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El secreto de Carlitos

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EL SECRETO DE CARLITOS

Desde hace tiempo me intrigaba la conducta de Carlitos, el hijo de mi mujer Marta. Es un chico bien parecido de 24 años, deportista quizá en exceso; y boludo en extremo. Le he conocido dos novias a las que terminé cogiendo yo porque el no les daba lo que ellas necesitaban. Ahora mismo suelo coger con Estela, su novia actual, y con Mónica la anterior.

A Carlitos parece atraerle más el fútbol o sus estudios de ingeniería industrial. Estudia con su primo Arturo en la casa de cualquiera de los dos.

Cuando estoy en casa de Marta, y ellos estudian allí, no comprendo cómo pueden hacerlo con la música a todo volumen; pero ambos tienen buenas notas en la Facu.

La semana anterior se vino sobre Buenos Aires una especie de anticipo del verano, con temperaturas bastante altas en contraste con el frío crudo de días antes.

Yo estaba en Buenos Aires, en casa de Marta, por unos días dado que debía verme con los directivos de un servicio de medicina pre paga interesado en mis servicios en Mendoza.

El miércoles Marta se levantó, como siempre muy temprano, y se fue para su trabajo luego de desayunar conmigo en la cama. Muchas veces le he dicho que trabaje menos, ya que mi situación me permite suplir los ingresos que ella deje de percibir; pero es demasiado independiente para aceptar que un hombre la ayude. Mientras la situación esté así no dejo de aprovechar las ventajas que me trae.

Esa mañana a poco de irse Marta su hijita Marilú (Lu) ocupó su lugar en la cama. Me pidió que al menos le echara un polvo rápido porque también tenía que irse y debía estar todo el día en la Facultad. A su segundo orgasmo acabé yo en su conchita apretada. Lu se fue y yo dormí una hora más.

Al mediodía me encontré con la gente de la pre paga en un almuerzo de trabajo. Como debía mantenerme muy lúcido casi no probé el vino. E iniciamos un acuerdo muy provechoso.

Pero regresé a lo de Marta ansioso por un buen whisky. Al ir a buscar hielo escuché en el cuarto de Carlitos la música a todo gas. Toqué en su puerta, por si llegaba a estar con Estela, me dijo que pasara, estaba estudiando con Arturo. Los chicos estaban en shorts, con la ventana entreabierta y el ventilador de techo.

Los saludé y les anuncié que me iba a descansar un rato porque me había levantado temprano. Estuve acostado unos pocos minutos, y al no lograr dormir me dirigí, en piyama, a mi ordenador para bajar unos archivos que esperaba.

Estaba en esa tarea cuando de pronto mi conexión a internet se esfumó. Se trataba de los borradores de contratos con la pre paga, y quería revisarlos esa tarde para dar una respuesta al día siguiente.

Carlitos era el experto en computación de la casa, y marché a solicitar ayuda.

Sabiendo que Estela no estaba entré sin llamar. Y cuál no sería mi sorpresa al ver que Carlitos estaba sentado en una silla y Arturo, con muchas ganas, le mamaba la verga; ambos estaban desnudos.

Pará Sergio que te explico.- gritó Carlitos.

No, si ya entendí, no hace falta que me expliques nada.

Pero yo no soy gay, Arturo sí. ¿No se lo vas a contar a nadie?

Tranquilo pendejo, yo no soy buchón.

Pero vení un poco que te cuento.

Arturo estaba en silencio absoluto. Carlitos quería justificarse de algún modo. Me contó que él no la recibía por el culo, pero que sí le daba a su primo. Que el culo de Arturo era el mejor lugar donde la había metido. Yo los miraba a los dos: Carlitos flaco y velludo, su primo más bien gordito y lampiño.

Y en verdad el culo de Arturo era atractivo, redondo y parado, caderas redondeadas femeninas. Empecé a observar en detalle al chico; moreno, de pelo bien negro, pestañas largas y arqueadas, ojos soñadores, tristes en esta ocasión porque pensaba que sus padres podrían enterarse de su condición.

Las pijas de los chicos que estaban erectas cuando entré se habían vuelto pequeños gusanos. En cambio la mía estaba creciendo bajo el pantalón corto de mi piyama. Arturo lo notó y no apartaba su mirada de allí. Me dijo con voz lánguida:

¿No se lo vas a decir a nadie?

Ya te dije que no.

Carlitos debía ir a buscar a su novia para acompañarla al odontólogo y luego volvería para seguir estudiando. Muy diligente solucionó el problema de mi conexión y se fue. Arturo se quedaba a esperarlo, por lo que se puso sólo sus shorts.

Acabé de bajar los contratos, los imprimí y me dispuse a leerlos en detalle, recostado en la cama. Me interrumpió Arturo.

Sergio, sabés que mi viejo es militar, si se entera de esto me pega un tiro.

Pendejo, ya te dije que te quedes en paz, no pienso contarle nada a nadie.

¿Cómo te lo puedo agradecer?

Al decir esto se recostó en mi cama como para abrazarme. Pero tocó mi verga en reposo poniendo su mano sobre ella.

Sergio ¡¡Qué pedazo!! Cómo será cuando se para.

No respondí, pero se me estaba parando. El chico entusiasmado la recorría con su mano sobre el piyama tocando lo que podía. Al tomar mi silencio por consentimiento metió su mano por la cintura elástica del pantalón y agarró mi tranca en directo sin nada de por medio. Ya estaba en total erección, me la manoseó un rato y fue bajando el pantalón corto hasta que la tuvo toda a la vista, porque no llevaba nada debajo.

¡Qué cosa hermosa!, es la más grande que he visto. Con razón la tía anda tan contenta. ¿Querés que te la mame?

Primero soltala porque me vas a hacer acabar, y contame cómo te dedicaste a esto. Después me la vas a chupar y todo lo que quieras.

Uy Sergio, esto empezó de chico. Somos muchos primos varones de edades cercanas y pasábamos mucho tiempo juntos. A eso de los diez o doce años se nos empezó a despertar la curiosidad sexual. Empezamos a tocarnos entre nosotros, primero nos pajeábamos los unos a los otros. Fabián, el mayor, descubrió que se excitaba si me acariciaba el culo. Y yo descubrí que me gustaba que me lo tocaran. Pronto me lo tocaban todos antes de masturbarnos; así la teníamos bien parada al momento de masturbarnos.

Raúl me propuso un día, a solas, que se la besara. Con alguna resistencia al principio empecé a besarle la cabecita, el instinto me llevó a lamérsela, y luego a meterla toda en mi boca y chuparla con gusto. A los pocos días me acababa en la boca y yo me tragaba toda su leche.

Así mis cinco primos probaron como era que se las chupara y acabar en mi boca. A Carlitos lo fascinaba acariciarme el culo y ponérmela en la boca. Pasaba el tiempo, Raúl se puso de novio, a los quince, y abandonó mis mamadas. Beto y Julio hicieron lo mismo poco después. Quedaron Fabián y Carlitos en mi harén.

Fabián tenía una idea fija y consiguió lo que buscaba. Estábamos de vacaciones en la playa, mi familia y la de Fabián, nuestras madres son hermanas. Alquilábamos una casa para todos. Un cuarto para los más chicos y otro para Fabián y yo.

Una noche los padres de ambos salieron y nos encomendaron cuidar a los más chicos porque regresarían tarde.

Después de cenar, y con los niños ya dormidos, nos dispusimos a iniciar nuestra sesión de pajas y mamada.

En nuestro cuarto, la puerta cerrada con llave, los dos desnudos en una cama, se la chupé a mi primo, me tragué su leche, y él siguió acariciando con suavidad mi culo. Se le volvió a para la verga, pero no quiso que se la chupara otra vez. Siguió dedicado a mi culo elogiando lo lindo que le resultaba. Insinuó un dedo en mi ano, me resistí un poco. Fue a buscar una crema para el sol; y su dedo untado entró bien produciéndome un cierto gusto.

Me dijo que me quería poner la pija en el culo, que me iba a gustar; que apenas me dolería un poco al principio de la primera vez. Yo estaba dispuesto a dejarme convencer y a dejarme coger; ya algo sabía de las relaciones homosexuales y sólo me faltaba probar.

Fabián no era un super dotado, una poronga normal para sus diecisiete años. Pero igual cuando me la metió sentí que me abría en canal. Di un grito que no lo arredró, me la puso entera y se quedó quieto. Mi culo se fue adaptando. Cuando le dije que ya no me dolía empezó a moverla dentro de mí. Y era cierto lo que me había anunciado, me gustó mucho, eyaculé copiosamente antes de que lo hiciera él, que me llenó el recto de leche espesa.

Fue la única vez que me cogió Fabián, creo que su objetivo era sólo desvirgarme para sacarse la obsesión que siempre tuvo con mi culo, que quedó hambriento de verga al volver a Buenos Aires.

Al poco tiempo lo inicié a Carlitos que se hizo adicto a mi culo. Era la época en que él estaba lleno de granitos y las mujeres no le prestaban atención. El mejor tiempo fue cuando tuvo sus dos primeras novias, las chicas no le aflojaban nada más que terribles manoseos, y él venía a mí muy caliente. Había veces en que lo hacía acabar tres o cuatro veces con la boca y con mi culo.

Tuve algunas parejas varones de ocasión, pero siempre volvía a Carlitos, era con quien tenía más confianza y también más facilidad para nuestros encuentros.

Tuve mucho miedo cuando empezó a coger con Mónica, pero no me dejó de lado. Siempre me dijo que mi culo le gustaba más que cualquier concha. Y ahora que coge con Estela me sigue prefiriendo.

Se me iba aclarando el por qué yo ligaba de rebota a las novias de Carlitos, y en mi fuero interno se lo agradecía a Arturo.

Arturo, mirá como se me paró con tu historia. Ahora sí chupámela.

No se hizo rogar, se metió el glande en la boca para acariciarlo con su lengua; deslizó la pija hasta su garganta, volvió a sacarla y apretó la cabeza con sus labios. Me chupó los huevos, lamió toda la zona con una lengua ancha y áspera. En verdad no había perdido el tiempo en todos esos años; merecía un título de post grado en mamada. La gocé hasta que no pude más y acabé en su boca, se tragó toda la leche que le entró y la que quedó en mi poronga hasta limpiarla totalmente a lametones.

Se quitó sus shorts.

Probá a tocarme el culo, a ver si te gusta.

Y sentía curiosidad por saber que efecto haría ese culo en mi cerebro. Ya había comprobado que a la vista era agradable. También era placentero al tacto. Piel suave y carne firme, se lo acariciaba con una mano, mientras la otra alternaba entre mi cigarrillo y el vaso de whisky. Arturo dirigió su mano hacia mi cipote y lo encontró de nuevo duro.

¿Te la mamo otra vez?

No pendejo, ahora te quiero coger.

Pero me vas a lastimar, la tenés muy grande. Yo estoy acostumbrado a la de Carlitos que es mucho más chica.

No te preocupes, vamos a intentarlo, si te duele te la saco.

Busqué mi gel e inicié el consabido trabajo de dilatación, el ano respondía y aumentaba su diámetro ante la invasión de mis dedos. Arturo ya gemía de gusto con dos dedos adentro.

Cuando le apoyé la punta en su entrada me pidió que tuviera cuidado y que lo hiciera despacio. Siempre soy muy considerado con los culos.

Con trabajo le fue entrando, se quejaba un poco pero me decía que siguiera. Tenía media verga metida en su culo cuando me dijo que ya no le dolía y que le gustaba cada vez más. De un envión le puse lo que faltaba arrancándole otro pequeño grito mezcla de placer y dolor.

¡Qué fantástico tener todo eso adentro! nunca me imaginé que se podía sentir tanto gusto.

Meneaba su culo con verdadero arte, lo movía en redondo y hacia atrás como procurando que la verga le entrara más aún.

Me tiré entero sobre su cuerpo y lo abracé, descubrí que tenía tetas. Sus pectorales muy desarrollados y algo adiposos semejaban dos tetas redondas anchas y chatas, con los pezones bien duros.

Lo cogía con gran satisfacción, el culo me resultaba estrecho y la maestría del pendejo era mucha, no había desperdiciado su experiencia. Acabé a raudales.

Voy al baño a lavarme el culo y hacerme una paja. No quise acabar acá para no ensuciar las sábanas.

Me quedé bebiendo y reflexionando. Ya he declarado que no desdeño un culo masculino siempre que sea joven, bello y lampiño. Y este chico reunía esas condiciones, además de ser un mamador experto.

Sin embargo no puede compararse con las dos novias de Carlitos con las que todavía cojo. Pero ya he dicho que Carlitos es boludo, y lo es hasta para elegir dónde meter la pija.

Para darle a un hombre por el culo hay que hacer un esfuerzo de abstracción e imaginar que es solamente un culo, sin cuerpo. En cambio con una mujer uno se recrea desde el principio, desde cuando la ve vestida y en actitud de entrega; se pueden amasar unas auténticas tetas, las caderas son más pronunciadas y las piernas más esbeltas...

El regreso de Arturo interrumpió mi meditación.

Me encantó como me cogiste, espero que se repita.

No estés tan seguro pendejo. Hoy me agarraste de sorpresa y me calenté.

Sergio.

glupglup71@yahoo.com

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