pequeña y hermosa que como ellos, tentaba las insinuaciones del placer. Y fue eso, los que los unió más, aquel sentimiento que le permitió conocer nuevos horizontes dentro de su propio cuerpo y mente. Pero con todo eso, no podía quitarse de la cabeza a las únicas dos mujeres a las que había amado tanto: Daría y Helter.

Daria por un lado había sido su compañera fiel, la que perdonó desdichas y lujurias, más sin embargo las que compartió también. Aquella hermosa adolescente con la que había vivo el deseo y el placer mientras un secreto y la idea de sobrevivir los unía cada día más, desde que esa Guerra Escolar inició. Y Helter, había sido una confidente, una precursora de sus deseos y fantasías en todo campo y espacio. Eran las únicas que lo hacían sentir diferente, importante, lo hacían sentir vivo. Pero con todo eso, se mortificaba en exceso, siendo prisionero, solos, sin saber nada de ellas. Skelter, la comandante de los ejércitos aliados, entró en la habitación.

Su esbelto y hermoso cuerpo era apretado por su uniforme azul que sensualmente le apretaba los senos y las caderas. Una minifalda corta y una blusa de cazador azules la vestían, contrastando eróticamente con sus piernas vestidas con botas blancas y largas, y su cabello largo rubio lacio sedoso que se escurría sensualmente por su espalda. Skelter podría ser en todos los sentidos la mujer más deseable por todo hombre. Una diva, con ese hermoso culo gordo y apretado, esos dos enormes senos que saltaban a la vista, la hacían hermosa por ser una mujer de su figura. Y aunque no pasaba de los 17 años, se notaba su humor matinal y rudo, inteligente a la hora de actuar. Skelter sólo se limitó a mirar a Kite y pidió que lo llevaran a la zona de entrenamiento. Perfecto, pensó, lo utilizarían otra vez como conejillo de indias. Ahora volaría aviones cazas, manejaría tanques en zonas de guerra. Nada diferente a él. A las 22 horas con cuarenta y dos minutos una bomba estalló en las reservas de misiles en la eti 1. Aunque había sido la escuela con más reportes de bombardeos, seguía en pie, aún con un incendio que comenzaba y que hacía aterrar a los soldados y disparar a cualquier cosa que se moviera en el cielo. Pronto el agresor se identificó y cayó en llamas al suelo, totalmente destruido. Era un avión de una de las escuelas enemigas, el CETMAR. Pero el terror gobernó con más tiranía cuando en el cielo al menos tres flotas de aviones azulados del CETMAR destellaron en el cielo oscuro de estrellas. Las bombas no se hicieron esperar. En menos de diez minutos las torres de control, las de defensa y los pabellones fueron destruidos. Los pocos aviones que lograron despegar bajaron a tierra en pedazos de trozos en llamas.

Todo parecía la derrota de la eti 1. Más allá de las zonas de defensa, donde soldados morían a causa de las bombas y de la mala organización, tanques de la eti 26, de la eti 69 entraban con toda impunidad. Y al cabo de una hora, todo era terror y sangre. En su larga corretiza por la vida, topó con un cadáver que tenía un rifle y disparó ayudando a los pocos francotiradores que trataban de defender la entrada de la escuela. Después de que un avión se estrelló cerca de ahí, Kite corrió y logró esquivar a los aviones que le disparaban corriendo en un auto viejo que tuvo que dejar cuando una bomba lo alcanzó. Con todo, jadeante y tambaleante, subió a la última torre de defensa y tomó el juego de ametralladores y lo hizo funcionar en el cielo, derribando asombrosamente a una flota completa de aviones. Tuvo que dejar su lucha cuando una bala lo alcanzó y lo hizo caer en los escombros. Herido, sollozante y agonizante caminó por los pasillos donde cadáveres lucían a primera vista. Tonto, se dijo Kite.

La primera vez que un hombre ama realmente a una mujer se vuelve prisionero de guerra. La segunda, chilla pidiendo ayuda. Una voz quejosa robó su atención, más bien un sonido que agonizaba y amargamente pedía ayuda. Kite miró a Skelter, la hermosa y lista comandante de las tropas aliadas tirada, en el suelo, quejumbrosa. Kite se le acercó y le dio palabras de aliento, mirando controlado su pierna envuelta en sangre con una negra herida. Skelter se agarró del cuello de Kite y deliraba debido al horror. Ahora su bonito y sensual uniforme estaba roto y manchado de sangre, al igual que su cara; y ese orgulloso pelaje rubio, se había convertido en una melena absurda. Con todo eso, sus ojos no habían perdido la dulzura y belleza que poseían, ese brillo que deslumbró en Kite y que lo hizo cargarla y correr consigo. Una bala los alcanzó y Kite cayó junto con ella, casi agonizantes.

----Voy a morir. Vete, salva el pellejo.

----No voy a dejarla aquí ---Kite con sus últimas fuerzas se levantó y trató de levantarla, pero ella se opuso.

----No seas tonto. Corre. ---la voz de Skelter empezaba a pagarse ---ella te necesita ---susurró y le entregó una llave oxidada ---ve por ella. Está en el pabellón de prisioneros. Sálvala.

Kite corrió con lágrimas en los ojos hacia el mentado pabellón que no quedaba muy lejos, pero el camino le pareció eterno. Llegó y se deslizó por el parapeto y llegó al pasillo donde las celdas se atisbaban de manos que pedían ayuda. Kite introdujo la llave maestra en el tablero de metal y las celdas se abrieron, liberando a los prisioneros que corrían como bólidos. Era preferible correr y luchar por la vida que esperar la desagradable muerte envuelta en fuego, pensó. Sus ojos casi se desorbitan buscando a Helter, que no aparecía entre la multitud de sedientos prisioneros que corrían en dirección opuesta a él. Por fin su alma descansó cuando un cuerpo lo derribó y lo atacó en una sinfonía amorosa de besos. Helter sollozaba en su hombro, alegre como una niña pedante. Kite la abrazó y la besó, la tomó de la mano y corrió.

Habían pasado meses después a aquel ataque que, paradójicamente significó la derrota final de la eti 26 y sus aliados, y como tal, el final de la guerra. Pero para aquel entonces no todo era color de rosa. Después de la invasión a la eti 1, parecía estar todo perdido, pero un comando que había salido a expedición fue avisado con tiempo y planeó un ataque certero que derrotó por completo a la eti 26 y a sus invasores. Una avioneta rentada cargada con fuertes bombas hizo estallar la guarnición de misiles, los páneles de gas y los tanques de butano de la escuela técnica 26, el enemigo más poderoso. Consecuencia: lo único reconocible que quedó de la eti 26 fue su placa de acero de su inauguración décadas atrás. Pero ahora los rebeldes seguían con guerrillas en diferentes zonas, pero con todas las de perder. Y mientras eso pasaba, Kite, Helter y Skelter aún mantenían la vida y la cordura en un escondite estratégicamente ubicado y fabricado para "ocasiones" como esas, donde la régimen autoritaria Skelter ahora siendo la persona más buscada en el país compartía su escondite con Kite y Helter, irónicamente. El escondite era al menos un lugar agradable, paredes de celofán azules, un cielo rugoso pero limpio, una luz blanca tenue, velas, un computador, algunos muebles viejos y raídos y un catre donde Kite montaba a Helter y Skelter parloteaba amarguras, relatando algunas penurias.

----Todo mi maldito pelotón está muerto ---Skelter echó la cabeza hacia atrás, mientras Helter montaba a Kite, moviéndose en el, cabalgando en su miembro erecto buscando un segundo orgasmo ---yo debí haber muerto con mis hombres ---dio un trago a su tequila añejo ---ahora soy una pobre perdedora escondiéndome con dos gandules que tengo como compañeros.

----Él le salvó la vida ---Helter hablaba jadeante mientras sufría los pasmos de sus labios al contraerse. ---Oh, debería de estar agradecida.

----Mientes ---Skelter tenía su mirada fija en un portal, ignorando la escena caliente que se desataba en orgasmos y gemidos a apenas unos metros de ella ---prefiero haber muerto en guerra que ser salvada por un traidor.

Los meses pasaron y su escondite se había convertido en un lugar de reencuentros y recuerdos. A pesar de todo, Skelter dio a ver su lado bondadoso y sensible, convirtiéndose ante un gran asombro en una gran amiga de Helter. Nadie nunca se lo hubiera imaginado. Ahora todo se envolvía en una intención por encontrar la fórmula a la sobrevivencia. No importaban razas, bandos aliados o no o caracteres diferentes. Ahora Kite había tomado el papel de macho protector, el que recolectaba el alimento y el que daba noches de placer a Helter cada que ella se sentía algo "fogosa". Respecto a Skelter, era muy sigilosa por las noches, comía algo, daba vueltas en la cama y se quedaba profundamente dormida.

Una noche los víveres escasearon y Kite tuvo que salir desde la mañana y su hora de llegada no se veía llegar. Todo eso puso, junto con amargos recuerdos, el ocaso de una guerra y el aislamiento inoportuno a las dos hermosas adolescentes sentimentales y nostálgicas, sobre todo a Skelter. Se había dado un baño con agua tibia, era muy higiénica. No soportaba la mugre y la suciedad en cualquier presentación, a eso se debía su escondite con tan buen olor. Helter, pensó, que por primera vez en su vida, no vivía en un escondite que oliera, por lo menos ligeramente, a pólvora. Skelter yacía sollozante en un catre bien forrado de sábanas blancas y tibias, aromatizantes a lavanda. Su cuerpo erótico y divino se forraba por bragas azules que le apretaban, un sostén pequeño que hacía resaltar el tamaño de sus voluminosos senos. Su esbelto cuerpo ahora descansaba, cubierto por sábanas y su hermoso cabello rubio y largo algo húmedo por el recién baño descansaba de un lado, en la cama. Sus manos delicadas y tersas se apretaban contra sus pechos, oprimiendo alguna penuria. Sus hermosos ojos azules ahora resaltaban por la humedad que los invadía, algún penoso llanto. Sus labios, delgados y ricos a primer tacto, se contraían entre si escondiendo algún gemido entristecedor. Su posición fetal daba la espalda a Helter, que la miraba de soslayo, tratando de adivinar que le pasaba. El pequeño cuerpo de Skelter se contraía también, como si un hipo la invadiera. Helter se recostó a un lado de ella, pasándole sus manos por sus brazos y piernas, acomodándole el cabello de su rostro, tratándola de consolar.

----¿Qué pasa Skelter? ---le alació el cabello.

----Me siento tan mal ---una lágrima escurrió por sus sonrosadas mejillas ----a veces siento que no le importo al mundo, que soy una más...esta guerra se ha llevado todo lo bueno que tengo.

----No digas tonterías hermosa ---los labios carnosos y rojizos de Helter dotaron de un beso a un brazo de Skelter. Esta se estremeció y por primera vez desde que habían llegado a ese ahora erótico escondite, ella la miró a los ojos ---eres muy sensible e inteligente, eres una gran mujer ---otro beso que despertaba una nueva sensación en Skelter se liberó ---no tienes por que sentirte así....

----Me siento sola ---Skelter se volvió boca arriba, de modo que ambas inevitablemente se pudieran ver a los ojos, los dos centellantes.

----No tienes por que sentirte así. Aunque parezca increíble, todavía hay gente que te estima ---Skelter la miró más de cerca, alzando su cabeza ---lo que quiero decir es que allá afuera te están esperando muchas personas, que te estiman, y ten por seguro que darían lo que fuese por tenerte de regreso.

----Lo dices por hacerme sentir mejor ---dijo Skelter, sosa, como una niña quejumbrosa.

----Lo digo en serio Skelter. En este tiempo que te he conocido te he tomado afecto. Estoy segura que hay muchas personas que te estiman, no te sientas sola ---le pasó un dedo por su abdomen ---entre ellas estoy yo...

Helter tenía un nuevo sabor y tuvo la calidad de una nueva sensación cuando Skelter la besó. No intentó alejarse, reprimir el acto o negarse o mucho menos no corresponder el beso. Se quedo quieta, sintiendo como los labios de Skelter trabajaban en ella, haciéndola sentir nuevas sensaciones y sentimientos, nunca antes presenciados en ella. Se dejó llevar por el placer tan delicioso que la invadía y la hizo corresponder el beso a Skelter, de una manera tan caliente y tan salvaje que guiadas por las nuevas sensaciones que experimentaban se recostaron, repartiéndose caricias desde ambos lados de la cama, lateralmente, Skelter palmando con sus dedos la húmeda, tibia y palpitante vagina de Helter, que se contraía y erosionaba a cada roce de su clítoris con los dedos incipientes de Skelter que la hacían gemir y apretar las sábanas blancas, ahora tibias por sus cuerpos practicándose placer. Helter al borde de su orgasmo se recostó en el catre, abriendo lo más que podía sus piernas, sintiendo como la cabeza de Skelter se hundía en su sexo, introduciendo su tibia lengua, sus largos y generosos dedos, acariciándole con sus labios su punto más débil y que al primer tacto la volvía tan loca y sagaz que la hizo revolcarse en las sábanas y gritando como animal en celo. Sus líquidos tibios y agrios bañaron la cara de Skelter, que los devoró todos sin dejar gota alguna. Esta vez, una candente Helter se le montó, haciéndola ver las estrellas con un dedo en el interior de Skelter, tocándola por primera vez, y fue cuando su ardiente unión se perfeccionó con un beso que incluía sus lenguas, largas y traviesas, la misma que hizo lagrimear a Helter del placer. Ahora esta se había convertido en una fiera salvaje que montaba a Skelter y metía sus generosos dedos, haciendo un ritmo sincrónico que hacían a Skelter gemir y gemir como una verdadera hembra en celo que era. Sacó el húmedo dedo y lo introdujo en su boca, caliente y hambrienta.

Oscilaron un rato, ambas unidas con candentes y salvajes besos, uniendo sus lenguas, y sus dedos en la cueva húmeda, palpitante y sollozante de cada una, reprimiendo los gemidos con los besos, reprimiendo sus angustias y penurias con sus cuerpos, haciéndose sentir mutuamente en las nubes. Al cabo de un par de orgasmos, abatidas, lagrimeantes del placer, quedaron tumbadas, una encima de la otra. Pero Helter la hambrienta quería más. Y eso que no faltaba una noche que el miembro lleno de leche de Kite la visitaba a diario, de que siempre sus labios probaban el néctar del semen, pero esta vez le habían tocado un punto débil, habían descubierto una nueva sensación, una nueva afición. Y era calmada esa sed que la volvía loca por esa chica ridícula, esa rubia hermosa culo grande, de mal carácter y bebedora, la que había sido su peor enemiga. Ahora Helter y Skelter parecían haber sido una sola en la cama, aquella serpiente vibrante y gimiente que despertaba olas de placer. Skelter se echó boca abajo, tentando y mordiendo las almohadas mientras una lengua se introducía en su ano, y unos labios lubricaban el carnoso alrededor. Las manos de Helter le acariciaban por detrás su clítoris, a punto de estallar en un orgasmo más casi imposible, mientras que sus labios lubricaban su ano, ese hermoso tesoro que se escondía en medio de un par de carnosas, hermosas y enormes nalgas que eran desvirgadas por la lengua y los dedos de Helter, que hacían vibrar a Skelter en una ola incipiente de placer y dolor. Tres dedos, casi al margen imposible entraron en el ano de Skelter, rojizo y carnoso, palpitante por una desvirgada como debiera de ser. Y como si los deseos de ambas hubieran sido cumplidos, Kite apareció, tieso en medio del cuarto, mirando la escena, haciendo tirar los víveres en el suelo, estupefacto, envuelto en su propio asombro estúpido, mirando, esperando.

Helter sacó su cara de en medio de las nalgas de Skelter, brillante por los líquidos y miró a Kite, asombrado, aún con la apariencia de estar inmóvil y sin vida.

----¿Por qué no te nos unes? ---la voz jadeante y entre cortada pertenecía a Skelter, que lagrimaba con Helter encima, desvirgando su ano.

----Ambas te necesitamos ---Helter se pasó la lengua por los labios, limpiándose los jugos de Skelter.

Y como si las palabras de Helter y Skelter le hubieran dado vida, Kite entró a la cama., desnudo, con su enorme miembro erecto y rojizo, tan emocionado por esa escena que presenciaba, la cual imaginó verdaderamente nunca imaginar.

Los labios de Helter y Kite se unieron, sintiéndose borracho del sabor de ambas. Mientras los salvajes besos los llenaban nuevamente de placer, ambos introducían uno o dos dedos en el rojizo y musculoso ano de Skelter, aquel que por fin, en toda su vida, había sido violado y por fin tentado causando el placer humano. Aquel que caminaba de aquí allá, envuelto en ese enorme y musculoso, deleitable y sabroso culo, aquel que fue tan deseado, aquel que evocaba eróticas imágenes a cada que los soldados se duchaban o se encontraban en momentos de privacidad. Aquel cuerpo que era poseído por la enemiga más ruil y un vil traidor.

Y evocándose entonces una escena más, Helter, con sus piernas abiertas, una vez más probaba las delicias que podía hacer la boca y lengua de Skelter, mientras esta era penetrada en su totalidad por un hambriento y lujurioso Kite. Skelter soltó un gemido ensordecedor, un grito plástico que llenó a la habitación de un eco y una excitación al imaginar esa escena, Kite atrás de Skelter, con su miembro desvirgando cada centímetro del ano de Skelter, tentando sus entrañas, y ella, haciendo gritar del placer a Helter que apretaba las sábanas y los dientes, loca del placer. Pero pronto el salvaje Kite aumentó el ritmo de sus embestidas y Skelter no pudo seguir con su erótico trabajo, tuvo que ocupar esa lengüita y boca para emitir los gemidos y gritos que le hacían esa verga enterrada en ella, aquella que había conocido por completo ese musculoso culo, aquel que al fin había sido desvirgado. Pero Kite parecía no tener sacia, y aumentaba sus embestidas, con cogidas y vergizas, moviéndose de atrás para adelante, poseyendo aquel agujero dulce, exuberante como un animal en celo.

Pronto Skelter no aguantó aquellos manjares y sus ojos empezaron a lagrimear, y su boca, deformada por labios que se curveaban pedían piedad, y su ano, ese sabrosísimo tesoro, ese trofeo al placer y a la lujuria, empezó a sangrar. Skelter pidió que parara, que ya no aguantaba y fue ahí donde Kite se compadeció de ella y la zafó con salvajismo, haciéndola desplomarse, haciéndola abandonar su posición de cuatro patas. Helter rodeó su cabeza con las piernas y Skelter comenzó nuevamente su trabajo, rozando, mordiendo y ensalivando ese clítoris que estalló en una serie de orgasmos simultáneos, haciéndola quedar satisfecha a Helter aparentemente. Kite apareció y con salvajismo poseyó frente a frente a Skelter, mirándose a los ojos, con sus rostros cambiados en máscaras que notaban el placer que sus sexos se dotaban. Kite empezó a bombear, haciendo gemir a Skelter nuevamente y acabar con ella en un orgasmo. Fue ahí donde Kite separó y las hizo hincarse a las dos, haciendo que le dieran una doble mamada. Tal vez el trabajo oral más delicioso y perfecto. Mientras Skelter recorría con sus labios y lengua de arriba abajo el miembro, Helter chupaba cada uno de los velludos testículos, bolsas con ese néctar que ambas esperaban recibir. Kite se convulsionaba a cada succión de ambas, y mirándolas ahí, las dos masturbando con las manos y sus labios aquel miembro que amenazaba con estallar. Y así fue. Después de horas de placer aquel rojizo sujeto escupió los interminables chorros de semen, bañándolas por completo: sus caras, sus bocas, sus lenguas, sus cabellos, sus pechos y hasta sus abdómenes. Habían esperado esa descarga las dos juntas mirándolo con la boca abierta, al fin esa boca que se llenó de tibio semen y que tragaron sin dejar una gota, sin hacer ese "desagradable" hábito de desperdiciar. Kite cayó en la cama, agotado y las dos ninfas empezaron a intercambiar lenguas y el semen que tenían en sus bocas, convirtiendo todo en un erótico beso lésbico.

Cuando Kite despertó la mañana siguiente el lugar estaba completamente destruido, a excepción del catre que lo rodeaban Helter, Skelter y dos compañeros más que reconoció al instante, asombrado, sonriente de volverlos a ver y alegre por verlos con vida. Un helicóptero de la eti 1 estaba estacionado y de ahí habían descendido soldados que con mantas cubrieron inmediatamente a Skelter, y por órdenes de ella habían asombrosamente y ante su sorpresa de los mismos soldados protegido a Helter. Kite despertó del todo y se puso de pie, vestido con paños menores, mirando a los ojos a todos.

----Parece que después de todo tuviste una excelente noche ---dijo Moonwalk con una sonrisa

---Mírate ---Moonligth lo abrazó ---dormiste bien ¿eh?

Las palabras hicieron reír a Kite y abrazó a sus dos amigos, Moonligth y Moonwalk, aquellos hermanos con los que había compartido casi toda su vida. Lo escoltaron hacia el helicóptero y este partió. De camino a casa, le habían contado de la bomba que había sido disparada en la eti 26 y de la tremenda derrota que había sufrido. Con todo, la guerra había terminado por completo y era hora de la paz. La felicidad hizo lagrimear a Kite.

----Daria te está esperando ---dijo Moonwalk ---no sabes lo emocionada que está.

Kite miró a Helter y luego a Skelter, que sólo se limitaron en sonreírle compasivamente. Kite miró a sus amigos y después al paisaje de la ventanilla del helicóptero que ofrecía la reconstrucción de las escuelas y un cielo despejado, hermoso, sin humo y aviones centellear. Y pensó en Daria. Se le hacían largos los segundos para esperar volverla a ver, tenerla en sus brazos y contarle, resumidamente por obvias razones, las aventuras que había pasado. El helicóptero viajó en el cielo, rumbo al camino de la felicidad, se perdió en el paisaje azul, se hizo más pequeño, después un punto, y luego, nada.

FIN

 

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wnk

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