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Una noche diferente

en Sexo Anal

UNA NOCHE DIFERENTE

Es sabido que las relaciones humanas son siempre muy complicadas y mucho más cuando se trata de relaciones de pareja, es por eso que cuando descubrí el gusto por las relaciones “abiertas” sentí que por fin había logrado encontrar el balance entre el deseo y el cariño.

Llevábamos varias incursiones fogosas y candentes, él siempre se encargaba de satisfacer todos y cada uno de mis deseos más fervientes y profanos, juntos habíamos podido conjugar el maravilloso arte del sexo y la amistad sincera y estábamos felices por eso, pero a pesar de que siempre me mostré dada y dispuesta a todo en sus brazos, en el fondo de mi ser sentía que algo faltaba, que algo no había hecho, que la tarea no estaba cien porciento cumplida.

Aquella noche volvimos a coincidir y la lubricidad se apoderó de mi cuerpo y enalteció mi deseo, de su amiga incondicional pase a convertirme nuevamente en su amante fiel y decidí llevarlo a mi cuarto para comenzar una nueva labor.

No era necesario ponerse de acuerdo en nada, ambos sabíamos perfectamente los gustos y apetencias de cada uno y aunque la previa nunca tuvo las indicaciones de un recetario, siempre existían  cuestiones básicas y fundamentales de cada uno con las que nos demostrábamos complicidad y alto grado de deseo.

Me recosté a su lado y sus labios se clavaron en los míos con tanta fuerza  que  por un momento pensé que mas que un deseo, este joven tenia una necesidad de mi, lo sentí  mas entregado, mas ansioso, con mas calor, eso me provoco un deseo diferente, mas intenso que no pude disimular pues inherente a sus besos, pequeños chorros de mi deseo comenzaron a aparecer vívido por entre mis piernas con tal fuerza y magnitud que mi olor se apoderó de mi cuarto y de nuestros apetitos.

Al fragor de su deseo el imán de su sexo me condujo rauda a su encuentro, quería tragármelo, saborear cada pliegue de su cetro y convertirme en la dueña de su cáliz a punto de ser regado, por eso la cadencia de mi succión fue arrolladora, mi joven acompañante no podía disimular su gran gusto, lo sentía estremecer cada vez que tomaba su poder con mis dos manos, lo miraba con lujuria y apetencia y encajaba en mi boca toda su magnificencia, logrando casi un compas perfecto, de pronto , sujetó mi cabeza y aumentó mi tarea, pensé que estaba siendo partícipe de su llegada a las estrellas, pero solo era parte del proceso, parte de aquella escena lujuriosa y exquisita a la que pertenecía mi boca y su sexo.

El cambio de roles llegó sin que yo lo deseara como todas las veces y quise volver a mi tarea y no dejarlo incursionar en mí y en mis labios íntimos, pero no pude, pues me rendí al recibir con alegría su lengua entre mis piernas y su respiración agitada despeinando mi pubis frondoso me volvió una total y absoluta desequilibrada,  todo era perfecto, él, mi sexo, su lengua, nuestro olor, su olor  y sobretodo,  su compas, todo era perfecto, estaba donde quería estar, estaba en el nirvana.

”En la confianza esta el peligro”, esa frase se convirtió en una premura para nuestro momento, puerta abierta, gente durmiendo, televisor encendido y pajarillos cantando eran parte de nuestro escenario, nada mas excitante que eso, pensé, nada mas gustoso que la posibilidad de ser descubiertos, nada mas exquisito que el sonido manado de su juego y de la cadencia del deseo. Cuando sentí ese apoteósico y delirante sonido, tres de sus dedos se encontraban dentro de mi cuerpo querido tocar mi alma.

Nunca lo había hecho, nunca había sentido de su parte esa fuerza y esa pequeña perversión deliciosa, se lo sugerí al oído y lo hiso, convirtió sus increíbles y delicadas manos en puñales que atravesaban mi deseo y que entraban y salían de mi caverna solo como lo hace un dueño, me sentía extasiada, presa de la lujuria, embutida en una avidez candente que me hacia querer quedarme pegada a él para siempre disfrutando de sus deseos.

Era magistral, preciso, intenso, tal como lo necesitaba, tal como siempre lo había deseado, tal como él lo quería, tal como yo lo quería, y todo fue mejor cuando sacó sus manos de mi, y juntos saboreamos de mi cuerpo, eso fue increíble.

A pesar de eso, esa noche no era mi turno de llegar al cielo, lo supe desde que me recosté a su lado, a veces me pasa eso, “no es mi turno esta noche” me repito, nunca e sabido porque,  solo lo sé, por eso decidí que era tiempo de darle algo especial y diferente, por eso, y también apropósito de sus ganas y ningún disimulo al respecto, decidí ir un poco mas lejos y entregarle mis partes prohibidas, aquéllas  que han sido tan  anheladas por varios comensales, pero sin resultados positivos.

La situación se dio sin premeditación ni alevosía, si no que fue parte de los hechos, después de haber sido abordada con una excelente y deslumbrante fuerza por todo su máximo poder, creí que no seria capaz de resistir más su embestidura, pero  para nuestro bien, continué deseosa con nuestro acto entregándome por completo.

Obviamente aquéllas parte íntimas y secretas necesitan un cariño y una atención especial para no provocar daño ni reacciones adversas y estoy segura que este joven ya lo sabía, es más, me atrevería a asegurar que antes lo había hecho, pues su cometido no era de un joven primerizo, si no mas bien de todo un experto.

Su saliva fue el lubricante y sus dedos los encargados de alivianar mis dolores y mis miedos, como todo un perito me embadurnó al punto de no sentir dolor alguno, respiré profundo y decidí que era el momento de soltarme y dejarme llevar y él, como todo hidalgo caballero, lo sintió nacer desde lo mas profundo de mi cuerpo, y lenta y suavemente, me fue clavando con suave finura cada pliegue de su cetro, suavemente, primero en inicio, luego el cuerpo, hasta que por fin entro completo.

Poco a poco el dolor se convirtió en gusto y luego en deseo y luego en lujuria, y la cadencia aumento, sentía un extraño gusto y una increíble necesidad de seguir cabalgando cuando descubrí el placer de este acto nuevo, no quería que se detuviera, quería que el mundo se paralizara para que yo no tuviera que separarme de su cuerpo, fue increíble, monumental, maravilloso.

Para cuando me di cuenta y a pesar de que no lo sentí, noté que había sangrado, algo extraño que me imagino fue parte del proceso, pero no me importó, sentía en mi oído sus declaraciones de gusto y eso me enaltecía, siempre me a gustado escuchar de mis amantes su gusto por mis actos y esta no iba a ser la excepción, su declaración en mi oído diciendo lo mucho que le gustaba me hacia querer llegar al mas profundo e increíble delos orgasmos, pero no era mi momento, eso lo sabía.

En algún  instante del camino recapitulé mi historia y me sentí victoriosa, mi amigo y yo estábamos teniendo sexo anal de manera casi feroz y arrebatadora, pero era lo que me hacia falta, era lo que a él  hacia falta, eso se convirtió en nuestra premura.

Como todo en la vida, las cosas se terminan y lo bueno no es una excepción, todo lo contrario, los momentos buenos son siempre los que se van mas rápido, le sugerí que era su momento, que caminara sin mi, que yo estaría feliz de observarlo a su lado, no con él pero si a su lado y así lo entendió, ayudé con mis movimientos en su compas y su hervor se hacía mas próximo, de costado y con su pecho en mi espalda y su boca respirando en mi oído lo sentí dirigirse raudo a su encuentro con los astros y para eso, intensifico salvajemente sus clavadas tanto que por momentos llegué a quedar sin aliento.

“Su momento llego, lo sé, lo siento, lo veo, lo logro”, eso pensé; fue inevitable.

Cuando nos reincorporamos él y su cuerpo estaban casi muertos y eso me encanto, era hora de dormir y así lo hicimos, igual como empezamos, con el mismo escenario, puerta abierta, gente durmiendo, televisor encendido y pajarillos cantando,  a esa altura eso  ya daba lo mismo, la premura ya había sido lograda y el viejo dicho, de forma inconmensurable, ya había   cumplido sumisión.