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Guerra Escolar (03: El Encuentro)

en Grandes Relatos

«GUERRA ESCOLAR PARTE TRES – EL ENCUENTRO»

La tercera parte de nuestra serie Guerra Escolar llega. Esta vez Daria es la protagonista, contando sus angustias que pasa al no tener a su hombre Kite, y cuando se encuentran, una sinfonía de placeres los arrastra, olvidando consigo a esta Guerra Escolar.

En el cielo había nubarrones, los mismos que componían el cálido corazón de una lastimada Daria. Los aviones del bando enemigo bombardeaban sin cesar, haciendo estallar las guarniciones y los parapetos de defensa. La escuela aliada en donde ella luchaba estaba siendo fuertemente bombardeada. Fue una de las primeras en despegar.

Se había vuelto una experta en el manejo de aviones de defensa, lo que lee permitió condecorarse. Mientras balaceaba un trío de aviones cazas, pensaba en Kite, y no podía ocultar las lágrimas. Furiosa, dejó caer sus dos últimas bombas sobre una parvada de aviones militares que se disponían de acribillar al pelotón que luchaba tierra abajo.

Descendió a nivel de los tanques que disparaban hacia el cielo, en busca de tumbar un avión enemigo. Daria arrasó con la manada de tanques que se encontraban cerca de la línea fronteriza del CBTIS 190, otra escuela aliada. Esta vez, el enemigo más poderoso, la ETI 26, había ataco con su mejor flota aérea, pero para Daria no importaba. Aunque su escuela aliada estaba en las ruinas, los soldados morían por los constantes bombardeos y lluvias de balas, ella seguía en pie, dispuesta a sobrevivir, aunque ya no fuera por él. Aun así, la fotografía de su aún enamorado estaba sobre el borde del tablero de controles de su avión que luchaba por vaciar sus reservas de balas en los parapetos donde solados del bando enemigo y aviones de la ETI 26 trataban de despegar.

Rió gustosa por la red de comulaciones junto con sus demás compañeros que aún no habrían sido logrados derribados por la flota de 56 aviones que los atacaban. Y era para esperarse. Esta vez, la ETI 26 estaba dispuesta a todo. Sus compañeros la protegieron de un caza bombardero, que fue destrozado en los aires y había caído sobre una flota de tanques enemigos. Rieron victoriosos, pero un cuarteto de cazas lograron balacearlos y hacerlos estrellarse con sus propios parapetos aliados. Esta vez Daria estaba sola, en medio del aire, del humo, del olor a carne muerta y motores quemados.

Trató de utilizar sus últimas reservas de combustible para dirigirse a la escuela aliada más cercana, pero el cuarteto de cazas ya le habían botado un ala. Daria forcejeó, y disparando y atacando tan atropelladamente como siempre logró derribar a dos de sus enemigos. El par de cazas piloteó en el aire y al ras de la tierra, esquivando las últimas guarniciones de una desesperada y sollozante Daria que trataba en los cielos de no morir en combate. Voló cerca de los parapetos para que los aliados en tierra la protegieran, pero sólo consiguió que los bombardearan. En un descuido como ese, recibió una bomba en las aleras de atrás, haciéndola perder el control. Voló como nunca en dirección a la torre de defensa, donde fue confundida por avión enemigo y baleada constantemente. Su deshecho avión se estrello ligeramente en tierra y rodó hasta la dacha que se encontraba cerca de las afueras del CBTIS, haciendo estallar su avión.

Cuando despertó ya no escuchaba ruido ni nada, solo el agradable murmullo y olor de las enfermeras. Notó que estaba desnuda, sólo por encima de un ligero camisón. Despertó sólo algo adolorida de la espalda y de una pierna, notando que tenía vendajes. Una enfermera le inyectó algo y mientras le acariciaba la cabeza el dolor desaparecía. Se volvió a recostar, mientras nuevamente conciliaba el sueño.

Parte del problema era la incomunicación. Según los médicos de guerra que la atendían, se había lastimado gravemente en combate. Y según ellos, debía guardar reposo y que no había de que preocuparse, que se encontraba en un lugar seguro. Las enfermeras aparecían en la mañana para inyectarla de cuanto pudieran y regresaban al medio día para darle de comer, y lo hacían de tal manera sofisticada, que no pedía hasta el día siguiente. Por razones de seguridad, no podía recibir cartas ni nada por estilo. Se descubrió leyendo las marcas de los distintos artefactos médicos que la rodeaban. Se sentía ardiente, excitada, extrañaba sobre todo a Kite. Le volvía loca la idea de imaginarlo desnudo con ella, en su cama, los dos, dispuestos a amarse. En las noches se excitaba y se metía sus delicadas manos debajo del camisón, dispuesta a aliviar su sed de Kite con dos generosos dedos.

Tenía que fantasear con alguna almohada debido a sus circunstancias de soledad. Se sorprendió también con sueños eróticos y cuando por instinto tomó el palo de una escoba y empezó a mamarlo y chuparlo, susurrando las palabras de aquel joven que la volvía tan fuera de si, aquel que la había protegido, aquel que había arriesgado su vida por ella, aquel que la había enamorado de una manera tan singular que en la mente de ella sólo se movían sus palabras: Kite.

¿Dónde estaría él ahora? ¿muerto? Siempre fue torpe para la guerra. Al menos eso pensó al año de no recibir alguna noticia de él. Y cada noche con sus generosos dedos aliviaba esa sed de Kite.

Una mañana ella despertó muy temprano. Aún las enfermeras no llegaban, y le sorprendió ver una figura humana junto al tanque de suero, el que la mantenía viva. No pudo creer a quien miraba. Se talló los ojos, creyendo que fuera su loca y cachonda imaginación. Casi pega un salto cuando a través de sus dos hermosos ojos ahora sollozando reconocía a Kite, que vestido de soldado, le sonreía ahora postrado en su cama.

---Hola ---dijo él.

Daria no sabía que hacer ni decir. Creyó que estaba soñando despierta, pero esa emoción, esa excitación que sentía, ese mariposeo no podrían ser propios de la irrealidad. Recordó la infidelidad que él había hecho, pero no le importó, por que estaba feliz, feliz de verlo. Se le lanzó a abrazos y besos, mientras él reía gustoso de verla.

----¡Kite! ¡volviste! ---dijo ella. Sollozó luego, ahora derramando un mar de lágrimas debido a su grata felicidad.

----Te extrañé Daria ---dijo Kite llevándola a su regazo ---vine por ti –la apartó ---nos vamos.

----¿A dónde?

-----Lejos. Muy lejos de esta maldita guerra, que amenaza por acabar mi amor por ti.

Ella lo miró, con ese gesto encantador que ella poseía desde aquel momento que la poseyó en su escondite mientras los bombardeaban. Daria pasó una de sus hermosas manos por la cara de él, con alguna que otra cicatriz. Lo besó con vehemencia, tan dulcemente como sus carnosos y exquisitos labios pudieron.

----Nada podrá destruir nuestro amor, ni siquiera esta guerra. Nunca. Fue por ella por la que me enamoré de ti ---le besó el cuello ---¿recuerdas? Me protegiste como un verdadero hombre, por eso caí en tus brazos. Me enamoré de ti por que me hiciste sentir viva, guardándome contigo, diciéndome las cosas tan hermosas que me decías ---le dio un beso francés ---y hacías. Estoy viva, gracias a ti, soy feliz, por ti. Me habían dicho que habías muerto. Mis compañeras me dijeron que eras un animal, un animal infiel.

Pero yo nunca les creí. Yo siempre creí en ti. Siempre estuviste aquí ---le llevó la mano a sus senos, voluminosos y deliciosos a primera vista, intentado él sentir sus latidos ---y en mi mente. Nunca creí nada negativo de ti, por que tú eres mi hombre, el ideal. No me importó lo que dijeron ellos ni ellas. Y terminaron por odiarte, y yo te amé más.

Kite la besó con vehemencia. Quería demostrarle lo mucho que la quería, que la amaba, que la deseaba. En verdad estaban hechos el uno para el otro. Daria se aseguró de que la puerta estuviese cerrada, y meneándose hacia la cama, se despojó de su camisón, dejando ver su cuerpo, que tenía la cualidad de un exquisito trabajo artístico.

Sus caderas eran anchas y sus senos grandes, con ese par de piernas tan eróticas, con su cabellera castaña cayendo sensualmente sobre sus hombros, desnudos. Kite la miró por un largo rato mientras ella se metía a la cama y lo ayudaba desvestirse. Kite se la llevó a la boca, volviéndola loca con su lengua y dos afortunados dedos. Se aferró a la cabecera de la cama mientras el orgasmo se acercaba. Kite pasaba su lengua por los labios de ella, rozando su clítoris, haciendo que viera y sintiera las estrellas. Con sus dos dedos encontró su orificio vaginal y los introdujo mientras ella se movía como un animal en celo, haciendo la cama vibrar. Tomó con el dedo índice y el anular su clítoris, que se hinchaba y humedecía con más frecuencia, exprimiéndolo como un algodón humedecido. Agitó su clítoris mientras ella gritaba gozando el orgasmo que la contenía, después, él se lo llevó a la boca y jugó con él en su lengua y labios.

Un cuarto orgasmo la invadió, pero esta vez se revolcó entre las blancas sábanas que rodeaban su escena de amor. Desnudo se encimó en ella, ayudándolo a encontrar aquel dulce rincón húmedo y tibio, un secreto revelado. La poseyó como nunca, con un toque de salvajismo y erotismo en compás con el amor que se tenían, haciendo mover la cama de aquí allá: arrugando las sábanas, humedeciéndolas, golpeando la cabecera con la pared una y otra vez, haciendo gemir sus cuerpos, excitándolos a su punto culme, a la altura de que ella tuvo un quinto orgasmo, pero esta vez con más dulzura, más primor.

La tomó de las piernas y se enredó en ellas mientras gemía salvajemente penetrándola, y ella, soñada, lo abrazaba fuertemente, casi arañándole la espalda. Se llevó sus dulces labios a él, mientras con su lengua hacía un segundo trabajo que la volvía loca, besándole el cuello y las orejas, además de sus senos, con ese fotografía erótica que eran unos pezones erectos y ardientes. Él gemía más y más, a punto de descargar sus días de soledad.

Ella lo apartó y lo recostó en la cama, con su enorme miembro erecto, frente a ella, ¿y quién era ella? excitantemente, una adolescente con sed de él. Una hermosa adolescente.

Se lo llevó a la boca de inmediato, tomándolo con sus dos conocidos dedos en la base, mientras que con sus labios y su singular lengua lo hacía gemir y apretar las sábanas. Movía su cabeza de arriba abajo, de derecha a izquierda, haciéndolo sentir las estrellas. Lo masturbó con sus manos, su lengua, sus labios, recorriéndolo todo por completo, mamándolo, chupándolo, ensalivando, haciendo hasta que ella también gemía del placer. Él sintió que el momento llegaba, pues estaba a punto de descargar sus momentos de soledad, apunto de estallar y bañarla. Le pidió que parase, que no quería terminar así, y arrodillándola frente a él, sometiéndola a la dulzura de acto que tenían en mente, haciéndola aferrarse a la cabecera de la cama mientras su hermoso culo lo levantaba hacia él, la poseyó susurrándole desde atrás cosas en el oído.

----Eres hermosa ---le alació el cabello.

----Te lo doy –ella gimió cuanto más sentía a él dentro.

----¿Lo sientes? ---aumentó el ritmo, haciendo la cama vibrar nuevamente y a ella arañar la cabecera que tenía al frente, aferrándose y empujándose hacia atrás, haciendo la penetración más profunda ---lo tienes exquisito, eres tan única –le mordió una oreja.

---Es tuyo. Te lo doy ---dijo en un grito ---cómetelo, pártemelo, es completamente tuyo.

----Está delicioso ---gritó.

La tomó salvajemente de las caderas, y como perro, cogiendo envuelto en su sed de sexo que ahora era gratificada. El sonido que se concebía eran las pieles de ellos chocando y los gemidos tan salvajes que soltaban a causa del placer que les proporcionaba su tan deseado acto sexual.

Mientras más aumentaba el ritmo, más gritaban y se alocaban. Parecían animales. Ella trataba de someter sus gritos de placer mordiendo las almohadas, pero era imposible. Kite era una máquina, le partía el culo como nunca. Le acarició su espalda y sus muslos, deliciosos al primer tacto. La sometió aferrándose a sus tetas mientras le daba con dureza...

---Ah, ah, aquí estoy...siénteme...aquí estoy ---las embestidas eran muy fuertes ---ah, ah...

---Oh, Kite...Oh...Oh...ooooohhhhh.....

El se detuvo justo cuando iba a terminar, pero ella supo por que. Ambicioso, Kite se desplomó arriba de ella, encimándole y arrimándole su gran trozo rojizo lleno de leche sobre sus muslos, ella se volvió y lo recostó, como la primera vez, llevándoselo a la boca. Esta vez lo hizo con más dulzura pero al mismo tiempo con salvajismo. Moviendo la cabeza de arriba abajo, mordiendo su cabecita, roja y dura, lo hizo estallar. Mientras tocaba la base del trozo que tenía en la garganta, sintió su leche tibia y dulce cosquillearse. Se la sacó por completo y empezó a comer, chupar y tener todo lo que le aventó. Parecían ser litros. Él gritaba y se movía violentamente en la cama, mientras ella era bañada por su rico semen, humedeciéndola por completo.

Exhausta, se desplomó junto a él, abrazados, respirando aún con dificultad.

Un grupo de hombres arribó en la habitación. Eran grupos de soldados del bando enemigo, que con rifles y escopetas les apuntaron desde distintos ángulos de la habitación. Azorados, trataron de cubrirse.

---¿Qué pasa? ¿y los médicos? ¿los guardias? ---preguntó a Kite mientras que con su cuerpo desnudo trataba de proteger a Daria, que empezaba a sollozar, imaginando calamidades.

----Unos hombres muy malos acabaron con ellos ---dijo el jefe del pelotón con una sonrisa bufona ---bienvenidos al pelotón de la ETI 26.

Desde adentro, se escuchaba al armamento llegar y a los soldados que se rendían frente a los tanques y aviones que llegaban poco a poco. Y dentro, a ellos desde su alma llorar amargamente.

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