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Llamada oportuna

en Autosatisfacción

Llamada oportuna...

Era una noche fría, mi cama estaba helada y se me hacia cada vez, mas grande y solitaria, esperaba su llamada, inquieta, nerviosa, ansiosa y con ganas de hacer todo lo que habíamos planeado.

Decidí esperarlo vestida, pensé que seria un agradable juego erótico ser desvestida lentamente por su palabras, preparé mi habitación para el encuentro, un poco de música suave, luz tenue y un incienso embriagó de olor a tranquilidad todo el espacio.

Las 01:30 de la mañana y contesto, su voz era casi temblorosa y podía sentir su respiración agitada en mi oído, puse el teléfono en mi corazón para que pudiera sentir sus latidos y lograra dimensionar mi ansiedad y deseo por su cuerpo, me hablo del amor, de la vida cotidiana , de sexo y me animo a desnudarme.

Comencé a inquietarme aún mas, me sentía electrizada, como por inercia, recorría mi cuerpo intensamente , sus palabras eran sensuales, llenas de pasión y deseo por mi, me incitaba a descubrir nuevos placeres y a reconocerme, aquel maestro del amor, logro ponerme a mil, increíblemente, solo con su voz .

A medida que la conversación avanzaba, mis fluidos se esparcían por mi sexo, y compartíamos sensaciones, nos hacíamos participes de nuestras fantasías y nos deseábamos poderosamente; uno al otro, nos inducíamos a experimentar y a guiar nuestros movimientos y caricias de modo que pareciera que estuviéramos juntos, y el calor aumentaba, las respiración era cada vez mas agitada y mi deseo por tenerlo dentro de mi dominaba mi mente.

Como un lazarillo, mi enamorado me indicaba exactamente que hacer, y me envalentonaba a hacer posiciones y a emitir gemidos intensos, reales, vívidos y apasionados, mis manos se convirtieron en las suyas y acariciaban cada centímetro de mi, apretaban mis pechos con fuerza, acariciaban mi vientre, mi pelvis y mis glúteos, buscaban mi clítoris, ansiosa y desesperadamente, para acariciarlo, estimularlo y revivirlo.

Mientras, al otro lado del teléfono, él me relataba sus sensaciones, sus ganas de tenerme a su lado y hacerme mujer, el deseo que sentía por mi y las miles de sensaciones que le provocaba mi excitación guiada por su deseo, y me narraba eufórico sus acciones, sus fantasías y todas sus impresiones, yo las imaginaba, y mi pasión aumentaba aún mas, y mi sexo reclamaba por abrigarlo dentro de mi.

Como un naufrago en el mar, busque abrigo, pero estaba sola, y mi ansiedad se intensificaba cuando lo escuchaba gemir, mi corazón latía velozmente, cada vez que me relataba las ganas que tenia de apoderarse de mi sexualidad y saborear mis fluidos, porque nos imaginaba a los dos fundidos en nuestros sexos, regalándonos placer y sensaciones limite, mis manos no podían contenerse, se negaban a dejar de explorarme y darme placer.

Su voz cada vez era mas erótica y sensual, casi tembloroso, me explicaba que su sexo estaba cada vez mas duro y húmedo, que quería introducirlo con fuerza y pasión dentro de mi, y amarme de miles de formas, con cada uno de sus sentidos y con cada uno centímetro de su cuerpo.

Mi imaginación era mi mejor aliada , y volaba queriendo sentirlo , mis fluidos recorrían mis piernas y mi mano tomaba su lugar entrando dentro de mi, como una lanza, buscando lo mas profundo de mi ser, con movimientos circulares, rápidos y sensuales, y cada vez quería oír mas de sus relatos, el hecho de saber su deseo por mi, me conducía directo al nirvana y casi lograba sentirlo rozar mi piel.

Todo era mágico, estábamos sintiendo el mas grande de los placeres, pero no estábamos juntos, solo nos escuchábamos, nos recorríamos uno al otro con nuestras manos y nuestra mente y nos regalábamos delicias por montones.

No se cuanto tiempo estuvimos envueltos en nuestro encuentro telefónico, pero fue suficiente como para que yo me diera cuenta de las habilidades de mi profesor, para conmigo, porque en el fragor de la conversación, había hecho sola, lo que haría con él si hubiese estado en mi cama, porque hasta mis dedos sirvieron, al imaginarme besando su sexo.

Entonces, no puede resistirme mas, estaba a punto de llegar al cielo y él conmigo, y nos alentamos a hacerlo juntos, sintiéndonos, conjugándonos y fuimos cómplices de un orgasmo intenso, amable, sereno, pero definitivamente nuevo para mi.

Unos segundos de silencio y ambos anunciamos la buena nueva, reímos, nos narramos cada sensación que sentimos en el clímax, y fuimos felices, llenos de orgullo uno por el otro, satisfechos por la labor cumplida y listos para el descanso.

Deje de escuchar su voz por el teléfono y me dormí, desnuda, desordenada, con olor a sexo, satisfecha, pero y no sin antes emitir un gran y romántico suspiro.