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Las chicas del colegio 5: Malena 1

en Hetero: Primera vez

LAS CHICAS DEL COLEGIO 5 (Malena 1)

Bajo este título agrupé los relatos que se iniciaron cuando trabé contacto con un grupo de alumnas de secundaria en mi ciudad.

Para quienes deseen leer los anteriores están en mi ficha de autor:

http://www.todorelatos.com/perfil/296434/

Las chicas eran cuatro tres muy bonitas y una bastante feíta. Ya relaté lo acaecido con la más linda, Zulma. Y con la más fea: Susy.

Las cuatro se convirtieron en mis pacientes, al igual que sus respectivas madres. Con la madre de Zulma mantengo una relación desde hace algún tiempo, y me da muchas satisfacciones.

Pero hoy quiero ocuparme de Malena.

En el consultorio pude comprobar que no era verdad lo que decía Susy, ella no era la única virgen del grupo, Malena y Claudia también lo eran.

Claudia tenía novio, pero no le permitía más que besos y caricias, muy pocas veces le hacía una paja. Todo esto me lo contaba en la consulta.

Malena ni siquiera tenía un novio. No era tan hermosa como Zulma, pero tenía lo suyo. Una carita que si no era del todo bella era sí muy simpática y hasta algo pícara, el pelo negro en melena corta y ojos expresivos. Alta y elegante, tetas medianas y firmes, un culo que se veía muy bien, muslos redondos y duritos. En síntesis una hembra muy agradable.

Me contó que había tenido un novio años atrás, un chico que le llevaba cinco años. Por la historia deduje que el mozo era muy caliente y muy bruto. Cuando ella era todavía una niña inocente, y educada en colegio de monjas, le mostró la primera verga que vio la chica, por fuerza debió parecerle enorme, aunque quizás no lo fuera. Fue en medio de una sesión de besos tímidos, aparentemente el chico se excitó demasiado y no pensó qué hacía, peló la lanza y poniéndosela delante de la cara le pidió que se la chupara. Malena reaccionó huyendo despavorida y no quiso verlo más.

Pero tampoco dejó que otros chicos se le acercaran. Con sus amigas salía sólo al cine o de compras, jamás a bailar o en otras ocasiones en que pudieran arrimarse chicos. Mantenía un trato distante con sus compañeros de colegio.

Su madre: Elena, estaba preocupada por esta actitud de la hija, aunque ignoraba el origen. En una ocasión me lo confió.

No se qué hacer con Malenita, creo que está desperdiciando su futuro.

Elena, creo que está desperdiciando su presente. Las chicas de su edad ya disfrutan del sexo, aunque no todas lo hagan con penetración.

No me digas eso Sergio, yo llegué virgen al matrimonio.

La tuya era otra época, en los últimos diez años todo se ha acelerado. Ya ningún tipo pretende casarse con una virgen.

He pensado en mandarla a una psicóloga, pero no me animo.

Tal vez una psicóloga no sea lo más indicado.

¿Qué te parece a vos? Ayudame, sos nuestro médico de confianza.

Tal vez te pueda ayudar, dejame charlar con ella.

Pensaba y pensaba en cómo encarar el asunto de Malena, la chica me tenía mucha confianza, pero la cuestión era delicada. Se corría el riesgo de agravar la situación, la psiquis de la niña estaba muy dañada por su traumática experiencia.

Opté por convertirla en mi alumna particular de una especie de cursillo de educación sexual que inventé para su uso exclusivo, ya que era la única alumna. Aduje que me lo habían pedido sus padres para suplir las deficiencias escolares en la materia. A causa de estas lecciones la veía más seguido que a sus amigas y la fui conociendo mejor. Era una chica sensible, le gustaba leer, ver pinturas y esculturas. Amaba la naturaleza y disfrutaba de los paisajes que la cordillera regala generosamente.

Captaba a la perfección todo lo que le iba explicando, y se confiaba cada vez más. Empezó a animarse a hacer preguntas a las que no se atrevía antes.

¿Cómo se dan cuenta las mujeres de que necesitan tener sexo?

Y… se sienten atraídas por algún hombre, se les humedece la vulva, tienen calor entre sus piernas. Pero…¿nunca te pasó?

Creo que nunca.

Malena, vos ni siquiera te masturbás.

¿Soy anormal Sergio? si es así decímelo, ¿me tendré que tratar?

Pará, no te estoy sugiriendo que te masturbes. Contame algo ¿seguís pensando que el sexo es sucio y que es pecado?

Creo que ya no Zulma y Susy lo hacen, y yo les he mentido que también tengo un amante, para no ser menos que ellas. Claudia no habla jamás de eso

Ah, ¿y sabés con quién lo hacen tus amigas?

Ja ja lo mantienen en el más estricto secreto, no largan prenda ni bajo presión. Pero lo que hacen no es tan secreto, cuentan todo menos con quién y dónde.

¡Ay que chicas traviesas que son mis amigas!

Serán traviesas pero cuentan que la pasan muy bien haciendo el amor con esos hombres.

Transcurría el tiempo, mi alumna progresaba, se franqueaba más, pero seguía sin entablar ninguna relación.

Entrado el invierno, un sábado por la mañana me llamó por teléfono.

Tengo que pedirte un favor. Mis padres no pueden y yo no se manejar.

Decime en qué te puedo ser útil, si está a mi alcance.

Necesito unos libros que están en la quinta de mis padres, tengo que estudiar algo para el lunes. ¿Me podrás llevar en tu auto a buscarlos?

¡Pero, claro que sí pequeña! justamente me vendrá bien tomar un poco de aire.

La quinta de los padres estaba a unos cincuenta minutos de auto, en medio de un paisaje magnífico. Era una construcción muy linda enclavada en la soledad de un valle. Una vez con los padres de Malena y los de Susy habíamos comido allí un asado.

¿Te paso a buscar ya, desayunamos bien en el parador y seguimos?

No, mejor paso yo por tu casa.

De acuerdo te espero.

En pocos minutos estábamos rodando hacia la quinta y contemplábamos el esplendor de las montañas. Desayunamos como había planeado y seguimos viaje.

Ya en la quinta ella corrió a buscar los libros que necesitaba, yo encendí la radio para escuchar noticias. De pronto el cielo se oscureció, se levantó viento y en la radio comenzaron a emitir alertas.

Se había desatado una inesperada tormenta de nieve con el temido viento blanco. Estaban cerrando los pasos hacia Chile y recomendaban no salir a la ruta sino en caso de extrema necesidad y llevando cadenas en las cuatro ruedas.

Malena, estamos fritos, vení a ayudarme.

Por suerte la chica demostró una admirable presencia de ánimo, y conocía a fondo las instalaciones.

Los depósitos de combustible líquido estaban llenos al igual que los de gas licuado. De modo que encendí el grupo electrógeno porque había oscurecido como si fuera noche. También puse a tope la calefacción ya que la temperatura había descendido abruptamente. Metí el auto en la cochera y ya no salí más, el exterior estaba muy inhóspito. Verificamos que había provisiones para dos meses, lo que no sería necesario, estas tormentas duran a lo sumo dos o tres días. El padre de Malena tenía un stock considerable de whysky del bueno, de modo que me tranquilicé y me serví un generoso vaso. Estaba en eso, sentado en un cómodo sofá, cuando Malena me preguntó si el whisky la ayudaría a entrar en calor, estaba sintiendo el frío que tomó al salir a mostrarme los depósitos, estaba con ropa muy liviana para esa temperatura.

Le serví un buen vaso con coñac y la arropé con una manta que halle cerca. Pegada al calefactor la niña apuró la bebida y pidió más. Es muy grata la sensación que produce el coñac cuando se tiene mucho frío.

Pero el caso es que le gustó mucho y se volvía a servir a cada rato.

Malena, te va a hacer mal, te vas a marear.

Dejame que está rico y me pone muy bien, tengo mucho frío. Casi no siento las manos y los pies.

Nena, el frío en los pies es peligroso, vení que te doy un masaje para restablecer la circulación.

Se sentó a mi lado en el sofá y apoyó los pies en mi regazo, le quité zapatillas y medias para darle unas vigorosas fricciones. Tenía una piel muy suave, nunca la había tocado así en el consultorio.

Sus pantalones no me permitían llegar más que hasta algo arriba de los tobillos, ese era el territorio masajeado.

Sergio, tengo frío más arriba, en las piernas.

Extendí el masaje a sus pantorrillas por sobre el pantalón.

Así no siento nada, es como un masaje perdido, el vaquero es muy grueso.

Se incorporó y se quitó velozmente el vaquero.

En el consultorio me has visto con menos ropa, no te vas a avergonzar ahora.

Sus piernas, muslos y culito me parecieron mejores que siempre, era realmente una hermosa figura de mujer. Volvió a mi lado para que continuara el masaje.

Era una verdadera tortura los pies estaban apoyados en mi paquete que por suerte estaba en calma. Pero a poco de masajear sus piernas se me empezó a parar la verga, creo que ella lo advirtió porque movía sus pies con muy mala intención.

Más arriba Sergio, siento frío más arriba.

Mis manos ya andaban algo por arriba de las rodillas. Esa piel, esos muslos me estaban enloqueciendo, y ella insistía en que era más arriba el sitio preciso.

Ya estaba acercándome peligrosamente a su bombachita, y por allí no había nada de frío. Sus pies ya trabajaban descaradamente mi poronga, la suerte estaba echada.

Llegué con los dedos hasta la concha, y por sobre la tela la sentí caliente y húmeda. Había una suerte de acuerdo tácito, ninguno de los dos hablaba pero ambos sabíamos a dónde íbamos.

Acaricié con ternura sus caderas y sus glúteos, esto ya no era masaje.

Me moví con cuidado para acercarme y besar su piel, sentí como sus vellos se erguían pero no me detuve. Con las dos manos retiré su trusa, ella ayudó levantando las caderas y terminando de sacarla con los pies.

Le abrí las piernas y dirigí mi boca hacia el lago que era su concha. Besé su monte de Venus y rocé con la lengua sus labios mayores, sentí como se estremecía, se los separé a pura lengua para luego seguir por los labios menores y hallar el preciado botón del goce extremo.

Cuando le apreté el clítoris entre mis labios soltó un grito de placer, creo que fue el primer orgasmo del día.

¡Esto es fantástico! ¡me siento en la gloria! ¿Será un orgasmo? No pares por favor.

No pude contestarle, tenía muy ocupada mi lengua, iba y venía a lo largo y ancho de un bellísimo clítoris erguido y reventón.

Me propuse hacerla gozar todo lo posible para compensar los años en que no le pasaba nada.

Volví a los labios mayores los lamí, los chupé. Pasé a los menores para hacer igual. Su clítoris había crecido, lo golpeé suavemente con la lengua, volvía ponerlo entre mis labios. Luego me salí para ir a lamer las ingles y los muslos.

Le levanté las piernas al tiempo que las abría a tope, deslicé mi lengua en el periné, y lamí hasta el ano, el sabor acre me excitó más aún.

De regreso en la concha la penetré con la lengua en forma de cuchara. Y volví al clítoris, siempre volvía a allí. Ella movía la pelvis para pegarse más, mantuve mis labios en O sobre su comando sin dejar de chuparlo mientras percibía sus orgasmos. Arqueaba su cuerpo hasta quedar apoyada sólo en la nuca y los talones, yo acompañaba sus movimientos. Los orgasmos se espaciaban, ya no eran uno tras otro. Hasta que aparentemente cesaron, seguí acariciando con toda mi boca la deliciosa conchita. Había líquido por todas partes.

Malena pareció desmayarse, la tapé con la manta, no estaba desmayada, apenas estaba exhausta.

¡Qué bueno lo que me hiciste! ¿Eso es tener sexo? ¡¡Me gusta!!

Bueno Chiquita, eso es tener sexo oral nada más. Seguís siendo virgen.

Entonces sigamos con lo que falta, la tormenta no afloja.

Se irguió para quitarse la ropa que le quedaba y me instó para que hiciera lo mismo. Mientras nos desvestíamos marchamos hacia una habitación en la que había una gran cama. Llegamos completamente desnudos.

Susy me dijo que a ella le gusta chupársela a los hombres, y que a ellos eso los pone muy bien.

Cierto, ¿te animás a hacérmelo?

Si me vas guiando sí.

Me senté en la cama y se acercó, siguiendo mis indicaciones me pasó la lengua por el glande, luego por el tronco y al meterla en la boca me la rozó con los dientes provocándome dolor.

 

Sintió mi reacción y me pidió disculpas.

Seguí con las instrucciones hasta que logró un buen ritmo de mamada, se esmeraba por igual con el glande, el tronco y los huevos. Me estaba gustando, sabía que ser una buena mamadora lleva su tiempo, por eso no le exigía demasiado a la novata.

Al menos ya se metía la verga casi entera, a veces le daban arcadas cuando tocaba su garganta, pero era una niña aguerrida y no cejaba. Me extrañó que no se tocara la concha mientras me la chupaba, casi todas hacen así, creo que Malena había tenido tantos orgasmos que por un rato no querría más.

Pero igualmente observé que disfrutaba mamando. He conocido mujeres que tienen orgasmos con sólo mamar una poronga, sin necesidad de otro estímulo adicional.

Esta niña debía ser una de esas.

 

Le avisé que estaba por acabar que si quería se la sacaba. Con gestos y gruñidos me dio a entender que quería mi leche en su boca. No tenía ningún motivo para negársela se estaba portando muy bien. De modo que le llené la boquita de semen, no se le escapó ni una gota, me dejó seco.

En el apuro al venirnos del living no habíamos traído las bebidas, ella fue a buscarlas y me permitió admirar otra vez su cuerpo, con lo que el alma empezó a retornar a mi cuerpo, creí que se me había ido por la pija.

Tirados en la cama no hablamos por un rato.

Fue Malena la que rompió el silencio:

¿Qué te pareció, soy muy inexperta?

Querida, todas las mujeres tienen una sabiduría innata para el sexo. Me encantó chuparte la concha y que me chuparas la verga, lo hiciste muy bien. ¿Qué te pareció a vos?

Para mí fue maravilloso, no sabía que se podía sentir tanto placer. No creía lo que me contaban mis amigas, me parecía que exageraban. Zulma y Susy me contaron, por separado como les habían chupado la concha y como ellas habían mamado pijas, pensé que lo decían para fanfarronear. Me sentí tan a gusto cuando me la chupaste como cuando te la chupé a vos, es especial esto del sexo.

Chiquita, lo que hicimos apenas es una mínima parte del sexo. Lo mejor es el resto, hay mucho más.

¿Qué te parece que comamos algo hay comida congelada y microondas? Después descansamos un rato y seguimos con el curso.

Nena, la tormenta está cada vez más intensa. Voy a hablar por la radio de tu papá para avisarles que no se preocupen, que estamos a salvo y que no saldremos hasta que esto se calme.

¿Hasta que se calme qué? ¿la nieve o el fuego de mi conchita?

Afortunadamente la tormenta de nieve duró bastante. Malena salió doctorada en sexo, el resto se los cuento después.

S.

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