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Nos pueden pillar

en MicroRelatos

- Si continúas haciendo eso voy a correrme –le dije.

- Eso pretendo –replicó ella lasciva.

La verdad es que aquella paja cadenciosa, tan rítmica como sólo Almudena sabía hacerlo, me estaba transportando a la galaxia del placer extremo.

- Si nena, pero tú marido o tu hermana, pueden venir y pillarnos.

- No van a venir –me susurró ella al oído- están en el comedor viendo las fotografías que mi marido ha traído de nuestro viaje por Egipto. Y ya sabes, tu mujer, que se siente una arqueóloga frustrada, le encanta ver pirámides y esfinges.

Supuestamente Almudena y yo habíamos subido al desván a guardar las maletas que se habían llevado al viaje. Olegario y ella acababan de regresar de Egipto y él no podía esperar a enseñarle a mi esposa aquellas "magníficas" fotografías. Me ofrecí a echarle una mano a Almudena, pero en realidad me la echó ella a mi; a mi verga quiero decir.

Creo que se me ha entendido bien: Almudena es mi cuñada, la hermana mayor de mi mujer. Almudena y yo mantenemos una relación sexual desde años atrás, habiendo empezado todo un par de días antes de mi boda con Mariela. Acudí a mi cuñada antes de la boda a manifestarle mis temores ante la relación que iniciaría con mi futura esposa. Lo hice de buena fe y siendo sincero, porque concurría virgen al matrimonio y no quería decepcionar a Mariela. Su hermana me dio unas lecciones prácticas y debió gustarle tanto lo bien que ejercitaba el alumno su aprendizaje, que desde entonces hasta ahora continuamos follando.

Pero Almudena siempre ha sido muy audaz cuando nos hemos encontrado. Bien era verdad que llevábamos semanas sin vernos y el deseo acumulado era enorme, pero nuestras respectivas parejas estaban cerca y era fácil que nos pudieran sorprender. Se podía liar un escándalo si mi mujer cogía a su querida hermana masturbándome.

- Nos van a pillar Almudena –le decía implorante.

- Están muy ocupados… -aclaró ella y además propuso: ¿Te imaginas que ellos estén también enrollados?

- Harían bien –dije yo esbozando una sonrisa.

- Pues yo creo que me moriría de celos –dijo la muy cabrita.

Pero yo estaba seguro que lo que hiciese o dejase de hacer Olegario a su esposa le importaba un bledo. Almudena era feliz follando conmigo.

- ¿Por qué no nos vemos mañana en tu casita de campo? –le propuse. Allí podemos darnos un buen baño en el jacuzzi y jugar a lo que tú quieras.

- Sí, eso será mañana, pero deja que antes acabe esto.

La besé en los labios mientras mi polla empezaba a escupir las primeras descargas de esperma.

 

 

AL DÍA SIGUIENTE EN EL JACUZZI