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Emboscando a Daniela

en Trios

Emboscando a Daniela

Quizás muchos de ustedes no compartan este tipo de estrategias, como la de llenar de alcohol a una chica para después hacerle cosas, pero si los cálculos salen bien, incluso la "víctima" suele terminar disfrutando los resultados.

Daniela es una chica menuda, de tez morena y bastante sencilla, su cuerpo no es una obra de arte, pero es bonito, como de una quinceañera. Es risueña y muy chévere, de voz casi infantil. Además, estábamos casi seguros de que era virgen.

Todo comenzó cuando mi compinche me dijo que iba a quedarse solo en casa, por varias semanas, en las que organizamos un par de fiestas y cosas así. Luego nos propusimos efectuar dicho desastre, pero muchas de nuestras amigas son demasiado avezadas para caer en ese juego.

Entonces, Daniela pasó a ser la candidata, cuando mi amigo me contó cómo casi se la coge una vez, pero ella no quiso dejarse bajar el biker que andaba debajo del vestido. Le dijimos que iba a haber una fiesta, pero sólo íbamos a estar nosotros tres.

Llegó la noche fatal y fui a traerla. Estaba despampanante en un vestido negro que le quedaba muy ceñido, dejando su morena espalda desnuda, y llevaba unos zapatos de tacón negros. Me saludó risueña, como siempre, haciéndome sentir mal de lo que teníamos planeado.

Llegamos a la casa de mi amigo, donde teníamos unas cuantas botellas, aparentando estar listos para recibir más gente. Lo saludó a él también, con toda la inocencia del mundo. Fue fácil darle el primer trago bomba, cuyo componente principal era Baccardi.

Empezamos a bromear y a extrañarnos en voz alta de que aún no llegara la gente. Pusimos música, comimos; mi amigo y yo nos impacientamos un poco, yo llegué a creer que no iba a pasar nada, que estas cosas sólo pasan en películas y relatos porno.

Pronto el segundo trago bomba fue servido. Nosotros también bebimos, aunque nuestro aguante es muy superior. Fui yo quien empezó a bromear sobre cosas sexuales y animé a mi cómplice a contarnos su primera vez, que fue con su exquisita prima (lo dudo de ese farsante, pero eso fue lo que dijo), luego yo conté la mía, y después le tocaba a ella que, sonriendo y un poco ruborizada, nos reveló que era virgen aunque casi hizo el amor con su primo hacía poco, y que todo se terminó con una paja que ella le hizo al primo.

Entonces saqué a colación el relato de mi amigo, a lo que ella se avergonzó más, pero siempre riendo. A todo esto, Daniela estaba muy mareada, tenía que ser pronto, porque no me resultaba bien la perspectiva de cogerme a una chica dormida.

Saqué el celular y la reté para que nos mostrara qué tan bien besaba. Daniela se negó, riéndose y sonrojada, pero mi amigo entendió y la abrazó. Daniela quiso apartarlo suavemente, pero mi compinche empezó a besarle el cuello y a lamerle la oreja, entonces ella se puso seria y aquí dije "se acabó el juego, señores", pero mi pana estiró su lengua para tocar los labios de Daniela, que por arte de magia, succionaron la lengua de mi amigo y pronto los labios se unieron, abriéndose ambas bocas en un lascivo beso.

Se sentaron en el sofá, morreando y lamiéndose. Me senté tras ella y comencé a meter mi mano bajo su falda, siempre me llamó la atención su elevada temperatura; su mano cálida pronto se unió a la mía, en un leve intento de impedir mis atrevidos toqueteos, pero empecé a besarle el hombro y el cuello, acariciándole los muslos y pronto, mi amigo se apoderó de una pierna y yo de la otra, sobándolas, y Daniela sin saber si apartarnos o acariciarnos con sus brazos indecisos y temblorosos.

Daniel se volvió a mirarme. Estaba roja, entre enojada y lujuriosa, era el momento en que teníamos que hacer la fuerza para tener un buen trío o masturbarnos en el baño a la mañana siguiente. La besé, y ella tardó varios instantes en abrir su boca, pero cedió y nos entregamos en un cálido beso. Con una mano le acariciaba la espalda y con otra la pierna. Mi amigo ya se abría paso en busca de sus pequeños senos.

Daniela gimió e intentó zafarse, pero supimos sujetarla, y comencé a travesearle el coño, acariciándola sobre su ropa con suavidad, invadiéndola despacio, mientras mi amigo ya había desnudado un seno que chupaba como niño. Con mi otra mano busqué su otro seno, sin dejar de besarla, recuerdo que le chupé la lengua varios segundos, y de repente, mi amigo y yo mamábamos cada uno un pecho. Ví el rostro de Daniela y era un poema, con sus ojitos cerrados, sonriendo contra su voluntad, al rato nos abrazó. Debajo de su falda, mi carnal y yo logramos extraer su calzón y por fin pude meter mano en su coño.

Me hinqué en el piso delante de ella y la tiré un poco de sus piernas, separándolas. Daniela me miró fijamente, con sus ojos café muy brillantes, y le dijo: "Te voy a comer." Ella pareció estremecerse y me miró atónita, mientras arremangaba la falda de su lindo vestido y hundí mi cara entre sus piernas. Daniela gritó sorprendida cuando sintió por vez primera una lengua retozando sobre su vulva, gimiendo y jadeando, y yo me llenaba la boca con el sabor salado de su vagina virgen. Pronto fui mas osado y con sus mismos líquidos untaba mis dedos y se los fui metiendo en el culo. Daniela me sujetó fuertemente del pelo. Ya estaba perdida. Era nuestra.

Mi amigo empezó a besarla, tal vez para apagar sus gritos un rato, ya que se elevaban sobre la música. En este momento su vestido era una prenda ceñida y enrollada en su cintura. Yo continué mi labor, lamiendo y chupando, rozando mis mejillas entre sus muslos, disfrutando ese coño virgen y casi violado.

Mi amigo la acostó en el sofá; me reacomodé y proseguí comiéndole el coño. Daniela temblaba, aún en conflicto consigo misma, pero ya casi estaba entregada a la plena lujuria. Acentué mis chupones, concentrándome en su clítoris y notando la abundancia de jugos, supe que iba a correrse enseguida y procuré abrir bastante mi boca para tragármelos.

Su orgasmo fue sorprendente, toda ella se estremeció, gritando por sobre la boca de mi amigo en el delito. Quedó hecha una muñeca de trapo en nuestras garras. Mi carnal no perdió el tiempo y ya tenía su herramienta desnuda a escasos centímetros de los tiernos labios de Daniela, que por muy inocente que fuera, sabía muy bien cuál era el siguiente paso. Tomé mi celular y me dispuse a filmar su primera mamada.

Poco a poco acercó su boca entreabierta, besando el pene de mi amigo cerca de su base, él se estremeció y cerró sus ojos. Daniela fue ascendiendo con sus besitos hasta llegar al glande, donde pegó el primer lenguetazo; empezó a lamer la carne que tenía en frente, de arriba abajo y viceversa.

-Trágatela -le dije, acercando mi celular, sin parecer importarle el hecho de estar siendo grabada, su mirada aún de incredulidad por lo que estaba haciendo.

Daniela observó el pene trémulo de mi amigo, ante ella, brillante de su propia saliva, y tímidamente abrió su boquita y pronto el hongo de mi compadre desapareció entre los labios de la temblorosa virgen, haciéndolo chillar como niña. Los chupetones de Daniela sonaban muy fuerte, y a mí siempre me han excitado esos sonidos de chupetones. Cuando ya le había tomado gusto a la polla que se estaba devorando, dejé de grabar y me desnudé en un santiamén. Me levanté del sofá y ví la escena un momento, excitándome más aún, viendo a aquella chica tan recatada y decente desnuda, con su vestido enrollado en su cintura y sus tacones puestos, tragándose hasta la mitad del pene de mi amigo, que no era el más grande del mundo tampoco, y la fealdad de mi amigo acentuaba mi morbo, porque era medio gordo y de rostro chato y achinado.

Mi pene estaba en su esplendor. Me acerqué a Daniela y la tomé de su bien esculpido traserito y la puse a cuatro patas, con una pierna apoyada fuera del sofá, lo que me pareció excelente. Pasé mi lengua sobre su muslo terso y moreno. Ella dejó su labor un segundo y me dirigió una mirada de reproche y de deseo a su vez, una mirada de "hazlo pero mañana te regaño". No me importó y mi carnal la atrajo, acercando su cara de nuevo a su polla para que siguiera con su felación.

Volví a lamerle el coño, su sabor me encantaba, pujando con mi lengua, causando que gimiera mientras su boca estaba obstruida por el gusano de mi cómplice; luego, unté mi polla con sus jugos y mi saliva y cuando consideré que estaba listo me puse tras ella. Rocé mi glande contra sus labios vaginales y Daniela se estremeció, mugiendo, pero mi amigo no la dejó librar su quijada.

Empujé y la penetré, la desvirgué.

Daniela gimió como se lo permitió el rabo de mi carnal dentro de su boca y yo, despacio, comencé el mete y saca, aferrándome de su cinturita y del respaldo del mueble. Sentí su sangre rodando por mis muslos. Daniela se libró entonces de mi amigo y gritó y jadeó como quiso.

-¿Te gusta, Dani? -le pregunté satisfecho, saboreando con mi pene aquella vagina nuevecita.

-¡Ay, sí! -logró articular -¡Aaayy! Dame más…

-¿Te gusta lo que te estamos haciendo?

-¡Sí, sí, ahh, sí! -exclamó con sus ojitos cerrados, moviendo la cabeza.

Mi amigo volvió a meterle la polla en la boca y Daniela incluso usó sus manos para masturbar a mi compinche.

Yo estaba en la gloria subido en esa mujercita, y aumenté mi ritmo a medida que se acercaba mi orgasmo. Me incliné un poco para estimularle el clítoris, y un nuevo temblor suyo me comunicó que le pareció una grandiosa idea. Daniela mugió de nuevo junto a mi amigo, esta vez sus labios chorreando semen, gimiendo.

-¡Más, más, dame más! -me exigía entre jadeos.

Con mi otra mano le hundí el pulgar en el recto, haciéndola gritar mientras limpiaba como podía, con su lengua, el semen de mi amigo, de su polla y muslos, creo que hasta le lamió los testículos, ya no era ella, era un animal lujurioso hecho para satisfacerse y darnos placer.

-Rico mami… mami… -musitaba mi amigo, que ya sólo le acariciaba el cabello.

-Aaaah…. Me estás matando… -balbuceó.

-Te mato, ramera -jadeé y seguí follándomela, quejándome con ella, mi orgasmo cerca y apenas sentí sus jugos escurriéndose por mi polla grité su nombre y terminé muy dentro de ella, haciéndola gritar a su vez y estuvimos respirando entrecortadamente, yo aferrado a su cintura y nalgas, dejando mi miembro sepultado en su vibrante vagina.

Quedó rendida, casi dormida, pero no por eso dejamos de desnudarla totalmente mientras la besábamos y tocábamos. La llevamos a un cuarto, donde la acostamos. Al oído le dije que la noche era joven y apenas veníamos empezando. Daniela me respondió con una débil sonrisa. Misión cumplida, me dije, la hicimos puta.

Mi amigo y yo tomamos un trago y descansamos, vimos un poco de tele, mientras la chica se reponía en la cama de aquél, entre dormida y quejumbrosa.

-Ha de estar pensando todo lo que hizo -comentó mi compinche.

-Sólo falta que se ponga a llorar.

Al rato, después de una ducha, la ayudamos para que se bañara a su vez. El agua de la regadera pareció revivirla. Supe lo que iba a suceder y fui a traer el celular. Cuando volví, mi amigo ya la tenía apoyada en la pared del baño y se la estaba tirando furiosamente bajo el agua. Daniela se quejaba, era una amante escandalosa.

Grabé sus caderas rebotando ante cada embestida y su cara hecha máscara de placer, todavía con algunos rasgos de "¿qué estoy haciendo?", que solamente sirvieron para excitarme más. Mi amigo la sujetó de la cara, metiéndola rudamente sus dedos en la boca, obligándola a tragar sorbos de agua, mientras la bombeaba. La pobre chica quería arrodillarse pero mi amigo la sujetó bien e hizo que se aferrara a una válvula y al nicho del jabón, para reanudar su bestial cogida que ya parecía más una violación que duró unos buenos quince minutos y, dando un ronco gemido, eyaculó también en las entrañas de Daniela.

Ella cayó al suelo sobre sus rodillas. Mi amigo la enjabonó mientras la besaba y le decía cosas bonitas. Daniela entonces, mi miró a mí, desnudo, con mi polla al aire y erecta, y me sonrió débilmente. Le lancé un beso y dejé de filmar.

Fui a comer algo, deambulando desnudo en la casa, apenas unos minutos, y cuando volví Daniela lo estaba montando en el piso del baño. Traje mi celular y le puse mi aparato cerca de su cara, ella logró abrir los ojos y esbozando una obscena sonrisa, me agarró la polla con sus pequeñas y cálidas manos y empezó a chupármela, siempre dando sus mugiditos por la otra polla que cabalgaba.

Grabé como pude mi pene desapareciendo en su boquita, y Daniela ya me sonreía y me miraba coquetamente, los movimientos de cuando follaba a mi amigo ayudaban a que me la comiera mejor; lo hacía muy bien, su calor, su saliva, la textura de su lengua y de su boca, junto a sus hábiles manos de niña pronto causaron que eyaculara en su boca. Mi semen chorreó por su barbilla hasta el cuello. Dejé que me la limpiara bien y luego, me arrodillé junto a ella y comencé a lamer mi propio semen de su cuello, llegando hasta su mentón y luego besándonos, compartiendo el regusto de mi leche. Mi amigo acabó también y de nuevo dejó su leche dentro de Daniela.

Nos la llevamos al cuarto, donde la acostamos en medio de nosotros, para besarla y acariciarla, a su vez, Daniela también nos acariciaba y lamía. Hubo un momento en que, acostada, nos tomó las pollas y comenzó a masajearlas y poco a poco las ponía en forma de nuevo. La muy zorra quería más. Y se lo íbamos a dar, porque no pensaba dejarla salir con el culo virgen.

Comimos un poco y bebimos más licor. Pasó como una hora. Daniela estaba un poco avergonzada, pero se reía y nos dijo que la estaba pasando bien, que le gustaba todo, nos confesó que estuvo a punto de ponernos en nuestro lugar pero cuando le hice sexo oral cambió de opinión, sin dejar de besuquearla por todos lados, sus mejillas, sus nalgas, sus senos, sus oreja… y pronto ella nos siguió el juego y nos besaba, especialmente las pollas y estuvo un rato mamándonos los pezones.

En la computadora de mi amigo la hicimos ver algunos cortos pornográficos, de una chica con dos hombres, enseñándole algunas posiciones e ideas. Quería ver su reacción ante la doble penetración que entonces empezaron a hacerle a la voluptuosa actriz.

-¿Qué opinas de eso, te atreves? -le pregunté, rozando mi glande en su hombro desnudo, porque Daniela estaba sentada frente al monitor.

-No sé -dijo, riéndose y ruborizada.

-Ven -le dije, y se levantó y la conduje a la cocina.

-Arrodíllate para que nos las chupes por turnos -le ordené, casi, alistando mi celular.

-Bien -dijo mi amigo.

Daniela se rió, sonrojada, y poco a poco se agachó hasta ponerse de rodillas. Mi compadre y yo nos acercamos y Daniela tomó nuestros miembros, sonriendo y nerviosa. Chupó primero la mía.

-Chupas bien rico para ser tu primera vez… -le dije, molestando.

Daniela se rió como pudo con mi hongo en su boca.

-Vayas a ver -me dijo mi amigo- si tal vez a la mitad de su barrio ya se las mamó.

Daniela se rió y le dijo que no fuera tan cruel antes de mamársela a él. La verdad lo hacía divino, se estuvo turnando unos diez minutos. Antes de acabar, me puse tras ella y la empujé con suavidad para que hiciera de perrito. Ella siguió sonriendo y me tiró un beso. Me puse un condón e hice que me lamiera el pene encapotado, ensalivándolo, y pronto la rodeé y apunté mi pene contra su asterisco.

Daniela se puso tensa, pero sólo me miró. En la porno que vimos ella miró cómo sodomizaron a la actriz, y así supo que también teníamos planeado culearla. Abrió su boca y exclamó por lo bajo con mi primer fuerza hacia su interior. Tenía el culo muy socado, pero, con trabajo logré meter mi glande y Daniela ya se quejaba a grandes voces.

Mi amigo se sentó en el piso frente a ella, con su pene apuntando a su dulce rostro. Daniela se lo tragó de inmediato, en tanto yo continué penetrándola sin una pizca de compasión. Aferrado a su cintura, me costó como tres minutos metérsela toda, porque quería disfrutar cada milímetro de carne anal virgen y palpitante, haciéndola sufrir y gozar, temblando como enferma y sudorosa pero en ningún momento hizo algún gesto de excesivo dolor o de no querer seguir.

Entonces, empecé a follármela, despacio para que su ano se dilatara, me incliné para abrazarla por la cintura y al oído le dije suciedades y cosas bonitas entremezcladas, lo que debió ayudar a prenderla, porque pronto comenzó a mover su lindo culito para disfrutar la sabrosa sodomía. Segundos después conseguimos un ritmo excelente y en poco ella logró correrse, haciéndonoslo saber con sus gritos estrepitosos.

-Putita, sólo eran poses las tuyas, mira como nos das el culo a los dos, riquísimo te mueves, mamacita…. -le decía al oído.

-Cómo chupa la prostituta esta -dijo mi amigo, de espalda en el piso gozando la mamada.

Saqué mi pene y me quité el preservativo, luego volví a la carga, sin nada estorbando el contacto de las dos carnes. Me la follé unos minutos más y luego tuve una gloriosa descarga en las más oscuras profundidades de Daniela, y al igual que la vez anterior, le dejé la polla un rato mientras ella temblaba, rezumando su boca más semen, respirando con pesadez y chorreando sudor de todo su cuerpo trigueño.

Dormimos varias horas en la cama de la madre de mi amigo, hasta cuando el cielo se puso azulado. En la oscuridad de la habitación empezamos a tocarnos de nuevo. Sus labios buscaron los míos, diciéndome que me amaba por haber sido el primer hombre en su vida, me lo dijo suavemente, para que no la oyera mi amigo. Nos besamos varios minutos, luego sus besos fueron bajando por mi barbilla, cuello, pecho y estómago, Daniela desapareció entre las cobijas y pronto sentí mi pene atrapado por sus lujuriosas fauces hambrientas.

Vaya forma de empezar el día, me dije, con Dani saboreando mi erección matutina y sus chupetones sonaron por toda la casa. Mi amigo no tardó en levantarse.

Luego, Daniela, a cuatro patas, me la mamaba mientras mi amigo se la tiraba de nuevo. Estuvimos así un rato hasta que les dije que se detuvieran.

-Hay algo que tenemos que hacerle a esta ramera antes de despacharla -le dije a mi amigo.

-Es cierto -respondió él, sonriendo sádico y viendo la mueca de miedo que Daniela hizo, porque supo a qué nos referíamos. La tomé de sus brazitos e hice que me montara, la abracé mientras se movía. Mi amigo se colocó tras ella habiéndose ensalivado el pito y procedió a taladrarle el culo.

Daniela abrió su boca y sus ojos se pusieron en blanco, nos abrazamos y finalmente gritó, que la estábamos matando, pero en el buen sentido porque sus sonrisas no tardaron en aparecer.

-Ooohh… Jesús… me matan… me matan los dos!!! -exclamaba, enterrando sus uñas en mi carne.

La habitación olía a sudor y a coño, mi amigo y yo bombeábamos como si no hubiera un mañana y Daniela comenzó a mover sus caderas para gozar más y tres voces jadearon y se dijeron porquerías durante unos cinco glorioss minutos, hasta que la putita de Daniela se corrió chillando terriblemente, luego mi amigo en su culo gruñendo y por fin yo que terminé dentro de ella.

Daniela me miró y me besó, sonriendo y sudada. Nos quedamos acostados casi hasta mediodía. Antes de ir a dejarla, cuando ya estaba cambiada y bañada, mi amigo la subió al sofá y le subió la falda, arrancándole el calzón y luego darle una follada final, que grabé toda en mi celular.

Daniela miró las grabaciones en el camino, avergonzándose un poco, pero lo que estaba hecho no podía deshacerse. Frente a su casa, nos besamos y se me ocurrió sacarme el pene y pedirle un besito de despedida, pero la muy zorra, sin importarle que pudiera salir su madre, me la empezó a chupar allí mismo dentro del carro. Usó sus manos muy bien y me vine pronto, dentro de su boca. Le dí una menta por si le tocaba saludar de besito a alguien.

Varios días después mi amigo me llamó todo preocupado diciéndome que dejamos a DANIELA embarazada. Desde entonces ando en "viajes de negocios" y no la he visto, tal vez cuando nazca el niño y le veo parecido a mí me anime a ayudarla, pero si es de mi amigo, que se olvide porque ese es un truhán. Bueno, bien dicen que después de un gustazo un trancazo.

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