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El resurgir de Mariluz

en Dominación

La historia no es creación mía, es de Carlos https://www.todorelatos.com/perfil/1459329/, la historia a la que sigue es: Ajustando cuentas con Mariluz https://www.todorelatos.com/relato/152935/. Me gusto mucho, me la recomendó un amigo y le pedí permiso a Carlos para realizar una continuación, él me lo concedió. No llego a su nivel y la forma en que lo he escrito es copia de su estilo. Puede haber errores, ya que no suelo escribir de esta forma. A él le gustó la historia, espero que a vosotros también. 

Era extraño, ese lunes Mariluz había decidido no pisar la oficina. Carlos creía que no le había hecho daño, demasiado daño, su intención fue humillarla. Se dirigió a la mesa del compañero que tenía más cerca. Un hombre de pelo negro, piel blanca, de la altura de la jefa, pero más corpulento.

Carlos: Marcos ¿Sabes algo de la bruja que nos dirige? -preguntó de forma desinteresada.

Marcos: Ha llamado a RRHH para decir que se encontraba mal. Con la manía que les tiene a los gérmenes se ha escaqueado.

Carlos: Más tranquilos estaremos sin serpientes venenosas cerca.

Marcos: Hoy le muestras menor aprecio de lo normal, me gustan la nueva forma en que la bautizado. Con un collar y una cadena esa estirada debajo la mesa quedaría fabulosa -ante las palabras de Marco Carlos se sonrojó y miró su mochila.

El día en la oficina pasó con relativa normalidad, al no haber la jefa trabajaban más agusto. Por fín llegó la hora de marchar y fue Carlos el último en abandonar el sitio. Aprovechando que se había quedado solo abrió la mochila y sacó un recio collar de cuero blanco con una fina cadena metálica, lo guardó en un cajón y sonrió antes de dirigirse al ascensor y recordar el día anterior.

El martes ya había llegado, menos días quedaban para el fin de semana. Las ventanas solo dejaban entrar la luz blanca que se filtraba de las nubes del exterior. Marcos acercó un café para Carlos.

Marcos: Buenos días -comentó con una sonrisa en la cara y un café en cada mano-. ¿Qué te sucede? Parece como si tuvieras la cabeza en otra parte.

Carlos: Es que me sorprende que falle hoy también la bruja -respondó con cara seria y giró la cabeza hacia la puerta de entrada.

La puerta era cruzada por una rubia capaz de quitar el hipo a cualquiera. Llevaba unos altos y finos tacones de color rojo, a conjunto del bolso, que dejaban ver unas largas piernas cubiertas por una corta falda negra. Arriba llevaba una camisa blanca que dejaba ver su canalillo y la parte central de sus sujetadores granates. Una vez saludo a los de la puerta se acercó hacia Carlos y Marcos.

?????: ¡Buenos días chicos! -saludó mientras les daba la mano.

Carlos: Buenos días, preciosa -contestó con voz entrecortada.

?????: Carlos cuando me vaya comentale a tu compañero quien soy. Todavía no me ha reconocido. Soy el ave Fénix resurjo de mis cenizas -al escuchar estas palabras Carlos miró el cajón.

Carlos: Pongo la mano en el fuego de que no has pensado en que han podido dejar tus cenizas en una jaula -la sonrisa le había vuelto y la rubia ya estaba marchando.

Marcos: Esa rubia con labios carnosos y rojos ha hecho que el color vuelva a tu cara, ¿quién es?

Carlos: Es la bruja que lidera a las serpientes que se ha cambiado de piel.

Marcos: Pues a esta versión me la tiro, a la de la semana pasada me escondo -los dos se pusieron a reír.

El transcurso de la mañana fue normal, no hubo ninguna cosa fuera de lo común y Carlos se entretubo a mirar en qué trabajaba su jefa o a quién calientaba con mensajes. Se sorprende estaba mirando páginas de sexo e ignora los whassapp de los superiores. Cuando de golpe oyó el teléfono. Lo contestó y se levantó de la silla en dirección al despacho.

Marcos: La buenorra, gracias al cambio, te quiere ver, mal piensa y alegra la cara.

Carlos lo ignoró, ya la había disfrutado, no podía haber novedades y miró de reojo el cajón. Al acercarse a la puerta vió como Sergio, el canoso jefe de zona, salía con cara triste del despacho. La sonrisa de Carlos creció. Cuando él entró en el despacho vió que Mariluz estaba sentada encima la mesa con la pierna derecha por encima de la izquierda.

Mariluz: He terminado con Sergio. A partir de ahora ya no tengo la red de sujeción -Carlos levantó las cejas como si no entendiera la situación-. El otro día me hiciste descubrir que no la sabe usar. 

Carlos: No comprendo qué quieres decir -comentó mientras estaba de pie mirando esas piernas-. ¿Estabas liada con el jefe? -Mariluz se levantó de la mesa y se aproximó a Carlos-. Tus tacones te hacen unas piernas largas, pero no eres de mi altura, de rodillas estarías mejor.

Mariluz enfada lanzó una torta con la mano derecha a la cara de Carlos y este se la sujetó, la paró. 

Carlos: Bruja, no es aconsejable que luches contra mí.

Mariluz: Torres más altas han caído. Hoy te quedas hasta tarde, quiero que mires la seguridad informática, creo que alguien ha accedido en mi ordenador.

Carlos: Ya lo revisaré, si se entran en páginas pornográficas puede pasar -Marluz tragó saliva-. Adiós -dijo al cruzar la puerta-. Quiere más -pensó mientras se le dibujaba una sonrisa en la cara.

Volvió a su mesa con la alegría en el rostro. Su compañero lo miraba con cuidado.

Marcos: ¿Te ha dicho que tienes un aumento? ¿Te ha comentado que le picaba el coño y se lo tenías que rascar? ¿Ha abierto la boca para que se la introdujeras?

Carlos: No tengo un aumento y esta tarde me toca quedarme a pringar -hizo mala cara-. El sexo con una bruja puede ser peligroso.

Marcos: Con la apariencia de hoy lo haría, me arriesgaría. Piensa que mañana puede volver a cambiar.

Carlos: Entra en el despacho y pídele una cubana -comentó sonriente.

Marcos: Si le digo a esa que se saque la blusa que quiero poner mi polla entre sus pechos me despide -Carlos levantó los hombros.

El resto de la jornada laboral pasó con normalidad. Jefes que entraban en el despacho de Mariluz con cara sonriente y salían con una cara horrible. Carlos pendiente de lo que ella buscaba, una duda le surgió: "¿Lo busca por curiosidad o para excitarme?”. Cuando se quedaron solos en la oficina le sonó el teléfono.

Mariluz: Podrías venir a mi despacho ya tengo el material preparado, gracias.

Carlos se sorprendió no creía que supiera pedir favores, pensaba que solo sabía dar órdenes. Se tomó con muchísima tranquilidad el ir al despacho. Tenía el presentimiento que la bruja ya era suya. Llamó a la puerta.

Mariluz: Pasa Carlos, me has hecho un gran favor al quedarte -a Carlos ante esas palabras se le dibujó una sonrisa.

Carlos: Has de pedir las cosas con educación zorra -ante el insulto ella se congeló, no dijo nada y él sonrió-. Sal de la silla bruja que lo miraré -Mariluz se lo quedó mirando y luego obedeció. 

Carlos se sentó delante del ordenador y hacía ver que trabajaba mientras miraba de refilón a la mujer y una sonrisa se iba trazando en sus labios.

Carlos: Puta de los directivos que han pasado hoy por tu despacho ¿Cuántos te han follado? 

Mariluz: Ninguno Carlos, he roto con todos -otra sonrisa perfila los labios de Carlos-. No sé lo que quiero, ahora no deseo a nadie.

Carlos: De pie te cansarás mientras trabajo -a ella se le iluminaron los ojos mientras observaba una silla-. De rodillas perrita -cuando lo escuchó sus piernas se doblaron al instante y escuchó el ruido del obturador-. A partir de ahora delante mío y de quién yo diga estarás así, de rodillas.

Él se quedó mirándola, había  un error en esa imagen. La ropa.

Carlos: bruja fuera la camisa y la falda, ahora.

Mariluz: Sí Carlos -contesta mientras bajaba la mirada y empezaba a desabrocharse la blusa, maldiciendo los papeles, dejó ver un sujetador de encaje granate, los lograría a cualquier precio. Se puso de pie para dejar caer la falda y pudiéndose ver unos pantis con un precioso encaje en la parte superior y un tanga transparente y granate.

Carlos: Creía que las fulanas como tú habían aprendido a no llevar ropa interior, ya que se la pueden romper -Mariluz abrió la boca, recordando la humillación del domingo, iba a protestar, pero se mordió la lengua. Carlos empezó a sacarle fotos-. Sin sujetador -a ella le parecía que estaba poseída, su cuerpo seguía las instrucciones del depravado que estaba en la silla- ¿Quieres ser mi perrita? ¿Qué te bautice? ¿Y qué tu cuerpo esté bajo mis caprichos a partir de ahora?

Mariluz: Sí -contestó con el objetivo de que bajara la guardia, entonces Carlos la miró con mala cara-. Sí Carlos -él negó con la cabeza-. Sí Amo -él aplaudió, ella maldijo el precio que tenían los documentos.

Carlos: Serás mi perrita de nombre bruja. Voy a buscar tu nuevo collar cuando te lo ponga dirás el discurso. Cuando vuelva quiero que estés sin tanga.

Carlos salió de la habitación sin mirarla, estaba satisfecho la bruja empezaría a formar parte de su piara, a parte estaba contento de controlar su erección. Sacó el collar del cajón y depositándolo en la mochila volvió al despacho. Encaró el teléfono y empezó a grabar.

Mariluz: Hola Amo, me entrego a usted cómo bruja -”y espero que deje de coaccionarme”-. Cumpliré todos sus deseos -al escucharlo a Carlos le resultaba difícil no follársela allí mismo. Le puso el collar y dejó que la cadena cayera entre sus pechos. Fue a tomar el teléfono, paro la grabación y empezó a sacarle fotos.

Cogió la cadena he hizo que gateara por la sala. Le iba sacando fotos en todos los rincones, hasta que paró al lado de una mesa.

Carlos: Siéntate en ella y abre las piernas -Mariluz hizo caso, Carlos observó que se había quitado el pelo también de la parte trasera. Le veía un coño precioso.

Él se inclinó hacia la bolsa sacando unas pinzas, un antifaz, una mordaza y un cordón negro.

Mariluz: ¿Para qué.. -le cayó una torta de Carlos que la dejó con la espalda en la mesa.

Había aprendido la lección, su Amo la quería callada. Carlos le levantó la cabeza y le vendo los ojos.

Carlos: Zorrita ahora te puedo hacer daño, al primer grito que escuche te taparé la boca -Carlos vio como Mariluz movía la cabeza en señal de afirmación.

Él cogió dos pinzas con la mano izquierda. Entonces empezó a recorrer la aureola del pezón derecho de ella con la lengua. Pudo ver como el pezón se le ponía recto. Los jadeos de la bruja empezaban a ser más audibles, entonces mordió el pezón y lo estiró. Al alargarlo le fue muy fácil pinzarlo. Repitió el proceso con el otro pezón, pero no se oyeron jadeos.

Carlos le puso un dedo entre los labios vaginales y los encuentró mojados, sonrio. Le colocó una pinza en el clítoris.

Carlos: Esta es una de las peores cosas que pueden pasar con las pinzas -mientras decía esto las iba moviendo con una sonrisa en los labios- ¿Mi bruja puede aguantar? -ella movió la cabeza en señal de afirmación y él le introdujo la lengua hasta el fondo en la boca.

Al estar Carlos recostado encima podía notar la dureza de su paquete, ella notaba como la humedad crecía. La excitación le aumentó al notar los dedos de Carlos en sus labios. El dolor la invadió Carlos había estirado la pinza. A ella le cayeron unas lágrimas.

Carlos: Sé que es duro, pero te has de acostumbrar, si me haces enfadar habrá dolor. El domingo fue venganza, hoy me has buscado y sabes que no voy con tonterías. Si quieres paro y salgo de tu despacho, tu continuarás siendo la jefa y yo no te volveré a follar. ¿Quieres que marche? -ella negó con la cabeza-. ¿Estás dispuesta a aceptar todo lo que haga? -ella afirmó con la cabeza, Carlos le sacó las pinzas de los pezones con cuidado.

Aprovechando que la tenía con los ojos vendados tomó el cordón y unas cuantas pinzas, le llenó los pechos con las pinzas atadas. Aprovechando que estando sin cuerdas estaba quieta le separó los labios vaginales, se alegró al ver que el pelo de la vez anterior no estaba.

Carlos: Zorra, ahora si que tienes un coño como me gusta -le pasó la lengua por la humedad y ella sonreía complacida-. Las mujeres cortadas, tímidas, no soportan las pinzas, como mucho una. Las que aparentan ser liberales de dos a cuatro. Las radicales de cuatro a seis y las sumisas más de esa cantidad. Te dejo hablar para que digas el número.

Mariluz: Ocho mi Amo, cuatro en cada lado.

Carlos con sugerencias, órdenes escondidas estaba consiguiendo una entrega casi total, casi ya que no sabía dónde se negaría, tendría que buscar sus límites. Le puso las ocho pinzas en los labios y realizó fotografías de esa bella imagen. Luego tomó la cuerda y las pinzas y se las puso en los pechos. Carlos se desnudó dejando su erecto miembro al aire miraba a Mariluz cuando le acercó la mano para ayudarla a levantarse. El cuerpo de la mujer estaba precioso, todo lleno de pinzas y con esa cuerda ahora quieta porque quería él.

Carlos: bruja estás preciosa -Mariluz sonrió-, me encanta tu nuevo vestuario. Lo podrías llevar algún día para trabajar -una cara de terror invadió el rostro de Mariluz-. Ahora te quiero de rodillas y con la boca abierta.

Mariluz: No -recibió una torta de Carlos-. Sí Amo -se puso de rodillas y abrió la boca.

Carlos se la introdujo de golpe, produciéndole arcadas y él riendo. Le puso las manos en la cabeza y empezó a marcar el ritmo. Cuando observó que ella se había vuelto a derrumbar la saco y sujetó la cuerda. Pegó un estirón y Mariluz sonrió, a Carlos le produjo una gran alegría.

Carlos: bruja ponte como la perra que eres, a cuatro patas.

Mariluz no podía más, la situación la estaba superando, nunca se había dejado manejar por nadie y ese hombre había conseguido apoderarse incluso de sus pensamientos.

Carlos le escupió en el ano e introdujo un dedo para empezar a moverlo, le hacía gracia ver las pinzas, pero con la mano libre le saco las ocho. El agujero se le había dilatado e introdujo otro dedo.

Carlos: ¿Recuerdas lo que te dije le las lavativas?

Mariluz afirmó con la cabeza, Carlos sacó los dedos e introdujo el miembro de golpe oyendo un grito de placer.

Carlos: ¿Quieres que mi leche bañe las paredes de tu recto?

Mariluz: Sí -recibió una zurra de Carlos-. Sí Amo.

Carlos: Luego me la tendrás que limpiar.

Al finalizar la frase unos aplausos se escucharon desde la puerta del despacho, era...