miprimita.com

Los mormones

en Trios

Dedicado a S.

Sábado por la mañana y solita en casa, sin nada que hacer. Se suponía que ese día iría con los amigos de excursión por el interior de Valencia, pero al final al que tenía el coche se le había presentado un compromiso y no nos podía llevar, de manera que se había fastidiado el viaje. En fin, me eché en el sofá, sin ganas de hacer nada. Sabía que debía ir al estudio para practicar un poco, que últimamente estoy muy perezosa para coger los pinceles, pero el placer de quedarse pensando en Babia en pijama y tan cómoda en el sofá era demasiado tentador...

No pude disfrutar mucho porque sonó el timbre y me levanté algo fastidiada. No creía que fueran mis padres o mi hermana pero fui de todas formas, y al abrir me encontré con dos chicos de unos veintitantos años con camisas blancas e inmaculadas y una sonrisa en los labios.

-Perdone, ¿podríamos hacerle unas preguntas? –me pidió muy amablemente uno de ellos, que sostenía en la mano un cuestionario.

-Sí, claro.

Empezaron las preguntas.

-¿Es usted una persona religiosa?

-No mucho...
Me arrepentí de abrirles. Los padres siempre te dicen el rollo ese cuando eres niña de que no abras la puerta a desconocidos y tienen razón. Odio a estos pelmazos que van de puerta en puerta para predicar cuando nadie les ha llamado para que lo hagan. Además todos llegan siempre con el rollo de la encuesta o regalándote un montón de folletos, en vez de ser claros y decirte que vienen para convencerte de que entres en su secta. Hacía un mes habían venido unas mujeres mayores contándome que Cristo me amaba y las había mandado a paseo. Éstos me imaginé que eran mormones por las pintas.

De todas formas no eran tan malas las pintas porque estaban muy bien los dos... Sobre todo el que me hacía las preguntas, que era rubio y algo más alto. El otro tenía el pelo castaño y no dejaba de mirarme con una sonrisa. Ambos tenían un poco de acento, debían ser estadounidenses. Pensé que era un desperdicio que unos chicos tan guapos estuvieran totalmente idiotizados.

Respondía distraída y con evasivas para dejar muy claro que no me interesaban esas historias lo más mínimo, pero en ningún momento perdieron ellos la sonrisa. Me habían pillado en pijama y sólo llevaba una bata cuando me apoyé sobre la puerta de manera sexy pero sin desearlo, de forma natural. Miré distraída al interior del pasillo y al volver la vista noté que el chico de pelo castaño parecía bastante más interesado en mis pechos, que algo se intuían por el hueco de la bata, que yo por los grandes misterios de la religión. Enseguida volvió la vista y entonces fui yo la que le sonrió. Sin quererlo empezaba a excitarme y a pensar en si podría sacar algo de la situación...

-¿Por qué no nos sentamos? Empiezo a cansarme de estar de pié –les dije, y entramos. ¿Yo invitando a unos extraños a entrar en casa? Uff, mejor que no apareciesen mis padres, porque debía haberme vuelto loca.

Nos sentamos en el sofá, yo entre los dos, para seguir con las preguntas.

-¿Ha oído hablar de Joseph Smith y el Libro del Mormón?

- Ése es el chico de Pocahontas, ¿no?

Se sonrieron y me explicaron que el tal Joseph Smith había sido el fundador de la Iglesia de los Santos del Último Día (los mormones para entendernos) en Estados Unidos. Luego he sabido que el tal Smith murió ahorcado por defender la poligamia: no era tonto el tío, no... Algo había oído hablar de que los mormones eran polígamos pero no estaba muy segura.

Pero en ese momento a la que le estaban dando ganas de probar la poligamia era a mí. Que fueran mormones le daba más morbo, porque parecían muy inhibidos en estos temas, algo que yo podía arreglar muy fácilmente. Solté el nudo de la bata como si nada y dejé que se viera bien el pijama. El que me preguntaba no se atrevía ya a levantar la vista del cuestionario. Me eché hacía atrás y bostecé, estirando los brazos para que se notara cómo subían mis pechos al hacerlo... No podía ver si me observaban pero sabía que sí y me excitaba pensarlo. Notaba cómo mis jueguecitos hacían efecto porque su voz empezaba a sonar nerviosa, con el acento americano haciéndose más fuerte...

Pero yo quería, y podía, ser muy mala, muchísimo más.

-¿Y vosotros practicáis la poligamia? –les pregunté de sopetón.

-No, hace mucho que nuestra Iglesia abandonó esa práctica –me respondió ruborizado.

-Pues qué lástima. De todas formas creo que yo necesitaría más de un hombre para mí sola para quedarme satisfecha. Imposible compartirlo con otras.

No pudieron disimular la sorpresa en la expresión de sus caras y yo me reí por dentro mientras me sentía más y más excitada. Me gustaba tener el dominio de la situación.

-Es que una mujer puede satisfacer a más de un tío... Resulta más difícil al revés. Lo sé por experiencia, ¿no me crees? –le decía yo ahora insinuante al rubio, el que hacía las preguntas.

Pero fue su compañero el que reaccionó antes y me agarró por la cintura. Giré la cabeza y vi que me miraba de una manera inconfundible. Fui yo la que acabó por tomar la iniciativa y le besé. Metí mi lengua en su boca y entonces sus manos parecieron volverse locas tratando de entrar por mi bata, porque jamás debían haberle besado como yo, recorriéndole la boca con la lengua, recogiendo su saliva. Luego sentí los dedos fríos tocando mi piel para llegar hasta los pechos... Me tocó los pezones. ¡Y parecía tímido!

Su compañero sí que parecía escandalizado y nos miraba con los ojos abiertos. Se levantó y pareció que iba a marcharse, pero yo no le permití escapar. Dejé caer la bata en el suelo y me quité la parte superior del pijama para que vieran mis pechos. Los ojos se le abrieron todavía más mientras su decidido compañero se abalanzaba con su boca sobre mis pezones. No pudo resistirse él tampoco a la tentación y enseguida tuve a los dos repartiéndose mis tetas, chupeteándolas y lamiéndolas como dos perrillos...

La verdad es que parecían descontrolados. Tanta abstinencia y tanta tontería de celibato sólo les servían para que ahora me sobaran y besasen como si fuera un caramelo. Se había terminado tanta castidad estúpida… ¡Quién iba a pensar que una aburrida mañana de sábado acabaría en algo tan excitante, con dos tíos para mí sola! No es que fueran muy habilidosos, pero lo compensaban con las ganas… Me sentía más y más caliente besándome con uno mientras el otro me pasaba la lengua por los pezones para mojármelos.

Entonces noté una mano deslizándose hacia mi entrepierna: querían follarme ya. Me senté en el sofá y dejé que tiraran del pantalón del pijama para quitármelo. Ahora estaba completamente desnuda y muy bien dispuesta... Me acaricié muy suavemente en los pechos y en el sexo porque me encantaba la cara que ponían. Haciéndolo, noté que ya estaba húmeda… Mucho mejor para mí, porque pensaba meterme dos pollas como estaba mandado… Ellos también se desnudaron y disfruté con la vista mientras se quitaban la ropa a toda prisa. Me reí viéndoles muy bien "dispuestos" a ellos también, con una buena erección.

Luego llegó la discusión de siempre en estos casos: ¿cuál empieza…? La verdad es que estaban tan acelerados que o les paraba un poco o íbamos a acabar muy pronto. En vez de que me follasen sobre el sofá a toda prisa, me apetecía más cabalgarles. Les iba a enseñar yo... Le ordené al de pelo castaño que se echase en el sofá (él había tenido la iniciativa y era justo que empezase con él) para colocarme sobre sus caderas. Desde luego que obedeció porque allí era yo la que mandaba. ¡Vaya cara que puso cuando cogí su pene para metérmelo y empecé a moverme sobre él! Jadeaba más que yo mientras movía las caderas sobre su pene y no perdía de vista mis tetas meneándose sobre la cara. Por no hablar de la cara de alucinado que tenía el otro viéndonos así...

No sé qué práctica tendrían los dos (no me extrañaría que fuesen vírgenes) pero les hice trabajar bien conmigo. Me movía primero muy despacio y luego aceleraba. Subía y bajaba para conseguir sus gemidos, acercando y alejando las tetas de su cara, hasta que ellos podían darme alguna chupadita en los pezones.

¡Vaya que si les gustaba! El chico de pelo castaño quedó muy contento por la expresión de su cara después de correrse y su compañero le reemplazó encantado. Me decían cosas en inglés que no sé qué significarán pero que me podía imaginar por el tono de su voz... Lo único que entendí es fuck y podía adivinar el significado por la forma en que me lo decían.

Como el otro parecía muy ansioso por repetir le cogí de la mano para que se acercase a nosotros y entonces me agaché un poco para coger su pene entre mis labios y empecé a moverlo arriba abajo, acariciándole los testículos con una mano, mientras cabalgaba al otro. ¡Qué felices parecían los dos jadeando al mismo tiempo! El placer fue doble para mí cuando se corrió primero el que estaba debajo y me dejó toda la entrepierna húmeda. Le di una buena chupada a su compañero y se corrió en mi boca. La verdad es que no había desayunado, así que no me vino nada mal tomarme una buena ración de leche, porque debí dejarle vacíos los testículos.

Había tenido dos orgasmos, así que sumamos cuatro en total... Ah no, cinco, que el de pelo castaño se había corrido antes. Nunca se me dieron bien las mates más allá del sesenta y nueve.

Me dejé caer sobre uno de los sillones. Podría haber seguido un poco más pero me temo que ellos no podrían. No importaba, porque había disfrutado mucho terminando con el celibato de los dos. Realmente necesitaba de dos para tíos para quedarme bien satisfecha... ¡Qué menos!

Supongo que el momento después fue difícil para ellos. Pasados los ardores y la locura debieron sentirse arrepentidos. Se vistieron a toda prisa y murmuraron algo en inglés, para que no les entendiese, y apenas se despidieron. Parecían enojados conmigo y no sé por qué. Desde luego yo no les había obligado... En fin, una lástima pero no volvieron por casa nunca más, y mira que hubiera repetido encantada. ¿Hablarían con alguien de lo ocurrido? No sé, pero creo que puse algo de interesante en sus tristes vidas y espero que, al menos, se replantearan si vale la pena la castidad y todo eso.

***

Agradeceré y contestaré con gusto vuestros comentarios y críticas.

Un saludo cordial. Solharis.

***

 

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

Mas de solharis

Mis adorables primitas

De buena familia

El encuentro más inoportuno

Ella, robot

La sorpresa

Sin mente

El descanso del minero

Cuando los yanquis asesinaron a Mahoma

El nudo gordiano

Cuartetas para una verga

El tercero

La tercera

Relatos Interraciales: Cifras y opiniones

Mi alegre penitenciaría

La perrita de mi vecina

La sopa

Lo hago por tu bien

La mirada felina

Los Serrano: Uno más uno son sesenta y nueve

Cuentos No Eróticos: La tumba de Xerok

Una mujer para Superman

Lluvia de otoño

La Verga del Dragón

Cuentos No Eróticos: El crepúsculo de un rey

Lágrimas de borracho

San Jerónimo

Si bebes no conduzcas (aventura de Torrente)

Don Juan Tenorio: Noche de bodas

Don Juan Tenorio: La Duquesa de Nápoles

Almejas en su salsa

Cuentos no eróticos: Evolución

La sacerdotisa de la vidriera

Luz

El pescador

La fuente

El reino de la barbarie

De cómo los homosexuales salvaron la civilización

De cómo los homosexuales hundieron la civilización

La anciana memoria

El cubo de la esperanza

Lo que dejé en Cuba

Las huríes del profeta

En este lado del espejo

El jefe de estudios

Barbazul

Judit y Holofornes el asirio

El sueño

El secreto de Artemisa

El espíritu de la Navidad

Sexo a la japonesa

La suerte es una fulana

El balón de playa

Amigo mío

Estrenando a mi hijo

La joven que no podía hablar

Yolanda

La decadencia del imperio romano

Un domingo cualquiera (Real Madrid-Atlético)

Encuentros en la tercera fase

Amigas para siempre

El culo de la princesa

Ulises (5: La matanza de los libertinos. FIN)

Ulises (4: la princesa Náusica)

Ulises (3: la partida de Ogigia)

Ulises (2: la hechicera Circe)

Ulises (1: la ninfa Calipso)

El sátiro

Una mala hija

Mi adorada primita

Domando a mi novia

El placer y la culpa

Mi mujer, con otra mujer

El abuelo

Nosotros dos y su joven vecino

La hermana de mi novia

El primero al que se la chupé

Marcado por el dolor

Un culo para tres

Aventuras de Asterix y Obelix

Sexo en la calle