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Mi alegre penitenciaría

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Ese día me tocaba hacer guardia en el comedor. Rondaba por entre las mesas y era verme y los presos volvían la mirada a sus bandejas: les tengo bien domesticados.

Me divertía la cara de asco que ponen muchos cuando comen. ¿Cómo coño hacen para cocinar esa mierda? Los guisantes parecen hervidos y cuando los rozas con la cuchara se deshacen. Son como pegotes verdes y no me extraña que les cueste comerse las bazofias de las bandejas. Los guardias preferimos encargar la comida a un chino o traernos hamburguesas.

Una cara atrajo mi atención. Debía ser el nuevo. Él no se dio cuenta de que le estaba mirando. Vaya, parecía bastante joven y también bastante guapo. No era uno de esos presos a los que sólo les puedes dar por el culo para no verles la fea cara. Pelo rubio oscuro y ojos claros. Una barbita que era casi pelusilla muy adorable. Dios, empecé a babear viendo a mi recién descubierto Adonis… Pero estaba trabajando, así que seguí rondando por las mesas. Primero es la obligación y luego la devoción…

Esa misma noche preparé nuestra primera cita, como siempre, en la "suite del amor". No hay un sitio en el mundo tan romántico: una celda en el sótano a solas y sin ruido, en semipenumbra, todo muy íntimo. Una mesa, una silla y nosotros dos preparados para el amor.

Él estaba encantador. Parecía muy asustado y eso que no tenía ni puta idea de la maravillosa velada que íbamos a pasar los dos… Entonces sí que se hubiera asustado de verdad.

-Bienvenido a la "suite del amor". ¿Te llamas Paul, verdad?

-Sí. Pero ¿por qué estoy aquí?

-Todo a su tiempo, cariño. No estropeemos la maravillosa velada con preguntas y empieza a desnudarte –le ordené.

-¿Qué me desnude?

-Oui. ¿Cuántos años tienes?

-Diecinueve.

¡Diecinueve años, un yogurín! Me relamí de gusto anticipado. ¡Pero qué maravillosa velada íbamos a pasar los dos! Me senté en la silla para ver cómo se quitaba el uniforme anaranjado. El chico era musculoso pero tampoco demasiado, sino en ese punto intermedio que me gusta: ni fofo ni duro. Apenas tenía un poco de encantador vello rubio por el cuerpo y la piel clara me gustaba. Yo tengo cuarenta y cinco pero me conservo bien. Para algo hago pesas todos los días y me cuido y no me empacho a donuts como tantos de mis compañeros. Mens sana in corpore sana les digo yo, y no me entienden porque son unos ignorantes.

-Te he dicho que te desnudes. El calzoncillo también.

Vaya, tenía la polla flácida. Una lástima, porque a mí se me estaba poniendo más dura que la porra que llevaba en el cinturón.

-Date la vuelta. Las manos detrás de la cabeza y contra la pared.

Él temblaba entero pero se atrevió a hablar:

-Por favor, ¿qué he hecho? ¿Por qué estoy aquí?

-Hey, tranquilo. Esto es sólo un juego.

-¿Un juego?

-Sí, se llama "maricones y mazmorras" y yo soy el amo del calabozo… Tiremos los dados.

Me reí mi propia gracia y empecé a magrearle los hombros, la espalda, el culo…

-¿Sabes que tienes un bonito culo?

Sí que lo era: redondeado y prieto. Caray, se me estaba haciendo la boca agua. Me puse de rodillas para darle un bocado. ¡Ñam!

-Aaah.

Gimió de una manera encantadora y yo volví a mordérselo. Por si se le ocurría hacer algo le acaricié la espalda con la porra, la de goma quiero decir…

Qué culo tan bueno para comerlo y sobarlo. Una preciosidad. También era una lástima que tuviera que rompérselo… Pero, claro, ¿para qué sirve un culo bonito si no es para romperlo?

Me incorporé y me puse detrás de él. Me bajé los pantalones y luego le inmovilicé el brazo derecho haciéndole una presa y, sujetándole el cuello con la otra mano, le empuje contra la pared. El placer no tiene que estar reñido con la seguridad.

-Por favor, no soy homosexual. No me haga nada…

-Ya veras cómo te gusta. Quizás te duela un poco, pero se te pasará. Vale, te dolerá horrores pero ya irás cogiendo práctica con el tiempo. Acabarás rogándome que te sodomice cada noche como a un niño bueno…

Estaba temblando como un corderillo cuando le acaricié las nalgas con el capullo. La verdad es que sí le iba a doler, estoy muy bien dotado, pero ya se le ensancharía la entrada.

Pero no se puede ser tan brusco. Me gustan los preliminares, soy un romántico, y empecé a mordisquearle el cuello, los hombros… ¡Toma embestida!

-¡AAAAH!

Me reí un poco. Apenas había empezado a explorar la entrada de su ano y ya estaba gimiendo. Me encantaba como lo hacía, como una nena. Otro empujoncito más…

-¡AAHH! ¡BASTA, POR FAVOR!

-¡Si acabamos de empezar! ¡Toma más!

Empecé a embestirle de seguido, metiéndole la polla cada vez más adentro. Esa vez me contentaría sólo con meterle el capullo porque era su primera vez, la primera vez que le rompían el culo.

-¡Vamos, chilla lo que quieras, zorrita! ¡Aquí nadie nos va a oír!

-¡DIOS! ¡NO SIGAS!

¡Cómo chillaba! ¡Como una nena, mi nena preciosa! Pegaba unos chillidos que tenía que esforzarme para no correrme todavía y seguir disfrutando.

Pero ya no pude más. Me corrí y le eché toda la leche dentro del culo. Dios, se me debieron desinflar los cojones de tanto semen como debí meterle. Cuando volví a abrocharme los pantalones, estaba que no podía más. Quizás una buena mamada habría podido ponerme a tono otra vez pero eso sólo puedes hacerlo con un tío al que lo tengas bien domado. No soy tan gilipollas como para meterle la polla a un tío que está trastornado después de su primera vez.

Le dejé de rodillas y en una esquina de la celda, lloriqueando un poco. Bueno, en unas cuantas sesiones le gustaría mucho, le encantaría. Estaba totalmente seguro de que pasaríamos muy buenas veladas juntos.

Ya le devolverían a su celda. Yo me fui a dormir y, soñando con su cara de Adonis y su precioso culo, me dormí como un niño, con el regusto de una romántica y apasionada cita.

***

Ese Paul se convirtió en mi "niña bonita", en mi preferido. Dios, me gustaba muchísimo. Era tan bueno… Me contaron los chicos que le habían metido en el trullo por atracar una gasolinera. Era su primer atraco, un chico criado en una zona marginal y todo eso… Una historia muy vulgar todo, pero el chico sí era muy especial para mí. Se dejaba domar tan fácilmente. Le rompías el culo y gemía como una putita hasta ponerme tierno. Hasta echaba unas cuantas lagrimillas encantadoras. Luego dejó de llorar con la costumbre.

Cuando creí que estaba suficientemente "domesticado", decidí que era el momento de enseñarle a chupar. Le puse de rodillas y dejé que me besara la punta de la polla con ternura. Antes de tragársela, claro. Me gusta que me la coman a tope, hasta que la tienen en la garganta. Claro que a muchos les cuesta, porque dicen que si les da arcadas, que si es muy grande (esto es verdad). Pero con paciencia y unas cuantas sesiones de porra aprenden.

Con Paul no tuve que darle ninguna patada. Se la tragó hasta la mitad. Qué lástima que el chaval hubiera acabado en esta mierda con el talento que tenía para hacer mamadas. ¡Sí es que se notaba que era innato! Chupando se puede llegar muy lejos. Seguro que habría tíos dispuestos a pagar una pasta porque un chico tan precioso y talentoso como Paul se la mamaran, ¡y yo lo tenía gratis! Dios, me la tragó hasta que ya no aguanté más las ganas.

Y yo me pregunto: ¿es que soy el único que duda, al final de la mamada, de si echarle la leche en la garganta o por la cara? Joder, es una duda sin resolver, sin solución. Acabas echándolo a suertes.

La primera vez se lo eché por la cara. Me saqué la polla de su boca a tiempo y luego me corrí alegremente por encima de su rostro de Adonis, meneándola bien para echarle los grumos por toda la cara. Estaba maravilloso. Me hubiera encantado tener una máquina de fotos a mano para retratar su cara cubierta de semen desde los ojos grises hasta la barbilla.

Quiso limpiarse la cara pero yo no le dejé.

-Quédate así, de rodillas. Dios, si tu madre pudiera ver en este momento lo guapo que estás…

¡Qué ocurrencias tengo a veces! Pero de veras que no os podéis imaginar lo precioso que estaba. Se quedó quiero y de rodillas hasta que el semen se secó sobre su cara.

La segunda mamada fue directa a su garganta. Claro que me corrí en su boca y no directamente en la garganta, porque sería injusto dejarle sin probar el amargo saborcillo del semen. Dicen que es muy alimenticio y yo no sé si tendrá muchas vitaminas, pero el gusto que te da alimentarles… En cualquier caso, seguro que es mucho más alimenticio que la puta bazofia que les dan de comer. Eso es seguro.

***

A veces me gusta preparar algo especial. Creanlo o no, también las penetraciones y las mamadas en mi "suite del amor" acaban siendo algo rutinario. Esa noche había preparado algo muy especial: había traído a un compañero para Paul. Una orgía voyeur, racial y romántica. Nada más y nada menos.

No me había costado mucho a elegir al compañero. Dicen que es un tópico que los negros la tengan larga, pero eso lo dicen los envidiosos y los racistas. Pocos han visto tantas pollas como yo, así que créanme Tenemos una buena provisión de negros (que no me hablen de "afroamericanos") y es un gustazo pasarse por el corredor de las duchas y ver esas pollas de ébano.

Jonathan era el negro mejor dotado de la penitenciaría y tenía un precioso cuerpo musculoso y muy oscuro, la cabeza rapada y un culo prieto y en el que se marcaban muy bien los músculos. No había una pareja mejor para un blanco de cuerpo estilizado, piel clara y bello como un Adonis. Además Jonathan me conocía tan bien como Paul. Sabía bien que tengo la porra tan larga como la polla y que no me gustan las tonterías…

Los llevé a los dos a nuestra suite. Me senté porque llevaba todo el día pensando en las maravillas que iba a ver.

-Desnudaos.

Empezaron a desnudarse los dos y los ojos se me iban del uno al otro. Cuando los vi de pie, desnudos el uno frente al otro, quedé pasmado. ¡La mejor polla y el culo más bonito de toda la cárcel para darme gusto a los ojos! Ahí arriba había un Dios Todopoderoso que me adoraba…

-Genial. Estáis increíbles pero os noto algo nerviosos. ¿Por qué no os relajáis dándoos un besito? Va a ser una noche maravillosa y hasta os he traído música.

Y es que estoy en todo. Encendí el CD y empezó a sonar esa música maravillosa de Frank Sinatra:

Strangers in the night exchanging glances
Wond’ring in the night What were the chances

Me encanta Sinatra y era perfecto para una noche de romanticismo y pasión. Una vez un preso gilipollas me dijo que era una mierda… Le salté unos cuantos dientes para enseñarle respeto: no me extraña que esta gentuza esté en chirona.

Los dos se dieron un beso pero apenas fue un roce entre sus bocas… Tuve que ponerme serio con tanta tontería.

-¡Joder! ¿Es que no sabéis besar de verdad? ¿No habéis visto una de esas pelis en blanco y negro en las que Bogart abraza a la chica mientras le mete la lengua? ¡Abrazaos!

Ahora se abrazaron y luego se besaron con más entusiasmo.

-¡Asi, así! ¡Quiero una exploración inter-oral ya!

We’d be sharing love
Before the night was through

Maravilloso. Era una maravilla verles abrazados, el negro rodeando con sus musculosos brazos el grácil cuerpo del blanco. Ahora sí que se besaban en condiciones.

-Bien, muy bien. Quiero ver vuestras lenguas.

Me obedecieron. Se estaban magreando delante de mí mientras se metían la lengua el uno en la boca del otro en un apasionado e interminable morreo. La noche empezaba a funcionar con un poco de paciencia y música de Sinatra. Me desabroché el pantalón…

-Ahora quiero veros el uno frente al otro con la polla bien tiesa mirando a su compañero. Pensad en vuestra madre, en el Playboy o en mi verga, pero quiero ver unas pollas bien duras enseguida…

Something in your eyes was so inviting,
Something in you smile was so exciting,

Los dos seguían con las pollas algo desganadas pero empezaron a levantarse. ¡Sabían bien lo que podía pasarles si no cumplían! Bien, la noche estaba yendo muy bien.

-Paul, chúpale los huevos a tu compañero a ver si se le pone así más dura deprisa.

De rodillas y chupándole los huevos de chocolate con esos bonitos labios rosados… Empecé a meneármela con ganas porque aquello era la puta hostia.

-Levántate.

Estaban los dos bien preparados. La polla de Jonathan era más grande, menudo portento.

-¿Te gusta la polla de tu compañero? ¡Chupásela!

¡Que no me digan que no le gustaba chupársela! ¡Pero si empezó a comérsela como si fuera una barra de chocolate! Os lo juro: ese chico tiene talento. Se metió el capullazo en la boca y todavía tragó un poco más. ¡Pero de dónde coño sacaba espacio! Cuando empezó a meneársela con la boca aquello ya fue lo más grande… Yo notaba en los dedos alguna gota de semen y tuve que decirles que pararan. Tampoco quería que Jonathan se corriera en la boca de Paul. No sería mal plan, pero es que había pensado en una buena enculada.

-¡Ya basta! ¡Joder, chico, eres una joya chupando! ¡Cómo se nota que eres una puta viciosa que le gusta mamar! Pero ahora te vas a poner a cuatro patas.

-Por favor, no quiero hacerlo… -me dijo el negro.

-¡Te callas! ¡Se la vas a meter como un campeón!

Y se la metió. Impresionante. El culito de niña de Paul, blanquito y sin pelos, se agitaba mientras el negrazo le insertaba una polla que no cabía en la funda de mi pistola y le agarraba las caderas con esas manazas oscuras. Al negro se le marcaban unos músculos increíbles en el culo que daban ganas de estrujárselo con las manos. ¡Dios! Ya me había encargado de ensancharle el ano a Paul, pero aquello era demasiado. Hasta hice una pausa en la paja que me estaba haciendo para aplaudir.

-¡Así! ¡Metésela como un campeón! ¡Más fuerte! ¡Como si fueras Michael Jordan y estuvieras a punto de encestar un triple!

-¡AAAH!

Los dos nos corrimos a la vez: yo en mis manos y el negro en el culo de su amigo. No sé quién gozó más… Claro que también Paul gozaba con la de gemidos que soltaba. Cuando Jonathan se sacó la enorme verga negra, estaba chorreando todavía.

-Ven, Jonathan. Prueba esto.

Le acerqué la mano llena de semen. Quería que me la lamiese (me encanta que los presos estén bien alimentados) y se la metió en la boca.

Me mordió con todas sus fuerzas.

-¡AAHGG! ¡QUÉ HACES, HIJO DE PUTA!

Le di una patada en los huevos para que me soltase. Luego le derribé de un empujón y él me cogió por las piernas. Era muy fuerte pero le estrellé la porra contra la boca. Me soltó y le di una patada. Tenía la boca ensangrentada. Me envolví la mano con la camisa para cortar la hemorragia.

-¡Hijo de puta! ¡Os doy una noche de placer y así me lo pagas! ¡Cabrón!

-¡Algún día vendrá un inspector federal o algo y usted se cagará…! ¡AAHG!

Le pisé la mano. Ese mal nacido me había jodido la velada. Le di un par de patadas más en el pecho y luego me fui. Ya recibiría una buena tunda, pero de eso se encargarían mis compañeros: yo tenía sueño después de tanta juerga.

***

Qué lástima que la noche se hubiera jodido al final. Pero no importaba: había sido una velada maravillosa, y aunque la vida en la penitenciaria es dura a veces, me encanta. ¿Un inspector federal? ¡Qué imaginativos son los presos a veces!

No, la cárcel de un hombre es su castillo. Aquí me siento poderoso, seguro, feliz. Cada celda, cada pasillo es un lugar de amor para mí.

En ningún lugar del mundo podría ser feliz como en mi alegre penitenciaría.

***

Ésta es una categoría especialmente difícil para mí. Espero que no resulte demasiado fantasioso. Agradeceré y contestaré con gusto vuestros comentarios y críticas.

Un saludo cordial. Solharis

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