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Angélica Vestida de mujer núm. 12

en Transexuales

Esta vez mi nuevo macho, me acompaño a la parte subterránea de la palapa y me dejo con Don Sebastián uno de sus empleados.

-Hola muñeca

Dijo el hombre, viéndome de arriba abajo, yo iba con una minifalda muy pegada y una tanga, acababan de inyectarme y los pezones me dolían, pero mi figura realmente era la de una puta adolescente de diecinueve años;

-Creo que vas a ser la sensación de este lugar putita.

Dijo Don Sebastián, al tiempo que me agarraba una nalgota con pasión de hombre cabrón.

-Quiero que vayas abajo nena con las demás putas porque ya va a llegar la gente.

De inmediato baje las escaleras descalza, y me encontré a las demás muchachas, todas con cuerpos exuberantes, algunas se veían que eran extranjeras, y que eran latinas, una que otra era rubia, y había una morenaza alta con el cabello muy ondulado, en mi caso yo era blanca y en ese momento ya tenía un cuerpo de mujer que tenía que ir remarcando con las hormonas y el ejercicio.

-Yo Vengo de Brasil, me dijo una chica morena clara que se acercó a mí, de forma amigable, veo que eres nueva, mira aquí los viernes tenemos que servir cervezas casi sin ropa, es una regla del lugar, pero las propinas de los clientes son excelentes.

-Solo mírame ¿ok?

-ok yo te sigo

Maraya, como me dijo que se llamaba, se desnudó completita y pude admirar sus senos bien paraditos, con unos pezones muy achos y oscuros, se veía que ya la habían convertido en una verdadera vaca pues, sus pezones se veían muy desproporcionados con sus senos.

-Mira Angélica, aquí prácticamente somos sirvientas, dijo Maraya al tiempo que se ponía un mandil muy chiquito, que apenas si le cubría el chocho completamente depilado, y por detrás se le veía el culo inquietantemente promiscuo  completamente expuesto.

-Ahora tu amiga desnúdate, te quiero ver bien zorrita.

-Está bien, y me desnude por completo enfrente de mi nueva amiga, mis tetas recién inyectadas se veían hermosas bamboleantes, y mis nalgas se veían monumentales, muy parecidas a las de ella pero más regordetas  y muy blancas, además que mis piernas contorneadas, formaban una forma tierna por detrás de mí silueta que enloquecían a los hombres.

Igualmente me puse mi mandil y se me veía divino en combinación con mis piernotas, y mi amiga Maraya me decía, ya sé que no eres mujer biológica, pero, créeme que nadie lo notara, y a los hombres al verte de seguro vas a gustarles, eres toda una mujercita.

Dijo Maraya, mientras yo me arreglaba mi pelo negro con mi cepillo de mujer.

Al verme al espejo me pude ver por fin como siempre quise, en el espejo me veía como toda una sirvienta muy puta pero por fin mi cuerpo se podía ver como el de toda una mujercita, con senos exuberantes y una verdadera hembra que serviría de tentación a todos los hombres, mientras les vendiera cervezas.

Sin duda me convertiría en un excelente negocio para mi nuevo marido,

Todas las demás chicas veía como se desnudaban y se ponían sus mandiles, todas se vistieron muy sensuales y descalzas nos dirigíamos a donde ya aguardaban nuestros hombres.

Inmediatamente que nos vieron a las dieciséis chicas en exhibición, prácticamente desnudas tan solo con mandiles y nuestras charolas en las manos perfectamente bien maquilladas, todo fue cuestión de que empezara la música y con resignación, comenzamos a servir cervezas a los hombres, que ansiosos nos chiflaban y levantaban sus manos para pedir más y más cervezas, entre la música a todo volumen, y el griterío de los borrachos, no faltaba el hombre que me propinara una nalgada, y yo con resignación, tenía que aguantarlos.

La noche, se pasaba de prisa, y yo ya estaba exhausta, estaba cubierta de sudor y los morreos de los hombres cada vez eran mayores, se pasaban manoseándome las nalgas entre todos y parecía que a continuación, todo hacía suponer que nos cogerían entre todos, quizás es que era mi debut, en el bar; cuando voltee a ver a maraya, esta estaba debajo de una mesa mamándosela a un hombre gordo y feo; y este le metía una botella vacía por el culo.

La noche avanzaba y el cantinero cerró la barra por esa noche, y nos dijo que buscáramos nuestra propina.

El ambiente se había tornado grotesco, y entre varios hombres me subieron a una de las mesas y vi que ya no era decisión mía; esos hombres me iban a violar.

De inmediato el más cabrón me tomo por las nalgas y sin ninguna contemplación me clavo su verga entre mis nalgotas, flexionando mis caderas al máximo y jalándome de los pelos me monto sin miramientos, como a una yegua de linaje perdida, que entre gemidos completamente femeninos se revolcaba como loca con uno y otro borracho que pasaban a darme a mamar de sus vergas y se venían abundantemente en mi boca, atragantándome con tanta y tanta leche que inundaba mi hocico de puta barata; al final después de mucho mas de dos horas de estarme mancillando mi femenino cuerpo, seis hombres se vinieron nuevamente sobre mí, con mi cara pegada a la corriente mesa del bar en señal de rendición, y mi culo blanco en pompa, recibía su divino néctar sobre mi tersa piel, aterciopelada por las hormonas, bañándome con su semen y saboreándolo con mi lengüita, su sabor precioso.

Cuando creí que todo había acabado, me dijeron, aún hay más mi reyna, y me mojaron con litros y litros de cerveza, mi sensual y escultural cuerpo.

Me aventaron varios fajos de billetes grandes, mientras me lanzaban escupitajos sobre mí cara llamándome puta, e insultándome con muchas bajezas, de zorra y golfa no me bajaban, yo me quede sollozando en mi mesa tratando de agarrar mi propina, y esperando con el culo en pompa, las ordenes de mi marido Alfredo, para poder irme a descansar.