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Sexo telefonico...

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Nuestra diferencia de años era la alguno de mis hijos, pero al principio ella no lo sabia, conocía plenamente cada una de sus actividades y sentimientos, alegraba mis tardes de descanso con sus relatos simpáticos y divertidos, pero era una niña para mi, con el tiempo, fui reconociendo sus cualidades escondidas y la anime a declararse, quería rescatarla de sus cadenas y me era muy fácil aconsejarla a despertar, fui su profesor en su búsqueda del saber y el guru de todas sus fantasías.

En un abrir y cerrar de ojos el tiempo continuo pasando y la perdí de vista, hasta que un día me honró con recordarme que existía, entonces, nos presentamos agudamente y sentí la madurez en sus letras, no nos conocíamos físicamente pero pude notar que se había convertido en mujer, no se bien lo que sucedió en mi ausencia, pero lo agradecí vivamente, porque deje de ser su profesor para convertirme en su aliado y el receptor de todo su calor, entonces, además de mis tardes de descanso, comencé a robarle tiempo a mi trabajo y a mi vida privada para estar con ella.

Quise ser joven otra vez, su ternura me hacia sonrojar y en vano lamentaba no haberla conocido antes, porque mi recorrido en el mundo era superior al de ella y no habría servido de mucho encontrarla en mi soltería, sabia cada detalle de su vida, pero no me aventuraba a contarle pormenores sobre mi, aunque en su astucia, siempre me adivinaba.

Algunas veces, tenia su foto adornando mis ojos, sus palabras recorriendo mi cuerpo despertando mi pasión y quería saborearla, pero me resistía a ser desnudado por sus encantos y a quedar expuesto a rendirme a su amor, porque nuestros 15 años de diferencia me recordaban que tenia que dejarla buscar nuevos horizontes y un abrigo joven que hiciera juego con su liberación, pero ella decía amarme, yo le creía y me dejaba llevar por mis ganas de ser el príncipe que ella tanto anheló .

En nuestras conversaciones, le deje saber mi edad y no le importo, insistía en sorprenderme con relatos sensuales y fotos cautivadoras, mi niña ya era toda una mujer y deseosa de que yo la hiciera mía.

Los días y las tardes en que no la encontraba añoraba sus letras y las noches juntos pasaban volando, me dejaba saber la libido que despertaba en ella imaginándome recorriéndola y me volvía loco, temblaba cada vez que me regalaba de besos y deseos de mi, disfrutaba mágicamente cada segundo de sus gracias y mi alma se alimentaba de su alegría.

Su compañía era como una maquina del tiempo, que lograba hacerme sentir como un niño, con ella me despojaba de todas las formalidades de mi vida cotidiana y escuchar su voz en el teléfono me hacia quererla mas, me acomodaba a mi situación y trataba de darle placer de alguna forma.

Nuestra primera vez, fue en una de nuestras noches de calor, decidí hacerme presente en su cama solitaria para estimularla a recorrerse y sentir su cuerpo a la distancia, por eso, tome mi única arma y la llame, recordé mis días de profesor y la guié en su recorrido, imaginarla ejecutando mis ordenes me electrizaba y en mi noche de soledad, recostado en mis sabanas blancas, la invitaba a probar nuevas experiencias, sus gemidos en mi oído me incitaban a recorrerme y en mi imaginación, la tomaba por sus caderas empujándola hacia mi, en un acto de salvajismo y amor, cada poro de mi cuerpo la deseaba a mi lado y el suyo reclamaba por mi a lo lejos, mi sexo revivía cual ave fénix cada vez que ella me incitaba a seducirnos y su declaración de movimientos circulares con sus manos en sus partes intimas, me estremecían a mas no poder, jugaba con mi mano en mi sexo apretándolo con fuerza conjeturando sus cavidades húmedas y cálidas.

Ardía al escucharla desearme y narrarme lo que hacia, porque en mis sueños ella siempre estaba presente, la magia de juventud y la madurez de su cuerpo me hacían recorrerme, a lo lejos escuchaba su voz sensual cautivando mi espíritu y mis manos apretujaban cada vez con mas fuerza mi sexo revivido por ella, creyendo sentir sus cavidades mas intimas, mis labios secos y sedientos de sus besos le repetían mil veces que la deseaba e imaginaba sus curvas pegadas a mi pecho, sabia de sus senos blancos y generosos y la oía lujuriosa succionándolos para mi, dejándome saber todo el placer que le provocaba mis ganas de tenerla sobre mi, estaba ensimismado percibiendo su goce, las mariposas del amor invadían mi cuerpo y mi corazón atrayendo la cadencia de mi mano sobre mis partes intimas, la poseía en la intimidad de su cuatro como un toro salvaje, pero no podía tocarla.

Nos hacíamos cómplices de una aventura diferente y empíricamente la sentía junto a mi, tenia su olor bajo mi almohada y su voz quejumbrosa y seductora para mi, mi niña se graduaba de mujer y yo era participe de su logro haciéndola sentir sensaciones únicas y trascendentes, el sudor de mi cuerpo escurría por mi cama y mi corazón latía al máximo, juntos explorábamos nuestros cuerpos guiados por el amor y el deseo de estar juntos, de pronto fui superado por mi pasión y deje escapar litros de mi néctar fabricado para ella, mientras escuchaba consternado su orgasmo intenso y vivo, segundos de silencio fueron interrumpidos por su risa amigable y desinteresada, quise abrasarla y dormirme con ella pegada a mi pecho, pero recordé nuestras distancia y solo pude consolarme con el recuerdo de su voz en el teléfono.

Desperté tranquilo, invadido de todos mis fluidos por la cama, recordé aquel encuentro y sentí la dicha de ser dueño de su amor, quise llamarla para saber de sus sueños, pero involucrarme en su despertar me pareció demasiado, luego, nos encontramos como siempre, en mis tardes de descanso y sentí su entusiasmo de mujer satisfecha, quise convencerla de encontrarnos algún día, pero recordé el abismo que existía entre nosotros y calme mi corazón, conformándolo con tenerla solo de lejos, talvez hasta que llegue otro que disfrute de todo lo que descubrí en mi niña encadenada, que junto a mi, se hizo mujer.