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Propongo un juego

en Fantasías Eróticas

Propongo un juego:

Dependiendo de los comentarios que me hagáis, la segunda parte de este relato será de un modo u otro.

"Todo ocurrió tras una discusión que mantuvimos Jane, mi esposa, y yo, que me llamo Grahan. Nos queremos y este tipo de situaciones no era frecuente ero esa vez no sé por qué sucedió. Quizá porque al regresar del cine aquella noche paramos a tomar unas copas y yo me colé, y cuando llegamos a casa yo iba en condiciones lamentables y Jane se negó a echar un polvo. Yo tenía ganas y la increpé llamándola frígida, lo que fue una estupidez, porque no lo es en absoluto, pero yo tenía ganas de pendencia. Ella me lanzó un insulto y finalmente salió a relucir el tema de su íntima amiga Mildred, con la que la acusé de tener relaciones sexuales, sin fundamento alguno, únicamente la sospecha que motivaba el saber que pasaban mucho tiempo juntas. ¿Me estás llamando lesbiana? Le dije que sí desaparecí de su vista. Al día siguiente, tras la resaca, reflexioné y me dirigí hacia ella pidiéndole perdón. Se mantuvo en silencio y parecía seguir enfadada. Sin dirigirme la palabra se marchó a su trabajo y no la vi en todo el día; intenté explicarle por teléfono que mi comportamiento había sido el de un estúpido, pero su reacción fue muy fría.

Como yo regresaba a casa tras el trabajo después que ella decidí comprarle un ramo de rosas, ya que le gustaban mucho y hacía años que no le regalaba uno. Cuando llegué a casa entregué el ramo de rosas a Jane, que sorprendentemente me lo agradeció con un sensual beso, pero sin palabras. Cuando avancé hacia el interior de la casa e ingresé en el comedor, me encontré con Mildred, a la vez que mi mujer desde la cocina me anunciaba que su amiga estaba invitada a cenar. No era raro encontrar a Mildred en casa; no es que viniese muy frecuentemente, pero al ser tan íntima de Jane, en cualquier momento podía aparecer. La besé a modo de bienvenida. Era una chica algo más joven que Jane, pero se parecían en muchas cosas, esa era la verdad, hasta diría que físicamente, aunque mi mujer era rubia y ella de pelo castaño. Como mujer me atraía Mildred, he de decirlo. Sin embargo, mis dudas tenía en torno a su identidad sexual, al igual que me ocurría con Jane, que en todo caso habría de ser bisexual, toda vez que mantuviese relaciones con su amiga realmente, ya que conmigo mi esposa si las tenía, y por cierto muy apasionadas.

Nos sentamos a la mesa a cenar. La situación se me antojó extraña, por las miradas que se lanzaban y por la tensión de nuestra conversación entrecortada.

-Tenemos que decirte algo Grahan – dijo Jane-.

- Adelante – la animé yo, algo escamado.

- Jane y yo tenemos relaciones sexuales –habló Mildred-.

Quedé petrificado. Mi mujer me ponía los cuernos, con otra mujer, pero lo hacía. Este fue mi pensamiento por unos instantes hasta que las dos comenzaron a reírse a carcajadas, por lo que comprendí que se trataba de una broma y que mi cara de imbécil hizo que se divirtieran un rato.

- No es verdad –dijo Jane- pero te lo merecerías por estúpido.

- Os pido disculpas a las dos – dije, comprendiendo que Mildred estaba al tanto de la discusión entre Jane y yo la noche anterior.

Continuaron, sin embargo, riéndose a mi costa un buen rato y a mí no me quedó más remedio que sufrir el ridículo hasta que me harte y les dije:

- ¡Bah! Si os digo la verdad, no me lo he tragado, porque vosotras no seriáis capaces de liaros.

Aunque sus risas aún duraron unos segundos más, al final se quedaron serias y me dijeron que fuera a buscarlas a la cocina al cabo de veinte minutos. Me quedé sentado expectante mientras me servía un vodka con limón, poca cosa, por lo que pudiera pasar. En realidad no imaginaba ni mucho menos en qué estaban y si he de ser sincero estaba casi convencido que preparaban un sabroso postre en el horno. Sin embargo ningún olor procedía de la cocina.

-¿Cuándo vas a venir? –me preguntó Jane desde lejos.

Desde luego no habían pasado ni diez minutos desde que me dejaron en el comedor. Me fui hacia la cocina sin mucho interés, pero lo que me encontré y pude ver desde el quicio de la puerta me dejó perplejo. Allí estaban Jane y Mildred en una en una actitud que me dejó perplejo…"