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La fuga y la playa

en MicroRelatos

En cuanto a lo que ocurrió en aquella playa, no sabría bien como describirlo. Yo corría escondiéndome de la policía pues a lo largo de la noche me fugué de la prisión en la que estaba recluido por un delito menor. Logré llegar hasta la costa; aquellas playas mediterráneas podían ser el lugar perfecto para camuflarme entre decenas de miles de turistas. Sin embargo erré en el cálculo y fui a parar a una parte del litoral poco frecuentado.

Al asomarme a un desfiladero desde donde divisar el mar, la vista se me fue hacia dos figuras femeninas desnudas y de diferentes características entre ambas. La contemplación la tomé como un paréntesis en mí huida, un oasis en el largo camino. Quise aproximarme sigiloso por no asustarlas. No se veía a más nadie por allí. Vinieron en bicicletas, las tenían junto a sus toallas, ropas y demás enseres. No quería dañarlas, sólo deleitarme en su contemplación. A medida que me acercaba vislumbraba más y mejor las características que las diferenciaban; si la una era joven y bella, aunque algo escuálida, la otra más madura, pero más generosa en carnes. Mi verga empezó a endurecerse; tanto tiempo sin probar sexo y aquella visión me puso caliente. Bajé a la playa, me desnudé tras unos juncos para que no me vieran y me introduje en el agua, con el afán de que el agua borrase restos de suciedad y olor a sudor. En ningún momento me divisaron, pero tras unos minutos decidí salir del agua y dirigirme a ellas.

Me vieron, al verme el pene erecto se asustaron y salieron corriendo. Les grité para que esperasen explicándoles que sólo quería follar con ellas. No pude alcanzarlas y no me cupo más remedio que pajearme allí mismo y correrme sobre los cantos de la playa. Esto sucedía mientras la policía se acercaba por detrás y me cogía para esposarme.