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Las aventuras eróticas de Alicia (07)

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Las aventuras eróticas de Alicia (07)

Si aún no lo has hecho, es aconsejable leer los relatos anteriores, antes de continuar con éste. Lo gozarás más y comprenderás mejor.

En un momento, todo puede cambiar y así ocurrió en nuestra vida cotidiana. Las empresas toman decisiones rápidas y también se ejecutan rápidamente. De la noche a la mañana, a mi mamá, que trabajaba como ingeniera en el campo petrolero y era una de las principales ejecutivas, la ascendieron y la mandaron a la oficina central en Caracas. Prácticamente en una semana teníamos que dejar el campamento.

Mi mamá estaba eufórica de contenta y pensaba que a mí me pasaría lo mismo por salir de aquel sitio solitario y lejos de la civilización. Yo me quedé con la boca abierta cuando me dio la noticia. Cuando mamá vio que no expresaba ninguna alegría y me preguntó, yo dije simplemente:

"Ya me había acostumbrado..."

Nadie podía imaginar que llevaba una "vida social" tan intensa allí, todo lo que había descubierto, la intimidad y conocimento de algo tan importante en la vida como el sexo y todo lo que había logrado aprender y experimentar. Nunca le conté a Ivonne mi experiencia con Dulcy y más sabiendo que me iba a marchar del campamento. No quise ni que sintiera celos ni nada parecido, así que preferí guardar mi secreto, un poco para no herirla y un poco porque sabía que, si lo sabía, iba a pensar que, si una tarde me llamaba y por lo que fuera no podía ir o simplemente no tenía ganas, pensaría que estaba o que había estado con "su rival". Por primera vez en mi vida tuve la sensación de "estar poniendo los cuernos".

Dulcy no se quedaba sin trabajo: mi mamá, que la apreciaba mucho y tenía mucha confianza en ella, la recomendó para trabajar en las oficinas de la compañía en el campamento, de manera que cuando nos marchásemos tendría su trabajo garantizado por mucho tiempo. Ivonne se puso tristísima cuando se enteró de la noticia. Para ella sí era un hueso duro de roer. Nos separaban y ella quedaba allí desamparada y sin su mejor amiga.

Le propuse que se viniese a Caracas conmigo, hablé con mamá pero resultó que mi mami tenía otros planes para mí. Me iba a mandar a estudiar a España, interna a un colegio. No quería que viviese en Caracas, ciudad muy insegura y desorganizada. El nuevo trabajo de mi mamá la obligaba a viajar con frecuencia a Europa y me prometió que juntas recorreríamos el mundo. No tuve más remedio que ilusionarme con los planes que me ofrecía porque ella estaba de verdad eufórica. En un momento todo había cambiado.

Llegó el miércoles, el día de nuestro viaje a la ciudad, el día de nuestra visita al dentista, el día de nuestras pequeñas orgías.

En cuanto subimos al carro, Ivonne se lo soltó a Claudio.

"Alicia se marcha a Europa".

Claudio ya lo sabía, sabía que habían ascendido a mamá y que nos marchábamos del campamento. Estaba triste. Cuando llegamos al motel, Ivonne se desnudó y nos dijo:

"Despediros vosotros... yo miraré".

Ivonne estaba bellísima, su cuerpecito de niña se había convertido en mujer y tenía todo bello. Cuando la abrazamos y quisimos convencerla de que participase alegó como excusa que tenía el período. Me di cuenta que de verdad quería mirar y dejarme sola con Claudio, más que para que yo me despidiera, para que él se despidiese... Estuve muy cariñosa con él y le hice todo lo que le gustaba, saboreé su pito en mis labios, se la moví con mis manos, dándole gusto a la vez que restregaba su punta por mi boca, chupando también. Eso lo volvía loco. Cuando estaba a punto de llenarme la cara de lechecita le dije:

"Lléname el culito, quiero sentirlo, sentirlo adentro".

Me puse de espaldas y se metió, entró suave; su pene estaba mojado de mi saliva y de las gotitas de semen que le salían. Sentí cómo le vino su gusto y cómo inundó de lechecita mi culito, sentí los latidos de la cabeza de su pene soltando los chorros de leche dentro de mí y esa sensación me hizo llegar, "ahhh, amor, ahhh, así, así amor... ahhhgggg..." y nos quedamos los dos después quietecitos.

Ivonne, a pesar de su período se masturbaba mirándonos y llegó también en ese momento. Los tres habíamos llegado al mismo tiempo. Entonces me senté en la cintura de Claudio para darle un beso. Él se quedó admirando mis tetitas y mi rajita abierta. Entonces me dijo:

"Méame".

Yo me quedé sorprendida y riéndome.

"¿Que te orine?"

"Sí... méate encima de mí".

Yo me puse a reir y casi sin querer le solté mi chorrito de pipí en su pecho... los dos nos reíamos a carcajadas...

Dejamos la sábana de la cama toda mojada, aunque no olía mucho; Ivonne se moría de risa:

"¿Estás marcando el territorio?¿Como las perritas? ¡Pues cuando te marches será sólo mío, mío!".

Nos dimos mil besos los tres y nos fuimos a duchar; Claudio nos enjabonó enteritas. Ivonne y yo nos abrazábamos llenas de jabón y nos besábamos. Sabíamos que pasaría mucho tiempo hasta que lo volviéramos a hacer así juntos los tres. El viaje de vuelta transcurrió casi en silencio, hablábamos de cómo íbamos a estar en contacto, de qué sería de nuestro amor. Claudio volvió a recordar lo que para él había sido la aventura de su vida:

"Me habéis marcado mis diablitas y os quiero a las dos. Nunca os olvidaré."