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La puta de Johana y el asador del amo Andrés no 2.

en Dominación

Parte dos.

Johana usada y calada como puta.

A veces llegan a nuestro club chicas de fuera, como Johana que es una chica que se cae de buena, pero viene de fuera, en cambio por sus finísimos modales y escultural cuerpo, se creía superior al resto de las mujeres, y en su época de golfa tuvo algunos disque amigos que la acompañaban a todos lados, sobretodo anduvo con una hermosa chica llamada Dayana, una ramera de fina familia pero dedicada a la prostitución, con quien Johana tuvo un hermoso affaire lésbico en su juventud, eso sí Johana siempre fue la mujer.

Era viernes en la mañana, y Johana que ya había venido a pedirnos trabajo se preparaba para su audición como puta de lujo, estaba en su recamara y sus manos recorrían su piel suave acariciando sus tetas y lavándose su vagina depilada como presintiendo la inminente violación de la que iba a ser objeto, pues era su primera noche en el club, casi se podía decir que sería debut y despedida; el agua caliente, recorría mórbidamente las curvas de ese nalgatorio tan sinuoso y suculento.

Esa mañana Johana tuvo que salirse muy rápido de la ducha porque se acabó el agua caliente, y se puso una toalla en el cabello como una tiara, como casi todas las mujeres, y termino por secarse su entre pierna y su sensual cuerpo con otra toalla, finalmente y después de esa ducha Johana descanso y cayo cachondamente con sus nalgotas sin ropa en el mullido silloncito de su tocador y completamente encuerada y aun húmeda, se peinaba su pelo largo y lacio frente al espejo, sin saber lo que le esperaba esa tarde noche, Johana con su rica piel de durazno, su aroma de mujer saliendo de su suculenta vagina, y el cáliz de su néctar divino inundaba la habitación de su cuarto con sus nalgas epopeyicas y sus bien redondeadas piernas,… la pinche puta y hermosa zorra estaba que se caía de buena pues sus insinuantes curvas tan usadas ya hacían que casi pareciera una diosa, pero lo que casi nadie sabía era que la muy cerda mal nacida, no era más que una pinche zorra de poca monta que había estado mezclándose entre los hombres exitosos de la ciudad, prometiéndoles un amor casi disque salido de novelas románticas, pero al final ella casi siempre huía y los abandonaba después de usarlos como trapo viejo; a, que usurpadora y cabroncita salió la muy putilla.

Johana, Johana…, pero hoy en vez de descansar en su sabanita blanca, de lindos corazoncitos rojos aullaría de dolor en manos de una pandilla de cabrones malhechores, pues pasaría su primera audición en la cama como toda una verdadera puta.