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La mujer del bioquímico 2 (1)

en Hetero: General

aaaaaaaaaaaaaaaabio2

GUÍA Flavia y hugo, cuernos con Paola.

La mujer del bioquímico 2. (Parte 1)

 

Prólogo

La censura que perdona a los cuervos y se ensaña con las palomas volvió a golpearme, esta vez me quitaron las fotos de mi relato Las chicas del colegio 5. Malena 1. ¿Las razones? las ignoro, nadie me dio ninguna explicación.

Convencido de que se trata de un castigo a mi vida disipada, por eso de andar desvirgando niñas, he vuelto a la cópula con ancianas. Pero no pienso relatar más experiencias mías, ahora les contaré algunas de las cosas que pude ver mediante el sistema de espionaje de mi clínica.

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Recomiendo ver el relato "La mujer del bioquímico" accediendo a mi registro de autor o desde:.

http://www.todorelatos.com/relato/52628/

I Dos inadaptados

Recordarán que en mi relato anterior de esta serie me había propuesto hacerle un favor a Flavia para que se vengara en parte de su marido. La ocasión se presentó meses después, sin buscarla.

Por separado llegaron hasta mí los dos instrumentos de la venganza de Flavia.

Primero llegó Marco, el jefe de mantenimiento de la clínica, un robusto italiano con quien había hecho una buena amistad. Era un excelente mecánico, electricista y todos los demás oficios que hacen a un complejo como el de un establecimiento médico. Hasta a los aparatos más complejos se atrevía. En Italia había incursionado en las carreras de Ingeniería y de Electrónica.

Muchas veces, en sus horas libres, se acercaba a conversar un rato conmigo. En mi despacho tenía yo una botella de buena grappa itálica para convidarlo, ya que lo apreciaba sinceramente.

En esta ocasión me pidió que lo recibiera por la tarde para hablar de algo importante. Pensé en muchas cosas, ya que no era usual que me pidiera audiencia. Pero no acerté con ninguna de mis suposiciones.

Entró al despacho como cohibido, avergonzado. El tiempo de trabajar juntos había borrado los protocolos y nos tuteábamos.

¿Qué te pasa Marco?

Es que non se como empezar Sergio.

Por el principio Mussolini, hacé de cuenta que soy un cura y te confieso. Tomate una grappa doble para aflojar la lengua.

Marco se sirvió y bebió de un trago. Eso o la urgencia, o ambas cosas, hicieron que su lengua se soltara.

Mirá, nunca te lo dije, pero tengo una verga enorme. Como me dijeron que vos también tenés lo tuyo me animé a consultarte.

¿Consultarme qué? soy ginecólogo y no vergólogo.

Es que no hay mujer que me aguante, hasta las putas profesionales me huyen. Hace tiempo que me mantengo a pajas y mamadas. Y hasta para las mamadas me cuesta encontrar con quien. Tengo ganas de coger como todo el mundo.

Bueno Marco, no te angusties. Una buena verga siempre te da satisfacciones, es cuestión de encontrar la mujer adecuada. Y también manejar la cuestión con tacto. Pero ¿hasta dónde de grande es tu verga?

¿Te la muestro?

Dale.

Lo que sacó me dejó atónito, bastante más grande que la mía. Era muy factible que para muchas mujeres resultara más de lo que sus órganos podían admitir, pero no para todas.

Le prometí pensar en su caso y ayudarlo en lo posible.

………………………………………………………………………………………………..

Intentando por ese tiempo cumplir en algo con Flavia la provoqué a Paola, la jefa de instrumentadoras que era la amante del marido, sabía que Paola estaba disconforme con la verguita de Hugo, ella había cogido un tiempo conmigo y sentía la diferencia.

No demoró en volver a mi cama. No me atraía demasiado porque a pesar de mis dimensiones su concha me resultaba un tanto amplia. Tanto que casi siempre le daba por el culo, lo que no le desagradaba. Pero igualmente me reclamaba para su vagina.

Papito, ¿ no te gusta mi conchita?

Es que tu culito es más estrecho y caliente mi nena.

Sí, pero no me das tanto placer.

Paola, te quiero hacer una propuesta que nos va a dejar conformes a los dos.

Bueno, decila.

Si te presento una verga mucho más grande que la mía. Algo que te va a hacer delirar cuando te la metan o cuando la mames. ¿me prometés reservarme tu culo?

Ay, Sergio, no se que decirte.

No te vas a quedar frustrada.

¿Pero cómo hacemos? ¿Quién es el dueño de eso?

El dueño es Marco, de mantenimiento. Cómo hacemos, dejame que lo piense.

¡¡Marco!! nunca lo hubiera pensado, las chicas dicen que es gay, nunca se metió con ninguna.

¡Qué va a ser gay el tano! va para adelante. Lo que pasa es que está un poco acomplejado con el tamaño de su herramienta. Te recomiendo que no le entregues el culo, si la mía te hace doler el tano te lo parte en dos.

Al día siguiente los reuní con el pretexto de unas nuevas bandejas de instrumentos, tema en el que debían opinar los dos. A Marco no le dije nada, quería que él creyera que la estaba conquistando.

El tano era un tipo bien plantado, versión algo rústica de Mastroianni, pero refinado y amante del bel canto.

Paola era una zorrita de cuarta, siempre buscando o la verga o alguna ventaja de otra índole.

No era la mujer que merecía mi amigo, pero para salir del paso, aliviarle su calentura, y además resolverme el problema de Flavia, venía como anillo al dedo.

Marco me consultaba todo, por él supe que la putita se le insinuaba más de lo conveniente.

Sergio, cuando puede me roza. No se dónde esconder la verga parada. ¿Decime qué hago?

Tano dale para adelante, apretala y cogela .

¿Y si es muy estrecha?

Marco, es mi paciente, le he hecho cientos de tactos vaginales. Creo que te va a aguantar ese monstruo de verga que tenés.

Amigo, si le entra te lo voy a agradecer toda la vida. ¿Me la mandaste vos?

NOOOO, yo apenas le dije que tenés un instrumento como para lucirte en "TOSCA".

¿Qué opinás, ¿dónde la llevo?

Tanito, la 69 es la habitación adecuada. La reservo y te llevás vos las llaves.

La 69 era una habitación que contaba con el mejor equipo de espía, espejos trucados, cámaras, micrófonos.

Podría presenciar los arrumacos de la nueva pareja tal como si estuviera allí de cuerpo presente.

El mismo Marco me confió que esa tarde luego del horario de ella (Marco no tenía horario), se encontrarían en la 69.

Dispuse todo para grabar un DVD del encuentro, con sonido, una cámara que tomara fotos al azar, y me ubiqué detrás de un espejo que me permitía ver todo, con los micrófonos abiertos para oír los cariños que se prodigaran.

Aquí cabe una ligera descripción de los protagonistas de esta singular historia.

Paola es una linda mina, regular estatura, facciones agradables, su pelo en ese momento era más bien largo y rizado. Tetas justas, ni enormes ni escasas, y naturales, eso que ya está en vías de extinción. Un culito respingón, duro y bello. Los muslos, elemento fundamental para mí, tenían lo que debían tener, no eran exuberantes como los prefiero, pero estaban de acuerdo al canon del momento. Algunos tatuajes, pequeños por fortuna, enturbiaban la palidez morbosa de su piel.

Marco era un verdadero macho latino. De músculos bien marcados, moldeados por el trabajo duro, rostro varonil. Un águila tatuada en su brazo derecho. Y esa verga descomunal que tantas dificultades le había ocasionado, sólo por no conocer cómo emplearla para su provecho.

Cuando ingresaron a la 69 Paola se apresuró a desvestirlo, a la par que hacía lo propio con ella. La putita estaba ansiosa por comprobar mis dichos, aunque ya había palpado las virtudes de su acompañante.

Casi no hablaban, bueno ¿para qué? habían ido a coger.

Marco la amasaba toda. No dejaba nada sin recorrer, apretando, acariciando.

Su portentosa herramienta estaba a pleno.

Ella no salía de su asombro, esa verga era mucho más de lo que esperaba, la miró crecer hasta convencerse de que era verdadera y de que ya no crecería más, la acariciaba, la besaba, la mimaba, era su muñeco privado.

Se aprestó para comérsela toda y Marco la interrumpió.

Paola te la quiero poner en la concha.

Eso luego mi amor ahora dejame chupar.

Paola ponía todo su ser en la mamada, de verdad le encantaba mamar. Y esa tranca que casi le rompía la boca era toda su pasión en ese momento.

Por la expresión de Marco comprendí que lo estaban llevando al paraíso, a pesar de que en los últimos tiempos de sólo mamadas y pajas había subsistido, esta mamada lo estaba complaciendo demasiado. La zorrita no tardó en tenerlo a su merced, el tano estallaba.

Y estalló, Paola no logró tragarse toda la leche acumulada de mi amigo.

Pero lo que se derramó de su boca lo fue recogiendo para poder volverlo a su interior.

La verga enorme parecía no haberse enterado de la acabada, seguía dura como piedra, el tano seleccionó un preservativo XXL, no admitía otros, y se dispuso a cogerla.

Creí entrever en la expresión de ella un algo de aprensión, por no decir temor. Pero la calentura que llevaba se impuso al fin.

El tano, con ternura, la acarició nuevamente entera, aunque no hacía falta ya que la mujer hervía y hubiera dado un brazo por una pija dentro de su ávida concha.

Pero mi amigo no era ninguna bestia sexual. La guió hasta la cama, con delicadeza la ubicó arrodillada en un extremo, con el torso apoyado en las almohadas, y el culito parado hacia arriba. De esa forma se exponía la concha depilada de Paola, justo como para clavarla.

Él siguió con cautela y ternura acariciando las bellísimas nalgas, Paola era muy blanca y suave. Ella temió que quisiera hacerle el orto, yo la había prevenido sobre eso y ella había visto la proporciones de la verga de Marco.

Pero el tano estaba tan encantado de que una mujer que había visto su verga estuviera dispuesta a dejarse coger que no medía sus deseos. Sólo pensaba en penetrar esa vagina que quería admitirlo. La pija se mecía sola de tanta ansiedad.

En esa posición se la acercó. Tomó contacto con los labios mayores, los separó apenas, siguió su trayectoria. Enfiló hacia el canal del goce. Con suavidad, y ante el aliento doloroso de Paola , inició la penetración. Ella no se quejó, aunque le dolía, era mayor la sensación de llena que la invadía, pocas veces le pasaba algo similar. Seria por ahora la recibió toda.

El tano comenzó su labor, la sacaba cinco centímetros y volvía a meterla.

 

PERDÓN LECTORES, DEJÉ LA LECHE EN EL FUEGO Y LA PLANCHA ENCHUFADA.

OTRO DÍA SIGO, SI NO ME CENSURAN ESTE RELATO.

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