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Sexi Fontanero

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Sexy fontanero

Esa mañana me desperté algo excitada, la lejanía de mi último encuentro con el amor me pasaba la cuenta y mi cuerpo me rogaba por algo de pasión, soy una mujer soltera, a mis 35 años he logrado todo, o casi todo, lo que económicamente necesito, mis deseos carnales son como los de cualquier mujer, pero ese día no estaba segura de qué camino tomar para llegar a mi orgasmo, por eso, la llegada del fontanero me hizo elucubrar una historia cargada de lujuria y desenfreno.

Eran las ocho de la mañana y decidí esperar hasta las diez, supuse que la espera ayudaría a despertar aún más la libido, que casi no me dejaba respirar y que para esa altura, mis caldos ardientes manarían ruados por mis piernas, lo que ayudaría en mi desinhibición, para arrojarme rauda en sus brazos.

Tenía dos horas para esperarlo, me levanté de la cama y tomé un baño, sentía el agua correr por mi cuerpo y la desesperación por sentir el calor de un macho entre mis piernas me volvía loca, quise masturbarme para aliviar mi espera, pero se me ocurrió que sería mas fructífero esperarlo así, con muchas ganas.

El reloj avanzaba lentamente, tenía todo listo para mi encuentro, me puse un vestido transparente y sin ropa interior, quería que él se diera cuenta de que lo deseaba, pero el tiempo pasaba muy lento y mi calentura no cesaba, entonces, se me ocurrió un plan mejor, diez minutos antes de que él llegara dejé la puerta entre abierta y me posé en el sofá, el saber que él estaba a punto de llegar me animó a comenzar la tarea de tocar mi cuerpo y visitar mis labios íntimos, mi pulso se aceleraba y mi cuerpo comenzaba a dar pequeñas contracciones que me electrizaban, mis manos excavaban en mi interior lúdica y lentamente, como jugando, como intentando darme más placer.

Escucho golpear la puerta y era él, estaba segura de que era mi fontanero deseado, no podía ser nadie más que él.

Mi voz quejumbrosa y tiritona lo invito a pasar y al verme ahí en el sofá, media desnuda y tocándome, él pobre casi decide abandonar el lugar, me imagino que aquella imagen lo turbo por algún momento, pero antes de que pudiera emitir alguna palabra lo invite a pasar.

-Adelante, te estaba esperando- le dije

Le hice una seña para que se acercara hacia mí, me miraba extrañado pero lujurioso, me recordó cuando me miró por primera vez y sus ojos se clavaron en mis pechos grandes, eso me animó más aún, y no fue difícil invitarlo a disfrutar.

Se lanzó fugaz a mis brazos y comenzó a besarme con lujuria, su lengua escarbó en la mía como un desesperado, sus manos apretaban cada centímetro de mi cuerpo, mientras sus besos eran cada vez mas frenéticos, yo me sentía en la gloria, mi sexo comenzó eufóricamente a chorrear litros y litros de deseo, rogando que su lengua se acercara él y lo escarbara de la misma forma que lo hacia en mi boca.

Era un experto, sus besos que comenzaron en mi boca se fueron trasladando lentamente por mi cuello hasta llegar a mis pechos, mis pezones estaban tan erectos como dos torres y sentir su boca succionándolos y dándole pequeños mordiscos casi me hizo soltar un grito, el ruido que emitía aquella succión era increíblemente delicioso, me estimulaba al punto de querer apretarlo contra mi cuerpo y desear ser clavada con fuerza por su poder, apretaba mis pechos uno contra el otro y juntos los succionaba, mientras me decía palabras lujuriosas y obscenas al oído.

Mis manos no podían estar quietas, excavaban desesperadas por su pantalón buscando aquel poder que tanto había esperado esa mañana, quería tocarlo y sentir su fuerza, deseaba intensamente introducirlo en mi boca para sentir el dulce sabor amargo de su néctar fabricado para la lubricación de nuestros actos, cuando por fin lo tuve en mis manos quise devorarlo, lo apreté con fuerza, con desenfreno, dispuesta a introducirlo hasta el fondo de mi garganta, hasta dejarlo seco.

En el internando él seguía succionando afanosamente mis pechos magnos, y continuaba con aquellos mordiscos que me enloquecían, todo era increíblemente delicioso, cuando por fin logre sentir uno de sus dedos entrar en mi húmeda y calurosa caverna, que a esa altura solo quería ser gobernada, casi estallo de emoción, introdujo uno, dos, tres dedos, mis bramidos se hicieron superiores, mis manos apretaban sus testículos con una sutileza obligada y masturbaban su cetro con un deleite in imaginado.

Seguía repitiéndome miles frases obscenas que enaltecían mi bravura y mi deseo por él, quise girarnos para poder estar más a gusto y disfrutar de su cuerpo de macho cabrio, pero no lo permitió, en vez de eso, decidió lo que yo tanto esperaba y visitó raudo mis labios íntimos con su lengua ancha y babosa, lamió mi clítoris y mi vulva completa y mi gusto fue superior, todo mi cuerpo disfrutaba ensimismado con tan mágica tarea, sintiendo sensaciones que nunca había experimentado, me hacía gemir una y otra vez del gusto que me proporcionaba. Todo era perfecto.

De pronto, me tomó en sus brazos y me posó sobre la mesa, yo me sentía pegada a él y no podía dejar de besarlo calurosamente, mi lengua escarbaba desesperadamente dentro de su boca como queriendo no separarse jamás, me acomodó como un experto y me abrasó por atrás, su lengua succionaba mi cuello, sus manos apretaban mis pechos y sentía su poder rozarme entre las piernas, me acomodé a su deseo y me clavó desesperada y brutamente por detrás, no pude menos que emitir un feroz grito cargado de todo el morbo y la lujuria que nacía de nuestros actos, su embestidura era salvaje y casi brutal, pero no me importaba, porque yo gozaba increíblemente, escuchaba en sonido que hacia en choque de nuestros cuerpos y eso ayudaba a que el dolor del comienzo y la supuesta incomodidad fueran meros detalles, comparados con la increíble satisfacción que sentía.

No fue necesario millones de empujones para llegar a mi orgasmo, el magno evento me tenía extasiada, por eso, no pude menos que rendirme a la llegada de mi tan esperado orgasmo, él seguía clavándome con fuerza y yo comencé a sentir los espasmos, era como si miles de agujitas me clavaran todo el cuerpo, como si estuviera en caída libre, como si tocara las estrellas.

Notó mi momento culminé y me ayudó a reincorporarme, pero todavía falta recibir su leche, por eso, me acomodé de rodillas y tomé con finura su bravura y la introduje decididamente en mi boca, con fuerza, lo succioné frenéticamente, repitiéndole entre susurros y palabras cortadas que quería sentir el sabor de su néctar, mientras, él casi se restregaba de gusto y desesperación, me avisó que el momento había llegado, preparé mi boca para recibirlo pero un gran chorro de deliciosa leche salto raudo a mi cara, me sentí bañada de todo su alivio mientras pasaba juguetonamente mi lengua por su glande, intentando no dejar residuos de aquel evento.

Nos quedamos algunos segundos sin habla, creo que por un momento el pobre cuestionó lo sucedido, pero yo lo calme aclarándole, que de ahora en adelante, con su consentimiento, sería mi fetiche fontanero, el cual arreglaría, más que mis tuberías dañadas, además, compartiría conmigo, mis deseos infinitos.