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La Pequeña pero Insaciable Karla

en No Consentido

-LA PEQUEÑA PERO INSACIABLE KARLA-

De regreso a sus aventuras eróticas, Kite nos relata, junto con ayuda ahora de su nueva amante, uno de los relatos más eróticos de nuestro ya sensual personaje erótico.

 

Si para bien, toda la escuela apesta. Lo único bueno es que conoces gente nueva, y en especial a chavas o chavos, según sea el caso. Yo siendo hombre, me encanta conocer chavas, e imaginarme como serían en la cama. No es que sea un pervertido, pero me excita la idea. Y ahora como acabo de entrar a una escuela, las cosas no podían estar mucho mejor. Todas las mujeres se me hacen hermosas, incluso las profesoras. Y a medida que avanzaba el tiempo, descubrí una cosa que me desilusionó. O eran infantiles, o hablaban de temas aburridos. Y a mi no me interesan si tienen un culote cuando son unas verdaderas estúpidas. Así que desilusionado, busqué alguna compañera.

Yo nunca la había visto, siendo tan hermosa no me robó la atención. Se llamaba Karla. Era hija de una de las secretarias de la escuela y era una diva. Su cabello era negro y lacio, hasta la meda espalda. Su piel blanca hacía casi un juego erótico con su largo y sensual cabello. Era delgada y algo baja, por su edad. Su cara era muy bonita, con unos labios gruesos pero eróticamente femeninos. No tenía mucho busto, pero eso sí, tenía un inmenso culote, tan grande y sensual que al sólo vérselo me excitaba y me ponía erecto,y cada vez que pensaba en ella me entraban unas inmensas ganas de hacerme una generosa chaqueta.

Sus piernas eran gruesas y sus ojos grandes, su cintura muy ancha, era realmente sensual; te excitabas al verla. Era una ninfa, una sirena, y, tenía 10 años.

Y aunque era algo pequeña, les digo otra vez, ¡era un culote! Y no sé por qué, pero me atraía, me encantaba y me gustaba un buen esa chava. Todos los días pasaba por mi salón, con su sensual uniforme de escolar de primaria, y sigo sensual, por que llevaba una falda cocida corta que se pegaba a sus ya formadas y sabrosas caderas. Su blusa blanca se amoldaba a su tronco, creando una ilusión y deseo sexual. Yo la miraba con lujuria cada que pasaba por frente a mis ojos, la miraba de arriba abajo, con una cara de comerme a ese pedazo de carne fresca y sabrosa. Ella me miraba con sigilo, y sabía lo que pasaba, sabía como la miraba y por qué. No había día que no pensara en ella, en las ganas que tenía de hacerle mía. Y pasaron los días. Yo llegaba temprano a la escuela sólo para mirarla un poco más, y ella acostumbró a pasear por la escuela temprano, meterse a los salones a curiosear o seguirse paseando por la escuela con su inmenso culote y su sabroso cuerpo. Yo me postraba en las ventanas para mirarla, y ella ya sabía lo que yo estaba haciendo, así que, ya no podía disimular y ahora me miraba de la misma manera que yo la miraba. Días después, ella llegó más temprano que yo, y la encontré curioseando en mi salón.

----Yo no sabía que ibas en este salón, de haberlo sabido, no hubiera entrado. ---ella se paró de la banca donde estaba y se dirigió a la puerta, yo la tomé de su mano, tibia y suave.

----No. Es más, no quisiera estar sólo mientras llegan los demás.

----Pero si siempre estás así ---y miró a la ventana ----siempre estás ahí parado, en la ventana, mirando…mirando… quien sabe que cosa…

-----Mirándote ---le dije. ---Todo el tiempo te miro.

-----¿Cómo te llamas?

Para ese entonces, ella se había sonrojado y había esbozado una sonrisa. Toda esa mezcla de una niña precoz, atractiva, sensual, glamorosa, casi perfecta, con una sonrisa y los dos solos en un salón donde ni siquiera se escuchaban el sonido de algún alma, era una mezcla perfecta de algún sueño erótico.

----Kite, ¿y tú?

----¿Kite? ---ella se puso una mano en la boca para reír, yo sólo le sonreí ---¿Qué tipo de nombre es ese? No importa ---y me soltó de la mano y se sentó en una banca, ya junto a mí ---me gusta tu nombre.

Ella me sonrió. Nunca había visto una sonrisa tan hermosa, casi perfecta en una simetría si hablamos de una sinfonía de deseos sexuales. Ella me miraba como sabiendo lo que yo sentía por ella, y yo la miraba en una minuciosa vista en rayos X. Y así se fue, el día, los días, las semanas, habíamos construido una amistad: el inicio de toda relación sexual, pensé.

Pero hubo un día que pasará a la historia. Era un viernes. El día martes, miércoles y jueves no había habido clases, así que sólo un lunes y un viernes. ¿Pero quién iría solo un día ya para acabar la semana? Y temiendo eso, temí que Karla no iría a llegar. Nuestra relación de amigos había llegado lejos, al grado que empecé a llevarme con su mamá. Pero jamás sospecharía de mis deseos con su hija, y ni siquiera yo, que esos deseos se harían realidad.

Llegó la mañana del viernes. Para colmo, había llovido y había charcos por doquier. Yo me postré en la ventana para mirarla, pero ella me sorprendió por detrás.

---¡Hola niño!

----¡Hola Karla!

Ella me sonrió nuevamente, y yo, me puse erecto. ¡Imagínense! Era tan hermosa y tan rica que me excitaba al tan sólo sonreírme.

----Pensé que no ibas a venir. ---le dije mirándola fijamente. Ella se sonrojó por mi mirada con un sin fin de deseos. Ella lo sabía.

----Yo también pensé que no iba a venir. Pero mi mamá me dijo que la acompañara, y no me quería dejar sola en la escuela.

Me contó que su mamá no había llegado, y que la había dejado aquí un rato. Noté que venía de civil, y ya no con su uniforme de primaria.

---Pero faltan casi dos horas para que empiecen tus clases ¿Qué haces aquí? ---me dijo riendo.

----Es que ---miré hacia abajo, di un paso adelante y la volví a mirar, tratando que nuestros cuerpos se juntasen. ---Te iba a ver hasta el lunes, y, pues, quería verte más. Me gusta mucho estar contigo.

---¿En serio?

---Sí. ---y contuve el aliento ---es que, me encanta estar contigo, me gustas mucho Karla.

Ella caminó hasta la puerta y la cerró. Se me acercó y puso una cara seria, la regué, pensé.

---¿Y tú crees que podríamos ser novios?

Yo me sentí raro. Una niña de 10 años se me declaraba. Y ella planteaba la pregunta tímida, pero con seriedad. A veces, me sentía mal por su inocencia.

---Claro ---al fin le dije.

Y no pasó nada. Llegó su mamá y pasaron los días. Nuestro «noviazgo» eran largas pláticas de temas a veces tontos en el receso de la escuela, o algún arrimón que le daba «jugando». Y en fin, su mamá me dijo que si le podía enseñar inglés, por que en su colegio no andaba muy bien en esa materia. Así, que, pues su mamá me creía un amigo casi de su hija y de ella, y no sabía mis reales deseos. Así que, la fue a dejar a mi casa, un día que no había nadie, pero fingí que mi mamá estaba para no crear sospechas. Y nos quedamos solos, ella y yo, en mi casa, sin nadie que estuviera ahora si mirando.

----Hola Kite. ---me dijo.

Le enseñé inglés, y fue divertido. Nos reímos, bromeamos, y una vez más «jugamos» llegó la hora en que terminamos, y le revisé su tarea. Ella sonrió al sacar todas buenas, y me abrazó diciendo "que buen maestro de inglés" y yo respiré su aroma, su aroma a mujer, mientras la abrazaba. Yo la contemplaba mientras guardaba sus útiles. Ella sintió mi mirada.

----¿Qué? ---me sonrió.

----Karla, tú eres mi novia, ¿verdad?

Ella dejó su mochila, me miró y me sonrió, algo halagada.

----Sí, claro.

----Y los novios se dan besos. ¿Le has dado un beso a alguien?

Ella se inclinó y me besó en la mejilla. Yo la abracé y la tomé de su cintura.

----Te voy a dar un beso de verdad.

Yo me incliné y le planté un beso largo y apasionado, movía mi cabeza de un lado a otro, la apretaba contra mí, un verdadero beso. Ella no sabía que hacer, se quedó tiesa, con sus labios inmóviles, mientras yo casi me los comía. Nos separamos y ella quedó muy perpleja para reaccionar.

---Me gustó ---al fin dijo.

----Ahora tú ---le dije.

Ella se inclinó y sólo se limitó a darme besos de "piquito". Yo le enseñé un beso más, y la jalé hacia a mí y la volví a besar, pero con más pasión. La tomé de la mano y la puse en mi miembro, que estaba a mil.

----Tal vez no te vuelva a ver Karla, tal vez nos separemos, por eso quiero estar contigo siempre.

----Yo también ---me dijo cuando apenas se recuperaba del tremendo beso. Ella todavía tenía su mano en mi miembro. Le dije que lo acariciara, y así lo hizo, algo tímida.

----Te quiero mucho, y no pienso dejarte ir.

----¿Y?

Otro gran beso. Esta vez, la cargué y la apoyé en mí, y la puse en un mueble. Y así quedamos, ella arriba y yo abajo, mientras la besaba con pasión. Le pasé la mano hasta por las sombras, y ella había sacado ya mi gran trozo duro del pantalón.

----Quítate la ropa, que te voy a hacer mujer.

----Quítamela.

La besé en sus orejas, se las chupé, le besé su estómago, sus piernas, su cara, su cuello, y por fin la desvestí. Traía un pequeño calzón femenino y un corpiño, y yo casi me vengo al verla así, en paños menores. Me rodeó con sus piernas mientras yo me quitaba la ropa. Ya desnudo, me le lancé, besándola sin parar.

----¿Nunca lo has hecho, verdad Karla?

----No.

Ella estaba tímida y casi sin moverse, sólo trataba de besarme pero no lo hacía bien, debido a la inexperiencia. Pero yo estaba feliz así con ella, los dos desnuditos, besándonos.

----Me tengo que ir ---y miró al reloj ---ya es hora.

----Todavía falta ---la hice callar poniéndole un dedo en su boca, dilatada.

La penetré lujuriosamente. Ella soltó un grito ensordecedor que después se convirtió en un gemido. Me miraba aterrada mientras yo subía y bajaba, gimiendo como un animal y jadeando como el mismo. Ella me apretaba la espalda por la intensidad que yo la penetraba, la tomé de su cintura y de sus caderas, con más intensidad, mientras la penetraba con mas y más fuerza, intensidad, más lujuria. Para tener 10 años, tenía una deliciosa y sabrosa cuevita, así como me la imaginé. Yo casi me vengo y me separé. Ella quedó plasmada en el mueble, casi agonizando.

----¿Te gustó? ---le dije

Ella se puso de pie y sin decir nada, agarró sus ropas y trató de cubrirse los casi ausentes senos.

----Es tarde, me tengo que ir.

Ella se inclinó para guardar sus cosas en su mochila, y así desnuda, me enseñó ese enorme y grueso culo frente a mí, con la rayita sin separar. No lo pensé dos veces y la tomé de su cintura, la hice desplomarse de rodillas y la penetré por detrás, con fuerza y sin compasión. Ella se aferró al suelo y gritó desesperadamente. Hizo caer su ropa y su mochila, yo la penetré hasta el fondo y la apreté de sus caderas, mientras me movía hacia atrás y hacia delante, jadeando del placer y de al fin tener ese enorme, sabroso, rico, dulce y bonito culo en mi pene, que casi se venía. Ella gritaba y me suplicaba que ya no le diera, y le dije que con la condición de que me la chupara, pero ella se negó, así que la cogía con más fuerza. Pero me preocupó de que casi lloraba del dolor y así que la dejé, y se desplomó en el suelo, jadeando.

----Eres tan hermosa Karla.

Me le reuní ya la empecé a besar como en un principio. Ella estaba como inconsciente, la jalé de su cabello e hice que se metiera mi enorme trozo en su boca. Ella se lo acomodó con sus manos y me miró, algo aterrada pero con cierto interés.

----Chúpalo.

----¿Cómo?

----Sólo mueve tu cabeza hacia atrás y adelante, pasa tus labios y tu lengua a lo largo… ¡anda!

Ella obedeció. Me excitaba tanto a mí como a ella, esa actitud que tenía ella de vasalla. Y otro gran secreto revelado: la mama exquisitamente, sólo se miraba el sonido de la saliva como se revolvía en esa maniobra oral. Ella lo chupó con más fuerza, me tomó de mis piernas y lo mamó y lo mamó, hasta secarme todo. Yo la tomé de su cabeza y ahora era como si me la estuviera cogiendo por la boca. Su nariz topaba con mi vello púbico, y su saliva escurría por mis huevos y su cara. Yo al fin me vine. No le avisé, así que ella los recibió todos en su boca, se apartó y empezó a escupir en el suelo, yo me seguí viniendo y se los aventé en su cara, yo gemía de lo rico que me lo había mamado. Me desplomé en el mueble, alucinado. Ella sin decir nada se limpió y se puso su ropa. Tiempo después, vino su mamá en el coche y nos pitó. Mi Karla, ahora ya desvirgada por mí, subió al auto y las despedí con un saludo. Y mirando como el auto se alejaba, Karla me miraba por el espejo de atrás, mientras yo aún movía la mano, saludándola.

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