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Las aventuras eróticas de Alicia (01)

en Jovencit@s

Las aventuras eróticas de Alicia (01)

Mientras espero que mi sobrina Carola se decida a seguir con sus relatos, he decidido publicar uno de 8 capítulos que me llegó de un admirador de Caro. Ignoro su procedencia, por lo cual, si su autor lo lee o llega a saber de él, espero que no se ofenda ni me acuse de plagio. Tampoco sé si es real o ficticio; lo que sí sé es que es súper excitante. ¡Que lo disfruten!

Cuando tenía 12 años, vivía en un campo petrolero, lejos de cualquier ciudad. En el campamento teníamos de todo, supermercado, médico, escuela... vivíamos en casas prefrabricadas muy lindas..., muy de estilo norteamericano. Yo tenía una amiguita que era muy atrevida... me enseñó mil juegos... tenía revistas eróticas que le quitaba a su papá... las veíamos juntas y terminábamos dándonos gustito... Nuestros jueguecitos eróticos eran muy ricos... estaba en la edad de descubrir a fondo la sexualidad... Todo me tentaba... ¡todo!

A veces teníamos que ir por un motivo u otro a la ciudad y los choferes de la empresa hacían esa tarea cuando lo necesitábamos. Había un chofer de unos 30 años, muy guapo, fuerte, que siempre miraba a las niñas con ojos de conquistador... a mí me gustaba y yo coqueteaba con él. Cuando nos tocaba de chofer, me montaba en el asiento delantero y siempre dejaba que se me subiera la falda... sus ojos se le iban detrás de mis piernas... y eso me hacia sentir mujer... Mis tetitas se erizaban cuando veía que miraba de reojo mis pechos... y yo hacía lo imposible por dejar ver lo más posible.

Un día, acompañé a mi amiga Ivonne y a sus padres al Aeropuerto, se marchaban de vacaciones de Semana Santa. En el viaje de regreso yo viajaba sola con mi chofer preferido... como siempre, me senté adelante... estaba tristona por la marcha de mi amiga... me quité los zapatos y subí las rodillas al asiento... toda la falda la tenía bien arriba... Claudio, el chofer, me dijo:

"Te veo triste, princesita... hoy no vienes riendo y haciendo bromitas como siempre".

Yo le contesté:

"Sí... ahora me quedo sin mi mejor amiga... pasaré unas vacaciones aburrida...".

Claudio me tendió la mano y me dijo:

"A mí me gusta mucho verte alegre... me gustas mucho...".

"Ya lo sé..", le dije yo... "Veo que me miras siempre con ojos picarones...".

Y el contestó:

"Tú eres la que me provoca... enseñándome esas piernas tan bonitas... y esas tetitas de mujer...".

"¿Te gustan?" Le dije yo como incrédula...

"Me encantan...", contestó, y sin dejar de conducir y con mi mano agarrada a la suya, acercó su mano hacia mi pecho...

Sentí un chorro de fuego en todo mi cuerpecito y me puse roja... pero le apreté la mano. Unos segundos de silencio parecieron horas... me acercó más hacia su lado y colocó su brazo por encima, abrazándome.. y entonces metió su mano dentro de mi blusa y me agarró entera la tetita... tiesa.. dura... buscaba mi pezoncito y, en cuanto lo tocó, se erizó y se puso duro. ¡¡Dios, qué gusto sentía!! Apoyé mi cabeza en su hombro y apreté su mano contra mi pecho...

"Eres una mujer muy bella", me dijo... Nunca me habían dicho un piropo que me llenara más de orgullo... no por decirme bella... si no por decirme mujer.

Volví mi cara para mostrarle mis labios... deseaba sentir un beso como los de las películas... pero él seguía manejando el carro y sólo acercó su boca y me dio un beso rápido... ¡¡Dios del Amor!! ¡¡Qué deseo se me encendió!!.

Él me dijo...

"¿Quieres que paremos?".

"Si", fue mi respuesta.

Dejamos la carretera principal y nos metimos por un camino que se adentraba en los bosques de pinos que habían por allí. Estaba anocheciendo. Aparcó el carro en un sitio bastante escondido y entonces me besó... me chupó los labios... me los lamió con su lengua... y yo, tímidamente, abrí mi boca y la rocé con la mía...

Con los ojos cerrados, sin decir nada, mi mente repetía: "tócame.. tócame toda...". Deseaba sentir sus caricias en mis piernas.. en mis pechos... y leyó mi pensamiento porque, con dulzura, soltó mi blusa y sacó mis pechos... los chupó con fuerza... yo le apretaba la cabeza contra ellos y suspiraba...

Me tumbó en el asiento y sus manos se dirigieron entonces a mis piernas... sentir sus manos en mis muslos era sentir de verdad el fuego... bajó sus labios hasta las piernas y empezó a lamerlos con la lengua… su mano acarició entonces ligeramente mi rajita... y, al momento con las dos manos, agarró las pantaletas para bajármelas.. yo levanté las nalgas para facilitarle el trabajo.... y con las pantaletas en mis tobillos.. acercó su lengua hacia mi rajita y empezó a besarmela... yo solo suspiraba bajito:

"ah... ahh..."; puso sus dos manos en mis nalgas y colocó su cabeza entre mis piernas... me metió la lengua por todos lados y en un minuto no resistí y llegué al placer más grande que nunca había sentido...: "ahhh... ahhh... ahhh.." era lo único que yo decía bien bajito.. como si no quisiera hacer ruido... Sentía que me adoraba con sus besos... acercó un dedo a mi rajita y lo metió suave.... "ahh..." volví a suspirar, pero le agarré la mano para que parara... no quería que me hiciese daño...

Entonces me preguntó:

"¿Eres virgen?"

Yo le contesté:

"No sé... a veces nos metemos cosas jugando con amigas..."

Era la verdad... yo no sé cómo perdí la virginidad... creo que con un frasco redondito de desodorante, cuando tenía 11 años...

Él se rió y me sentó otra vez a su lado.. estábamos muy incómodos en los asientos delanteros del carro... él me agarró la mano y la llevó hacia su pantalón...

"Mira cómo me tienes... ".

Yo sentí su pito duro y largo... me movió la mano... y yo seguí su movimiento… entonces lo sacó y me dijo:

"Muévelo así… con tus manos.. quiero ver cómo me lo mueves y me vuelves loco de gusto soñando con tu coñito...".

Me colocó un brazo por encima y agarró mi tetita, acarciaba mi pezoncito y yo no paraba de movérsela... me daba gusto sentir como suspiraba él y yo miraba su cara de gusto...

Cada vez lo movía más rápido... sentía cómo le venía el gusto y de pronto, ¡¡puff!! Mis manos se llenaron de leche caliente... se manchó toda la camisa y los pantalones… pero no paré hasta que dejó de salir. Por primera vez había hecho gozar a un hombre y me sentía orgullosa. Me encantó.