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Liz mis inicios como chica travesti.

en Transexuales

Relatos de cómo me convertí en una chica travesti, esta historia que les cuento es Real.

De pequeñito me molestaban mucho en la escuela, en el cole, de hecho estuve en varios coles, porque mis compañeritos me molestaban mucho, casi siempre mis compañeros me golpeaban en el recreo sin motivo, o en el receso como sea, una vez un cabron me agarro a nalgadas con una regla hasta que vio que se me había roto el pantalón, y se me vieron mis nalgas blancas, rojas como tomates de tantas nalgadas.

En la escuela siempre fui muy aplicadito, sacaba siempre diez, todo esto es cierto; y eso a mis compañeritos de clase, parecía molestarles, poco a poco, me fui distanciando de los hombres y me fui juntando más con las mujeres, al principio yo no entendía bien mi sexualidad, hasta que vi como los hombres sometían a mis amigas en las fiestas y las manoseaban, les quitaban el brasiere, luego las manoseaban y las besaban y  finalmente las dejaban sin trapitos completamente encueradas y se las cogían, casi delante de mí; y entonces por primera vez alguien me dijo putito.

Yo no quería que me volvieran a llamar así; con todo respeto para los gays, yo no sentía que fuera un hombre gay, sino una mujer en el delicadito cuerpo de un hombre; la verdad soy muy blanca de color, tengo un tono de piel lechosa y las facciones muy finas, soy acinturada y siempre he tenido piernas y nalgas de mujer, creo que eso lo herede de mi mami, con el tiempo me fui dejando el pelo largo y mi mami lo acepto.

Cuando era pequeña, ya casi adolescente me encantaba esperar a quedarme solita en mi casa y probarme vestiditos de mi mami, siempre buscaba los más chiquitos, y buscaba calzoncitos bien sexis, en aquel entonces los bikinis hasta la cintura, estaban de moda, y dejaban media pompa de fuera, y mi mami usaba pura lencería cara, con muchas florecitas y encajes; afortunadamente mi mami siempre tenía muchos novios que le compraban toda clase de lencería, como teddys, lencerías, picardías, pelucas, baby dolls, que les confieso es la lencería que más me gusta usar, hasta la fecha, sobre todo mientras me están cogiendo, me gusta saber y oír como mis dos nalgotas rebotan en el torso del macho, seguramente a ustedes también lo han sentido amigas.

Casi siempre mi mami traía a casa a un hombre diferente, pues es madre soltera, sin embargo durante algún tiempo, anduvo de amante con un hombre morenote, chaparrito, y de facciones muy toscas, la verdad era un hombre feo, como a mí me gustan, ji, ji; mi mami siempre platicaba que andaba con el porque la trataba como una diosa y la veneraba tanto en la cama que la hacía chillar de pasión.

Yo en la noche casi siempre la escuchaba gemir pidiendo a gritos, que la cogieran más despacito, pero el cabron parecía no hacerle caso.

En fin con el tiempo en una ocasión mi mami no estaba en la casa y me dio por meterme en su cuarto, yo casi siempre me aseguraba que no hubiere nadie en la casa y entonces comenzaba a vestirme, primero me quitaba la otra ropa que por cierto me las había arreglado para que fueran pantalones pegaditos y delgaditos, para verme como nena, y usaba camisetitas de tirantitos, toda muy sexy; y por supuesto me rasuraba completamente las axilas y me depilaba absolutamente todita, eso hasta la fecha.

En fin les sigo platicando, me desnude por completo y me fui vistiendo descalza, solamente con una tanguita de dos listones a los lados, y me puse un baby doll chiquitito, que me hacía ver ridícula, pues no me cubría las nalgas para nada, y parecía una blusita, muy acampanada; yo estaba, muy delgadita y pesaba unos 49 kg, aun no aprendía a maquillarme como mujercita, pero la verdad no lo necesitaba, decidí ensayar graciosa y delicadamente mi caminar completamente afeminada frente al espejo; así paso el tiempo, y cuando me di cuenta ya habían pasado más de dos horas; de pronto y sin darme cuenta entro a la habitación mi padrastro.

A él le decían Beto, o Roberto; pero yo siempre lo trate con mucho respeto y hoy no sería la excepción, por lo menos al principio.

Al entrar y verme toda ataviada como beba y con mi pelo largo yo no supe que hacer.

Me miró fijamente, como a toda una princesa y fue la primera vez que me sentí una mujer deseada.

-Hola Liz, mira nada más que tenemos aquí, siempre le había dicho a tu mami que tu cuerpo era como el de ella, están igual de nalgonas las dos, y que tú habías nacido para ser mujer.

-A mí me gustan mucho los Mariconcitos como tú, dijo al tiempo que pasaba sus dedos por mis tersas piernas, y sonreía con lujuria.

-¿Te gusta ser nena verdad Liz?

Yo me quede helada tan solo de sentir sus toscos dedotes acariciar suavemente mi delicada anatomía y sentir como iba bajándome los tirantitos del baby doll hacia mi cintura y comenzaba a pellizcar mis pezones sin piedad.

Continuara…