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MÁS HISTORIAS DE LU 3

UN SÁBADO DE CONFIDENCIAS Y ALGO MÁS.

Casi siempre a las dos o tres horas de quedarme dormido me despierto, voy al baño y vuelvo a dormirme. En esta ocasión me dormí con dos mujeres calientes a mis costados, la mano derecha en el culo de Lucrecia y la izquierda en una teta de Lu.

Espero poder contarles lo que pasó cuando me desperté.

Con el agotamiento propio de un día tan agitado caí en un sueño profundo y reparador, tan reparador que a las tres horas y media me desperté con la verga dura. A mis años la próstata empieza a ser un problema, tenía terribles ganas de mear.

Fui al baño y gocé con mi meada copiosa, sacudí bien la poronga, y luego la lavé con cuidado, con el agua fría perdió su erección.

Regresé a la cama y me tendí entre las dos mujeres, procurando no perturbarles el sueño, eran las cinco de la mañana. No lo logré del todo, porque Lu algo había sentido, no estaba despierta del todo pero su instinto la gobernaba, me apretó la pija con su diestra; y ese contacto acabó de despertarla.

Papi, ¡cómo me calentás!. Quiero ser tu nena toda la vida.

 

Lu es la hija menor de Marta, y Marta es algo menor que yo, por lo cuál nuestra diferencia de edades es muy grande. Esa pendeja no debía atarse a mí, porque en algunos años yo no podría darle lo que necesitaba.

Divina, no hablemos de toda la vida. Pensá que puedo ser tu padre, y hasta tu abuelo.

Papi, vos creés que te quiero solamente para coger. Estás equivocado, yo te amo.

Chiquita, yo creo que no amo a nadie, ni a tu mamá. Ando por la vida cogiendo cada vez que se me da la ocasión, pero sin pensar en el amor. En algunos años más ni siquiera podré cogerte.

No me importa Sergio quiero tenerte cerca para siempre. Y ahora, YA, quiero que me llenes el culo. Es tuyo, vos me lo estrenaste, y gozo cuando me la ponés por ahí.

 

Mi tranca se había alzado con la breve charla, y el culito de Lu nunca había fallado en su tarea de darme placer. Ella ya había tomado el lubricante, que siempre estaba a mano, y se lo estaba untando en los sitios exactos. Ayudé a dilatarla con mis dedos; se puso en cuatro y arrodillado a su grupa le apoyé la punta de mi verga en el ano.

Mi verga y el culito de Lu eran viejos conocidos. no obstante siempre me sorprendió que ese culo no se hubiera agrandado, seguía tan apretado como la primera vez. Lu se aflojaba y mi poronga entraba, con dificultad, pero con mucho placer para ambos. Me la apretaba por la propia estrechez, pero además contraía sus músculos para apretármela más aún. Por algo me encantaba darle a Lu por el culo. Sus cachas eran pequeñas pero muy lindas.

Cuando la tuve toda adentro la hice tender; así podría acariciar sus tetas, y sobre todo su clítoris. Sobar su clítoris era lo que la hacía perder la razón, y se movía como posesa; justo lo que deseaba para mi satisfacción. La pendeja se meneaba, mezcla de instinto y arte, a las mil maravillas.

Yo estaba en el mejor momento para poder hacer durar este polvo cuánto quisiera. La cogí por el culo con calma, con algo de amor, con mucho de goce. Lu tenía orgasmos a cada instante, pero eso no me hacía apurarme. Estuvimos unos veinte minutos con mi pija en su culo, algunos de los mejores veinte minutos de mi existencia. Su concha se derramaba en fluidos, y mi mente gozaba a la par de mi estaca..

Un orgasmo de Lu, quizás más estentóreo que los anteriores venció mi resistencia. La pendeja gozó más cuando sintió la poca leche que había logrado echar en su culo la invadió suavemente. Fueron apenas dos chorros escasos.

- Ahora sí Papi, vamos a dormir tranquilos.

Volví a dormirme, desnudo entre las dos hembras. Esta vez pude dormir más horas; dos hechos me despertaron simultáneamente: las risas de Lu y la boca de Lucrecia que se había apoderado de mi verga. La pendeja le había enseñado a su tía la mejor manera de despertarme, que ella conocía por su experiencia. No quise desilusionar a Lucre que tanto empeño ponía en la mamada y le obsequié unos chorros de semen para que desayunara.

Luego del otro desayuno, el de café, tostadas, manteca y dulces, volvimos a la piscina.

Allí al borde del agua, mientras bebíamos jugos de frutas, las chicas se largaron a contarme lo que hacían cuando me extrañaban mucho.

Se reunían, generalmente en el departamento de Lucre, para evocar mis atenciones. Al principio la anfitriona sacaba el consolador que yo le había regalado, y entre las dos daban buena cuenta de esa verga de látex símil piel. A poco no les bastaba con el artefacto y empezaron a explorarse, primero con dedos y más tarde con lenguas.

Aunque ya en el día anterior me habían dado muestras de sus habilidades les pedí que montaran un cuadro de esos para poder verlo. Esto me permitiría tener un descanso para mi agotada poronga, y a la vez contemplar uno de los espectáculos que más me calentaban.

Ser testigo de una sesión lésbica me ponía a mil . Cualquier escena entre lesbianas me excitaba, pero más aquellas en que las protagonistas eran heterosexuales, y lo hacían sólo como diversión, o para atenuar sus carencias de machos.

Creo que todos tenemos un componente bisexual. De hecho yo mismo he cogido algunos culos masculinos. Me inicié hace años con un travesti (Una paraguayita muy especial). Otra vez le dí por el culo a Javi, el ex novio de Lu (El trío esperado). Y al primo de Lu le doy cada tanto (El secreto de Carlitos). No me deliran los culos masculinos, pero una vez cada tanto me agradan; me exigen un gran esfuerzo de imaginación que no siempre estoy dispuesto a hacer.

Volvimos a mi dormitorio para que ellas cumplieran con la escena que me habían prometido. Se quitaron las breves bikinis que llevaban; y las sorprendí con una colección de consoladores que nunca les había mostrado. Los tengo para ocasiones especiales.

Las dos se extasiaban contemplando la variedad de aparatos para el placer solitario.

-Esta es tu verga.- Me dijo Lu.

Y en verdad tenía en sus manos una réplica de mi miembro erecto que me había hecho hacer en Holanda. Me pidió que se la regalara, acepté sólo prestársela por un tiempo, se la llevaría cuando se fuera. Yo me iría en una gira por Europa que me llevaría más de un mes, y la pendeja quería tenerme en forma de látex para consolar su conchita.

Se estiraron ambas en la cama y comenzaron a acariciarsecon toda la sensualidad de dos hembras calientes. Yo miraba desde un cómodo sofá. Se tocaban las tetas y los culos, se daban profundos besos de lengua. Poniéndose en tijera acercaron sus conchas para poder restregárselas. Gemían y gritaban cada orgasmo que se provocaban. Hicieron muy buen uso de vibradores y bolas chinas. Esta escena lésbica quizás la relate en otra ocasión.

Pronto optaron por un 69, se mamaban con avidez las conchas. Mi verga ya estaba en plena forma, rígida y caliente. Las bocas femeninas estaban ocupadas, las conchas igual.

Sin dudar me dirigí al culo de Lucrecia, lo amasé con mis manos, lo bebí con mi boca, lo penetré con mis dedos. Lu no perdía la ocasión de acariciar mis bolas. Otra vez la pendeja, con alguna dificultad por la posición, me dirigió la poronga dura hacia el ano de la madrina.

Y la fui poniendo suavemente, sintiendo cada centímetro de recto apretado. Lucrecia no necesitaba ya ningún otro estímulo para moverse como endemoniada; Lu le estaba comiendo la concha y yo le apretaba una teta. Mi otra mano la empleaba para sostenerme sin tirarme encima de ellas.

No era una posición de lo más cómoda para mí; por algo le huyo al sexo múltiple, pero eso no fue inconveniente para que, a los quince minutos de bombear ese maravilloso culo, eyaculara entre gritos de placer de los tres.

Nos derrumbamos sobre la cama, dejando cada uno su tarea. Pero para emprender otras nuevas. Lucrecia me puso su concha en la cara, respondí con mi lengua, tenía que devolverle el favor que me hizo con su culo. Lu volvió a montarse en la cara de su tía para que le comiera la concha...

Y así pasamos el resto del sábado y casi todo el domingo. No quiero aburrir a los lectores, porque no se dieron nuevas situaciones. Cogimos simplemente, de todas las formas imaginables.

En la noche del domingo las llevé al aeropuerto. Esta vez sí nos despedimos con profundos besos de lengua.

Antes de irme a Europa estuve dos días en Buenos Aires cogiendo con Marta. Lu me pidió que la cogiera otra vez, no pude complacerla. Le advertí que no volviera a darme sorpresas como la última. A la sobrina y a la tía prefería cogerlas por separado, a pesar de los calentones que me dieron con sus escenas lesbianas.

Habrá tal vez más historias con Lu y con Lucrecia, pero otra vez juntas no creo.

Sergio.

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