Me llamo Gina. Abandoné a mi novio de toda la vida por otro hombre carente de moral, vicioso y pervertido, que me hizo sufrir y que me llevó por un camino de perdición jalonado de lujuria. Pero lo amé por eso, por el morbo que me daba y porque con el descubrí el sexo placentero marcado por el dolor.
Sus prácticas íntimas en pareja eran sadomasoquistas y me hacía gozar sufriendo como nadie creo que pueda entender. Hizo conmigo todo lo malo: me arrastró, me vendió a los mejores postores, me vejó; pero esa era su manera de amarme. Murió en una orgía en la que se cargó de coca. Murió gozando.
