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Los trios de Lu (2)

en Hetero: General

Los tríos de Lu 2 LA NENA

Mi pequeña me sorprendió muy gratamente con su actitud de acercarme otras chicas para mi recreo, y así mantenerme a su lado.

En rigor de verdad los nuestros nunca fueron verdaderos tríos. Lu limitaba su actuación a ayudarme cuando era necesario y tomar las fotos que juzgaba convenientes.

Sabiendo que yo no era afecto a esas manifestaciones de sexo colectivo mi pendeja se cobraba sus servicios de auténtica proxeneta en los días posteriores, y a solas ella y yo.

Al seleccionar las mujeres con las que estaría podía cuidar que ninguna tuviera los atributos suficientes para desbancarla. Casi ninguna de las jóvenes que me acercó tenía muslos a mi gusto, si alguna estaba dotada por ese lado era tonta.

La mayoría ostentaban grandes tetas, muchas portaban hermosos culos, o caras bonitas con labios sensuales.

Jamás hubiera sospechado la increíble variedad y calidad que me deparó la esforzada labor de mi pendeja.

Rubias, morenas y pelirrojas. Dos negras que estudiaban en Buenos Aires, una brasileña y una dominicana. Una coreana y una china, en realidad descendientes en primera generación de oriundos de esos países de oriente.

Varias maduras madres o tías de sus amigas y compañeras de estudios.

La habilidad de Lu para persuadir a otras mujeres de que si cogían conmigo quedarían satisfechas y felices, era incalculable.

Igualmente siempre volvía a ella, porque sus dones crecían a cada día.

Su culito se redondeaba y aprendía sin cesar sobre su mejor uso.

Sus tetas siempre fueron grandes y hermosas.

Y su habilidad en el sexo oral iba in crescendo, ya era la que mejor me lo hacía.

Pero de mis dulces y apasionados encuentros con Lu ya he hablado demasiado.

Esta vez quiero relatar uno de los encuentros más extraños con una chica proporcionada por mi pendeja. Extraña fue la manera de llegar y el hecho de que me vi forzado a hacerlo, al menos al principio.

Íbamos una tarde en auto a buscar a Marta a su trabajo, Lu me acariciaba la pija sobre el pantalón, yo trataba de esquivarme para no llegar al consultorio de Marta con un tremendo bulto.

De pronto me preguntó si recordaba a Maggie, su amiga con la que habíamos estado tres semanas atrás. ¿Cómo no recordarla? Era un raro caso de mujer con muslos a mi gusto, 22 años y buen cuerpo. La contrapartida: era bastante rara, quiso tener sexo en la parte trasera de la camioneta de su padre. No obstante la relativa incomodidad fue una buena tarde.

Pues Maggie tenía una hermanita menor. La chiquita había descubierto las fotos de nuestro encuentro y se le había antojado hacer lo mismo, ¡¡y conmigo!!. Amenazaba a su hermana con revelarle todo a sus padres. Y Maggie presionaba a Lu que a su vez me presionaba.

¡Dale Papi, sacanos del apuro!

¿Pero, qué edad tiene la chica?

No sé Papi, es chica. 19?

Mejor no me digas la edad, si es muy chica no la voy a poder coger, y si lo hago no lo voy a poder relatar para mis amigos de TR.

¡¡Papito querido, estás aceptando!!

Pará, primero me traés una foto de ella. ¿Cómo se llama?

Tampoco sé, le dicen Cuqui. Mañana te consigo la foto.

La tarde siguiente en mi note book pude ver esta imagen.

No tiene nada de nada. Cero culo, cero piernas, es fea y no debe tener tampoco tetas.

Papi, es una sola vez, le tomo unas fotos y va a tener que cerrar la boca.

Es que es muy chica.

Ella dice que no es virgen.

Bueno, lo haré por ustedes. Maggie me va a tener que pagar con otro encuentro. Pero no en la camioneta, será en una cama.

¡¡BRAVO Papi, sabía que no me ibas a fallar!!

Y cómo lo sabría que ya tenía casi todo arreglado.

En dos días los padres de Maggie y Cuqui se iban de viaje y dejaban a la menor al cuidado de la mayor. La casa era muy grande y lujosa, al menos estaríamos cómodos. Maggie saldría o se quedaría encerrada en su cuarto.

A la hora cero del día D estábamos con mi pendeja en la casa de las hermanitas. Bien provistos de consoladores varios, lubricante, cámara y mi infaltable botella de Chivas.

No vimos a Maggie, nos recibió Cuqui, vestida con una camiseta deportiva y calzoncitos de nena.

Era más fea que en la foto. Apenas si llamaba mi atención su boca, amplia y de labios gruesos. Su cabeza aparecía desproporcionada por lo grande con relación al cuerpo que era poco más que inexistente.

Pero me miraba con una expresión sugerente, de auténtica puta, bah putita.

Me senté en un cómodo sofá y procedí a servirme el primer whisky, de alguna forma debía tomar valor para acometer la empresa.

Lu preparó la cámara y la chiquilla le pidió una foto. Se levantó la camiseta y expuso su carencia de tetas, apenas unos pechitos no mayores que un limón, pero con pezones y aréolas destacados. Para la foto acentuó su expresión de putita relajada.

Apuré mi trago, quería sacarme de encima ese compromiso lo antes posible. Me quité la camisa y Cuqui se me vino encima. Me besó como si fueran a fusilarla en diez minutos. Sacaba buen partido de su bocota y de su lengua

Con inusitada habilidad fue franqueando el camino hacia mi verga, que recién empezaba a dar señales de vida. Desprendió el cinturón y bajó el zip de mi vaquero.

Una manita pequeña hurgó en mi bóxer hasta encontrar lo que buscaba. Me la sobó con dedicación envidiable y no poco arte.

Le acaricié un poco las piernas flaquitas, no me atrevía a llegar al sitio en dónde debió haber un culo pero no había casi nada.

Se desprendió de mí para quitarme en un solo movimiento vaquero y bóxer. Con los pies me quité los mocasines. La escuincla se había levantado la camiseta, y quitado sus calzones, pero conservaba sus medias deportivas y zapatillas de goma.

Miraba arrobada mi tranca ya semi erecta. Le apreté una tetita y eso pareció ser el disparador. Se abocó a un ejercicio de mamada. Y la verdad es que lo hacía bastante bien, sin duda no era su primera vez con una poronga en la bocota. Yo de pie y ella sentada en un puff me la lamía entera.

Se metía mi glande en la boca y lo acariciaba con la lengua, introducía mi verga en su cavidad bucal hasta donde podía. La sacaba y se dedicaba a mis huevos. Mi erección ya era total y me empezaba a gustar la mamada de la putita.

Le así la cabeza con las dos manos y se la movía a la par que movía mi pelvis cogiéndole la bocota.

Ayyyyy Señor, como me gusta su verga. Deme toda la leche que quiero crecer sanita.

Sus gruesos labios se movían con eficiencia, cuando me apretó el glande entre ellos le descargué un buen lechazo dentro de la boca. La putita no dejó escapar nada, después de tragar me siguió mamando hasta no dejar rastros de leche.

¡¡Qué rico!! Ese pito es un sueño, y su lechita es agridulce y sabrosa.

Me alegra que te haya gustado. ¿Ahora qué sigue?

Señor... ahora me la tiene que poner en mi conchita. No importa que me duela. Y quiero que me acabe adentro, tengo una píldora del día después.

Bueno piba, pero dejá que me reponga, tiene que estar bien dura para que te la pueda meter.

Otro Chivas, un cigarrillo, mientras Cuqui se apoderaba de mi verga para tocarla y lamerla. Lu tenía puesto un consolador que le asomaba de su concha, y eso ayudó a mi pronta recuperación. En verdad lo que más deseaba en ese instante era penetrarla a Lu por su culito, pero no podía dejar la tarea inconclusa.

Comprobé mi buena erección y ubiqué a Cuqui boca abajo, apoyada en brazos y rodillas sobre el puff, me paré detrás para tocar su conchita. A pesar de que la tenía muy mojada le unté lubricante mientras palpaba su pequeño clítoris que estaba durito. La niña gemía y movía todo su cuerpito. Yo contemplaba las tetas de Lu para calentarme imaginando que estaba cogiendo con ella. Mi pendeja gozaba con su consolador.

Acerqué la cabeza de mi pija a los labios inferiores de Cuqui y se la apoyé suavemente. La entrada era estrecha. Empujé y a duras penas le empezó a entrar.

Señor, me está rompiendo toda.

¿No era eso lo que querías?

Pero es muy grande para mí-

Intentó sacársela yendo hacia delante. Como quería que todo terminara pronto la jalé del pelo para atraerla hacia mi verga que la penetraba poco a poco.

La chiquilla gemía, lloraba, se quejaba. Pero mi verga implacable acabó por entrar entera. Era verdad que no era virgen. Así se la dejé un rato hasta que comenzó a moverse, lento al principio y luego cada vez más rápido.

No puedo mentir, me gustaba la cogida que le estaba dando. Mi pene casi no podía moverse de tan apretada que tenía la vagina. Lu se acercó a estimularle el clítoris con los dedos, la niña tuvo su primer orgasmo muy ruidoso. Seguí con un bombeo muy breve hasta percibir el segundo orgasmo. Y allí descargué mis huevos dentro de su conchita, tal como me lo había pedido.

Consideré que había cumplido la misión, ya teníamos tres fotos de la chica, una mostrando las tetitas, otra mamando y otra cogiendo.

Bueno Cuqui, ya tuviste lo que buscabas.

Señor, por favor, otro poquito. Un polvito más porfi...

Son pedidos a los que no sé negarme, ya no me costaba nada hacerle el gusto. Pero estaba muy cansado.

Cuqui corrió a la cocina y volvió con unos emparedados de jamón de jabugo que estaban deliciosos, igual que el chardonnay helado que los acompañaba.

Repuestas un tanto las fuerzas le pedí a Lu que se pusiera un rato mi poronga entre sus tetas para lograr una nueva erección. Con los apretujones de las tetas de mi pendeja se me puso dura enseguida.

Me tendí de espaldas en un sofá con la verga apuntando al techo.

Cuqui se instaló con los pies apoyados en el sofá y sus manos en mis hombros, dándome la espalda. Así, casi en el aire, se ensartó a sí misma en mi tranca dura. No tuve que moverme, ella regulaba la penetración y el ritmo, su vagina seguía estando muy estrecha pero ya permitía un breve juego de mi verga dentro.

En esa posición podría haberla cogido una hora entera. Pero a su tercer orgasmo le solté los restos de leche que me quedaban. Dejé que me la chupara hasta dejármela bien limpia y comencé a vestirme.

Me gustó mucho Señor. ¿Cuándo repetimos?

Ni lo sueñes piba.- Le respondió Lu airada. -Con las fotos que tenemos te tendrás que quedar bien calladita.

Salimos con mi pendeja. Le prometí a Lu que a la mañana siguiente, cuando Marta saliera, le iba a dar bien por el culo. Y, como siempre, cumplí holgadamente.

Sergio.

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