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Mejor para mí

en Amor filial

Para un hombre, que es marido, que es padre, este asunto es peliagudo. Lo explicaré en breves líneas, no sin cierto incomodo a la hora de abordarlo:

Daba uno de mis largos paseos de sábado por la mañana; esos paseos que mi familia –esposa e hijo- saben que hago eternos, pues salgo temprano y vuelvo tarde, para almorzar. Compro el periódico, tomo café con los amigos, a veces me hago acompañar por Búster, nuestro perro, voy al parque central, etc. Paseo para reflexionar, sobre la vida, sobre la familia, sobre mi empleo, sobre mis inversiones, sobre mi afición a la pornografía, también al rugby y en fin, camino por la calle mirando a cada mujer que se cruza en mi camino.

Me fastidia el hecho de sentir atracción por otras mujeres y no tanto por la mía, y el caso es que Felicia, mi esposa, es una mujer atractiva, hermosa… y eso me consta por los comentarios de amigos y enemigos. Todo eso me preocupa, pues pienso que si no la satisfago quizá ella intente buscar amor por otro lado y no le faltaría, estoy seguro, con quien practicarlo.

Vamos siendo ya maduros. Todos los asuntos se agolpan en mi cabeza. Paul, nuestro hijo, es casi un hombre, y me preocupan sus pulsiones sexuales: normal a su edad, ya va al instituto, pero es que el otro día encontré una buena colección de revistas y pelis porno escondidas debajo de su cama; y bueno es que le guste el sexo, pero no que se convierta en un pervertido. Su madre y yo hablamos constantemente de él y conoce el problema, por lo que Felicia me apremia para encontrar una solución. No sé que hacer y noto que ella quiere buscar algo que hacer inmediatamente.

Hoy he vuelto a casa al menos una hora antes del almuerzo. Quizá tenga la solución para lo de Paul: llevarlo de putas. Aunque no sé si eso convencerá a mi esposa. No obstante de solo pensar en ese plan se me ha puesto la polla dura, tanto que hoy pienso darle caña a mi mujer, a la que hace falta que alguien dé placer.

¡Pero…! ¡Me cago en…! Al acercarme a casa, he entrado por la parte trasera y lo que veo al pasar por delante de la ventana del dormitorio de Paul, es a mi hijo metiéndole la polla a mi mujer, o sea, a su madre. ¿Joder! ¿Qué hago? ¿Lo mato? ¿La mato? ¿Los mato? Intento calmarme y pensar antes de hacer una locura y lo primero que me encuentro es que mi erección se hace más consistente y duradera. ¿Qué me está pasando? Me aseguro de que ellos no me ven y de que ningún vecino me ve espiar a través de la ventana de mi propia casa. La muy zorra disfruta como nunca la he visto disfrutar y mi hijo no parece del todo un inexperto.

Me siento extraño y con sensaciones confusas. Creo que he disfrutado mirando. Quizá la culpa de todo la tengo yo y mi mujer ha tomado las medidas pertinentes para abordar el tema. Por la noche Felicia y yo hemos vuelto a tener sexo como antaño; nos hemos amado. Supongo que ella va a seguir "ayudando" a Paul. Si los tres salimos ganando, tenemos sexo y puedo además espiarles pues mejor para mí.