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Nuestro último encuentro

en Hetero: General

Nuestro ultimo encuentro.

Era tarde, yo estaba, como siempre, recostada en mi cama gigante, leyendo algunas cosas de mi agrado, de pronto mi celular me saco de golpe de mis lecturas, era él, pidiéndome visitar mi cama.

Llego de prisa y mi corazón comenzó a dar brincos de alegría, estaba nerviosa, ansiosa de volver a probar el sabor dulce de sus besos apasionados y el aroma intenso de su piel morena, nos instalamos en mi cuarto, charlamos de la vida, de nuestro ayer, de nuestro presente y atisbamos juntos, historias de nuestro futuro, reímos como siempre y creí ver en sus ojos negros, el anuncio de su deseo.

Prendí velas para adornar mi soledad y decore el ambiente con una música, que según recordaba, era de su agrado, lo observe desearme y recordé nuestros encuentros del pasado, de pronto, mi espera por saborear sus labios, llego a su fin y sentí el calor de su aliento en mi boca deseosa de sentir su ardor, me regalo un beso tierno, apasionado y vibrante, como antes, como cuando éramos uno del otro, y me fui imbuyendo en sentimientos lujuriosos, alimentados por el fragor de sus besos febriles.

Sentí sus manos adornar mi cuerpo y las mariposas del amor me volvieron a despertar, lo deseaba con todo mi cuerpo y mi corazón, y no pude aguantar las ganas de recorrerlo, por eso, lo tendí en mi cama, desnude su cuerpo sudoroso y con mi lengua ardiente, recorrí cada centímetro de su ser, mis manos hurguetearon felices en sus partes intimas, mientras, mi boca daba pequeños mordiscos en su pezones pequeños, tiernos y sabrosos.

La cadencia de sus manos me volvía loca y el sabor de su cuerpo me hacia explotar en deseos de pasión, sentía el despertar de mi sexo y mis fluidos comenzaron a hacerse presentes entre mi ropa interior, en olor de su sexo húmedo y despierto para mi, me invitaba a degustar su sabor y puse dentro de mi boca aquel maravilloso cetro de su virilidad, que alguna vez, había sido mío, por eso, de inmediato, reconocí su sabor, aquel néctar amargo pero de embriagante sensación me extenuó, sentí su placer en sus manos apretando mi cuerpo, y quise darle placer aumentando el compás, respiraba lujuriosa el calor de su hombría y sentía cada uno de sus gemidos tiernos e impúdicos, lamí y succione cada milímetro de su poder con fuerza, con ganas de devorarlo y él, agradeció mi tarea invitándome a comenzar una cabalgata frenética hacia el paraíso.

Arquee mi piernas con lujuria y lo sentí calar en lo mas profundo de mi ser, y litros de mis mas preciados néctares escurrieron victoriosos de entre nuestros sexos fundidos, quería gritar de placer y declararle mis amor infinito, pero recordé nuestra distancia y quise dejarlo pegado a mi y a mi amor, sus empujones eran salvajes, vívidos y reales, sus manos apretaban mis pechos, cual naufrago a una bolla, respirábamos el mismo aire y estábamos envueltos en una cadencia delirante y palpitante.

Recordó mi gusto por las formas, y decidió acomodarme a su deseo, me arrodille en la cama y sentí toda su virilidad jugosa nuevamente mía, y destellando placeres a radiar, la embutió de golpe en mis cavidades mas profundas y creí sentirlo nuevamente en mi corazón, su ardor era insospechado para mi, lo sentía mas fuerte que nunca, se abalanzo sobre mi cuerpo desnudo como uno toro y apretó mis pezones erectos, como dos torres y sus dedos recorrieron mi espalda impúdicamente haciéndome vibrar, el sonido de nuestros movimientos era seductor y el olor emanado de la mezcla de nuestros néctares parecía el mas agradable de los perfumes, me empujo tan fuerte como pudo y lo agradecí con mis manos y uñas apretando la almohada.

Era temprano para terminar de súbito nuestro reencuentro, por eso, detuvimos un momento nuestro andar, y volvimos a conversar de la vida, había olvidado lo mucho que me gustaba oírlo declamar historias prohibidas y temas controversiales, había olvidado lo mucho que me hacia reír.

Entonces, decidí que no podía aguantar la espera por recibir dentro de mi, todo su poderío, por eso, lo invite a continuar, tomo mis piernas y las acomodo a su sexo y clavo salvajemente su cetro de venus en mis cavidades ávidas por recibirlo, sin previo acuerdo, nos dirigimos salvajemente hacia el encuentro del clímax, la respiración se agito a grado sumo y los movimientos se hicieron frenéticos, mil empujones fueron necesarios para que juntos nos sumergiéramos en un orgasmo monumental, chorreando nuestros jugos recién paridos por toda la cama, quedamos pegados , sedientos, cansados, alegres y con el olor de nuestra fusión esparcida por mi cuarto.

En cansancio nos gano la partida y la sensación de saciedad, también, nos besamos como antes y abrasados, sin darnos cuenta , nos dormimos.

Desperté con su calor a mi lado, pero era tarde, sus obligaciones lo sacaron rápidamente de mi cama, solo se despidió con un hasta pronto, hasta cuando el destino quiera volver a juntarnos, y volvamos a saborear el gusto por nuestros cuerpos, que pese al tiempo, nunca han podido separarse.... ese fue nuestro último encuentro, con una hasta siempre, con un adiós que no quiere llegar.