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Un día de piscina (4/3, anexo)

en Dominación

Estoy cerrando la puerta de tu bloque, me parece oír como gime la rubia, ese debe ser su premio, que la folles. ¿Por qué me está cayendo mal la zorra rubia? ¿Por qué eres más agradable con ella que conmigo?. Cojo el coche y voy al centro comercial.

 

Una vez he aparcado, decido ir a tomar un granizado, estando sentada en la terraza del bar me parece notar las miradas de los que pasan, de los que están. No lo entiendo, voy vestida. El aire acondicionado aquí si que funciona, no como en tu piso. Observo mi cuerpo, piernas juntas, la falda tapa mi coño rasurado, eso no lo pueden mirar, subo la vista, veo mis pezones marcados en el jersey y transparentados, ya se lo que miran.

 

Me levanto y paso por el lado de una mesa de adolescentes, me miran, me desean, es la primera vez que lo noto y te tengo que dar las gracias a ti, aún que ahora te estés tirando a esa zorra rubia. Me siento orgullosa de mi cuerpo. Entro en una tienda de vestidos, veo uno blanco monísimo, lo cojo y voy hacia el probador. Me desnudo, veo el reflejo desnudo en el espejo, me encanta, me excito, lo único que le falta es algún adorno, un percing, un tato, no lo sé con exactitud, mañana te lo diré por si también lo consideras. Me coloco el vestido, me sienta de fábula, pero se me nota un poco el triángulo de mi viejo biquini en el escote, tus chapetones no se ven. ¿Se dejará la zorra rubia hacerse marcas? Creo recordar que la rubia no lleva adornos, tendré algo que ella no tiene.

 

Ya tengo el vestido, triado, me lo quito, vuelvo a verme en el espejo, vuelvo a excitarme. Me visto, pago y salgo. Veo un salón de estética, entro y al cabo de mucho rato salgo. Con un color más claro de pelo, supongo que te gustará, también he hecho UVA, sin ropa, desnuda, sin marcas, pero me han dicho que necesito varias sesiones. Me dirijo a una zapatería, busco unos zapatos blancos con tacón, los encuentro rápidamente de mi numero. Cambio mis sandalias por las nuevas. O sorpresa, se andar con tacones.

 

Al salir de la zapatería veo un sex shop. Entro, es la primera vez que lo hago, lo hago por ti o lo hago por mí, no lo sé. Le pregunto al tendero si tiene algo para dilatar el agujero trasero, me mira mis pechos, no saca la mirada de ellos. Me pasa dos cajas, una contiene tres bolas atadas por una cuerda de un tamaño según yo grande, eso ha de hacer daño si entra por la puerta trasera. Abro la otra caja, veo tres bolas iguales, pero esta vez mucho más grandes, hago cara de sorpresa.

 

- Si quieres te las coloco - me dice, que descarado, que haya entrado a comprar no quiere decir que vaya salida, ya que voy salida sólo si tú lo quieres.

- Lo siento, ya me lo hará mi amo - lo he dicho en voz alta, sin tapujos y directamente, soy tu esclava.

- Pues ven a comprar algún día con él, que te daré un regalo si me deja, por cierto son XXX € - le pago, se me ha insinuado, lo debe hacer a todas

 

Salgo del centro, me dirijo a mi piso. Dejo las bolsas a la entrada y me desnudo, no me dijiste nada de como tengo que ir por mi piso, pero me apetece ir desnuda. Intento cenar algo, no puedo, me está comiendo el pensar que te estás tirando a esa rubia. Empiezo a llorar, me tumbo encima de la cama, me vienen posiciones con las que te la tiras e imágenes imaginarias a la cabeza, estoy dolida, ahora lo estoy pasando mal y encima mañana me castigarás. Te odio, no es verdad, odio a la rubia, con estás ideas me quedo dormida en la cama.

 

Al día siguiente me despierto, tarde para mi gusto, con el pensamiento de ¿por qué no aguante 10 segundos más? Me pongo el vestido blanco encima de mi cuerpo, busco el pintalabios rojo que me compre anti roces, me pinto los labios y sonrío orgullosa del reflejo que veo en el espejo. Creo que nunca me había mirado tanto como ahora, como estos días. Me guardo las bolas en el bolso y me dispongo ha ir a tu casa.

 

Una vez llego observo como un viejales sale de tu portal y le digo que aguantara la puerta, para así poder pasar. Al pasar por su lado, me toca el culo, que descarado. Cojo el ascensor y decido marcar un piso menos que el tuyo, las últimas escaleras a pié. Oigo una puerta, tu puerta, la rubia sale de tu piso, te la has estado tirando toda la noche, que cerda. Una vez a subido al ascensor me dirijo a tu puerta y llamo.

 

- Ya va - dices desde dentro - un momento.

 

Abres la puerta y te sorprendes de verme, paso hacia adentro y me quito el vestido, estoy con mis zapatos de tacón desnuda en tu recibidor, te das prisa en cerrar la puerta y sonríes.

 

- Hola, he pensado en hacerme un tato y/o ponerme un peircing - te digo, manteniendo la cabeza baja para que no veas mis ojos rojos.

- Buena idea, un tato y de dos a tres peircings - contestas, veo una sonrisa en tu rostro - el pelo más claro te queda bien, ese rojo no es el que te regale y creo que los ojos rojos no son de nadar sin gafas - me los has visto - ya que no te he visto en la piscina - lo acepto no te he hecho caso - vamos al comedor y me explicas por qué has llorado - tú estás la mar de tranquilo, me siento en el sofá y vuelves a sonreír, en ningún momento dejo mi bolso.

- Has estado toda la noche con la rubia y me sabe mal. - digo nada más sentarme, lo tenía que decir.

- Por eso es - me dices mientras empiezas a reír - ¿Qué eres? - me preguntas mientras miras mi cuerpo desnudo.

- Tu esclava, mi amo - respondo con el mayor respecto que encuentro.

- Pues ya lo tienes, - me dices, me pierdo - tú te acuestas con quien yo quiero y yo me acuesto con quien quiero. Recuerda que te acostaste con Álex.

- Porque me lo dijiste - respondo aguantándome las lágrimas.

- No, porque te prostituiste - me rectificas, soy tu puta, me acuesto con quien quieras, sonrío, me he dado cuenta - ¿Te sabe mal que me liara con Ana? - afirmo con la cabeza a tu pregunta - tu también lo hiciste y según tengo grabado te gusto. Te haré unas sugerencias en el pasillo - nos vamos delante del espejo que tienes.

 

Te colocas detrás mío, al ir con tacones ya no hay tanta diferencia de altura, sonrío, pasas tus manos por mi cuerpo, pero no me excito, me aguanto. Me pasas la mano por el coño lo notas seco.

 

- Vamos a ver Angi, ¿Te mudarías a esta casa? - afirmo con la cabeza, sonríes - ¿Quieres ser mi puta? - vuelvo a afirmar, si ya lo soy - unas veces por dinero, otras por sexo, ¿Estarías dispuesta ha acostarte con quien te ordenase? ¿ Aceptarías oír como gime una desde la habitación de al lado? - tardo un poco en responder, al final afirmo - ayer te envié fuera por castigo - fue mi castigo por desear demasiado el orgasmo el día anterior, ¿por qué no me lo dijiste?, he estado todo este tiempo angustiada - te dije que hoy te explicaría el castigo y lo estoy haciendo, eres mía y harás lo que yo quiera. - vuelves a pasar la mano por mi coño, esta vez si que está mojado - Anita tenía el morbo, tu tenías el polvo y ahora el morbo. - voy hacia el comedor y cojo los dos juegos de bolas del bolso.

- Ayer me compre esto - te digo mientras ríes - lo quiero estrenar, sola no me atrevía, el de la tienda se ofreció a ponérmelo, pero dije que no, no sin ti. - vuelves a reír mientras me coges las bolas de las manos.

- Túmbate al suelo boca arriba - te hago caso, coges mis piernas y me colocas los pies sobre la cabeza, tienes mis dos agujeros a la vista - cógete los pies con las manos - me dejas así, marchas a tu habitación, vuelves con dos cintas de ropa negras y me atas las manos y los pies. - son de dos medidas diferentes - afirmo, prefiero no hablar - unas deben de ser las del coño y las otras las del ano. - dejas las dos tiras de tres bolas a mi lado.

 

Veo como coges las mayores, escupes en mi ano, no puede ser verdad lo que me imagino. Noto presión en mi ano, noto dolor, no tienes suavidad y me introduces la primera de golpe, me masturbas, he podido aguantarme el grito y los posteriores jadeos. Vuelvo a notar presión, noto como se dilata mi agujero, me introduces la segunda, esta ya no me hace tanto daño, vuelves a masturbarme, me noto muy mojada. Colocas un dedo en mi coño, lo dejas caer dentro, lo sacas y me lo introduces a la boca. Una vez has sacado el dedo, me colocas la tercera bola en mi recto, prefiero que me den a soportar esto otra vez, pero creo que no tendré esa suerte.

 

Coges el otro juego, intento estirarme pero no puedo, me masturbas, me dilatas el coño, me introduces la primera bola, esa no es tan dolorosa como la última del ano, seguidamente me colocas las otras dos.

 

- Te has convertido en una puta - me dices - y estoy orgulloso de que seas mi puta - me desatas, me colocas un collar de perro. Me hacer ir hacia el comedor, las bolas se mueven y me excito. Me haces quedarme de rodillas a tu lado. - mira que vídeo más chulo que tengo.

 

Le das al play y sale como la rubia baja hacia mi coño para comérselo, la cinta marca 3:57:39 de hora, mi castigo fue ganado con ese orgasmo, al cabo de un rato, cuando estoy obteniendo mi orgasmo, veo que la hora es 4:02:40, hago la resta mentalmente, la rubia tampoco llego a tiempo de su premio y me diste el castigo porque quisiste y no puedo protestar, mi cuerpo es tu cuerpo y este castigo me ha servido para aprender una valiosa lección, tú te acuestas con quien quieres y yo me acuesto con quien quieres, ya casi no recuerdo que tengo las bolas dentro. Me haces que te la chupe, ver el vídeo te ha puesto, me trago tu corrida.

 

Fin