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La Dicha De E. Byron

en Gays

La Dicha de E. Byron

Byron siempre fue un puto toda su vida. Nunca había demostrado esa cizaña y destreza que se tiene con las mujeres, desde pequeño, nunca. Así que no le quedó más remedio que declararse un fracasado con las mujeres a sus quince años. Bueno, a esa edad la mayoría de los heterosexuales ya tenían o habían tenido una novia, pero con Byron nada había pasado. Y para colmo, últimamente se había encontrado en pensamientos eróticos no propios. Cuando navegaba en internet le daba por chatear con desconocidos en salas gays, y se sorprendió excitado. Cuando un chico apuesto arribaba al camión, o pasaba cerca de él, en su escuela, cerca de su casa, notó que le robaba la atención. No había que decir, pensó Byron, el chamaco era un puto.

Había pasado tiempo desde que su papá se había dado cuenta de las mañas de su hijo. Ahora se juntaba con más mujeres que con hombres, veía novelas donde chicos apuestos abundaban. Byron siempre le dio curiosidad la sensación de estar con un hombre. Era algo no propio, pensaba, pero la idea lo volvía loco del placer. A veces, despertaba en las noches y se metía en el baño, con el mango de goma de un martillo y un lubricante y en silencio, abriéndose su musculoso culo se daba sesiones de placer. Byron babeaba de la lujuria, no podía esperar a su primer contacto homosexual. Pero él no podía tener aquello, pues era chaparro, gordo, nada guapo, ni siquiera bonito. Pero no le importaba. A veces, se ponía bajo las sábanas y con el mismo mango imaginaba que era la musculosa verga de algún machin y la mamaba como tal, Byron disfrutaba de todas esas mañanas.

Pero todo dio un giro cuando Byron, nuevamente perdiendo el tiempo en internet, se metió a una sala de gays. Siempre se dio cuenta que los homosexuales activos buscaban chavos inexpertos, jóvenes, vírgenes y curiosos. Byron pensó que no sería problema buscar algún macho experto y bien dotado que saciara la sed de Byron.

Colocó en la sala general:

Me llamo Byron. Busco activo experto, guapo, bien dotado, yo joven de quince años inexperto que busca saciar su curiosidad. Interesados mandar mensaje.

Apenas habían pasado segundos cuando Byron se llenó de mensajes. Muchos le preguntaron que como era, y que tanta sed tenía de ser penetrado por un hombre. Después de platicar con muchos, hubo uno en especial que emocionó y excitó a Byron. Su mensaje decía:

Soy Miguel, de 35 años, alto,blanco, delgado, marcado, velludo, experto, puedo hacer lo que tu quieras. Me encantaría estrenar tu exquisito e inexperto cuerpo adolescente.

La cita sería un condenado Sábado en una calle cerca del departamento de Miguel.

Byron estaba nervioso y emocionado al mismo tiempo. No sabía si estaba bien lo que iba hacer, pero el estaba muy excitado. Llevaba un short corto rojo y una camisa blanca, nada elegante. Pero para los ojos de Miguel, un experto cogedor, Byron sería un bizcocho. Debido a su leve gordura, Byron se dotaba de un culo grande y musculoso, muy grande para ser exactos. Su corte de cabello corto y su cara de puñetas daban la apariencia de un adolescente bobo, inexperto. Todo eso excitaba mucho a Miguel.

Byron espero en la esquina de la citada calle. Miraba a los lados, esperando ver al hombre que tanto había soñado e imaginado la noche anterior. Miguel apareció. Llevaba unos vaqueros ajustados, una camisa blanca pegada a su torso marcado y su cabello lacio negro hacia atrás, su barbita de candado y unos sensuales lentes negros. Al ver a Byron, embobado y parado ridículamente, le sonrió.

---Hola, ¿tú te llamas Byron?

---Sí ---tartamudeó Byron.

Una sonrisa más encantadora hechizó a Byron. Miró a Miguel de arriba abajo. Era todo lo que había soñado, pensó. Notó la mirada por encima de los lentes, Miguel lo miraba con deseo.

---Eres más bonito de lo que pensé. Vamos, mi departamento queda por allá.

Byron siguió a Miguel. Byron no sabía que decir ni que hacer. Apenas y minutos después, llegaron al departamento de Miguel. Byron se sentía raro, emocionado, sumamente excitado al entrar al edificio y subir las escaleras rumbo a la cama tibia de Miguel, y este atrás de él, siguiéndolo, mirando, se seguro, lo que pronto se iba a comer y a disfrutar tanto.

Miguel metió la llave en la puerta. Giró y un modesto pero elegante departamento apareció. Byron paso apenas con pasos cortos, al escuchar cerrarse la puerta, Byron se estremeció.

---Ven ---Miguel tomó de la mano a Byron, conduciéndolo a la habitación.

---Tengo miedo ---titubeó un puto chamaco arrepentido.

---Por favor ---Miguel pasó una mano por su cuello ---ambos, tú como yo, deseamos que pase este momento. Hace mucho que no tengo a un pollito como tu en mi departamento. Anda, vamos, me muero por hacerlo.

Byron accedió. Tal vez podría ser el único error que había valido la pena evitar. La habitación de Miguel era oscura y con un delicioso aroma a perfume de hombre. Las cortinas eran de un tono azul marino y contrastaban eróticamente cuando trataban de ocultar la luz. La alfombra era verde oscura y las paredes azules también. Había una cómoda y una cama King Size con un cobertor azul. Byron se paró al pie de la cama, sintiendo la presencia de Miguel por detrás. Nuevamente escuchó una puerta cerrarse.

---Te gusta el color azul ---dijo Byron, nervioso.

---Ajá ---Byron sintió la voz y aliento de Miguel en su cuello, y después unas manos que lo recorrían de arriba abajo por su espalda, su cuello y sus nalgas, Byron cerró los ojos, tratando de contenerse, pensaba si sería correcto hacer lo que hacía. Sintió el miembro erecto y duro detrás de él, ahí, persistente, enterrándose en sus nalgas. Byron se dejó llevar. Con Miguel encima, se recostó en la cama y fue manoseado. No podía creer la maravilla que le pasaba, según él. Byron acariciaba el colchón, sintiendo a Miguel encima de él, besándolo y escuchando como se quitaba la ropa. Byron sólo cerraba los ojos, sintiendo y gozando.

Unas manos se adentraron en su short, y minutos después., fue despojado de él. Ahora el rico y virgen culito de Byron quedo desnudo, y Byron se sintió en los cielos. Nuevamente sintió la verga caliente y palpitante de Miguel en su culo, rozándole cada nalga, recorriendo su raya de arriba abajo. Byron estaba muy excitado. Volteó para mirar a Miguel y este le dio un largo beso. Byron se recostó después de que Miguel le quitó la camisa. Ambos ahora, estaban desnudos, los dos, en la cama.

Miguel metió un dedo en el ano de Byron. Este saló pero después suspiró, gozoso.

---No me mientas, no eres virgen. Lo sé por que tu culito no esta todo cerrado.

---Me doy placer yo solo ---dijo Byron entre gemidos.

Miguel rió y recostó nuevamente a Byron, boca arriba, y Miguel montado a Byron le puso la verga en la boca.

---Cómetela chiquito, quiero ver como te la comes.

Byron empujó a Miguel, este quedó boca arriba, recostado. Byron tomó con su mano aquella enorme verga. Una como esas tantas veces se la había saboreado, pensó. Con sus dos gruesos labios y su larga lengua la recorría de arriba abajo, hasta su garganta, comiéndosela toda. Byron era un experto mamador. Lamía sus testículos, le daba chupadas a la cabecita y se la volví a meter toda. La media hora que estuvo haciendo eso para Byron solo fueron segundos. Ahora la verga de Miguel brillaba, más roja y con mas venas, lista para el goce de ambos. Byron se recostó en la cama y alzó el culo. Miguel lo tomó de las caderas y la puso en la entrada, justamente ahí, y solo ese roce, volvieron a Byron loco.

---Ay papito que rico...me vas a coger. Que rico cógeme todo soy tuyo este culito es todo tuyo...cómetelo...

Miguel hizo presión y lentamente empezó a penetrar a Byron. Cada centímetro era una cantidad enorme de placer para Byron, gemía como, si, como eso, como la puta que era. Miguel soltó un gemido cuando entró por completo en Byron. Byron movió el culo de arriba abajo, de un lado a otro, gimiendo con más intensidad.

----Ay...ay que rico...ay

Miguel empecó a bombear. Mientras lo hacía, besaba la espalda desnuda de Byron, su nuca, soplando en ella mientras probaba el culo de Byron.

----Ay que rico...ay que rico papito..que rico me coges...es tuyo...ay...aah...ay...es tuyo...oohh..aahh..ohh...oh.. todo tuyo..cómetelo..ohh...

Las voces eran agitadas y entrecortadas. Miguel cogía muy bien, aferrándose a las caderas de Byron y empujando, y Byron haciendo su culo hacía atrás. Miguel aumentó la velocidad, gimiendo los dos.

---Que rico culo...ooh...ohhh...¡oooh!! Byron...que rico..

---Es todo tuyo... cómetelo....

Byron mordía las almohadas, apretaba las sábanas, con el inmenso placer de su hombre encima de él, bombeando y gimiendo.

----Así...así

----Que rico..que rico...que rico...

Miguel aumentó el ritmo, después lo disminuía. Byron estaba loco del placer. Ahora, Byron hacía su culo para atrás y Miguel penetraba con más fuerza, era un placer ahora conocido por Byron. Pensó que no había placer más delicioso, que, aquel, que un apuesto hombre le rompía el culo...

---Rómpemelo...rómpemelo...aaahh...

La verga de Miguel penetraba con fuerza, entraba y salía toda, haciendo aquel agujero más rojo y desvirgado. Miguel se aferró a las nalgas de Byron, levantándolas y embistiendo aún con más fuerza.

---Que cogida tan rica te doy...oh byron...que rica estás..puta...eres una puta...que rica...ohh..ay...que rica...que rico culo....

Byron sintió que estaba en los cielos. Algo tibió entró en él, algo caliente y delicioso que se escurría por sus piernas. Un dedo manchado se ese blancuzco néctar fue llevado a la boca de Byron, que lo lamió. La deslechada de Miguel fue un manjar para Byron, sentir esa leche que tanto anheló de un hombre, esa leche que se escurría por sus piernas y que se adentraba en su ano, hacia sus entrañas, volviéndolo aún más loco de placer.

Miguel se recostó exhausto, junto a Byron. Byron todavía tenía el culo alzado, con su rojo anito desvirgado y adolorido.

---¿Te gustó putita? –Miguel besó a Byron, acaricándole su cabello y sus nalgas.

----Ay...me encantó ---Byron con sus manos acariciaba los músculos de Miguel, besándolos y comiéndose los restos de semen que quedaron en la verga de Miguel

----Que rico coges...

----Eres mi putita. Vas a venir cuando yo te diga y vamos a coger otra vez asi de rico...

---Lo que quieras...

Byron salió del departamento después de recibir otras tres deslechadas más de Miguel. Caminaba con un andar raro, robando la atención que camibaba junto a él. Pero en Byron se dibujaba una sonrisa grande, muy grande, tan grande que lo hacía planemante feliz. Y si algo que lo hacía tan feliz como era eso, entonces no tenía por que ser tan malo.

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