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La reunión (I)

en Dominación

Esta historia sucede en el lugar típico de trabajo, una oficina.

Esta oficina uno de los trabajadores es muy especial. Las trabajadoras de mayor edad desean que sus hijos se parezcan a él, las jóvenes desean que sea su compañero de aventuras, de cama. La gran mayoría de los hombres le tienen celos. Todas están prendadas de él, metro ochenta, rubio, ojos verdes, cuerpo atlético, simpático, en apariencia perfecto. Pero hay una, Ángela que sólo va a la oficina para trabajar, que no deja la mirada perdida en la puerta del despacho esperando a que Luís salga.

Este relato empieza en el día que Luís se percata de la falta de sonrisa bobalicona de Ángela, no le gusta cortejar a sus compañeras, pero le molesta que no le tengan devoción, hay algunos momentos en los que se cree un dios ante las féminas. Por eso idea un plan para que esa mujer de piernas largas y tacones de infarto sea suya. Tiene pocas curvas, pero la sonrisa que regala a sus compañeros ilumina media oficina, sonrisa que a él aún no le ha regalado.

Decide que lo mejor es preparar una reunión de negocios fuera de la localidad y que ella tenga que acompañarlo, le es fácil convencer a los jefes. Los días pasan mientras Luís va preparando los asuntos a tratar. Comunica a Ángela que la necesita de acompañante, ya que algunos temas referentes al negocio no puede prepararlos con total precisión. A ella le jode tener que acompañarlo, sabe que es una reunión de tarde y le pagarán horas extras o le darán más días de vacaciones, se alegra de que él se haya percatado de que su sonrisa no tiene la solución al problema.

El sonido del teléfono saca a Ángela de sus presupuestos. Al contestar se percata de que es Luís “¿Puedes venir a mi despacho ahora? Es que estoy preparando los papeles para mañana”. A Ángela que le recuerden el viaje le cansa, ya tiene suficiente con sus compañeras, las cuales están muertas de envidia y la odian. Que la reunión sea un viernes por la tarde le produce jaqueca ya que había pensado en dedicarlo para un viaje hacia la playa.

–Buenos días –le dice Luís cuando cruza la puerta de su despacho.

–Buenos días –contesta mientras se cuestiona si ella está perdiendo el tiempo para saludarse.

Por suerte la suposición de Ángela no es cierta y empiezan a trabajar de manera rauda. Le sorprende que Luís sea tan trabajador, pensaba que vivía de las sonrisas que regalaba a las demás mujeres. Se preparan un guión de lo que dirán mañana y de qué puntos tendrá cada cual. Una vez finaliza la labor Ángela abandona el despacho y cuando está a punto de cruzar la puerta se gira hacia Luís.

–Que pase un buen día –comenta mientras le regala una sonrisa, la primera que da entre las cuatro paredes del despacho.

–Si quieres mañana, no es necesario que seas puntual, puedes tomarte tu tiempo para venir a trabajar.

–Gracias –añade Ángela mientras borra la sonrisa de su rostro, él solo es su superior.

Luís se da cuenta de que ha metido la pata hasta la altura de la nuez, acaba de descubrir que a esa mujer la puede seducir mostrándose trabajador y no despreciándola, considerándola un igual.

Cuando Luís llega a la oficina el viernes observa que Ángela ya está allí. Su cuerpo está cubierto por una camisa blanca; su rostro levemente maquillado y su larga melena rubia suelta. Con la apariencia que lleva hoy ha mejorado varios puntos. Saluda los buenos días a sus compañeros y se dirige hacia su despacho.

Ángela lo ve pasar y se fija en que los pantalones oscuros que lleva le hacen un buen culo y que la camisa blanca, casi parece que se hayan puesto de acuerdo, le sienta realmente bien. La mañana se le hace larga, cuando a la una.

–¿Te apetecería salir ahora? –le sorprende que Luís se haya plantado delante de su mesa sin que ella lo oyera–. Así podemos parar a medio camino para comer.

–Cinco minutos y estoy lista –contesta ella justo antes de ver como ese culo se aparta de su campo de visión.

Ángela guarda los documentos a la mayor velocidad que puede, se calza y se dirige hacia el despacho de su jefe. Al llamar para cruzar la puerta Luís ve que lleva una corta falda de tubo negra, la cual deja ver sus largas y torneadas piernas acabadas con unos zapatos negros de tacón de ajuga.

Cuando salen de la oficina se dirigen hacia el coche de él, un todo terreno rojo. Es Luís quien le abre la puerta a Ángela y esta le regala una sonrisa. Una vez han comenzado la marcha Luís rompe el silencio hablando.

–Pondré música, ¿cuál prefieres?

–Me da igual –contesta Ángela.

–En la reunión si hay hombres los dejarás sin habla. Seguro que comprarán nuestro producto.

–En la reunión si hay mujeres date la… –Ángela no termina la frase ya que iba a lanzar un piropo respecto el culo de Luís.

–Por cierto, mis palabras eran un piropo. Estás realmente guapa hoy.

–Gracias, tú también.

–No estás acostumbrada a recibirlos –ante las palabras de Luís, Ángela solo se puede poner roja y sonreír–. Cuando te he visto esta mañana con la blusa blanca me he quedado sin palabras, solo he pensado que con un botón menos abrochado quedaría mejor.

–Estás aprovechando que vamos por autopista, sabes que no puedo saltar, para decir estas cosas.

–Ja, ja, ja, eres divertida –dice Luís entre risas–. Yo intentaba que estuvieras más relajada. Por cierto, puedes sacarte los tacones, todo y ser lo único que yo te dejaría puesto.

–Ya que estás siendo sincero te haré una pregunta –dice Ángela armándose de valor para formularla– ¿bóxers o slips?

–Te podría contestar, pero prefiero que lo descubras tú. ¿Tanga o bragas? –ante la pregunta de Luís, ella vuelve a ponerse roja y en lugar de contestar mira por la ventanilla.

Luís cree que se ha precipitado, ve una señal de restaurante a varios quilómetros. Mientras tanto Ángela mira por la ventana y con voz bajita, casi inaudible “Tanga” dice para ella misma.

Comen en silencio, Ángela considera que Luís se ha pasado con la forma de contestar. Los dos vuelven hacia el coche y reanudan la marcha.

La reunión ha ido bien, muy bien. Los dos están realmente satisfechos.

–¿Tienes prisa? –pregunta Luís mientras observa como Ángela niega con la cabeza–. Me gustaría comer algo antes de irnos, hoy no he merendado.

–Por mi ningún problema.

–Veo que me has hecho caso y te has soltado un botón más de la camisa –ante las palabras de Luís ella se pone roja–. Dejas ver el inicio de tu canalillo.

–Gracias creo.

–Cuando hemos venido estabas más tensa, ¿por qué no has dicho que la reunión te preocupaba?

–Podía trampearlo yo sola, no necesitaba ayuda.

–Ahora que ya ha finalizado la reunión, creo que estarías más bonita con otro botón desabrochado, al menos así me alegrarías a mí la vista.

–¿Alguna vez te han dicho “no”? Eres muy lanzado, lo tuyo son unas indirectas muy directas.

Entran en el restaurante y el metre les lleva una botella de vino rosado dulce junto con los platos. Cuando pasan del primer al segundo plato y la botella ya va está casi agotada, Luís se levanta, se pone a la espalda de Ángela y le desabrocha el botón superior, dejando a la vista una parte de su sujetador. Cuando vuelve al sitio.

–Creo que no tenía que pedir vino, no me veo con valor de conducir.

–He visto un hotel, nos podríamos quedar a dormir allí, mañana no hemos de trabajar.

–Me parece que estás achispándote.

–No me mal interpretes, habitaciones separadas.

–Salgo a fuera para reservar habitaciones, para saber si tiene.

Luís se levanta de la mesa justo antes de que lleven los postres mientras le llena la botella a Ángela de la segunda botella de vino. Consigue realizar la reserva y vuelve dentro.

La cena finaliza y se levantan de la mesa. Antes de ir hacia el hotel, Luís se dirige hacia su vehículo y abre el maletero.

–¿Traes un pijama también para mí? –pregunta Ángela.

–Creo que te puedo dejar alguna camiseta, normalmente no sé a qué hora finalizan las reuniones y el maletero del coche soporta la ropa de recambio.

–Hubieras podido decírmelo, yo no llevo nada, ni las gotas de Channel nº 5 para dormir.

–Si hubiera sabido que gastabas ese pijama no dudes en que lo hubiera dicho. Creo que estás más simpática.

–Gracias –vuelve a decir Ángela mientras le regala una sonrisa–. Tanga.

Luís se queda mudo ante la respuesta de Ángela, pensaba que no la obtendría nunca y se alegra de lo que le está produciendo esa segunda botella de vino. Se alegra de que ella no se haya percatado de que él solo se ha tomado una copa.

Él se pone a hablar con la de recepción mientras le dedica una tierna sonrisa. Al final se gira hacia Ángela.

–Solo les queda una habitación –ella levanta los hombros como resignación–. La acepto, ya que parece que los zapatos te están matando –ella sonríe por la sorpresa de que él se haya dado cuenta.

Dejan el hall, suben al ascensor y ella se quita de la mente las ganas de besarlo, siempre le han dado mucho morbo los ascensores. Salen del ascensor y al final llegan a la puerta de la habitación, él la abre.

–Quieres cruzarla en mis brazos –ella le lanza una mirada asesina, suerte que las miradas no matan–. Ya vuelves a mal pensar, es que te veo sufrir a cada paso con esos zapatos –ella le sonríe como respuesta mientras entra a la habitación y ve la cama.

–Por lo que puedo ver esta noche compartiremos cama.

–¿No me envías al sofá?

–No hay sofá, solo hay un sillón y yo no dormiría en él. No puedo mandarte a ti que lo hagas.

Luís se pone a abrir la bolsa y saca una camiseta que le pasa a Ángela con una sonrisa.

–Iba a dormir con ella, pero te la cedo. No sabría comportarme con una mujer que como mucho lleva un tanga. Espero que tú sepas comportarte con uno que lleva unos bóxers.

–Lo intentaré –contesta Ángela mientras cruza la puerta del baño.

Luís se alegra de que ahora parece haber dejado de ser tibante y muestra naturalidad, mientras le va dando esperanzas. Nota como su miembro se levanta al oír el agua de la ducha, lo mira y le dice: “Espera”. Se saca la ropa y la deja encima de la silla, cuando se da cuenta de que Ángela ha entrado en el baño sin la camiseta. Imaginársela saliendo con la toalla le provoca una mayor excitación. Decide colocarse en el lado izquierdo  de la cama y esperar que salga.

Ángela sale del baño tapada con una toalla y Luís se gira a mirarla.

–Gira la cabeza y cierra los ojos –dice Ángela al mismo tiempo que coge la camiseta, no se ha percatado que Luís ve un espejo en el que sale su reflejo.

Ángela se suelta la camiseta y queda solo con el tanga, tiene la tranquilidad de que él no mira, esta girado. Toma la camiseta y se la pone. Al ser una camiseta larga tiene la tranquilidad de poder quitarse el tanga. Se introduce entre las sábanas y le da unos suaves golpes a la espalda a Luís para que se gire.

–El lunes cuando me anunciaron lo de la reunión no creía que finalizará así.

–El martes cuando me comunicaste que te tenía que acompañar no creía que finalizará así. Por cierto, ni una palabra a las de la oficina, dejarían de hablarme, por odio.

–Me lo imaginaba, eres la única de la oficina que no me devora con la mirada.

Cuando Luís dice esas palabras se percata de que Ángela lo está deseando y se le aproxima para darle un beso. Ella abre la boca y las lenguas de los dos se entrelazan. Luís se alegra de llevar bóxer y  que le permitan levantar el mástil de la tienda, Ángela está contenta de haberse quitado el tanga y no mojarlo.

Luís al no notar respuesta negativa al beso, deja que sus manos recorran el torso de Ángela, se entretiene en su pechos y acaba pellizcando un mugrón.

–¡Ahhhhhh! –grita ella.

–¿Dolor o placer? –pregunta Luís mientras la mira a la cara y ve como una sonrisa se dibuja en su rostro–. Placer.

Él hace que ella se siente en la cama y así puede quitarle la camiseta, empieza a besarle los pechos y va bajando, juega con el ombligo. Llegando así a la pequeña cantidad de pelo que tiene abajo. Le pasa un dedo por la raja y nota que esta mojada. Acerca ese mismo dedo a la boca de Ángela para que lo lama.

Ángela está deleitándose con sus propios jugos nota como la excitación va creciendo.

–Si un dedo te lo comes así, no quiero saber cómo disfrutaría si te comieras otra cosa.

A Luís le sobran los calzoncillos y con un rápido movimiento se los quita. Vuelve a colocar a Ángela recostada en el colchón, mientras él empieza a pasar el glande por la raja, se entretiene contorneando el clítoris. Ángela lo mira con devoción y desesperación mientras se lanza a robarle otro beso. Él aprovecha el momento para introducírselo hasta el fondo, no es una de sus posiciones predilectas, pero parece que ella está disfrutando y mucho. Primero empieza a moverlo en círculo, luego un mete saca, con cada embestida más brusca que la anterior.

–¡Ahhhhhh! –vuelve a gritar Ángela.

Él la calla con un beso mientras que con una mano en cada pezón se los retuerce. Al final mueve las manos hacia las caderas, para sujetarse y empieza con unas embestidas más rápidas. Cuando está a punto de correrse, la saca del coño de Ángela y se la introduce en su boca.

–Quiero que te lo bebas todo.

Continúa con unos bastos movimientos hasta que logra correrse y ella se lo traga llegando así al orgasmo. Luís se tumba agotado a su lado, cuándo Ángela va a darle el beso de buenas noches ve el espejo y solo sonríe.

Los dos se duermen desnudos en la cama, estando cada vez más cerca.  

Valoro las opiniones, es el inicio, puede que con el tiempo escriba más.