miprimita.com

¿Vienes a tomar café?

en Trios

Tú fantasía, en poco tiempo has hecho que se volviera mi fantasía, mis demandas. Ahora somos nosotros dos los que gozaremos. No te gusta como escribo, consideras que no me involucro suficiente en la historia, crees que desprecio tus ideas, que las pongo a la fuerza para que te guste, pero quieres que te la narre como la imaginaría. Todo empezó ese día, te vi en el parque con otra, en lugar de tener celos me imaginé en tú sitio, tocándola, besándola y te lo dije, te lo comente y me respondiste con unas fotos de tías desnudas y tetas grandes. Para que más preámbulos, empiezo ya, según me la he imaginado, espero que te guste.

 

Ayer noche fue la víspera de mi cumple, según tú, follemos de mala manera, con unas formas que no están dentro de lo normal y algunas ni del Kamasutra. Hoy me he despertado y ya no estás en la cama, estoy sola, desnuda  y deseando más. Estoy pensando en levantarme e ir a buscarte por la casa, cuando de golpe oigo la puerta que se abre. Entras, ¿cuándo has salido? Oigo tus pasos hacia la habitación,  me giro de cara a la ventana y dejo que la sábana no tape mi espalda y medio tape mi culo.

–Buenos días, princesa –me dices desde la puerta–, ya me gustaría que durmieses así. No te dejaría dormir –me giro y te miro a los ojos, vas con un paquete–. Es parte de tu regalo, póntelo, arréglate como haces para mí, sólo para mí, bien sexy y ven al comedor –te giras para marchar.

–¿Un beso? –me miras, te acercas, te sientas en la cama, mi respiración se acelera, tu mano en mi cintura, un suspiro se me escapa. Tu boca se acerca a la mía, tus carnosos labios más cerca, casi rozando a los míos, noto la humedad en mis ingles, me das un beso de pico, se me pone cara de sorpresa, de incredulidad, de idiota.

–Princesa, si te doy más follaremos y el regalo se estropeará –me dices mientras abandonas la habitación. Confirmado el regalo es en referencia al sexo.

 

Abro el paquete, veo el vestido blanco que me enseñaste en un escaparate hace algún tiempo. Son dos piezas unidas por un aro negro. La falda tiene todo un lado abierto y la parte superior va a unirse en el aro, el top es para las que tienen pechos, no mi caso. Me recuerdo que el día que lo vimos fantaseamos con él y me preguntaste “¿Serías capaz de llevarlo?”, en breve tendrás la respuesta. Voy al baño a ducharme, asearme y extrañarme de que no entres, debe ser la primera vez que no lo haces y me entristece. Salgo, me seco el pelo, mi melena castaña es demasiado corta, para tu gusto y busco las extensiones, sé que te gusta el pelo largo en las tías. Me maquillo con unos labios bien rojos, los encuentro de puta, mas sé que tú los deseas.

 

Vuelvo a la habitación, la ducha no ha servido de nada, continúo excitada. Cojo el vestido, lo miro y me lo pongo por la cabeza. Me miro en el espejo de detrás de la puerta. Estoy demasiado delgada para que quede bien o sexy, se me ve la ralla de la braga del bikini, se me notan las costillas, los huesos de las caderas... Veo que en el fondo de la caja hay una nota: “Coge el teléfono y no te calces”. Quieres que vaya descalza ya que soy alta y te paso un poquito. Creo recordar que  el teléfono lo tengo en el comedor.

 

Me dirijo hacia el comedor, oigo risas y una voz de mujer. Entro, al entrar te levantas y te diriges hacia mí. Mientras yo no puedo dejar de mirar a esa Afrodita, me está poniendo una tía, hace unos meses me hubiera extrañado, ahora lo acepto, poco a poco lo has ido consiguiendo. Tiene una larga melena morena, unos preciosos ojos verdes, bien perfilados y con unas pestañas largas y negras, sus cejas son finas y curvas, la nariz respingona y sus pechos enormes, tremendos. La feminidad ardiente delante de mis ojos. Me siento mal, ya que yo no tengo casi pechos y al lado de esa Venus aún tengo menos. Esa Venus es tu mujer ideal y el tipo de mujer que me excita, con la que fantaseas, con la que me quieres cambiar. Lo reconozco, tienes un gusto exquisito, ¿por qué estás conmigo?

 

–¿Puedes dejar de mirarla y besarme? –me preguntas, sabes lo que pienso, me has descubierto. Mientras tu boca se junta con la mía, nuestras lenguas se entrelazan y tu mano entra en el corte de mi vestido hasta acariciar mi raja, puede que ella vea más de la cuenta, pero me da igual, que sepa que es a mí a quien deseas y a quien tienes– Vero ven –al levantarse observo que lleva un vestido rojo que resalta su moreno, parezco blanca a su lado. Al andar sus tetas se le mueven libremente, confirmado no lleva sujetador. El vestido es espectacular o a ella le sienta fantástico, la parte de su cintura de abeja se distingue y se acentúa, me está poniendo, la longitud de la falda es un poco más que un cinturón ancho y el escote le llega casi hasta el ombligo, noto como mis fluidos impregnan mis muslos. Sus piernas son torneadas y firmes, la tía se cuida, a su lado parezco una tabla de planchar descolorida.

–Encantada –me dice mientras me da un beso en cada mejilla, yo con ese cuerpo también estaría encantada y segura. Sus besos me ponen al mismo tiempo que me siento títere de ti y observo sus tetas que tienen ganas de salir de esa prisión roja o eso deseo.

–Vero preciosa –le dices– acércate, quiero enseñar cómo se besa a una princesa –ella va hacia ti, le sujetas la cara con las dos manos y le das un largo y profundo beso, mientras me excito viéndoos, aún no se por qué no me ofende que estés con otras y en cambio yo soy fiel, no me puedo correr ni pensando en esa diosa sin que te enfades, un día cometí ese error–. Ya se han hecho las presentaciones, continuamos almorzando, de acuerdo.

 

Miro la mesa y veo unas madalenas y unos tazones de café con leche, ella se sienta en un lado, mientras que tú me indicas que me siente a tu lado, el corte de la falda queda cerca de ti. Una  costumbre que me estoy quitando me viene, cruzo las piernas dejando el corte arriba y un musco completamente descubierto. Miro hacia todas partes y veo mi teléfono, con una luz encendida, tengo mensajes.

–David, podrías pasarme el teléfono, por favor –me ha salido la voz de súplica que tanto pides y se me escapa una leve sonrisa. Me lo pasas y tu mano va hacia mi muslo. Tengo imágenes tuyas, ¿qué serán? Me pregunto mientras empiezas a hablar con Vero. Las miro, las fotos son de unas grandes tetas, unas tetas que  pertenecen a ella. Tu mano hace separar mis piernas, se mueve de mi húmeda raja a mi pringoso agujero–. ¡Ahhh! –un grito se me ha escapado, cabrón, acabas de introducir un dedo y por la cara que hace, creo que ella lo sabe. Me acerco a tu oreja y susurro– ¿Es verdad que lleva pearcing?

–Angi me está preguntando si es verdad que llevas pearcing, le da corte preguntártelo.

–Sí –me contesta de forma seca– pregunta que responderé. ¿Es verdad que te acaban de meter un dedo? –tengo mucho que preguntarle, pero poco valor para hacerlo, te miro de forma desesperada, ¿disfrutas David ahora que sabes que ella lo ha deducido, se ha percatado?.

–No se atreve, lo hago yo por ella. Sí que tiene un dedo, el segundo aún no se lo he puesto –confirmado soy tu juguete– ¿Eres bi? ¿Dejarías que te comiera las tetas? –te sonríe, directo como me gustas, esas preguntas pasaban por mi cabeza, pero no llegaban a mi boca.

 

Veo como se levanta, le sigues, os sigo. Vamos al sofá, ella en una punta, yo en medio y tú en la otra. Se acerca su boca va hacia la mía, sus manos van hacia mi cintura. Me besa, es la primera vez que lo hace una  mujer, es mucho más delicado que un tío, nuestras lenguas se entrelazan, juegan, noto como estoy a punto de correrme cuando oigo que disparan una foto. Abro los ojos y te busco.

 

–Es para que lo recuerdes luego –para mí o para ti–. Tócale las tetas.

 

Le acaricio suavemente el pecho, ella para de besarme para quitarse los tirantes del vestido, sus pechos se ven mayores ahora, sus aureolas son de color café y sus pezones están duros y puntiagudos.

 

No sé que sale de mi ser, los deseo, mi boca los desea, le paso la lengua al que tiene el pearcing, ella gime. Noto como tu mano se introduce en mi vestido al mismo tiempo que ella se inclina hacia atrás.

 

–Princesa, tu lengua hará lo que mis dedos.

 

No puede ser verdad, que esté con un tío que me aconseje como lamer unos pezones no es normal. Estoy muy excitada y lo sabes, voy pasando la lengua como tu dedo índice pasa por mi pezón, le muerdo cuando me los pellizcas y se los succiono cuando me los aprietas. Las dos estamos muy cerca de llegar, cuando tú paras, haciendo que yo pare.

 

–Princesa –me encanta cuando me lo dices y lo sabes–, lo estás haciendo muy bien. Ya no necesitas que te guíe, tú sigue y haz que se corra, pero tú no puedes hacerlo hasta que no lo haga yo.

 

Me estás puteando de mala manera, sabes que me falta poco y que tengo facilidad para correrme, pero deseas que sea largo y fuerte. Tus deseos hacia mí son buenos y este no creo que sea la excepción.

 

Te has alejado de mi cuerpo, oigo tu cinturón desabrocharse, tus pantalones caer y tu lengua en mi ano. ¡Cabrón! Estás dilatándome el agujero mientras disfrutas y yo me retuerzo aguantándolo. Sabes lo que me provocas y quieres que te desee más. Que quiera que entres, que coma con más ganas ese pecho que está en mi boca. Mientras juegas con mi ano, mi mano se va hacia el coño de Vero, lo tiene sin pelos, como te gusta, seguro que te la tiraste ayer, por eso querías que llegara por masturbaciones. Está húmeda, sonrío. Pongo el dedo gordo en su vagina y gime más. Tú me lo enseñaste, el dedo gordo es corto, no obstante produce muchas sensaciones. Me separa la cara de su pecho y empieza a besarme, creo que se está corriendo y justo en ese momento tú me la metes.

 

–¡Ahhhh! –un grito se me vuelve a escapar, me lo esperaba, pero no estaba preparada.

 

Tu dura y grande polla empieza a moverse en mi interior, despacio haciendo que mi excitación aumente, cuando noto la mano de esa diosa, los dedos que juegan con mi clítoris. Creo que estás sonriendo. Me separo de ella y te miro, cuando realizas una foto, cabrón. Tú aceptas que te diga cabrón y yo acepto que me digas zorra. Empiezas a bombear de una forma más rápida y fuerte. Me cuesta aguantar.

 

–¡Correte cabrón! –chillo.

 

Ante mis súplicas aflojas, mientras que la diosa de ébano acaricia mi clítoris con más fuerza mientras que con la otra mano pellizca un pezón por encima del vestido. Vuelves a acelerar, das más fuerte, nuestras respiraciones se sincronizan y se aceleran. Cuando te corres dentro mío es cuando llego, esta vez no me he adelantado. Noto como me caigo encima de Vero disfrutando del largo y placentero orgasmo, te odio, te deseo y te adoro todo al mismo tiempo.

La mantienes dentro mientras noto como tus manos juegan con los enormes pechos que hay debajo de mí. Intento mover mis brazos, pero están aprisionados por los tuyos y por los de Vero que sigue acariciándome el clítoris, pero ahora de una forma más suave, ni mi calor ni mi humedad disminuyen. Noto como te separas.

 

–Nos toca una ducha, a los tres –nos dices, más que una ducha tocaría un baño relajante, de los que me puedo quedar dormida, noto como te separas y beso con más pasión a Vero.

 

Me giro, te observo con mayor tranquilidad y veo como estás completamente desnudo y sonrío, me acercas una mano para que me levante y le acercas otra a esa diosa para que se levante también, nos guías hacia el cuarto de baño.

 

–Gracias –te digo a la oreja mientras vamos andando y tienes una mano en el culo de cada una.

 

Al llegar al baño veo mi reflejo en el espejo, el pintalabios está corrido, yo estoy despeinada, mientras que esa diosa está perfecta, me entran ganas de volver a comerle los pechos. Nos dejas a las dos en el baño, ella se descalza, al menos soy más alta, y se quita el vestido. Al ver su precioso coño afeitado, su terso culo, me fijo en que lleva un chupetón como el mío, pero no digo nada, confirmado ayer te divertiste.

 

Me quito el vestido blanco, ahora ya arrugado y me quedo a su lado mirando nuestro reflejo, ella no lleva ninguna marca del sol, completamente en bolas para tomarlo, que seguridad, yo no la tengo. Ella me empieza a tocar los pechos, a lamerlos yo sólo jadeo mientras te veo en el fondo del espejo mirándonos.

 

–No me interesa si a vosotras os gustaría recordar el momento, a mí sí. Ahora os meteréis debajo del agua y os enjabonaréis mutuamente.

 

En estos instantes no creo que sea un problema hacerlo. Entramos las dos en la ducha en silencio, nos mojamos la una a la otra, nos ponemos jabón en las manos y yo empiezo a tocar esas impresionantes tetas, dándome cuenta ahora de que son naturales. Me estoy excitando de tocarla. Mientras que ella se deja hacer, no pone barreras y saca más pecho. Cuando de repente oigo la cámara, nos estás sacando fotos. Ella lo soporta con mayor naturalidad que yo, me besa para que no preste atención, noto como se acerca otro y lo aguanto.

 

Entras con nosotras a la ducha, tu falo ha vuelto a crecer. Te pasamos agua para limpiarlo, cuando considero que está limpio me arrodillo a tus pies, Vero me imita y las lenguas de las dos empiezan a recorrerlo, provocándote que crezca y se endurezca. Por mi cabeza pasa la promesa que te pedí: “Si en un trío te corres en la boca de alguna que sea en la mía”.

 

Haces que nos levantemos y nos secas, recorres nuestros cuerpos con la toalla, primero el de ella, jugando con sus pezones y luego el mío de una forma más fría, sé que mi cuerpo no desprende tanta sexualidad como el de ella y no puedo enfadarme contigo.

 

Nos llevas a la cama, la tumbas boca arriba. Colcas tu polla entre sus pechos y empiezas a cascártela mirando su cara.

 

–Princesa, haznos fotos, quiero recordar el momento –cojo la cámara y te obedezco, saco las fotos que has pedido–. Ahora ponle uno de tus juguetitos dentro de su vagina –ahora te hago caso, pero rabio por dentro. Me haces ver como te la casca y encima quieres que disfrute, al menos no me has pedido que coma su coño, sus tetas o tu polla–. Lo has hecho muy bien, como recompensa vas a secarle el coño.

 

Te estás pasando, pero te adoro tanto que empiezo a secar el húmedo coño de Vero, miro hacia arriba y veo tu querida polla en su boca, me habías prometido que no te la comería. Luego de unas fuertes embestidas veo como se la sacas. Te giras, me coges de la cara, haces que me ponga de rodillas y me la introduces. Me estás dejando casi sin respiración, la estás introduciendo hasta el fondo.

 

–Me correré en tu boca, no obstante será Vero quien se lo beba –comentas entre jadeos.

 

Noto como llenas mi boca, busco a Vero con la mirada, está cerca, me aproximo a ella y la beso con pasión mientras le paso el semen que no me tomaré.

 

Vero se lo traga, se viste con mi vestido blanco, a ella si que le queda bien, vaya pechos tiene, está volviendo a ponerme. Me mira, te mira.

 

–Gracias David por el café –tú afirmas con la cabeza mientras le sonríes, se está acercando a ti y te da un morreo–. Cuando quieras puedes venir a mi casa –y te guiña un ojo, la diosa te está ofreciendo sexo, se aproxima hacia mí y me planta un morreo mientras mi mano va hacia su raja–. El día que quieras puedes venir a buscar el vestido y algún que otro orgasmo –. Me susurra mientras se separa.

 

Vero marcha ella sola y tú y yo nos quedamos desnudos en medio del pasillo. Veo nuestro reflejo en el espejo y como tu mano se está acercando…

 

¿Fin?

 

David espera que alguna se anime a contestarme por privado y yo también. Sería divertido, recuerdo que es sólo fantasía, de momento no es realidad.