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Mi secretaria

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Mi secretaria

Esa mañana me levante un tanto ansioso y la ducha mañanera no logro apagar el fuego que despertó junto conmigo, lamente mi soltería guardada con tesón, al no encontrar a mi lado un cuerpo femenino para desahogarme, y el camino a la oficina me dejo aun mas hambriento de placer, al ver un sin numero de muchachas guapas y apetecibles.

Al medio día, decidí que ya era hora de dejar de lado la sed con que desperté y concentrarme en mi trabajo, ya que en toda la mañana no había podido siquiera leer mis notas, imaginando estar en los brazos de alguna musa que lograra hacerme descargar todas las ganas que tenia en ese momento de imbuirme en alguna cabalgata sexual.

Respiraba profundamente para calmarme cuando entro Cristina , mi secretaria, no la había visto en toda la mañana y mi corazón dio un brinco al imaginarla desnuda, la vi mas hermosa que nunca y no pude evitar mirarla libidinosamente, camisa ajustada y falda mas arriba de la rodilla me incitaban a tocarla y su olor a dulzura me volvía loco, me hablo miles de cosas que no recuerdo, porque todos mis sentidos estaban puestos en su ropa interior que dejo ver tímidamente cuando cruzo las piernas.

Decidí abordarla con firmeza y cual Romeo enamorado le recite una declaración de amor, creada en el momento, ella estaba nerviosa pero sentí que adivinaba mis propósitos, se levanto de su silla y puso el seguro de la puerta, el resto del personal trabajaba ignorándolo todo, mientras yo me preparaba para domarla.

La libido se dejo caer en mi oficina posesionándose de ambos, la tome fuertemente de sus caderas pronunciadas y la apreté contra mi pecho, quise rasgar sus ropas de seda con furia y clavarla salvajemente con todo mi poder, pero me contuve escuchando sus gemidos suaves y sensuales en mi oído, su lengua recorrió mis labios y mi boca, nos besamos ardientemente intentando conocernos, recorrí su figura con mis manos torpes y deseosas de imbuirme en sus partes intimas y pude sentir como mis caricias la estremecían, mis manos lujuriosas levantaron su falda y escarbaron en su ropa intima.

Como toda una secretaria eficiente, usaba pantis y portaligas, lo que facilito mi tarea y embraveció mis sentidos, mi sexo estaba duro y sentía como rápidamente se humedecía de gusto y palpitaba desesperadamente al tocar sus labios íntimos e introducir mis dedos con fuerza en sus cavidades, lamía y succionaba su cuello como un desquiciado y buscaba sus pechos con impaciencia, desabroche dos botones de su camisa ajustada y los encontré.

Su brasier era negro y con encajes muy provocativos, los que me dejaron ver sus pezones grandes y rozados, en un acto de complacencia, me ayudo a saborearlos y se lo quito rápidamente, vi sus montañas en toda su majestuosidad y quise apoderarme de sus cimas, mi boca succiono sus cumbres y mares de exquisitos jugos corrieron por sus piernas temblorosas, mientras mi sexo reclamaba por algo de atención, sus gemidos me estremecían y mi mano dentro de ella quería tocar su alma, estábamos de pie frente a la puerta y en un momento que no recuerdo se compadeció de mi sexo y me pidió registrarlo para poseerlo.

Accedí gustoso, me acomode en mi silla y se arrodillo ante mi, sin preámbulos lo tomo con sus manos suaves y lo dejo entrar en su boca, creí que explotaría dentro de ella al sentir que era toda una experta, su lengua acompañaba el movimiento provocado por el deseo y mi intimidad se servia de un placer increíble.

El tiempo era escaso y la posibilidad de ser descubiertos me obligo a detener su entrega, la tome de la cintura y la senté en la mesa, agradecí con el alma al bendito carpintero, que fabrico mi escritorio, pues nuestros sexos quedaron enfrentados y listos para ser presentados, entre con fuerza a sus profundidades y con una cadencia arrolladora, empuje tan fuerte como un loco, nos acoplamos tan bien que ni siquiera incomodo su colales negro, aquel hilito embriagador se movió solito para darme espacio a entrar a su casa y sentí sus uñas apretando mis glúteos, jadeamos como lobos hambrientos y gozamos como nunca, mi boca mordía a cada instante su pezones grandes como dos torres, mientras mi oído recibía la melodía dulce de sus bramidos lujuriosos bien paridos.

Mil movimientos tan rápidos como me fue posible fueron necesarios para llegar al nirvana, sentí un choque eléctrico recorrerme por completo y reconocí en sus pupilas la llegada de un orgasmo, deje salir toda mi hombría dentro de su alma, y sentí satisfecho, litros de jugos chorrear lujuriosos por su entrepierna, note, que increíbles néctares, cargados de alivio y desenfreno desbordaban de nuestros sexos adheridos y exhaustos y respire aliviado.

Quede afirmado a ella por algunos minutos tratando de darle mis agradecimientos por tan memorable momento, pero se me adelanto y corrió al baño, arregle como pude mi ropa sudada y con su olor impregnado y me incorpore a la realidad, ella salió del baño repuesta pero avergonzada, sus ojos no me miraban como antes, pero su cuerpo todavía tenia mi sabor.

Hablamos de ello y entendió mis ganas de ese momento, quise invitarla a almorzar pero por asuntos de trabajo no pude, quedamos de acuerdo en salir un día de estos, a seguir conociéndonos o a desfrutarnos de otra forma, aun no lo se, lo único que se, es que después de eso, por fin ese día, pude respirar profundamente y me sentí realmente sosegado.