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Los Tríos de Lu (5: Simbiosis sugerente)

en Amor filial

LOS TRÍOS DE LU 5

A quienes no hayan leído los relatos anteriores de esta serie les recomiendo buscarlos en

http://www.todorelatos.com/perfil/296434 "Los tríos de Lu", si este es el 5 debe haber 4 anteriores

Allí verán como Lu, mi pendeja, me consigue otras mujeres para distraerme y darme la variedad que mi alma necesita.

En el caso que voy a relatar ahora todo empezó con una queja mía porque hacía ya un tiempo que no me buscaba ninguna hembra para alternar, y estaba cogiendo solamente con ella y con su madre, o al menos esto era lo que ella pensaba porque ignoraba mis andanzas clandestinas.

La cuestión es que la amenacé con encamarme con Tela, la novia de su hermano, así reaccionó pronto y se puso en la tarea de conseguirme algo.

Le advertí que la candidata debía tener más de ciento ochenta y tres años, para que pasara las exigencias de los guardianes de la moral y las buenas costumbres que mandan en TR.

La pobre pendeja estaba de vacaciones en la facultad , de modo que no le quedó más remedio que recurrir a la parte de su familia que yo no conocía aún, o sea la que proviene de su padre.

El papá de mi pendex, el ex marido de Marta, tiene varias hermanas, una de ellas es Paula la esposa de un general ver http://www.todorelatos.com/relato/48714/ , a las demás las he ido conociendo poco a poco.

Esta vez le tocó el turno a Mecha (Mercedes) la hermana menor del padre de Lu, divorciada años atrás, sin hijos.

Ya les conté de las inclinaciones lésbicas de mi pendeja, en ella es una veta no explotada. Algunos escarceos tuvo con su tiíta Mecha, y eso le sirvió para presionarla porque la tía es decididamente bisexual.

Después que Lu habló con ella me advirtió sobre lo que encontraría. La tía vive con una paraguaya mayor que ella, una especie de ama de llaves, o mucama, cocinera y todo servicio, especialmente todo servicio. Se llama Eufrasia, nombre espantoso si los hay, y de acuerdo a las exigencias de Mecha debía participar en nuestro encuentro.

No me asustan los tríos, menos si son con dos mujeres, así no hay que compartir nada. Y menos aún con dos mujeres que se prodiguen caricias lésbicas.

La casa de Mecha no es para deslumbrarse, pero tiene sus comodidades.

La que sí es para deslumbrarse es Mecha. Nadie diría que pasó los 30 hace rato, rubia artificial, cuerpo menudo pero muy bien formado, todo en ella era pequeño e incitante.

Un pequeño y bello culo. Dos tetitas muy apreciables, sobre todo cuando colgaban sueltas. Y piernas largas y bien delineadas.

Pero lo que atraía de esa mujer era su rostro. Una combinación de vicio con inocencia, de Lolita con puta experta. Sugerentes ojos claros y el pelo recogido en colitas completaban la escenografía del deseo. También su voz era aniñada.

Nos recibió con vaqueros y remera, ambos tan justos que se veía que debajo no llevaba ¡NADA!

Sobrinita, ¡qué fuerte está el macho de tu mami! ¿quién iba a decir?, esa mosquita muerta y mirá el tipo que se consiguió.

Hoy lo vas a probar vos también Mecha. Es el macho de mi vieja, pero también el mío.

Ay nena, se están pareciendo a la tía Mercedes por lo liberales. Pero no perdamos tiempo, vamos a mi dormitorio.

Antes de llegar a destino ya Mecha había empezado a desnudarse, mientras caminaba dejó en el suelo su remera, y al entrar a la habitación se sentó en la cama para quitarse el vaquero, efectivamente: debajo no traía nada.

Con inusitada habilidad desprendió mi cinturón, bajó el zip de mis pantalones y los echó abajo. Bajo el slip se notaba mi bulto, aunque mi pene estaba todavía flácido.

No tardé en quedar totalmente desnudo y acostado en una cama de dos plazas, catando a pura mano el delicioso cuerpo de Mecha mientras la besaba profundamente en la boca. Noté la humedad en su concha, la dureza de sus pezones erguidos y la firmeza de todo lo existente, en especial sus piernas, sus tetas y su culo.

Mi verga comenzó a erguirse y a tomar forma. Mecha no perdió el tiempo y la tomó en sus manos, ese contacto terminó de ponérmela dura y caliente.

No perdió nada de tiempo, se la llevó a la boca,

mientras con su mano izquierda sujetaba mi tronco junto con los huevos.

Si pudiéramos juntar a Fidias, Buonarotti y Picasso, entre los tres no podrían desplegar tanto arte como el que lucía esta mujer.

En esa grata tarea nos hallábamos, ajenos al mundo exterior, cuando una voz cálida nos sacó del éxtasis:

Caramba mi niña, qué lindo mango halló usted para su escoba.

Miré sorprendido y sí, allí estaba Eufrasia parada observando el trabajo de Mecha.

Era una morena aindiada, más bien gorda, con una ropa ridícula, fuera de época. Un vestido oscuro con mangas de gasa. Ajustado a su cuerpo dejaba notar unas caderas cuadradas, gran culo y grandes tetas. De facciones poco agraciadas.

Igualmente emanaba una rara sensualidad que reforzó mi erección. Mecha apenas la miró y continuó su espléndida mamada sin sacarse mi verga de su boca, parecía que la presencia de la mujerona le redoblaba los bríos.

Así mi niña, chupe como le enseñé. No olvide que la vieja Eufra necesita su alimento.

La miré a los ojos y me dedicó una especie de sonrisa cómplice. Yo no entendía nada, tampoco es que quisiera entender, la boca de Mecha ocupaba todo mi razonamiento porque ya estaba a punto de sacarme la leche que guardaba en mis huevos y le entregaría con sumo placer.

Cuando mi cuerpo entero se endureció, preludiando la eyaculación, Mecha se sacó la verga de la boca.

No Sergio, no me gusta tragar leche, se la dejo para Eufrasia, a ella le encanta.

Pero… tan bien que venías chiquita.

Con Eufra tenemos un pacto de honor, a mi me gusta chupar y a ella tragar. Así nos complementamos siempre en todo.

La robusta morena se acercó a la cama y me dijo con una voz inusitadamente erótica:

No tengas miedo, te voy a sacar toda la lechita y vas a tener mucho placer, yo le enseñé a mamar a ella. Antes no sabía nada.

Bueno Eufra, lo que sea pero que sea rápido, no aguanto más sin acabar.

Sin apuro querido, vas a gozar otra vez.

No se equivocó, recostada un tanto en la cama, bajo la atenta mirada de su patrona, inició una mamada con sabiduría superior. Se notaba que le había enseñado ella a Mecha, la técnica era la misma, pero Eufrasia la dominaba.

Apresaba la cabeza entre sus labios y la masajeaba con la lengua, luego se tragaba todo hasta tocar su garganta, la iba sacando con los labios apretados como si quisiera exprimirla, todo sin dejar de mover la lengua que rozaba todo el tronco. Y volvía a empezar. Cuando cambié de boca yo ya estaba casi listo, quise retardar la acabada para poder disfrutar de el arte de Eufrasia, pero fue poco lo que logré, una catarata de leche se precipitó en la boca de la paraguaya. Tragó todo y luego me limpió con esmero.

 

Tiene mucha lechita el patrón, gracias de mi parte, estaba necesitando ese alimento. Y gracias a usté mi niña.

Nada de gracias, así estamos bien y no estamos solas.

Mecha, por favor contame como es ese pacto que han hecho ustedes dos.

Sencillo Sergio, las dos somos bisexuales. La mayor parte de las veces nos arreglamos nosotras solas. Pero también nos gusta la variedad, entonces soy yo la que sale a buscar, tengo mejor presencia. Me animo poco con hombres, no soy levantadora, se me da más con mujeres. Los hombres que consigue Eufra son muy toscos por más que me cojan bien.

Por eso la propuesta de Lu fue muy bienvenida

¿Y eso de que vos empezás a mamar y ella se traga la leche?

Ah, eso es nuestro complemento. Cada una con sus gustos, Ya vas a ver más.

Las dos me habían dado mucho placer, y yo no estaba investigando nada, de modo que terminé con las indagaciones y pedí un whisky. Las dos fueron a servirlo, aproveché para ver en que andaba Lu. La vi muy tranquila con un vibrador metido en la concha, era el que le había mandado hacer para ella, un calco perfecto de mi poronga erecta.

Papi, mañana a la tarde no tengo clase. ¿Me vas a coger por todos lados?

Ninguna duda, lo que me conseguiste esta vez vale un montón, me voy a tomar un Viagra al mediodía.

Allí llegaron mis dos mujeres de esa tarde portando una botella de Chivas, un balde con hielo y cuatro vasos. Lu le había contado a su tía de mi preferencia por esa marca.

Mientras bebíamos ambas se esforzaban en acariciarme entero. Eufrasia se aligeró un poco de ropa, pero sin desnudarse. Me rozaban cada tanto con sus lenguas y con sus cuerpos. Mi verga tiene voluntad propia y se paró de nuevo. Mecha la reclamó para su concha. Ocupé un tiempo en amasar con suavidad sus nalgas y sus tetas, y en posicionarla como prefiero. Montada sobre mí, pero al revés, o sea mirando hacia mis piés. He comprobado que esa posición permite acceder con la punta de la poronga al cotizado e ignorado Punto G, pero además es una buena pose, la penetración es profunda y ajustada, las manos del hombre quedan libres para acariciar las nalgas, y con pequeñas variantes se llega también al clítoris, y si se quiere también a las tetas. Pero en esta ocasión las tetas eran de propiedad de Eufrasia, que muy cerca se dedicaba con todo esmero a lamer los pezones de su patrona , amante y socia de aventuras.

El hallazgo de Lu al tomar esta foto fue la expresión de la cara de su tía. Es increíble la perversión que muestra, pero mezclada con la inocencia que le dan las colitas. También el momento que eligió para disparar ya que se ve mi verga con una parte afuera, lo que casi no sucedió sino por segundos. Las tetas de Mecha se ven deslucidas por la posición, así aplastadas por la gravedad no dicen todo lo que son cuando cuelgan y se las puede tomar, cada una en una mano y sobarlas sin parar..

La concha era estrecha y caliente, el gasto del movimiento lo hacía casi todo ella, de modo que yo estaba a mis anchas disfrutando cada pliegue de la bella vagina. Mecha me cabalgaba plácida, como si no tuviera urgencia por un orgasmo. Se movía muy bien mientras mis manos paseaban por todo lo que quedaba a su alcance.

Y llegó su primer orgasmo, entre tiernos gemidos. Para que no se sintiera solo enseguida lo acompañó otro, esta vez muy sonoro. Un tercero con llanto de placer, y el cuarto muy calmo y lánguido.

Me preparé para dejar mi aporte en la concha de tan hábil mujer. Pero… otra vez… Mecha se desmontó.

Supuse la continuación y no me equivoqué, invirtieron los papeles a toda velocidad, Eufra me montó en la misma posición clavándose mi tranca de un golpe y Mecha pasó a lamerle los pezones.

 

Yo con los ojos cerrados apenas sentí la diferencia de pesos, la concha de Eufrasia era similar a la de su patrona, pero se movía mucho mejor. Arrancó un orgasmo eterno y ondulante, de cero a mil sin solución de continuidad. Gemía, gritaba, lloraba y hablaba en guaraní, todo a un tiempo.

La mano de Mecha apenas entraba entre Eufra y yo, pero me apretaba la base de la verga como para no dejar que cediera mi erección. La paraguaya no se había desnudado del todo, conservaba una especia de top que había bajado para liberar sus enormes tetas, y OHHH las medias negras ajustadas en la parte superior de los muslos generosos. No sé si ella conocía mi gusto por las medias negras, o por cogerme a una mujer medio vestida.

Es una compulsión tan fuerte que a veces luego de desnudarlas, y acariciarlas enteras, las hago vestir a medias sólo para satisfacer ese morbo.

El caso es que la concha de Eufrasia recibió toda mi leche, con mis sacudidas y mis gritos. Mientras eyaculaba ella apretó la concha como muy pocas mujeres saben hacerlo.

Tardé unos segundos en recuperar mi razón y les dije:

¿Otra demostración de lo complementarias que son?

No patrroncito, es que mi niña no puede tomar anticonceptivos, yo sí, entonces le recibo la leche. A ella tampoco le gustan los forros.

¡Pero qué bueno, cómo se ayudan la una a la otra!

Nos reíamos los cuatro, muy relajados. Cada uno con su parte de goce.

Mecha sacó a relucir su patronazgo y ordenó:

Eufra, el señor la tiene toda untada de tus jugos. ¿Qué se hace en estos casos?

Y Eufra sabía muy bien qué se hace.

 

Mientras Mecha me la sostenía con la izquierda la paraguaya limpiaba, tan a conciencia que me hizo acabar otra vez. Esta eyaculación estaba fuera de programa, y aunque fue muy agradecida alteraba mis planes. Cuando ando con el tiempo justo nunca acabo dos veces en una boca. Hay muchos otros orificios, y los nuevos siempre son bienvenidos. Quería un CULO, y lo pedí.

Mecha me propuso otro ejercicio, yo estaba para aceptar casi todo. Dejé que nos dispusiera a su antojo. Para algo sirven los relatos con fotos, describir la posición que adoptamos los tres me hubiese llevado dos páginas y no la hubiera entendido nadie.

Apenas les digo que Mecha estaba en cuatro, mi verga le taladraba la concha, y la lengua experta de Eufrasia me masajeaba la base de la verga, justo donde entraba en la concha de su patrona, por lo que supongo que también andaría sobando su clítoris.

En verdad la paraguaya era el complemento ideal para cualquier relación sexual, no pedía nada, recibía lo que caía de la mesa. Y como un scout estaba siempre lista.

Los orgasmos de Mecha tronaban, pero sabía que con suerte sólo me quedaba para eyacular una sola vez más. No lo podía hacer en el interior de la rubia, y no quería beneficiarle otra vez la concha a Eufra. ¡QUERÍA UN CULO! y lo reclamé airado.

Entonces Eufrasia me llevó a la cocina so pretexto de hacerme probar un vino especial. Allí me dijo con su voz sensual y su acento tan particular:

Patroncito, mi niña tiene el culito muy estrecho, y su verga es muy grande.

Eufra, no me vengas con esas, con esta misma poronga me he cogido cientos de culos. Los grandes y los chiquitos acaban por adaptarse si se saben trabajar.

Ay mi niño, se lo voy a tener que decir: a la niña Mecha no le gusta que se la pongan por el culo. Perdónela.

Nada de perdón, le tendré que enseñar. Yo no me voy sin haberme cogido un culo.

Y… se va a tener que arreglar con el de la niña Lu. No le ofrezco el mío porque es muy feo.

¡¡Alto,!! ¿qué tiene de feo tu culo?

Mi niño, es cuadrado y chato, además está lleno de marcas de granos.

¿Está muy usado?

Casi nada mi niño, ¿quién iba a querer eso tan feo?

¿Y te gusta que te cojan el culo?

¡Demasiado me gusta mi niño!

Pues yo lo quiero, y ahora mismo.

Ay mi niño, que fiesta para mi pobre culo. Le prometo hacerle lo mejor que sepa.

¡Y vaya si lo hizo!, volvimos a la cama, y en silencio le unté el culo con los jugos que manaban de su concha, caliente ante la perspectiva de un polvo anal. Ante las miradas de Lu y Mecha se lo dilaté a puro dedo. Evitaba mirarlo, porque de verdad era desagradable a la vista. La ubiqué de costado, porque los dos estábamos muy cansados.

Afirmé mi glande contra el ano. Invitaba y se resistía, el juego vano de la seducción, hasta un párvulo sabría que el falo acabaría por imponerse para penetrar en gloria a ese glorioso culo.

Y de a dos milímetros por vez, dos mm. en cada empujoncito la verga iba penetrando el estrecho esfínter, y pasando al vestíbulo algo más amplio del recto. Pero el recto no bastó y el glande invadió el final del intestino grueso. Allí hizo una pausa, no podía penetrar más, Natura nos brindó la barrera de los huevos. Y si pudiéramos meter los huevos, sin dolor para nosotros, poco ganaríamos, apenas unos pocos centímetros. Sí, porque tras los huevos sólo queda el cuerpo entero del hombre, con huesos grandes y tan duros que ningún culo los soportaría si quisieran invadirlo.

Yo no miraba, pero les dejo que ustedes sí miren, denle las gracias a Lu que tomó la foto. Es muy talentosa mi pendex.

 

Eufra cumplía cabalmente con su promesa, se movía entera para sacarse y ponerse mi verga, me brindaba las mejores fricciones en su rugoso recto. Era doctorada en el manejo de todos los grupos musculares que intervienen en el coito anal.

Me apretaba la verga alternando con aflojes para que le entrara más.

Mecha ayudaba, no sin interés, me puso una de sus tetas en la boca, y llevó mi mano hacia la otra.

Una maraña de sinapsis en mi pobre cerebro no sabía a qué atender, se enredaban los cables.

Mi verga, el órgano rector, mandaba los impulsos más fuertes. Buena parte de mi cuerpo, pegado al de Eufrasia, hacía lo suyo.

Pero mi boca emitía un mensaje en otra frecuencia mientras mi lengua acariciaba el pezón de Mecha.

Mi mano derecha, la más receptiva, decía que estaba gozando del tacto de una teta espléndida.

La vista, para no ser menos, anunciaba que estaba mirando los ojos más calientes y pervertidos del planeta.

Pensé que jamás saldría de este hechizo, me sentí como Ulises, prisionero de Circe.

Invoqué las deidades del psicoanálisis, y acudieron Freud, Jüng, Adler y Lacan que me dijeron a coro:

-¿Pero sos boludo vos? te estás cogiendo un culo no muy lindo, pero te gusta. Al lado hay una mina que te pone una mano en su teta y la boca en la otra. ¿Cómo no advertís la transferencia transaccional de los emergentes? Tu superyo anda por los caños. Cuidá el espectro superior de tu libido. Mejorá la etapa oral

No hice caso de los sabios. Cuando empezaron los orgasmos anales de Eufra, que volvía a gritar, gemir, llorar y hablar en guaraní, le mandé una enema láctea tan copiosa como si no hubiera eyaculado en años.

Allí acabó este "trío de Lu", en realidad fue más bien un cuarteto, porque siempre cuento como participante a mi pendeja, al menos es la que lleva la cámara y toma las fotos.

La relación simbiótica de Mecha y Eufrasia merece por sí sola un relato educativo. Tal vez algún día lo escriba, ya que sigo frecuentando a la "pareja", que no termina de sorprenderme.

A los que llegaron al final mi eterno agradecimiento.

Sergio

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