miprimita.com

El Patrón y Yo

en Hetero: Infidelidad

El patrón y yo

El sueño dorado de casi todas las empleadas es el del típico final de novela mexicana, donde el dueño de casa las descubre, se enamoran ,se casan y viven felices para siempre, pero a diferencia de ellas, yo me conformaba con algo mas excitante y menos sufrido, soñaba con pasar una noche enredada en las sabanas con el dueño de casa, pero quería que fuera en mi recamara.

Mi sexto sentido me decía que mi sueño no era un imposible, soy una mujer joven y bien parecida y cada vez que él estaba cerca de mí, podía sentir su mirada libidinosa clavada en mis muslos generosos, cuando me hablaba para pedirme algún servicio, sus ojos me dejaban saber el deseo que sentía por mí, por eso, aquella noche cuando entro a mi cuarto, no me pareció tan raro.

Llego presuroso y jadeando, me contó que se había escabullido en las penumbras de la noche, entre el jardín, para no ser sorprendido por su esposa, traía una botella de vino y sin diplomacias, me declaro a lo que venia, y como no soy celosa, accedí sin problema.

La situación era fantástica, por fin podía cumplir mi fantasía erótica y estrenar mi camisón rojo italiano, le sugerí ponerse cómodo y le preste mi bata, hablamos, bebimos, bailamos y reímos como niños, el señor estaba complacido con mis atributos y no dejaba de elogiar el tamaño de mis glúteos bien repuestos, súbitamente me beso ardientemente.

Sentí su lengua incursionar en mi boca buscando la mía y el calor de su aliento me estremeció, cada poro de mi piel se estimulaba saboreando sus labios suaves y carnosos y la cadencia de sus besos encendió mis deseos, mis manos se aferraron a su espalda amplia y varonil y mi olfato se deleitaba disfrutando el éxtasis de su olor a hombre, poco a poco comencé a sentir mis fluidos desencajarse de mi sexo y salir presurosos a preparar mis cavidades para recibir a mi invitado.

El señor aumento el calor de los besos y su lengua recorrió mi cuello, decidí acomodarnos en mi cama, le saque la bata y lo observe desnudo, su cuerpo lucia majestuoso, su vientre plano y su pecho marcado me volvían loca, pero lejos lo más maravilloso, era su sexo, magno y bien dotado, arrodillados en la cama me desnude para él y sus pupilas delataron el gusto que le dio ver mis pechos apuntándolo, mis ojos se maravillaron al advertir el latido de su sexo deseando poseerme, lamí cada centímetro de su cuerpo perfecto y sabroso y succione demencialmente su intimidad queriendo dejarlo seco, mis manos tomaron sus testículos tímidos y retraídos, y mi boca también quiso probar de su sabor, mi lengua recorría cada pliegue de sus partes intimas y lo veía estremecerse disfrutando, respiraba el aire que brotaba de sus poros abiertos y sudorosos y saboreaba el sabor delicioso de los jugos que brotaban de su sexo, extasiada y chorreando pasión desde mi interior, me apoderaba del tesoro mas preciado de mi patrona, mientras sentía sus dedos incursionando en mis cavidades y entrando impúdicamente dentro de mí, sin siquiera pedir autorización.

Gemí y goce cada segundo que mi lengua acaricio meticulosamente todo su poder y agradecí a cada uno de los cinco dedos, de su mano, que me regalaban espasmos intensos y vívidos, aquel hombre estaba maravillado y lleno de mí, desde su pubis hasta su ano; mí boca hacia tan bien su trabajo que pronto lo sentí explotar, tiro de mí pelo con fuerza y regó mi cara y mis pechos con toda su miel, yo agradecí su gesto y me revolqué en su mar.

Sabía que todavía estaba prendida y continuo sus movimientos circulares con sus dedos en mis cavidades y luego su lengua abrió paso entre mis labios íntimos jugando con mi clítoris duro y deseoso de pasión, estaba recostada con su cara totalmente perdida entre mis piernas y sus manos apretando con fuerza mis pechos calientes y duros como una roca, me daban tanto placer que solo podía gemir tan fuerte como mi alma me lo pedía, era un experto con su lengua, casi me logra hacer tocar el cielo con su calor, pero me sorprendió recuperado y listo para clavarse en mis entrañas, arquee mis piernas lo mas que pude y lo invite a domarme, lo sentí entrar en mi intimidad y apreté mis cavidades para que sintiera todo mi calor, puse una almohada bajo mi cóccix para ayudar en la entrada y sentir la profundidad de sus deseos y cual león feroz me penetro salvajemente con un ritmo nunca antes sentido por mi cuerpo, me encontraba sudada y consternada, sintiendo la majestuosidad de aquel amante perfecto.

Sus empujones eran increíbles, ideales para el momento y cargados de un salvajismo que me hacia sentir una hembra devorada por su macho cabrio, gemimos juntos una y otra vez y su boca succionaba mis pezones de forma brutal, mis manos ciegas buscaron sus testículos tímidos para darles una mano de atención, contamos los movimientos y recuerdo que fueron mas de mil, me tomo por detrás y entro como un toro salvaje en mi ano y creí que moriría del dolor, pero sentí el placer de sus bramidos en mi oído y sus palabras de agradecimiento y el placer de la situación volvió de inmediato, lentamente fue aumentando su cadencia hasta llegar a ser frenética, estaba exhausta, sus manos se posesionaban de mi clítoris y su virilidad desvirginaba mis partes prohibidas, pero el goce era suculento y la pasión mayor, estaba lista para tocar el cielo y él junto conmigo, entonces al unísono y sin ponernos de acuerdo, nos imbuimos en una contracción intensa y majestuosa y volví a ver su néctar regado por mi cuerpo, mientras todos mis fluidos mojaban sus piernas.

Quedamos exhaustos en la cama y fumamos un par de cigarrillos, antes del amanecer volvió a su cuarto y cuando lo vi en la tarde, me agradeció por mi servicio.

Ahora, en las noches de luna llena lo espero nerviosa, mi lencería aumento y la imaginación me permite ser una empleada eficiente, feliz de trabajar en su casa y dispuesta a ser para todo servicio.