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El regreso de Sergio

en Erotismo y Amor

El regreso de Sergio.

Amigos lectores, soy Sergio (Mango), un castigado autor de TR.

Todos mis relatos se agrupan en http://www.todorelatos.com/perfil/296434/ . He procurado escribirlos a partir de mi experiencia, y, modestamente como corresponde a un argentino, algunos han gustado.

Ahora me hallo atravesando una crisis múltiple, o al menos bivalente. Quienes leyeron el último relato que apareció con mi firma (aunque no lo escribí yo) "La depresión de Sergio" http://www.todorelatos.com/relato/50567/ sabrán que he sido una víctima más de la censura.

.

Algunos conocerán mi relación con Lu, es la hija menor de Marta, mi amante estable. Quienes no sepan de ella pueden ver mis relatos en los que aparece. Del otro desencadenante de mi crisis les cuento ya.

 

Pues bien, la chiquilla llegó esta mañana a Mendoza en el primer avión del día. Ya en el viaje del aeropuerto a mi casa comenzaron los reproches. Sucede que mi relato "Con la hija menor de mi amante" http://www.todorelatos.com/relato/26948/, en el que cuento como la cogí por primera vez, es el que va a la cabeza de mis relatos en cuanto a accesos, y eso la tenía encantada. Pero se le están acercando peligrosamente otros dos, uno en el que relato una relación que me consiguió ella misma con una chica muy joven y nada agraciada "Cuqui" http://www.todorelatos.com/relato/48058/, y el que más la inquieta es donde cuento mi primera vez con su hermana mayor http://www.todorelatos.com/relato/46599/ .

Casi logra que mi auto vuelque con su furia:

Lo de Cuqui no me importa tanto, pero apenas voy con 908 accesos más que ella.

Lo que me indigna es que el relato de Marty se acerca demasiado, y crece, claro el de mi primera vez es más viejo y ya no lo lee nadie.

Lu, Mí Vida, son tonterías.

Tonterías las pelotas, es que los otros en los que aparezco los escribiste sin ganas. Lo que te pasa es que ya no te gusto.

Chiquita, sos lo que más me gusta en el mundo…

Así todo el viaje y toda la mañana. Después de almorzar nos acostamos, y no me dejó que la cogiera, apenas si pude comerle la conchita. Mi crisis se iba agravando, ahora se sumaba una intensa calentura con una destinataria precisa. Ninguna mujer, ni la más bella del mundo podría llenar el vacío… TENÍA QUE COGER CON LU.

Para quienes lo ignoran Lu es un sueño, no llena todas mis expectativas en cuanto a mujeres, le faltan los muslos a mi gusto. Pero es la más complaciente, voluptuosa y experta.

Lo de los muslos podrá o no solucionarse con el tiempo, es muy joven aún, y hasta podré olvidar esa carencia. La suple con las tetas más bellas que he chupado, un culito que va in crescendo, y su boquita que es la más sabia mamando.

Creo que hasta siento amor por Lu y por su madre, ambas me satisfacen en todo, una madura y una jovencita, entre ellas fluctúan los sentimientos de mi corazón.

Los sentimientos de mi verga son totalmente erráticos, sólo buscan satisfacer los bajos instintos, o sea los instintos de abajo.

Pero no me resignaría a perder a Lu como amante o Amor, ni a Marta como lo mismo, entre las dos llenan mi alma, y mi entrepierna.

Les muestro algo, verán las tetas y el culito de Lu, perdonen que omita su carita angelical, es mi putita privada, pero si la ven por la calle observarán una niña muy bien provista por natura, y a nadie se le ocurriría imaginar lo que es en la cama conmigo. Se presta a todo.

Sólo una vez, al comienzo, hicimos un trío con su ex-novio http://www.todorelatos.com/relato/27050/ , luego con su tía, y en los que hicimos con sus amigas se mantuvo al margen, apenas tomando fotos.

Las tetas de Lu. Parecen injertadas en su cuerpo tan delgado. Pero me fascinan.

 

El culito de Lu, podrán apreciar su escasez de muslos, y no pueden verlo por dentro, ni sentirlo como lo siento yo cada vez que lo penetro. Es el agujero más dulce en el que he metido mi verga, y el más apretado, parece que me lo hubieran hecho a medida.

¿Comprenden ahora por qué no quiero renunciar a mi pendeja?, ella tiene apenas 95 años (pongo esa edad para sortear a la censura, en verdad tiene 23).

Entonces estoy obligado a escribir un relato que la tenga como protagonista y que reúna en una semana 40.000 accesos. O que el de sus estreno sume más accesos y se distancie de los que lo escoltan.

Dos tareas sumamente complicadas. ¿Cómo hago para que los lectores vuelvan a un relato de hace al menos dos años?. Y el sexo con Lu ya no tiene variantes nuevas, ninguna que ya no haya relatado en estas páginas.

………………………………………………………………………

Mientras escribía lo que antecede pasó lo alto de la tarde. Yo encerrado en mi escritorio, y ella paseando por el parque de la casa.

La llevé a cenar al lugar más exclusivo del Gran Mendoza. Ostras, langosta, chablís .

Nada conseguía que me perdonara la supuesta falla en mi gusto hacia ella.

¿Querida, es cierto que por la noche no vamos a tener nada?

Es posible que hasta duerma en otro cuarto.

No podés hacerme eso, sabés que me muero por vos.

Demostralo entonces.

Chiquita, te propongo algo. Vamos a tener la sesión de sexo más caliente de la historia universal, y la voy a relatar en mi mejor relato. Pero primero tendremos que vivirla.

No te creo, hemos cogido ya demasiado y no has escrito tu mejor relato conmigo. En cambio con esa pendejita puta y con mi hermana si lo hiciste. Y se están acercando mucho al mío. Me maldigo cuando recuerdo que fui yo la que te hizo coger con Cuqui. Pero lo que me indigna es lo de mi hermana. Marty es una re puta, y cornuda por añadidura. Tenés miles de mujeres para encamarte, pero justo le estrenaste el culo a mi hermana, no me importa que también se lo hayas estrenado a mi tía y a mi mamá, pero justo a Marty, con lo que la odio.

Mi putita, vos sos única, sabés que nadie me hace lo que me hacés vos.

Ja, pero yo ya no tengo accesos en TR.

Con Lu hecha una furia del averno regresamos a mi casa. Tomábamos un whisky en el living .

Si algo he aprendido en mis muchos años es a calentar a una mina, y sabía que mi pendeja es muy calentona, en el sofá me acerqué para poder besarla en la oreja, eso la pone a mil.

A poco me dejó besarla en la boca. Después acariciarla. Más tarde meter mi mano bajo su pollera y tocar sus muslitos apenas hasta la mitad.

Cuando me dejó tocarle las tetas, sobre la blusa, sabía que estaba ganando la batalla. Mi pendeja es más que caliente y lanzada.

Mientras cruzábamos nuestras lenguas le oprimía los pezones entre mis dedos, sin apretar demasiado.

Su lengua, sin emplear su función natural de hablar, me decía que le estaban gustando mis caricias. Y en ese momento me decidí a insistir.

Desprendí los botones de su blusa, eso era fácil. Me costó más el gancho de su brassier , como ella no se opuso liberé sus tetas de ensueño y de delirio.

Los pezones de Lu son únicos, inéditos, tienen una aréola muy extensa para una mujer que no ha tenido hijos, y por lo tanto no ha amamantado nunca. Destacan en la blancura del resto, aunque toma sol sin nada puesto.

Hacia allí fue mi boca ansiosa, mi lengua ávida . En el manual de la vida, y por el viejo método de ensayo y error, aprendí a los tumbos cómo excitar a una mujer chupando sus tetas. El texto que nunca escribí lo puse en práctica esa vez.

Rozaba con la punta de la lengua la puntita de los pezones, alternando del izquierdo al derecho. Me tragaba lo que podía de cada teta, y sorbía como un niño, pero sólo por un momento muy breve (Ah Sigmund como te reconozco).

Volvía a toda la superficie de la teta , los que no saben de esto ignoran que toda la teta es erógena.

Una de mis manos se posó en sus muslitos y subió, llegó al delta, la Y de su cuerpo, y rozó, por sobre el calzoncito minúsculo su vagina. Sentí que había llegado a ella, su cuerpo respondía.

Con trabajo, y sin colaboración de parte de ella, fui bajando su bombachita, que apenas era un triángulo que le cubría la concha. Entendí su pasividad como consentimiento y acabé de bajar el trocito de tela hasta más allá de sus rodillas.

El sofá no era de lo más cómodo, pero abandoné sus tetas y me fui más abajo.

Cuando abrí sus piernas la tanga bajó, ella colaboró para quitarla del todo con sus pies y poder abrirse entera.

La concha que me hacía delirar se mostró esplendente, depilada, sin un pelito, como me gusta.

Mi boca no dudó, se dirigió sin vacilar hacia allí. Esa perversa boca mía conocía al dedillo esa concha, sabía de cada punto, de cada pliegue ¡la había comido tantas veces!.

Mi lengua halló, sin vacilar, el preciado botoncito del placer de Lu.

Y, juro, nunca lengüeteé un clítoris con mayor empeño. Mi pendeja se estremecía, gemía, gritaba.

Sus orgasmos se desencadenaban como en nuestras mejores veces, uno tras otro. O quizás uno solo muy prolongado. Igual a la madre.

-Papito ¡¡COGEME!!

No quise perder tiempo en llevarla hasta la cama. Sin dejar de comerle la concha bajé de un golpe pantalón y slip . Mi verga hambrienta estaba bien a punto.

Casi vestidos ambos la penetré con todo lo mío, no de un solo golpe, lo hice con la ternura de siempre, poco a poco. (las penetraciones violentas las guardo para quienes las merecen).

Ya con la poronga dentro de ella me apropié de su boca. "MI PENDEJA" vibraba, se estremecía, gemía, gritaba. Todo en cuanto mi lengua en su boca se lo permitía, quería decirme algo, pero le era imposible.

Jamás llevo la cuenta de los orgasmos de mi pareja, calculo a ojo de buen cubero que los de Lu fueron miles.

Los últimos al sentir mi leche en el fondo de su vagina.

Se la saqué, y sin hablar la alcé en mis brazos y subí, con ella a cuestas, la escalera hacia mi dormitorio.

Una vez allí la deposité con suavidad en la cama. No hicieron falta instrucciones, mi pendeja se quitó lo que le quedaba de ropa. Yo hice igual..

Papi, sabés que no puedo estar enojada con vos más de algún poco tiempo.

Mi Chiquita, no lo sabía, pero el miedo que tuve me hizo prodigarme.

Papucho, soy tuya toda entera, haceme lo que quieras.

Tu boquita quiero.

Sin perder un segundo se apoderó de mi tranca y se la puso en la boca. La boca de Lu es la más sabia en mamadas que he conocido, pero esa noche superó sus marcas. No parece de 95 años, más bien de 157. (Por la censura ¿vieron?).

Me recorría la verga con morosidad, sabe lo que me gusta, se detenía en el capullo, bajaba. Lamía las bolas, la raya entre el final de las bolas y el ano, subía nuevamente hasta el glande, lo acariciaba con la lengua.

Pocos hombres, hijos de mujer, pueden resistir una mamada tan magistral por mucho tiempo. Y no soy ninguna excepción. Había leche guardada, mucha, y se la obsequié de un golpe. Mi pendeja era adicta a tragar semen, lo saboreó todo antes de comérselo.

¿Algo más papito?

Sí, mi Chiquita, sabés cómo me gusta tu culito.

Tuyo, Papi, Tuyo. Todo lo mío es tuyo, sos mi hombre.

Me era muy difícil esperar. Desde la censura de mi relato, y excepto la encamada con Zuni, relatada en "La depresión de Sergio" y que me procuró muy poco placer, hacía más de un mes que no cogía con nadie.

La volqué boca abajo y me puse a lamerle el culito, a dilatarlo a puro dedo, lo penetré con mi lengua, pero no olvidé el fiel amigo, el gel lubricante, no quería que mi pendeja tuviera el más mínimo dolor en lo que era un puro acto de amor.

Cuando consideré que estaba listo la volví boca arriba. Levanté sus piernas hasta lo que la anatomía permite. Y se me ofrecieron, a la vista y a la verga los dos agujeritos más preciados de mi historia.

Mojé apenas la punta de mi pija en la jugosa vagina y me dirigí presto hacia la meta de mis anhelos. Cuando presioné para entrar le dolió, estaba desacostumbrada, hizo un gesto de dolor pero se sometió. Eso es lo que más me gusta de mi pendeja: jamás dice que no, por más que sufra, algunos le llaman sumisión a esta actitud de Lu, pero me ha demostrado que no es nada sumisa.

Sabe lo que quiere, y se empeña en lograrlo.

Me estaba disgregando en consideraciones que no hacen al relato.

Entró el glande y el resto no demoró en penetrar el bello culito. Le besaba las tetas, la acariciaba entera, todo su cuerpo me fascina, es el obsequio juvenil a mis años maduros.

Pero no quiero volver a perderme del relato.

Cuando ya mi poronga estaba entera dentro del dorado estuche ella empezó con un ligero y tímido vaivén, la señal exacta para que yo iniciara el célebre mete y saca (tan meneado en esta web).

Mi pendeja gemía, le gustaba tener mi miembro en su culo. Es de las pocas mujeres que goza igual cuando la tiene en la concha, en la boca o en el culo.

Sentía que la aplastaba con mi peso, y más aún en la posición en que estábamos. Nunca pensé que sus articulaciones no eran de goma. Eso es otro aspecto que hace que mi pendeja sea la mejor, jamás se queja de nada.

Culeábamos en el mejor de los mundos, le ordenaba a mi cerebro que no me dejara acabar. Mi cerebro es, a veces, remiso a aceptar mis órdenes. En este caso me obedeció sólo hasta cierto punto.

En unos quince minutos no pude contener mi eyaculación, había gigalitros de leche pugnando por salir, y salieron.

Volqué todo lo que la abstinencia, forzada por mi depresión, me había forzado a guardar.

Lu y yo le agradecemos a Alex el haberme hecho juntar tantas ganas de volcarme en alguna mujer. Ella también se lo agradece, porque de no ser por esa circunstancia forzada ya habría andado yo derramando mi elixir por cualquier orificio deseable.

Nos dormimos exhaustos, muy cerca el uno de la otra, o la otra del uno. Y fue un sueño plácido, sin sobresaltos, reparador de verdad.

Al despertar, ya no recuerdo quien despertó primero, nos besamos con toda la ternura imaginable, sin hablar.

Lu quiso seguir durmiendo, yo me levanté y fui a mi escritorio a escribir el relato de mi experiencia, todavía caliente y en ayunas.

Cuando concluí noté que ella ya se había levantado, la llamé para mostrarle lo que había escrito.

Papi, está muy caliente. No sé si tendrá 40.000 accesos, pero es el mejor reconocimiento que has podido hacerme. Ahora ya sé que soy tu preferida. Pero por favor, no dejes de coger con mi mamá, ella te necesita más que yo.

Mi chiquita, vos y tu mamá son la dupla ideal para mi vida, entre las dos llenan todos mis vacíos.

Desayunamos en calma las exquisiteces que preparó Yolanda , supe que no había perdido a mi pendeja, y eso me hace quererla más, si es que eso es posible.

Pasamos tres días de excesos y locuras. Ella le había dicho a su madre que tenía un noviecito en Mendoza, y eso le permitía venir cada vez que quisiera. Lo hicimos en la horas y en los lugares más insólitos. Volví a valorarme como hombre y como amante.

Ahora que vengan todos los censores del planeta, ya nada me volverá a afectar, ni la censura, ni los cambios de edades en mis relatos. Ya sé que debo poner 389 años cuando las niñas tengan menos de 18. Y aunque las fotos lo desmientan.

El resto de la historia queda en manos de los lectores de TR.

Pueden execrar este relato, escrito con el corazón en la mano (y con la verga también en la mano), ponerle miles de terribles, malos y normales. A Lu no le importan las valoraciones sino los accesos, y a mí no me importa nada. Pero todo puede ayudar si hay un nuevo brote de celos.

A todos mis lectores les agradezco el haber entrado a leer, el haber valorado bien o mal, es una halago saber que alguien lee lo que escribo. Y algo más de medio millón de accesos es un halagazo .

Los espero siempre.

Si mi psicólogo me autoriza, pronto volveré a escribir algo de lo que me pase. Por ahora ni siquiera puedo pensar en encamarme con alguna mujer. Joven o vieja, linda o fea, flaca o gorda.

Un milagro permitió que se me parara estando con Lu.

Los sexólogos y los psicólogos que consulté diagnosticaron SÍNDROME DE ALEX, SÍNDROME DE TR. O CUADRO DE CENSURA AGUDO.

Ya veré de encarar las acciones legales que correspondan para resarcir el daño. Todo está documentado.

Y la indemnización que tendré que solicitar por la pérdida de mi potencia sexual ronda los diez millones de euros.

Los quiere.

Sergio.

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