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Rompiendo la rutina

en MicroRelatos

Rompiendo la rutina...

Nuestro matrimonio necesitaba un cambio, nos habíamos sumergido en la rutina y ya nuestra convivencia se estaba haciendo aburrida, amaba a mi esposa y por eso quería romper con el tedio, teníamos que hacer nuevas cosas para divertirnos, de mutuo acuerdo, decidimos darnos una noche para nosotros.

Al verla lista para salir, mis pupilas se impactaron con tanta belleza, había olvidado aquel vestido negro y su figura me parecía rejuvenecida, sus labios pintados me invitaron a besarla, sin querer rocé uno de sus pechos y sentí como mi sexo se despertaba.

La cena estuvo estupenda, todavía era temprano, por eso decidimos darnos una escapadita a un bar, tomamos unos tragos y conversamos del pasado, reíamos recordando nuestro pololeo de juventud, de pronto creí ver en sus ojos aquella picardía , y recocí en su beso el llamado del amor, usamos el mismo idioma que antes para transmitirnos nuestro deseo de tenernos.

Salimos del bar convertidos en los muchachos de antaño, recorrimos caminando todo el centro de la ciudad buscando un sitio para amarnos, la búsqueda era interminable, deseaba a mi esposa con el cuerpo y con el alma y necesitaba plasmar ese deseo, por eso, cualquier lugar me parecía apropiado, pero ella quería algo especial, hasta que por fin encontramos.

EL motel era muy discreto, la cama, un televisor, una radio y un pequeño bar, en la mesita de noche encontré algunas revistas eróticas y preservativos, el baño tenia una tina inmensa, ideal para inventar alguna aventura de amor, ella se asilo por un momento en el baño, yo la esperaba ansioso, desnudo, tembloroso y con mi sexo desesperado por sentir su calor.

La vi salir con un pijama diferente, medias negras con encajes, y un corsé que delineaba su figura, la transparencia de la tela dejaba ver sus pechos, mas hermosos y apetecibles que nunca, su pelo estaba revuelto, y sus labios húmedos me regalaron un beso, quise atraparla y perderme dentro de ella, pero me detuvo, escuche una sensual canción en la radio y la vi bailar para mi, sus movimientos eran suaves, lentos y sensuales, sus caderas seguían el ritmo de la música como si esta fuera parte de ella, me acomode en la cama para deleitarme con aquel erótico espectáculo, y podía ver como si sexo se humedecía cada vez mas, su danza era encantadora, y al fragor de la música se despojaba de su ropa intima, en momentos, se me acercaba para que intentara atraparla, pero huía, me seducía y me volvía loco cada vez que me dejaba ver sus glúteos, enormes, generosos, blancos y brillantes de sudor, usaba un pequeño colales negro, el cual quise arrebatarle con los dientes, pero me detuve, no quería interrumpir su acto de seducción, entonces, para aplacar un poco su ausencia, decidí acariciarme, cosa que a ella le pareció ideal, mientras bailaba eufórica y radiante, me animaba a masturbarme y mi mano comenzó tímidamente con dicha tarea, mientras, ella se contorneaba frenéticamente al ritmo de la música, su cuerpo se fue quedando desnudo al ritmo de aquella melodía, había olvidado lo hermosa que era y lo enamorado que estaba.

No se si fueron los tragos o el recuerdo de nuestro fogoso pololeo, pero estaba excitada y gozaba viéndome acariciarme, culmino su danza salvaje con un giro inmenso, el que casi la deja caer encima de mi, vi levantar su cara y me encontré en sus ojos, quise hacerla mía pero otra vez me lo impidió y me confeso sentirse cada vez mas húmeda con el hecho de verme haciendo justicia por mi mano, producto de mi deseo por ella, entonces, decidió, que aquel espectáculo, era el que quería presenciar, la vi tenderse a los pies de la cama observándome, la escena me parecía excitante y mas aun cuando la vi copiar mi acto de deseo, con sus ojos clavados en mi, comenzó a tocarse, estaba recostada en la cama y desnuda, hermosa, magistral y ardiente, mi sexo quiso explotar al ver sus manos recorriéndose y sentir sus gemidos intensos y llenos de pasión, sus piernas arqueadas me invitaban a cabalgarla, pero no podía interrumpirla en su desenfreno, veía salir sus fluidos, y sentía como si mi corazón se saliera del pecho, cuando apretaba sus senos y su lengua daba paseos por sus labios, la cadencia de mis manos se comenzó a ser mas intensa y las ella también, ambos nos masturbábamos mirándonos fijamente, gozándonos, estimulándonos, y la sensación que sentíamos era abrumadora, me hablaba y me confesaba estar ardiente, quería que fuera su guía en su excursión y con su voz temblorosa y agitada me preguntaba que hacer y que quería ver, como un loco de pasión la observaba atónito, fascinado , sus gemidos se hacían cada vez mas intensos y se contorneaba sintiendo espasmos por todo su cuerpo.

Mi sexo estaba a mil, ya casi no podía mantenerme invicto, necesitaba desesperadamente dejar salir todo mi deseo y se lo comente, la noticia le pareció afortunada, y juntos aumentamos nuestra cadencia, podía ver como sus dedos exploraban su clítoris y se introducían en aquel lugar que me pertenecía, pero no me importaba, disfrutaba verlo tanto como ella sentirlos, y su cara desfigurada de deseo me aprecia mas hermosa y sensual que nunca.

Sentirla, oírla, verla era demasiado placer para mi y no pude con mi deseo, deje explotar mi sexo y mis fluidos se esparcieron por todos lados, la mire avergonzado, triste por abandonarla antes de tiempo, pero mi preocupación se vio calmada al verla igual que yo, satisfecha, reposada, hermosa y con sus ojos todavía clavados en mi, gateo hasta mi lado y me beso en los labios, nos metimos bajo las sabanas y descansamos por un momento, hablamos, recordamos, reímos y volvimos a excitarnos, decimos repetir el placer, pero esta vez, juntos y prisioneros uno del otro.