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El sabor de tres manzanas

en Hetero: General

Cogí a mi novia en un aparte y le pregunté si sus dos amigas y ella querían volverme loco. Entre risas, Andrea, mi novia, quiso saber a qué me refería y así le recriminé:

- Podemos divertirnos como queráis, echarnos unas copas y hacernos fotos. Pero ¿no crees que bromear con todo eso de quedaros en ropa interior no es un juego muy peligroso?

- ¿Peligroso? –replicó mi novia. ¿Tienes miedo de algo?

Su actitud y las risas de las tres casi consiguieron hacer hervir mi sangre. Me dije a mi mismo que quizá otorgaba demasiada importancia a las cosas y que hacerles fotos en ropa interior y en poses más que provocativas a lo mejor era un juego inocente. Pero al cabo de un rato era mi polla la que no tenía muy claro la honestidad absoluta de aquella situación, pues se me levantó y se puso dura como una piedra. Lo peor es que cuando esto se produce, difícilmente disimulo la erección, al menos a ojos de mi novia, que no se le escapa una e instantáneamente me sorprende empalmado.

-¿Qué te ocurre? –me preguntó con una sonrisita lasciva.

-No sé, probablemente no debimos invitar a Esther y a Miriam a pasar este fin de semana con nosotros en la casa de la playa –le dije a Andrea sin que ellas me escuchasen.

- ¿No te parece buena idea?

- Son buenas chicas, simpáticas y todo eso…, pero no es esta mi idea de un fin de semana romántico.

- Ya hemos tenido muchos fines de semana románticos en íntima soledad. Querían venir a la playa, era una pena no invitarlas. Además, parece que eso te anima bastante –dijo mientras lanzaba una caricia furtiva a mi verga posando su mano sobre la bragueta de mi pantalón.

Le recriminé ese gesto con fingido enfado, pero ella aún reía más. Se acercó a mí de nuevo y susurrándome al oído me preguntó:

- ¿A cuál de las dos preferirías cepillarte cariño, a Esther o a Miriam?

La preguntita de mi chica me dejó de piedra. Sabía que no era nada celosa, pero querer saber cual era mi preferencia en cuanto a sus amigas era algo muy fuerte. Ante mi mudez insistió, susurrándome de nuevo al oído:

- Venga cariño, esta noche no quiero que seas romántico, quiero que seas un semental. Estamos demasiado calientes, la playa y el sol lo provocan y tenemos que repartirte entre las tres como buenamente podamos. Por favor respóndeme ¿con cuál de las dos te gustaría follar primero?

- No sé –dije titubeante en voz baja y ruborizado, tan rojo como un tomate- aunque no estoy muy convencido del éxito de estos juegos, pero creo que elegiría a Esther.

- Dime porqué a ella –quiso saber Andrea sin que sus amigas escuchasen nuestra conversación.

- Vaya trago me quieres hacer pasar cariño, ¿también quieres que te explique eso?

- Sí, hazlo libremente, no lo voy a considerar una infidelidad –adujo mi novia, a la que por cierto cada vez notaba más excitada al hablar.

Aunque Esther y Miriam no podían escuchar lo que Andrea y yo hablábamos, nos miraban silenciosas como si lo estuviesen comprendiendo todo. Cuando empecé a contarle a mi novia el porqué elegiría a Esther, ésta última clavó su mirada en la mía sabiendo más allá de lo que mis propios pensamientos acertaban a componer.

- Creo que me gustaría follar con ella por el culo que posee. Tu cuerpo me fascina Andrea, pero el de tu amiga es de infarto. Es lo que algunos llaman mujer caballuna –mi novia rió la ocurrencia- cuerpo grande, placer casi garantizado. Además es guapa, simpática y morbosa en la mirada…

De izda. a dcha.: Esther, Miriam y Andrea

Esther me miraba sabiendo de sobra que hablaba de ella. Mi novia se le acercó y la cogió de la mano haciéndole partícipe de la elección. Esther se aproximó a mí.

- Esther, te presto a mi chico un rato –le dijo Andrea- pero tendrás que hacerle algo que le relaje porque está bastante confuso.

La amiga de mi novia me besó en los labios, actuando yo con cierta timidez; y seguidamente se arrodilló ante mí. No podía creerlo, pero salí de dudas cuando bajó la cremallera de mi pantalón y extrajo mi polla, la cual estaba decidida a chupar. Como Andrea me viese albergar ciertas dudas, se acercó a mí e intentó tranquilizarme y dotarme de seguridad con palabras tiernas, a la vez que me besaba. De modo que reafirmé la posición de mis piernas y me dejé hacer. Tras unos minutos de intenso placer abrí mis ojos y contemplé a Miriam que arrebatada miraba la escena, no sin ansiedad. Le hablé:

- No he querido relegarte preciosa. Tenía que elegir.

- No te preocupes –me dijo comprensiva- no pienso quedarme esta noche sin mi ración.

Supongo que por la situación que se me presentaba a mí aquella noche pocos hombres pasarán; pero a los que tengan esa oportunidad imagino que se le cruzarán por la mente los pensamientos que me asaltaron a mí, típicos de un machismo sexual inducido por educación tradicional. Me preguntaba si tendría mecha para satisfacer a las tres chavalas; me preocupaba quedar a la altura de las circunstancias, sobre todo con Esther y Miriam, porque Andrea sabía de sobra cómo me portaba yo en la cama. Si he de ser sincero no conseguí satisfacer a las tres en el sentido estricto de la expresión. Creo que el alcohol y la desmedida euforia y excitación me traicionaron. Yo salí satisfecho y satisfice en gran medida a las invitadas, pero no tuve fuerzas para mi chica, la cual por otro lado me dijo que me relajase, que nadie me estaba poniendo a prueba. La noche estaba tan al rojo vivo que creo estar seguro de no haber soñado como entre ellas acabaron dándose igualmente placer. Ha sido hasta el día de hoy la experiencia más morbosa de mi vida; no he vuelto a repetir nada parecido.