miprimita.com

Un día de piscina (1/3)

en Dominación

Finalmente pude ver los frutos de mi dieta. Este año dejé el bañador en el cajón y me coloqué un bikini naranja para bajar a la piscina. No es que ahora me obsesionara mi apariencia, nunca lo ha hecho, pero reconozco que estoy bastante mejor, con 65 kilos repartidos en mi 1.75. Además, pese a los kilos perdidos, mi pecho continuaba siendo una 90 y, gracias a mis 28 años, aún llevaban la contraria a Newton.

 

No podía adivinar cómo ese día de piscina se convertiría en algo para recordar. Bajé, como acostumbraba, a nadar un rato. Siempre me ha gustado la natación y bajaba en verano cuando podía.

 

Después de los largos de rigor me fui a la toalla, sintiendo cómo el suave aire ponía de punta mis pezones.  Observé con fastidio que alguien se había colocado a mi lado. Genial, casi toda la piscina libre y va y se me ponen al lado.  Me tumbé despacio pensando que esa toalla con un dibujo de una señorita sugerente me sonaba… Cierto, era del chulo de la piscina. No aguantaba sus aires de tío bueno. Lo estaba, tenía un cuerpazo moreno de quitar el hipo, pero el muy bobo jamás me había dirigido ni siquiera un saludo y eso que llevábamos años coincidiendo. Bueno, lo mejor sería pasar de él.

 

De pronto noté desaparecer el sol que me estaba secando.  Abrí los ojos y lo vi. Involuntariamente mis ojos se dirigieron a su abultado paquete, enfundado en un bañador slip.  Sus ojos estaban ocultos tras las gafas de sol, pero me regaló una sonrisa encantadora y unos dientes perfectos mientras me decía

-          ¿Podrías dejarme las gafas de natación?

 

Vaya, le gustaba nadar ¿o era para fardar?  Aún así contesté secamente lo primero que se me ocurrió.

-                     Marcho en 30 minutos

 

No podía despegar la vista de su paquete. Desde mi postura la perspectiva era perfecta.

 

  -           Me sobran dos minutos. – Respondió sin dejar de sonreír.

 

Pude comprobar que, además de estar bueno, nadaba bastante bien, le pegaba sus aire de superioridad. Después de todo no había sido tan malo dejarle las gafas.

Sin saber muy bien cómo, de pronto mis pensamientos se alejaron de la piscina. Me imaginé en mi piso, sólo con una camiseta y bragas, bien fresquita. Con él. Se me acercaba, me besaba, colocaba sus grandes manos en mi firme culo. Yo notaba su duro paquete cuando me acercaba a su cuerpo …

Otra vez la sombra tapando el sol de mi cuerpo contorneado.

 

- Gracias, - dijo mientras me devolvía las gafas - mi nombre es Marcos, encantado.

- Angela, mucho gusto - ¿de dónde me había salido la simpatía y la sonrisa? Ahora ya no era el chulo piscinas, ahora era Marcos. ¿Será que me atraía?

- Te invito a un café, Angela - dice Marcos. Todavía estaba pensando qué contestar cuando noté cómo disimuladamente, echaba un par de miradas a la parte superior de mi bikini.

- El bar está cerrado - contesté mientras sacaba pecho y observaba su paquete des de detrás de las gafas de Sol

- Vístete y salimos a fuera a buscar un bar - comentó mientras abrochaba su camisa y se enfundaba los pantalones.

- Vale – respondí.

 

Busqué la camiseta y los shorts tejanos en la bolsa. Vi de refilón cómo se dibujaba una suave risa triunfal en su rostro

 

El único bar cercano mostraba un cartelito: “cerrado por descanso semanal”

- Otro día será el café – comenté.

- Como sabes, vivo cerca - añadió Marcos mientras noto como me repasaba con la mirada - tengo cafetera en casa.

-¿Y? - pregunté yo

- Sube y explícame el cambio, respecto el verano pasado. - respondió amablemente.

- Vale, guíame – Respondí.

A él se le volvió a dibujar la misma sonrisa triunfal que en la piscina al comprobar que le seguía.

 

De camino, empecé a decirme lo errada que había estado este tiempo no viendo que detrás del chulo había un tío majo. Una vez en el piso me enseñó la casa. Pegada al comedor, tenía una inmensa terraza con vistas a las piscinas, donde una podía quedarse a vivir todo el verano. Marcos se dirigió a la cocina y dijo:

 

- Dos minutos y llevo los cafés.

- ¿Me puedo quitar los zapatos? - pregunté mientras me sentaba en el sofá.

- Puedes quitarte lo que quieras. Ponte cómoda ¿Lo tomas con hielo y sin azúcar, como el mío? – Preguntó. Luego me miró y dijo -¿Qué es eso de poner los pies en el sofá?

- No me había dado cuenta, la costumbre - dije mientras le regalaba una sonrisa,

- Voy a cambiarme, mientras pienso el castigo por los pies en el sofá - añadió con una sonrisa picara.

- Que hoy es el primer día que hablamos, no te pases – Repliqué.

- Pero hace muchos días que te observo - dijo Marcos desde la cocina.

 

Vaya”, pensé,”me observa hace tiempo”. Tampoco se me escapó su invitación velada para que me “quitara lo que quisiera”. No se andaba con chiquitas el chaval. Mejor. La verdad que estaba bueno a reventar y tampoco me importaría darle un buen repaso…

 

Volvió con los cafés y comenzamos a charlar. No dejó de incidir en lo bien que me ha sentado el invierno, regalándome un piropo tras otro que va engordando dulcemente mi ego. Cada vez me sentía mejor a su lado.

 

- Tengo calor, hasta la próxima semana no vienen a colocar el aire - comentó Marcos mientras se desabrochaba la camisa. – Quítate la camiseta que estarás mejor

- No. - contesté secamente

- En la piscina ya te he visto con bikini, no pasa nada.

 

En ese momento, dirigió sus ojos a mis pechos, donde mis pezones, libres, se marcaban claramente contra la camiseta. Como no era la primera vez que los miraba durante la charla, yo estaba segura de que ya se había dado cuenta de que me había quitado la parte superior del bikini. Así, el gesto de abrir los ojos exageradamente era puro teatro.

- Vaya, no sabía… - Dijo

- Es que cuando has dicho ponte cómoda… - Respondí

- Encima de poner los pies encima del sofá te medio desnudas - dijo riendo. - Te creía más fina

- Es que no estaba bien seco el bikini y me daba frío - contesté intentando justificar mis actos

- ¿Aún tienes frío? - preguntó Marcos

- No, ya no. – contesté.

- En ese caso vamos a jugar. ¿Te gustan los dados? - preguntó Marcos con entusiasmo mientras se ponía la camisa de nuevo.

Yo, a la expectativa, no contesté y el continuó.

- Ya que llevamos el mismo número de prendas y hace calor, jugaremos a dados y a las prendas. Así olvidaré el castigo por lo de los pies.

- ¿Cómo?- digo levantando las cejas de sorpresa. El calló. Había lanzado el primer envite y me tocaba responder. Jugar a las prendas… ¿Por qué no? El  tío estaba para comer y tampoco me importaba que me viera algo más. - Creo que en lugar de café iría mejor un carajillo.- Sentencié.

- Ahora te lo preparo- dijo Marcos, sonriendo, encantado con mi respuesta. Se me acercó un poco más. Yo sentía que quería tenerle aún más cerca.

- ¿Sabes que mejoras en las distancias cortas? – Le insinué.

- Gracias - contestó - tu también.

 

Noté como me mojaba entera. Ciertamente, tenía un buen polvo. Él hizo amago de preparar el licor pero le detuve

 

- Da igual, era una forma de hablar, el alcohol no da valor, es la persona.

- Me gusta tu forma de pensar - comentó Marcos mientras nos acomodábamos en el sofá. Me pasó un cubilete con tres dados y él se quedó con otro.

Primera tirada veo mi puntuación y sólo es un 4, creo que ya sé quien se quitará prenda. Casi me hace ilusión perder esta mano.

- 15 puntos. ¿Y tú? - preguntó Marcos

- 4 puntos. - contesté.

- ¡Qué pena! Si llega a haber sido un 3 me tocaría elegir la prenda - comentó Marcos mientras se le dibujó otra sonrisa en su rostro.- Ya sabes. Mis dados, mis normas.

 

Yo ardía . Casi sin querer salieron las palabras de mis labios.

- ¿Qué habrías elegido?

- La camiseta. - contestó Marcos pausadamente, con tranquilidad y puntualiza - para ver tus pezones.

 

Estaba lanzándome el órdago y habíamos llegado al punto de no retorno. Sabía que el próximo paso era decisivo. Darle las buenas tardes y marcharme o quitarme la camiseta y acabar con un final feliz.

 

- ¿Sólo para eso? – Contesté. Me quité la camiseta y mientras se la tiraba le contesté - Te la regalo.

- Muchas gracias. –Respondió. – Tienes unas tetas muy bonitas. Qué pena que estén tan blancas, se nota demasiado el triángulo del bikini… Estarían mejor con un chupetón. Además tienes los pezones tan tiesos como cuando saliste del agua.

-¿Dónde harías el chupetón? – Me pregunté en voz alta y me sorprendí de hacerlo.

- Debajo del pezón derecho, aquí. - Indicó Marcos mientras tocaba la zona y acariciaba suavemente el pezón.

 

Yo cerré los ojos, disfrutando del contacto. Finalmente respondí.

 

- Continuemos con el juego. – Tiré los dados y vi 17 puntos, de modo que añadí. - Si pierdo esta vez, en vez de prenda, ganas el chupetón.

 

Marcos levantó su cubilete sonriendo.

- Tres seises, 18 puntos. Pero no, creo que mejor te hago el chupetón después de ganarme las bragas de tu bikini… Claro que – añadió pícaramente- podemos llegar a un acuerdo y quitarnos los dos gratuitamente una prenda y vamos ganando tiempo.

- Vaya, creía que ganaba esta mano- dije con cara de fastidio mientras me sacaba los pantalones. Marcos esperaba respuesta a su oferta. – Acepto el trato. Así que tú también pagas.

 

Me saqué las bragas y quedé completamente desnuda delante de él. En realidad, lejos de molestarme, me gustaba estar así.  Y sobre todo si su paquete se hinchaba tanto…

 

- Túmbate en el sofá, que empezaré - ordenó Marcos y le hice caso, tanto quiero el chupetón. Me alegré de llevar el pelo del coño corto porque así me veía mejor.

 

Marcos se arrodilló a mi lado y empezó a darme suaves mordiscos a toda la parte blanca

 

- No grites - dijo  justo antes de clavar sus dientes en el pezón.

- Aaahhh - un suave gemido se escapó de mi boca

- El otro está celoso, está blando - comentó Marcos

 

Con la mano derecha empezó a retorcer el pezón izquierdo

- Aaaahh - otro suave gemido se escapó de mi boca

- ¿Paro o más? - preguntó Marcos

- Más - respondí, mientras me pasó un cojín para que me tapara la boca

 

Bajó su mano derecha hasta mi húmeda entrepierna e introdujo allí un dedo y jugando dentro con él. Mientras tanto, continuó trabajando mis pezones, estirándolos y retorciéndolos. Puso los 4 dedos de golpe en mi agujero. Los sacó y paró de jugar con mis pechos. Me aproximó sus dedos húmedos de mis fluidos a mi boca para que se los lamiera y lo hice sin rechistar.

 

- A cuatro patas, perrita - dijo Marcos

 

Con lo que estoy disfrutando le hice caso. Ese había sido un día de ejercicio diferente. Me giré y me coloqué con el culo en pompa, Veía cómo se iba acercando de rodillas en el sofá, con los boxers aún puestos. Se los bajó y me dio un azote a cada nalga.

 

- Luego toca otro chupetón, ya pensaré en cual. Por cierto, te dejo elegir perrita, por delante o por detrás - preguntó Marcos

- Por delante – dije, ya que nunca me habían dado por detrás y quería continuar manteniendo la virginidad.

 

Estaba desatada y deseando dejarme hacer. La única duda que se alojaba en mi cerebro era si prefería tener eso en las puertas o descubrir cómo era recibir chupetones en el culo. Marcos dio un cachete para que las nalgas se relajarar, después se aproximó y noté dentro de mi vagina la punta. Empezó a moverse para, de golpe introducirla toda. Se me escapó un gemido al qué Marcos respondió tumbándose sobre mí y cogiendo ambos pezones. Los soltó justo antes de introducir  su enorme y dura polla otra vez. Yo tuve que apretar la cara contra el cojín para no gritar. Marcos seguía a lo suyo, metiendo y sacando a gran velocidad, llevándome hasta un orgasmo que está a punto de llegar. El chico lo debió notar, porque cogió de nuevo mis pezones y se dedicó a retorcerlos.

 

- Ves como no era para tener miedo, putita - comentó mi vecino.

 

Seguía moviéndose dentro de mí, dilatando ahora mi agujero con círculos y suaves embestidas. Entre el juego inicial y estos movimientos sé que ya llevaba varios orgasmos y él aún no paraba. Volvió a cambiar de tercio y me regaló unas embestidas más fuertes para acabar corriéndose en mi interior.

 

Después de vaciarse completamente, salió de mí y yo me coloqué boca abajo, exhausta. Marcos aprovechó mi postura para besar mi espalda desde el cuello hasta el trasero, donde se detuvo y me dijo:

 

- Angi, has aguantado muy bien.

 

Sentí un leve mordisco en el culo que fue creciendo en intensidad. Cuando ya llevaba un rato, me hizo levantar y me llevó frente a un gran espejo que adornaba el pasillo. Él, situado tras de mí, acarició mis tetas y me dijo:

 

- Estas buena, y con esta marca en las tetas – dijo acariciando mi pecho derecho – deliciosa. Irás el resto del verano con esta marca… al menos. Y con respecto a esto – dijo jugando con mi vello púbico- bueno, mañana haremos algo. Hoy aquí te has comportado como una auténtica puta. Vístete, vete a casa y piensa en ello. Pero no puedes masturbarte.