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La puta de Johana y el asador del amo Andrés tres

en Dominación

Parte tres

Los lacayos de Brutus y la Audición.

Johana después de repasar su perfecto depilado en su piel morena clara, decidió usar su cremita humectante en sus piernas, y en sus tetas, a conciencia; como toda una cerda untada en grasa para ser cocida a fuego lento, poniendo crema en todo su sinuoso cuerpo, antes sentándose en el filo de su cama, decidió pintarse las uñas de sus manos y sus pies de un rojo sangre muy vulgar, se quiso ver desnuda en el espejo y sus dos oscuros pezones se empitonaron agudamente, ella avanzo acariciando sus chichis y su panocha reviviendo sus más intensos recuerdos de sus últimos amantes de la noche anterior, sobre todo de uno, el que más la había estado penetrando una y otra vez ferozmente, ella lo amaba y por eso hasta le pedía que le pusiera unas esposas y la cogiera salvajemente como si fuera una prisionera, el ya andaba literalmente colgando hasta las manitas por ella, realmente debieron estar enamorados; pero en ese momento lo único en lo que ella pensaba era en darse placer a ella misma, metiéndose su dedito en su culo y otro en su panocha, con total delicadeza siguió acariciándose, incluso uso un consolador negro enorme en su chocha húmeda para hundírselo hasta el fondo; Johana continuaba penetrándose revolcándose sola, hasta enrollarse entre sus sabanas y mordiendo la almohada se vino completamente sin salida en un orgasmo vulgar retorciéndose en su cama, y después de unos finos sollozos, se acurrucaba como toda una beba ávida de un chupón que le diera la seguridad deseada, Johana aparte de estar tan buena, como estaba ansiosa por ganar la audición para su nuevo trabajo de puta de lujo, había estado haciendo una dieta extrema que hacía que su cintura midiera menos de cincuenta cm, estaba casi en los huesos, pero no por eso sus nalgas rondaban los más de 90 cm listas para ser azotadas, y sus tetas más de 80 cm, con unos pezones negros deliciosos listos para ser mordisqueados…que ricura de mujer.

Con mucho flojera se levantó de su cama, y pensó que ya se le hacía tarde para alcanzar un lugar en el metro subterráneo para llegar a su audición, y a esas horas,  de verdad que estaba lleno, sin duda alguna le darían un buen número de arrimones en sus prominentes nalgas, a lo que ya estaba acostumbrada.

Johana no sabía si le darían el trabajo, así que presurosa, se puso muy linda, y coqueta, se calzo un bikini rosa de medio lado, bien atado a las caderas, muy sexy; de esos que parece que se están bajando solos y únicamente se sostienen por su culo.

Se maquillo con tonos muy cargados y se puso pestañas postizas, todo aquello que la hiciera lucir como una reyna de belleza, se puso un chiquivestido casi untado de likra completamente blanco, y no resistió la tentación de ponerse un bra muy marcado y que le dejaba las tetas casi de fuera, para que todos los machos se le quedaran viendo en la calle; no se puso medias para lucir mejor sus encantadoras piernas pulidas, y finalmente se puso un tocado espectacular en su pelo largo, y coquetamente se dirigió rumbo a la audición.

Al pasar, los hombres se le quedaban viendo con lujuria a sus chichis y nalgas, diciéndole toda clase de piropos groseros, el calor era extenuante, y varias veces Johana pensó en ir a comprar un refresco pero no llevaba dinero, y al parecer a casi nadie parecía importarle, si volteaban era solo para insultarla con la mirada, mientras Johana meneaba muy femenina sus nalgotas de un lado hacia otro firmemente, cimbrando sus pompas de manera vulgar; por otra parte su vestidito, se le subía solito a cada caderazo que daba y Johana constantemente tenía que írselo bajando, para no dejar al descubierto sus nalgas antes de tiempo, las rosadas carnes de la chica se contoneaban a cada paso que daba  en el incipiente calor de las aceras razas de la ciudad.

Cuando la putita de 18 años finalmente llego al lugar de la audición para entrar a trabajar al club, llego a una casa en las afueras de la ciudad y se encontró con Brutus un viejo gordo y mal oliente que la recibió de manera déspota.

-Cómo te llamas puta

-Johana señor

-¿Cuántos años tienes mi reyna?

-18 señor

-Mira aquí sobran las putas de una vez te lo digo así que te advierto que no soportamos divas, te me encueras de una buena vez que quiero verte desnuda, si pasas esta prueba podrás trabajar en todos nuestros burdeles.

Johana, resignada y sabiendo de su papel en esta vida, comenzó a desnudarse con sus ojitos bajos ante la mirada lacerante del viejo Brutus que ya la devoraba con la mirada, un hombre de unos 69 años de edad que la veía como queriendo devorar a una conejita viva.

Los tirantitos de su chiquivestido de likra ceñido a su cuerpo fueron bajando lentamente hasta dejar al descubierto ese hermoso par de chichis tan suculentas que mórbidas se movían de un lado a otro al más mínimo movimiento de la joven hembra, su piel tersa era una tentación para cualquier hombre, prosiguió bajando su fina tela, hasta que a punto de dejar al descubierto sus perfectas nalgas apenas cubiertas por un obsceno trozo de tela que le tapaba su panochita rasurada, el viejo Brutus le ordeno darse vuelta.

-Vamos puta quiero verte las nalgas, es lo que más solicitan nuestros clientes, buenos culos, y rio ávidamente,  el desgraciado.

Johana se volteo y continuo bajando su chiquivestido dejando poco apoco dejando al descubierto sus firmes y excelentes nalgas apenas engalanadas por el triangulito que quedaba metido entre sus hermosas posaderas, ahora a la vista de los ojos lascivos del viejo Brutus, quien al parecer seria quien la cataría como puta para dejarla entrar al club tan asiduo

Johana quedo prácticamente desnuda, tan solo con su brasiere y su tanga además de sus zapatillas puestas.

-No has entendido puta desnúdate por completo con una chingada. Ya…

Johana no podía hablar ni una palabra pero sin chistar obedeció a aquel hombre pues ella sabía que ese era su destino, así que comenzó a despojarse de su bra dejando sus tetas al aire libre, permitiendo que el cabron de Brutus se relamiera sus bigotes maltrechos y asquerosos saboreando lo que estaba a punto de comerse, sus finos pezones delicados se empitonaron de inmediato ante la excitación de estar siendo observados y sus chichis se bamboleaban de forma esplendorosa.

Finalmente se estaba bajando su tanga cuando el cabron de Brutus decidió que aún no era el momento y le dio una cachetada en la boca, sacándole sangre de sus labios rojos.

-Aun no pendeja, antes quiero que ese placer lo tengan mis muchachos.

-Pero

-Pero es que nada a poco creías que yo a mis 69 años te iba a probar como puta, ja,j a, estas pendeja para eso están mis muchachos y de inmediato les hablo por el interfon a sus ayudantes personales,

Johana se mordía sus labios y trataba inquieta de tapar sus tetas con sus manos, so pena de que se enojara Brutus el que al parecer seria su nuevo Jefe.

De inmediato llegaron a la habitación tres hombres altos y fuertes de aspecto escandinavo que fácilmente debían pasar los 1,80 cm.

-Cójansela dijo brutus mientras se sentó a contemplar el espectáculo.

De inmediato esos tres hombres rodearon a Johana, y comenzaron a manosearla por todo su cuerpo, estrujando sus pezones, lamiéndolos y manoseando su culo con lascivia, mientras uno de ellos de un tirón le arranco el chikini dejándola completamente en cueros.

Johana lanzo un gritito tan delicado, que la chiquilla solo alcanzo a enervar a sus sementales aún más.

-Ahora si veras lo que es bueno putita, así que quieres convertirte en toda una puta,

De inmediato los hombres abrieron un asador con unas varas metálicas con un sello en la punta

-Que van a hacerme no, no gritaba Johana,

Mira putita para poder trabajar aquí tienes que llevar una marca, le dijo el viejo Brutus mis muchachos te la pondrán en la nalga derecha, y así podrás trabajar aquí no te preocupes tu cuerpo es hermoso y quiero que nos des las nalgas a TODOS pero primero tendremos que ponerte la marca,

La carita risueña de la chiquilla y al mismo tiempo un cierto aire de arrogancia elegante, hacía que fuera más excitante aquel espectáculo.

Seguramente había más de 25 muchachas allí, siendo cogidas al mismo tiempo, y el lugar estaba lleno de sus gemidos femeninos, yo al igual que otros clientes observábamos excitados los diferentes castings a través de vidrios transparentes que las putitas no podían ver, todas eran chicas de 18 años, que serían marcadas y luego cogidas de forma salvaje, pero también todos teníamos junto a nuestro asiento un botón negro, que podíamos oprimir en cualquier momento.

Ese botón nos daba el poder de quitar a los sementales y entrar nosotros por la prisioneras, y hacer lo que quisiéramos con ellas, cogerlas ahí mismo o cosas peores, algo tenia Johana en su mirada y en su rostro que me encantaba, algo que al mismo tiempo que me excitaba la idea de verla acabada, vulnerada, su cuerpo desnudo tan hermoso era toda una tentación verlo mancillado, pero también era completamente prodigioso para verlo acabar de esa manera, y no quería que fuera mancillado por esos rufianes, así que antes de que la marcaran, decidí

Oprimir el botón.

¿Qué pasa Don Andrés? apenas comenzó la función, de inmediato un hombre muy bien vestido entro a mi privado, nada es que quisiera entrar por esa muchacha, ¿cuál muchacha?, esa, Johana.

-De inmediato señor, el viejo Brutus se me quedo viendo con cara de pocos amigos al entrar al cuarto, pero Johana me vio como si un héroe fuera a rescatarla.

-Me quedo con la muchacha.

-Cuanto

-3, 000,000 de Dólares señor, vera es por la edad, y…

-Hecho, te mandare el dinero

De inmediato abrase tiernamente a Johana e impedí que la violasen y la ultrajaran esos malvivientes, después de todo no soy tan malo como creías, le dije al Viejo Brutus, que se me quedo viendo asombrado y a la vez como renuente, sin embargo sabía que así era el negocio, la bella Johana así desnuda como estaba se lanzó a mis brazos y me beso tiernamente a lo cual le respondí de igual manera, besándola en su boca.

Hoy día estoy casado felizmente con ella y solo yo puedo estar en su cama con ella, por cierto, de mi antigua esposa nunca tuvo porque enterarse, y ahora prefiero llamarla mi amiga o mi amante, nunca la dejo salir sin mí y no tiene ninguna clase de privilegios, casi nunca voy a ayudarla y casi no me ve desde aquel día.

FIN.