miprimita.com

Las aventuras eróticas de Alicia (03)

en Jovencit@s

Las aventuras eróticas de Alicia (03)

Si aún no lo has hecho, es aconsejable leer los relatos anteriores, antes de continuar con éste. Lo gozarás más y comprenderás mejor.

El sabor de la lechecita me gustó; cuando yo veía fotos así, con todo el semen por la cara, me daban un poquito de asco.. pero en vivo es más rico... sentir el pene duro y tieso en los labios.. sentir el sabor del deseo... erotiza... ahora comprendo porqué a las chicas les gusta tanto chupar.. es erótico.. embriagador... y sentir como late el pene en mis manos cuando sale la leche.. es.. una sensación especial...

Teníamos que llegar a la hora a la cita del dentista, así que nos duchamos los tres juntos; Claudio nos enjabonó nuestras cositas… estábamos felices.

Rápidamente, bañaditas y limpitas llegamos a nuestra cita. Tendríamos que volver la semana siguiente para colocarnos el aparato, unos alambres horribles que fuerzan a los dientes a colocarse en su sitio... pero cualquier sacrificio nuestro era poco para lo que estábamos viviendo. A la vuelta nos volvimos a colocar en el asiento de adelante. Claudio estaba dulce, cariñoso, empezó a piropearnos, a preguntarnos por nuestra vida amorosa, si era la primera vez y esas cosas.. nosotras coqueteamos con él, como no queriendo decir secretos; él nos advirtió del peligro que corría si alguien se enteraba, nosotras lo tranquilizamos diciéndole que nunca nadie sabría nada. Nos confesó que siempre había deseado disfrutar del cuerpecito joven de unas niñas como nosotras y que éramos las primeras. Nos juramos secreto absoluto pero nos prometimos también volver a hacerlo cada vez que pudiéramos.

Claudio me dijo:

"Tú me debes tu coñito..." y yo le dije que sí, que la próxima vez me tocaría a mí sentirlo adentro.

Llegamos a casa ya de noche, felices, relajadas. Deseando que llegase el próximo miércoles para acudir a nuestra cita del dentista. La semana se nos hizo larguísima; cuando Ivonne venía a mi casa no hablábamos de otra cosa. Las dos revisábamos las mejores revistas porno que teníamos y estudiábamos todas las posturas, todas las cosas que podríamos hacer y sentir.

Cada noche me masturbaba soñando en una posición nueva. Chupaba mi dedo gordo como si fuese un pene mientras con la otra mano acariciaba mi rajita; mis orgasmos cada día eran más intensos. Ivonne y yo nos desnudábamos y nos acariciábamos una a otra soñando con nuestra próxima cita.

Por fín, llegó el miércoles deseado. Nuestras mamás estaban extrañadas de que estuviésemos tan ansiosas por ir al dentista, pero no sospechaban nada raro. Le dieron a Claudio una lista de encargos, cosas para comprar en la ciudad mientras pasábamos nuestra consulta. Claudio también estaba ansioso: llegó a buscarnos media hora antes de lo previsto.

Sentadas en el asiento de atrás, nada más salir del campamento abrazamos las dos al chofer y le volteábamos la cabeza para darle besos. Casi chocamos por nuestras locuras. Fuimos directas al motel. Nos desnudamos enseguida y nos tumbamos en la cama jugando, como calentando a Claudio. Ivonne se levantó y empezó a moverle el pito a nuestro hombre; un poquito más y le sacó allí mismo la lechecita porque a Claudio le encantaba que se lo hiciesen. Ella quería chupársela, como yo lo había hecho la vez anterior: lo acostó en la cama y, como una experta consumada, empezó a lamerlo, a chuparlo, moviéndosela dentro de su boca. Claudio suspiraba de gusto, se retorcía de placer; mientras ella chupaba su pene, él chupaba su rajita y le metía los deditos y yo gozaba viéndolos: mi rajita se ponia mojadita, suave... La pajita que le hacía Claudio a Ivonne, moviendo sus dedos y su lengua en su coñito desde atrás hizo que Ivonne se corriera con el pito de Claudio en su boca... suspiraba y chupaba a la vez.

Claudio no pudo resistir: se sentó encima de nosotras y nos dijo:

"mirad cómo me sale la leche... os voy a bañar..."

Y moviéndosela rápido, soltó todo su semen sobre nuestros cuerpos deseosos. Nos restregamos la lechecita por las tetas, por la cintura, por todos lados. El pito de Claudio seguía tieso. Entonces me dijo:

"Ahora quiero sentir tu coñito."

Era mi turno, me abrió las piernas y mi rajita suave lo aceptó enseguida, sin sentir ningún dolor estaba dentro de mí; cerré los ojos... ¡qué gusto sentía más rico!. El empujaba cada vez más... miraba mi carita de placer... se movía empujando su cintura hacia mí y yo gozaba, era irresistible el placer: no quería que llegase mi orgasmo para sentirlo más tiempo, pero no podía, suspiraba de gusto y me venían rayos de placer, pequeños orgasmos cada vez más intensos, hasta que no pude resistir y chillé:

"Ya, ya, ya mi amor... ya...."

Claudio, duro como la piedra, seguía dentro, pero dejó de moverse y miraba mi cara. Me besó y se quedó así un ratito conmigo. Yo estaba en el cielo. Entonces lo senté en mi pecho y empecé a movérsela otra vez para hacerlo llegar de nuevo.. sabía que quería y así, con sus piernas abrazando mi cintura, sintiendo sus nalgas en mi vientre empecé a movérsela... hasta que lo hice llegar. Sus chorros de leche bañaron mi pecho... olía a semen… a amor.