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La Estudiosa Diana

en Fantasías Eróticas

LA ESTUDIOSA DIANA

Diana, una exquisita señorita del tercer grado de secundaria, está entre las favoritas de nuestro ya héroe erótico Kite. Él se muere por tenerla, por domarla ¿será capaz de hacerlo? La estudiante número de toda la escuela secundaria se deja seducir por el joven Kite.

Si supiera donde viviera Diana, iría directamente hasta su casa y la haría mía en ese mismo lugar y tiempo. Es que, ella es tan divina, tan sexy, tan…hermosa. No hay palabras para describirla. Serían injustas. Es una criatura divina de piel morena clara, una cara de muñequita, unos senos no muy grandes, pero unas piernas hermosas y largas y un enorme culote que parece una gran esfera redonda y suave debajo de esa falda blanca corta que la hace más deseable. Tantas veces me he dado una buena chaqueta pensando en ella, en que la poseo, en que la recuesto en mi cama y me le encimo y le hago el amor hasta hartarme. Ella, como siempre, ya sabe de mis insinuaciones hacia ella, pero se limita en sonreírme y saludarme, solamente. Pero yo ya he planeado todo, todo, ya está, ¡ya está! Para que Diana, sea algún día, mía.

Iba saliendo de mi clase cuando vi a Kite parado ahí, en la barra de deportes de la cancha de baloncesto. El no es muy guapo, pero es todo un caballero y me atrae mucho su forma de ser. Siempre me mira con lujuria, con deseo. Eso a mi me excita mucho, que los hombres me vean con ganas de cogerme. Yo soy virgen, y a decir verdad, si me gustaría que un hombre, como Kite, me desvirgara y me hiciera lo que fuese. Pero soy muy penosa y le dedico todo mi tiempo al estudio. Hoy iré a casa de mi abuela, pues mis papás se pelearon y tengo que estudiar para los exámenes. Kite se me acerca más y más, y me siento muy nerviosa, ¿qué me irá a pedir? No nos llevamos muy bien, pero siempre nos hemos atraído. Al menos él me gusta mucho.

-¡Hola Diana! ¿a dónde vas? Es temprano para irse a casa…

-Oh, hola Kite. Voy a casa de mi abuela, para lo de los…

-¿Los exámenes? Ah si, tengo problemas para eso. –me dijo con la cabeza abajo, como preocupado.

-¿Te puedo ayudar en algo?

El sonrió. Puso una cara de cerdo hambriento de sexo. Yo estaba algo excitada, pues nuestros cuerpos estaban muy juntos mientras hablábamos. Casi nos juntamos en un beso.

Hablamos y hablamos sin parar, y me comprometí en ayudarle a los exámenes. Quedamos en que sería en su casa, a las 7:30 de la noche. Algo tarde, pero según él era la hora en que su cerebro "le entraba más", pero, yo creo que tiene algo planeado. A las mujeres nunca nos hacen tontas. Cuando llegué a su casa, estaba descalzo y con ropas apretadas y justas. Sus hombros anchos y su shorsito apretado lucía sus hermosas y carnosas piernas lo hacían parecer más sexy, más macho. Yo estaba muy nerviosa. Llevaba una falda corta de mezclilla y un top rosa. Llevaba mi cabello con una cola de caballo y me senté junto a él. Estudiamos un poco y nos dieron casi las 11:00 de la noche.

-Kite, es un poco tarde. Me tengo que ir. –dije mientras recogía mis libros.

Unas manos me tomaron por detrás y en mis nalgas sentí algo grande, gordo y caliente. Yo casi tiesa volteé y era Kite que me besaba el cuello y los hombros. Yo no sabía que hacer.

-Me gustas mucho Diana. Me excitas tanto… -me dijo mientras me besaba detrás de la oreja.

Yo me excité de inmediato pero estaba muy penosa. Después de tanto faje, me decidí y lo alejé.

-No, Kite. Ya me tengo que ir. –recogí mis libros y me dirigí a la puerta. El me tomó del brazo y me jaló hacia el. Me beso prolongada y apasionadamente. Yo estaba toda empapada. Nuestros cuerpos juntos, nuestras bocas. Yo estaba tan excitada que me dejé llevar y tiré mis libros al suelo. Como animales hambrientos nos dirigimos a la cama de sus papás. Él me azotó en la cama y yo abrí mis piernas. Su cuerpo caliente se me encimó y me comenzó a besar. Me pasaba la mano por todos lados. Me apretaba mis nalgas, me chupaba mis senos, me lamía mi cuello. Yo estaba mojada por completo. Me desnudó casi a mordidas y yo lo desnudé también. Su cuerpo era hermoso, de hombre, de un verdadero hombre. Nos quedamos totalmente desnudos cogiendo en la cama como locos. Yo estaba casi en las nubes de lo prendida y caliente que estaba.

Él me penetró salvajemente pero cálidamente. Yo casi me vuelvo loca de tener ese mendigo trozo en mi cuevita. Y así empezamos a coger. Él subía y bajaba y yo elevaba mi vientre para que me la metiera más. Yo me vine sin remedio, el placer era grandísimo. Gemíamos como locos. Yo casi me desmayo del placer. Pero después un miedo me invadió, que si me embarazaba, tenía que dejar los estudio, y ¡no!.. Yo se lo hice saber pero el no dijo nada. Sólo salió y me tomó de las manos. Yo estaba asustada, no sabía que iba a hacer. Me ató las manos y las piernas y quedé boca arriba. Él se me encimó y me metió su miembro en mi boca. Yo estaba asustadísima, no sabía que hacer. Casi me ahogo con esa cosota en mi boca.

-¡Mámalo ramera!

Yo casi no podía hablar, solo murmuraba, pero le decía que me dejara ir, que ya no quería nada.

-¡Vamos zorra,, esto te gusta, mámalo, mámalo y cómete lo que le salga!!-

Él me tomó de los pelos e hizo que se la mamara. Yo no tuve más remedio y trabajé en él oralmente. Yo a veces me ponía cachonda en mi casa y agarraba una salchicha, pero nada más, y así pude aprender. Pero esto no se comparaba con nada. Se la mamé como uan hambrienta, Kite despertaba en mí nuevas sensaciones, emociones, gustos. Se la succioné hasta que me avisó que se iba a venir. Yo no sabía que iba a hacer, si escupirlos, no sé, estaba aterrada. Pero me sentía divina con ese trozote rojo que me comía, riquísimo. A veces me lo metía todo, hasta que me topaba en la garganta y sus pelitos quedaban en mi nariz. O me lo sacaba todo y le chupaba la cabecita. Era un pito de Dioses. Me la saqué y le hice una chaqueta con la mano. Pero no me resistí y me lo volvió a meter en la boca.

Como a las tres mamadas y cinco pasadas de lengua, sentí que se hacía más gordo y la divina leche bendita salió. Me bañó toda la cara, incluyendo mi cabello y mis senos. Yo casi me ahogo de tanta leche. Al fin me desató. Yo me sentía una zorra, una perra, una cualquiera. Ya estaba bien cogida. Pero al parecer Kite quería más. Me dejó ahí tendida con los mocos en la cara y se fue quien sabe a donde. Cuando regresó, vino con un bote de gel para cabello. Al verlo untándoselo en el pito yo me aterré. ¿Qué me iría a hacer? Se me encimó como un salvaje y me inclinó con las manos en la cabecera de la cama. Yo estaba en lágrimas, no sabía que hacer. Todo ese salvajismo sexual me asustaba mucho, pero más que eso, me excitaba. Me dijo que me abriera las nalgas, yo como zorra le obedecí. Y cual fue mi sorpresa que me la viene metiendo de plano TODA por atrás. Yo sentía que me moría. Me habían dado por atrás, pro el ano. A mi me dolía horrible, grité del dolor y le pedía piedad. El me tomó de mis caderas con fuerza y me besó el cabello y las orejas.

-Prepárate bien chiquita, que esto te va a gustar más.

Yo me estremecí. La tenía toda por atrás, todita, tenía sus huevos pegados en mis piernas y sus pelitos me hacían cosquillas. Y empezó a cogerme. Se movía como perro, me la metía y sacaba. Lo bueno que el gel ayudó. Yo del dolor me agarré con fuerza de la cabecera, hasta la mordía. El me la metía más y más y más y más, a mi me empezó a gustar, el dolor se convirtió en gozo y yo me hacía hacia atrás para que me la metiera más. Por fin su leche entró en mi. Fue una experiencia inolvidable. Me habían cogido por completo, todita. Quedamos como animales jadeando y nos desplomamos en su cama.

Después que me recuperé, me vestí, tomé mis libros y me marché a mi casa. Y pensé, que, de seguro, mi próximo encuentro con Kite sería, mucho más interesante y sorprendente que este.

 

 

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