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Con la hija menor de mi amante

en Jovencit@s

CON LA HIJA MENOR DE MI AMANTE

Ya les conté cómo conocí a Marta, y como me relacioné con la novia de su hijo que ahora es su ex novia, el boludo ya tiene otra nueva que está tan buena como la anterior, aún no he encontrado la forma de acercarme a la nueva novia, pero el tiempo es muy sabio, ya llegará el momento.

Marta tiene cinco hijos: mujer alrededor de treinta casada con un hijo, mujer algo menor soltera y bien cogedora, varón bien seguido, casado con una mujer que está buenísima, y más espaciados Carlitos y Marilú (LU). Los dos últimos viven con Marta, Carlitos anda por los 21 y Lu tiene algo de diecinueve años.

Esta niña es la pasión de Marta, Lu no es fea, apenas si le falta crecer un poco, no es muy alta, más bien flaquita, un hermoso par de tetas, un culito que cuando anda de entrecasa con breves shorts se ve bien aunque chico, y unas piernitas como de pollo, hasta sus muslitos son escasos, pero si le dan tiempo echará unos muslazos como los que luce su madre, Lu es bonita de cara y tiene una boquita estrecha, a diferencia de su madre que tiene una bocota como para llenarla de verga.

También les conté que al principio de mi relación con Marta cuando yo iba a Buenos Aires nos quedábamos en un hotel, y que muy pocas veces Marta se quedó a dormir conmigo, es muy convencional y pudorosa, cogíamos hasta las dos o tres de la mañana y luego volvía a dormir a su casa, aunque los hijos no precisaran tanto cuidado.

Con el tiempo Marta me llevó a dormir a su casa, la primera noche ella estaba tan cohibida que resolví no cogerla esa vez, y yo al día siguiente me volvía a Mendoza. Pero la vez siguiente todo anduvo bien y cogimos como siempre.

En la ocasión que relato ahora yo había ido por una semana entera a Buenos Aires, y como saben en los días laborables Marta estaba afuera casi todo el día. En esta oportunidad le surgió un viaje de trabajo por un día; se iba luego de almorzar y regresaba al otro día por la tarde. Le ofrecí acompañarla o volver a Mendoza, pero me dijo que mejor la esperara, y así lo hice. La llevé a Aeroparque alrededor de las 14:00 y luego me fui al centro, al cine; luego cené bien en un restaurante muy lujoso, bebí bastante vino bueno y regresé a lo de Marta, llevaba dos películas porque sé que me cuesta dormirme temprano.

Me llevé la botella de whisky, hielo y vaso al living, dispuesto a ver buen cine hasta que me viniera el sueño. Ajeno al mundo que me rodeaba, apenas advertí que el boludo salió con su nueva novia anunciando que ya no regresaba. Lu estaba con su noviecito en su cuarto, la puerta cerrada como hacía habitualmente.

El policial que estaba viendo era muy bueno, con gran misterio, y el scotch era incomparable, no había nada mejor paz y descanso. Casi al finalizar el filme Lu sale de su habitación con el novio y lo acompaña hasta la puerta de calle; a poco regresa y se queda mirando el final de mi policial. Luego me pregunta:

_¿Qué estás tomando?-

-Whisky, querés?-

Nunca he tomado, pero dame, voy a probar.-

Le serví un generoso vaso y lo probó, Lu es muy melindrosa para lo que come y lo que bebe, pero parece que le gustó el whisky, aunque me dijo que era un poco amargo.

La veía nerviosa, inquieta y le pregunté qué era lo que le pasaba, rehuyó la pregunta, fue a la cocina, al baño y volvió al living sentándose a mi lado. Puse la segunda película que era de corte romántico y los dos la veíamos con mucha tranquilidad, me pidió otro whisky porque ya había terminado el primero, se lo serví bien abundante porque la notaba alterada. Y volví a preguntarle cuál era su problema.

Con la lengua ya floja por el alcohol me respondió que su problema era ser virgen, y que por eso su novio no se animaba a cogerla. Le dije que lo más probable era que el novio también fuera virgen, y si ninguno de los dos sabe cómo se hace... Me preguntó si yo sabía, mientras se acercaba y se recostaba contra mí en el sofá. Por supuesto que sé le dije, pero no pretenderás que lo haga con vos. Ya me pasaba su mano por mi pierna cuando me dijo que por qué no, que ya era una mujer, que tenía los diecinueve cumplidos.

Pero sos casi como mi hija.

No soy tu hija, vos lo hacés con mi madre, nada más.

Y seguía pasando su mano por mi pierna, cada vez más cerca de mi verga que empezaba a reaccionar y pararse. Esto no podía ser, traté de separarla pero no me dejó, al contrario se acercó más a mí. Y yo no soy muy resistente. Le pasé un brazo por los hombros y la acerqué; me miró a los ojos y me ofreció la boca abierta. ¿Qué podía hacer?, la besé y juntamos nuestras lenguas; mi pija ya estaba bien dura y parada, y se me notaba a través del pantalón; además ya había resuelto cogerme a la criatura inocente.

Lu llevaba un top y un short muy chicos ambos, estaba descalza y con el pelo suelto. Le acaricié el espacio de piel entre el short y el top, y seguí subiendo mi mano hasta sus tetas que palpé sobre el corpiño mientras le llevaba la mano hasta ponerla sobre mi verga, y ella se prendió, novedad: me dijo que la tenía muy grande, ya lo sabía, pero le pregunté con qué la comparaba. Con la de mi novio me dijo, no creas que no se la he tocado siempre sobre la ropa como ahora a vos.

Sin hablar le desprendí el corpiño y amasé sus tetas en directo, los pezones estaban muy duros y parados. Me bajé el cierre de la bragueta y le dejé poner la mano adentro, por suerte llevaba boxers y pronto encontró el camino hacia mi pija sin nada entre medio, me la sacó y la miraba extasiada, yo ya le chupaba los pezones y las tetas enteras.

Le pedí que me la besara, luego que me la lamiera, que me la chupara, me dijo que no sabía cómo. Y yo otra vez de docente de mamada, explicando toda la técnica de una buena felatio, que Lu aprendía como la mejor alumna.

No estamos en el lugar más cómodo, le dije mientras la alzaba en mis brazos y la llevaba hacia la cama de su madre. Allí la acosté y me saqué la ropa hasta quedar sólo en boxers para tenderme a su lado, la nena me miraba embobada, he mantenido mi físico en forma gracias al deporte y a la gimnasia, y estoy bien tostado, de verdad no aparento mi real edad. Los dos de costado enfrentados le saqué el top, el corpiño que ya estaba suelto, y mientras seguía chupándole las tetas le bajé el short.

Le tocaba la conchita por sobre la tanga y percibía los labios mayores y menores hasta llegar a su clítoris que noté duro e hinchado. Me moría por comerme ese bocadito caliente, así que le arranqué la tanga y puse mi cara entre sus piernas para darle lengüetazos en la concha mientras le apretaba el culito con las dos manos; le lamía el clítoris y la penetraba con la lengua en forma alternativa. Me decía: dale seguí que me gusta mucho, nunca me pasó esto. Pobre no sabía expresar que estaba teniendo un brutal orgasmo, tal vez no el primero porque debía haberse masturbado más de una vez, y seguro que conocía el término orgasmo, pero no acertaba a ligarlo con lo que estaba sintiendo. Trató de darse vuelta para chuparme la verga en sesenta y nueve, pero a mí esa posición no me gustó nunca, la boca del hombre cae mal y no sabés si estás dando o recibiendo, mejor cada cosa a su tiempo.

Quiero que me cojas, me dijo, poneme toda esa pija dentro de mi concha. Le pregunté si se animaba, si la iba a aguantar; me contestó que ella no era menos que su mamá, que si Marta la disfrutaba ella también quería lo mismo. En la mesa de luz había un pomo de gel, lo tomé y le unté bien la entrada de la concha, aprovechando para tantearle adentro con un dedo, sí que estaba estrecha esa conchita, me iba a costar meterle todo mi enorme pedazo, pero he estado en situaciones tan difíciles como esa. Con mis dedos me dediqué a su clítoris y a su concha, estimulándola y untando gel, la criatura ya no daba más y me pedía por favor que la cogiera de una vez, no me hice rogar y me puse sobre ella, le abrí bien las piernas y coloqué la punta de mi pedazo en la entrada virginal de su conchita; pensar que iba a ser el primero en entrar allí me endureció más aún la pija, que ya estaba caliente como para marcar ganado. Con la calentura y la lubricación la tranca empezó a entrar de a poco, le dolía, pero no decía nada; a los pocos centímetros hallé una barrera cerrada. Era el himen que no se quería dejar desflorar.

Dale, la quiero toda adentro, me dijo. Me decidí y empujé, forzando, desgarrando, apenas se quejó, se contenía para no parecer una chiquilina inexperta, aunque lo era. Ya con toda mi verga dentro de la conchita recién estrenada me quedé un rato sin moverme, dejándola que se adaptara al pedazo de pija que tenía en su vaginita nueva. Percibí que le gustaba y ella empezó a mover sus caderas despacio a la vez que acababa como una potranca en celo, yo me movía apenas y no contaba sus orgasmos que se sucedían sin interrupción cada cuarenta segundos.

Cuando sentí que ya no podía contener mi eyaculación se la saqué, Lu quería que se la dejara adentro y la siguiera cogiendo. NO le dije, esperá que me toca a mí, serví dos whiskis con poco hielo. Bebiendo la hice poner boca abajo y empecé a masajear su culito, le abría las nalgas y le rozaba el ano con un dedo, luego le unté gel en el culo. Me preguntó qué quería hacer. Le expliqué, no quería acabar dentro de su concha por el peligro de un embarazo que no sabríamos cómo justificar, entonces mi intención era penetrarla por el culo y llenarla de mi leche por allí.

Vi su cara de miedo, la tenés muy grande, me vas a romper toda; la tranquilicé diciéndole que me dejara hacer, que yo sabía más que ella, le pedí que se relajara mientras le iba metiendo primero un dedo y luego dos más tarde tres, que entraron bien gracias al gel que era maravilloso, movía mis dedos en círculo para dilatarla mejor, cada tanto paraba y le miraba el agujerito que se notaba cada vez más grande. En un momento la coloqué en el borde de la cama con las rodillas apoyadas en el piso y le pedí que se separara las nalgas, quedó ante mi vista el precioso orificio bien abierto.

Me acomodé hasta quedar en posición para penetrarla y le empecé a mandar mi verga con mucho cuidado. Le advertí que le iba a doler al principio, que aguantara si era tan mujer y quería hacerme gozar. Se quejaba en silencio mientras mi pija la iba invadiendo, no abría la boca, no decía nada, pero yo sé que le dolía bastante. A medida que mi verga la penetraba se iba adaptando a tenerla adentro de su culito que era más estrecho que su concha. Mi poronga estaba en la gloria tan apretada por esa carne que se iba abriendo a su empuje.

Cuando sentí que Lu aceptaba lo que se había tragado su culo me empecé a mover bien lento, sentía que ese culo me succionaba la verga, le masajeaba el clítoris, ella también se empezó a mover y a acabar nuevamente a repetición, trazaba círculos con el culo y me acercaba al paraíso. La pendeja aprendía más rápido que su mamá. Ya no pude aguantar más y me desleché dentro de su culito que no alcanzó a contener el torrente y la leche desbordaba alrededor de mi pija, mientras yo seguía bombeando para sacarme hasta la última gota.

Volvimos a acostarnos abrazados y le contaba cómo tenía que hacer para que pudiera llenarle la concha de mi leche, debía tomar unas píldoras que le iba a comprar, pero que no lo supiera Marta, y debía también llevar un control estricto de sus reglas. Así te voy a poder coger por todos lados sin riesgo. Así nos dormimos. Ya entrada la mañana me desperté y Lu me estaba chupando la verga.

S.

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