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Tres en el cine

en MicroRelatos

- Nena –dije a mi esposa susurrándole al oído- deja eso o tu hermana se va a dar cuenta.

- Imposible –me respondió ella a mí- está muy distraída con la película.

Estábamos en el cine, mi mujer, mi cuñada y yo; mi esposa sentada a mi derecha y mi cuñada a la izquierda. La escena que contemplábamos en ese momento era casi pornográfica, enmarcada en una película declaradamente erótica a cuya proyección entramos sinceramente sin saber muy bien de qué iba el argumento. Felicia, mi mujer; se calienta con cualquier cosa y se giró hacia mí para besarme y seguidamente, sin preocuparse demasiado de disimular, empezar a bajarme la cremallera del pantalón.

- Tú hermana nos va a ver.

- No, se le cae la baba viendo como ese cabrón se cepilla a la recepcionista del hotel y a la camarera de habitaciones.

- Pero si la tengo sentada a diez centímetros de mí –repliqué.

Mi mujer ya había metido su mano por mi bragueta e inevitablemente mi polla reaccionó. Aún el abrigo me tapaba las piernas y eso sería lo que nos salvase de ser sorprendidos por Aurora, mi cuñada.

...

Aurora acababa de separarse de su marido y estaba en ese proceso tan duro de aceptar lo que es el abandono, por eso mi mujer y yo llevábamos intentando animarla desde hacía unas semanas pero sin demasiado éxito: casi había caído en una depresión. Invitaciones a comer, paseos por el parque, salidas a pubs y nos quedaba ir al cine.

…

Tenía la verga completamente tiesa y aunque un poco temeroso ante la presencia tan cercana de Aurora, deseaba rabiosamente que mi mujer no dejase de acariciarme el palo y diese comienzo a esas pajas tan ricas que ella sabía hacerme. En la pantalla un espectacular trío de un macho con dos hembras, imagen de la que ni Aurora, ni Mirian, ni yo apartábamos la mirada. No sé qué tipo de incomodidad hizo que mi cuñada se revolviese y acomodase cambiando de postura en la butaca. Me sobresalté un poco con su gesto, pero de paso aproveché para estirarme en mi asiento y extender mis piernas, todo por facilitarle la tarea a mi mujer, que ya había extraído mi pene de debajo del slip.

Mirian me la estaba meneando decididamente, oculta la tarea ya lo he dicho por mi abrigo. Le dije al oído que no parase hasta el final y reaccionó a mis palabras dándole un ritmo mayor a la masturbación, tanto que difícilmente dejaba de apreciarse a simple vista un movimiento rítmico bajo el abrigo. Me giré disimuladamente hacia mi cuñada para cerciorarme de que seguía inmersa en la película, cuyas imágenes por cierto de aquel elegante trío de un hombre con smoking y dos rubias preciosas, hacían subir la temperatura de la sala y por supuesto de los espectadores, entre los que nos encontrábamos nosotros tres. Digo que miré hacia mi cuñada y me di cuenta para mi congoja que tenía la vista clavada en lo que me hacía mi mujer, o más bien en lo que pudiera estar ocurriendo bajo el abrigo. Me asusté y quise parar, pero no era la intención de mi mujer detenerse, que habiéndose dado cuenta de que su hermana observaba, dijo "deja que mire", a lo que después Aurora replicó que íbamos a manchar el abrigo. Desde luego quería ver en profundidad. Con algo de vergüenza retiré el abrigo y después pasé un brazo por encima de los hombros de mi mujer. No me atreví a hacer lo mismo con mi cuñada, cosa que me hubiera gustado.

Nunca consideré atractiva a mi cuñada, pero desde aquella anécdota todo cambió. Aurora sacó unos pañuelos para limpiarme el esperma ella misma y lo hizo con delicadeza mientras yo continuaba con los ojos entornados de puro éxtasis. Lo que no entendí muy bien fue porqué mi mujer hizo aquello en presencia de su hermana.